El amor en los tiempos del cólera (1985)
Gabriel García Márquez
“Nada es más difícil que el amor”
Obra maestra, como gran parte de la producción del Nobel colombiano, El amor en los tiempos del cólera es una preciosa historia de amor, un “cataclismo de amor”, como la califica su protagonista masculino: Florentino Ariza. Su amada se llama Fermina Daza y es una mujer hermosa de quien Florentino queda perdidamente enamorada cuando ella no es más que una colegiala. Sin embargo nada es tan fácil como pueda parecer. De hecho, las vidas de los dos protagonistas comienzan a tomar rumbos distintos a partir del momento en que Fermina accede a casarse con el doctor Juvenal Urbino, a pesar del asedio y las largas horas de espera de Florentino. A él, por su parte, no le queda más remedio que seguir amándola, como única forma de soportar el inmenso dolor de no estar con ella. Paradójicamente, Florentino necesita el amparo de una mujer, de otra mujer que no sea Fermina, pero que irremediablemente, sea quien sea, transforma en ella. Rosalba, la viuda de Nazaret, Ausencia Santander, Divina Pastora, Sara Noriega, Olimpia Zuleta y tantas otras no son sino los cuerpos en que Florentino encuentra a Fermina.
Al cabo de los años sucede lo que Florentino lleva esperando durante más de medio siglo: muere el doctor Urbino de una forma, por cierto, del todo absurda y es entonces cuando Florentino comienza a ver la luz al final del túnel, cuando siente aproximarse el momento anhelado del reencuentro que quedó suspendido hace tanto tiempo y que el lector sabe desde el comienzo que ha de suceder. Y éste es, sin duda, uno de los momentos más vibrantes de la novela: un final apoteósico a bordo del vapor Nueva Fidelia en las aguas del río de la Magdalena, digno de una de las historias de amor más bellas jamás escritas... En definitiva, una celebración del triunfo del amor sobre la muerte, que tan presente se encuentra durante toda la obra.
Con esta magnífica novela, Gabriel García Márquez rinde homenaje a la historia de amor de sus padres y regala, de paso, a los lectores del mundo un pedazo de arte hecho palabra. Sirviéndose de lo que ha aprendido de autores como W. Faulkner, J. Conrad o E. Hemingway, el autor de Cien años de soledad se permite el lujo de superar a sus maestros y consagrarse, a mi juicio, como el mejor escritor sudamericano de todos los tiempos y uno de los más grandes de la literatura universal.
Yo, personalmente, quedé fascinado la primera vez que la leí y el día en que terminé la última página comencé la cuenta atrás de los días que me quedaban para volver a leerla. Aquello sucedió hace un par de años. He de confesar, además, que como escritor aficionado que soy, El amor en los tiempos del cólera constituye, junto a otras novelas de García Márquez que comentaré más adelante, el más perfecto modelo de escritura a que puedo (en vano, sin duda) aspirar; ha sido y creo que siempre será para mí una fuente ilimitada, un recurso y una inspiración incalculable.
Como apostilla a este juicio personalísimo, aunque breve por razones comprensibles, me gustaría señalar que El amor en los tiempos del cólera fue llevada al cine en 2007 por Mike Newell con un guión de Ronal Harwood. Por supuesto, no he visto la película ni tengo la más mínima intención de hacerlo. No sé si será buena o no; no se puede juzgar una película sin haberla visto. Ocurre tan sólo que estamos hablando de una novela sublime y como tal es inimitable, incomparable y, a mi juicio, imposible de adaptar a otro medio. Supongo que habrá quedado tanto de ella en su más que evitable camino a la pantalla (su esencia, su lenguaje, su épica), que sería imperdonable reemplazar todos los sentimientos, imágenes e impresiones que la novela provoca en el lector, por una visión ajena, parcial y fragmentaria de un director de cine que, eso sí, ha tenido la suerte y el valor de atreverse con ella. De hecho, no me extraña en absoluto que la novela llevara años circulando por Hollywood, sin que nadie se atreviera con su adaptación cinematográfica, que siempre ha sido considerada tabú.
“Nada es más difícil que el amor”
Obra maestra, como gran parte de la producción del Nobel colombiano, El amor en los tiempos del cólera es una preciosa historia de amor, un “cataclismo de amor”, como la califica su protagonista masculino: Florentino Ariza. Su amada se llama Fermina Daza y es una mujer hermosa de quien Florentino queda perdidamente enamorada cuando ella no es más que una colegiala. Sin embargo nada es tan fácil como pueda parecer. De hecho, las vidas de los dos protagonistas comienzan a tomar rumbos distintos a partir del momento en que Fermina accede a casarse con el doctor Juvenal Urbino, a pesar del asedio y las largas horas de espera de Florentino. A él, por su parte, no le queda más remedio que seguir amándola, como única forma de soportar el inmenso dolor de no estar con ella. Paradójicamente, Florentino necesita el amparo de una mujer, de otra mujer que no sea Fermina, pero que irremediablemente, sea quien sea, transforma en ella. Rosalba, la viuda de Nazaret, Ausencia Santander, Divina Pastora, Sara Noriega, Olimpia Zuleta y tantas otras no son sino los cuerpos en que Florentino encuentra a Fermina.
Al cabo de los años sucede lo que Florentino lleva esperando durante más de medio siglo: muere el doctor Urbino de una forma, por cierto, del todo absurda y es entonces cuando Florentino comienza a ver la luz al final del túnel, cuando siente aproximarse el momento anhelado del reencuentro que quedó suspendido hace tanto tiempo y que el lector sabe desde el comienzo que ha de suceder. Y éste es, sin duda, uno de los momentos más vibrantes de la novela: un final apoteósico a bordo del vapor Nueva Fidelia en las aguas del río de la Magdalena, digno de una de las historias de amor más bellas jamás escritas... En definitiva, una celebración del triunfo del amor sobre la muerte, que tan presente se encuentra durante toda la obra.
Con esta magnífica novela, Gabriel García Márquez rinde homenaje a la historia de amor de sus padres y regala, de paso, a los lectores del mundo un pedazo de arte hecho palabra. Sirviéndose de lo que ha aprendido de autores como W. Faulkner, J. Conrad o E. Hemingway, el autor de Cien años de soledad se permite el lujo de superar a sus maestros y consagrarse, a mi juicio, como el mejor escritor sudamericano de todos los tiempos y uno de los más grandes de la literatura universal.
Yo, personalmente, quedé fascinado la primera vez que la leí y el día en que terminé la última página comencé la cuenta atrás de los días que me quedaban para volver a leerla. Aquello sucedió hace un par de años. He de confesar, además, que como escritor aficionado que soy, El amor en los tiempos del cólera constituye, junto a otras novelas de García Márquez que comentaré más adelante, el más perfecto modelo de escritura a que puedo (en vano, sin duda) aspirar; ha sido y creo que siempre será para mí una fuente ilimitada, un recurso y una inspiración incalculable.
Como apostilla a este juicio personalísimo, aunque breve por razones comprensibles, me gustaría señalar que El amor en los tiempos del cólera fue llevada al cine en 2007 por Mike Newell con un guión de Ronal Harwood. Por supuesto, no he visto la película ni tengo la más mínima intención de hacerlo. No sé si será buena o no; no se puede juzgar una película sin haberla visto. Ocurre tan sólo que estamos hablando de una novela sublime y como tal es inimitable, incomparable y, a mi juicio, imposible de adaptar a otro medio. Supongo que habrá quedado tanto de ella en su más que evitable camino a la pantalla (su esencia, su lenguaje, su épica), que sería imperdonable reemplazar todos los sentimientos, imágenes e impresiones que la novela provoca en el lector, por una visión ajena, parcial y fragmentaria de un director de cine que, eso sí, ha tenido la suerte y el valor de atreverse con ella. De hecho, no me extraña en absoluto que la novela llevara años circulando por Hollywood, sin que nadie se atreviera con su adaptación cinematográfica, que siempre ha sido considerada tabú.
A.G.