Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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martes, 28 de mayo de 2013

Sorpresas gratas: Lady Killer


Lady Killer (1963)
Masako Togawa

Sexo y muerte se funden en el Tokio de comienzos de los años 60, un lugar que en realidad no es tan diferente de cualquier ciudad occidental.

La noche es peligrosa para las mujeres solas. Un misterioso sr. Honda, reputado seductor, recorre bares y clubes de Tokio en busca de presas con las que satisfacer su apetito. Además, lleva un diario en el que anota cada una de sus conquistas con detalles escabrosos y profundamente misóginos. Pero algo viene a suceder que trastoca sus planes y lo desconcierta. Las mujeres que ha seducido empiezan a aparecer muertas en sus apartamentos, y toda la evidencia apunta hacía él como único culpable.

El sexo inunda cada espacio de la noche de Tokio, sus locales y apartamentos, hasta confundir a víctimas y verdugos. La muerte siega las vidas de jóvenes atractivas cuyo único pecado es tratar de disfrutar de un instante de placer. Pero la peligrosa combinación entre sexo y muerte conduce a la más despiadada venganza, dura y horrenda, aunque fríamente calculada y refinada en su sensual ejecución. Lady Killer es, en efecto, la historia de una venganza que ayuda a desgranar poco a poco, con minuciosidad y deleite, las personalidades complejas del verdugo y la víctima.

La narración se articula mediante un cambio calculado de punto de vista: desde el de una mujer aburrida que busca distracción para una noche, pasando por el sr. Honda, el cazador de mujeres finalmente cazado, o el abogado Shinki que tratará de resolver un caso en apariencia irresoluble. La autora nos proporciona desde el comienzo el nombre del asesino y auténtica víctima de la trama, mas elabora con cuidado un castillo de naipes cuya complejidad pretende mantener oculta. De hecho,  la trama experimenta un repentino giro de tuerca que, en realidad, no hace sino desatar los cabos que creíamos sueltos para entrelazarlos entre sí de un modo diferente, dando pleno significado a la trama y las motivaciones del auténtico asesino, al que no ha movido otra cosa sino el ansia de venganza.

En toda la novela flota una moral peculiar, propia de la cultura en que se desarrolla la acción, que el lector occidental puede encontrar distante y curiosa. Con ella se combina a la perfección un tipo de sensualidad de oscura voluptuosidad que en realidad no puede ofender la sensibilidad del lector. Sí es cierto que en algunos momentos, el lector puede sentirse en cierto modo violentado por algunas escenas de explícita crueldad que parece injustificada. No obstante, la sensibilidad y limpieza de su escritura, la perfección en la ejecución de las escenas, la sutilidad y acierto en la caracterización de los personajes o el sabio planteamiento de la trama son motivos de sobrar para considerar a Lady Killer como una de las mejores novelas con las que me encontrado últimamente.

Masako Togawa nació en Tokio en 1933. Es una de las maestras indiscutibles de la novela negra japonesa. Pero es, además, una gran artista, pues a su faceta de escritora hay que unirle la de cantante, guionista y actriz. Hay publicado más de veinte novelas, de entre las que la crítica destaca, además de Lady Killer, La llave maestra (Premio Edogawa Ranpo) y Un beso de fuego.

A.G.

viernes, 24 de mayo de 2013

Lecturas recientes: La forma del agua


La forma del agua (1994)
Andrea Camilleri

El inspector Salvo Montalbano hace su presentación oficial en esta entretenida novela, la primera de una serie que recomiendo no perderse.

La acción transcurre en Vigàta, un ficticio pueblo costero del sur de Sicilia. Montalbano es un honesto policía italiano al que no le importa demasiado ofender a cualquiera que se le ponga por delante con tal de solucionar un crimen. En este caso se trata de encontrar al responsable de la muerte de Silvio Luparello -ingeniero, contratista y aspirante a político local-, cuyo cuerpo sin vida aparece en una situación y un lugar muy comprometidos. Todo parece apuntar a que el fallecido ha tenido más que palabras con una prostituta y ha sufrido un ataque al corazón en plena faena. Pero Montalbano sospecha que hay algo más detrás de esta muerte cuando tres personajes notables (un poderoso abogado, un juez y un obispo) le presionan para que dé carpetazo a la investigación cuanto antes. Pero Montalbano se toma su tiempo y descubre que Luparello murió en realidad mientras se enrollaba con Gorgio, su sobrino y amante, en su casa de campo. El sobrino, terriblemente asustado, pide ayuda al abogado Rizzo, amigo de Luparello, con el fin de proteger a su tío de las embarazosas circunstancias de su muerte. Pero Rizzo, en vez de echar una mano a Giorgio, trata de aprovecharse de la situación y traiciona su amistad con Luparello al pretender utilizar su muerte para sacar ventaja a su oponente político, el secretario Cusumano. Con este fin, intenta implicar en la muerte a Ingrid, la cuñada sueca de Cusumano, haciendo creer a todos que es la amante de Luparello. La situación se complica con el hallazgo de una cara joya cerca de la escena del crimen.

Pero Montalbano va poco a poco desenredando el complicado ovillo con que se ha encontrado y descubre lo que sucedió en realidad. Del mismo modo que el agua toma la forma del contenedor que ocupa, así las claves y declaraciones de los testigos parecen cambiar en la dirección que Montalbo las dirige.

Camilleri describe con maestría, no sólo la región de Sicilia en que transcurre la acción, sino la pléyade de personajes locales que la pueblan. La belleza de esta novela radica no sólo en la evocación del lugar, en el modo en que vive la gente del pueblo, sino en el trasfondo de corrupción política endémica que se respira en la novela, y en cómo los hombres honestos como Montalbano han evolucionado hasta llegar a convivir con ella.

A.G.

jueves, 9 de mayo de 2013

Lecturas recientes: Los pasos perdidos

 
Los pasos perdidos (1953)
Alejo Carpentier

Un narrador anónimo, un músico fracasado que vive sumido en el aburrimiento en Nueva York, se embarca en un viaje a las selvas remotas del río Orinoco en Venezuela, una de las regiones más primitivas del mundo; un lugar que no ha sido tocado por la civilización. El narrador forma parte de una misión antropológica en busca de instrumentos musicales antiguos. El hombre, casado con una actriz teatral, viaja en compañía de su amante, a la que abandona más tarde por una exótica mujer de la jungla.

Su expedición acaba convirtiéndose en una búsqueda de su propia historia, de su propia autenticidad, pues transciende tanto el tiempo como la cultura. En ella descubre una conexión con su misma identidad como producto de dos culturas. En medio de esta crisis existencial, se ve forzado a elegir entre los mundos industrial y natural. Pero a pesar de haber encontrado el paraíso, en incapaz de encontrar la felicidad y no acaba en mejor situación que la que tenía antes de partir.

Al comienzo, la multitud de referencias músicas y clásicas con que está salpicada la narración resultan tediosas. La prosodia y sintaxis también contribuyen a la dificultar su lectura. Sin embargo, una vez que el narrador llega a Sudamérica, la opinión que uno tiene de la novela cambia sustancialmente, pues el autor comienza a describir paisajes, maravillas, gentes y culturas que enriquecen la narración: vívidas y detalladas descripciones del mundo natural que ahondan en la Sudamérica edénica.

Los pasos perdidos es una novela desafiante, mas reconfortante; hermosamente elaborada y repleta de simbolismo religioso y clásico que reafirma la frase de Greg Anderson: “el foco está en el viaje, no en el destino”. Una obra difícil de leer, pues está escrita en un formato muy próximo al conocido como “stream of consciousness”, del que ya hemos hablado en este blog en diversas ocasiones.

Los pasos perdidos es, sin duda, una obra canónica de la generación del Boom Hispanoamericano, que yuxtapone el realismo mágico de la historia de Sudamérica con la convencional percepción occidental de esta región del mundo a través de una búsqueda introspectiva del protagonista.

En cierto modo, Alejo Carpentier representa una gran tradición de escritores sudamericanos. La lectura de Los pasos perdidos recuerda a otros muchos libros y autores con los que uno es familiar: Juan Rulfo, Cortázar, Vargas Llosa… Su amplio vocabulario, vastas referencias intelectuales y el estilo experimental lo hacen asemejarse a los cuentos de Borges. El dualismo temático entre la ciudad y la vida salvaje recuerda a Horacio Quiroga, mientras el desarrollo del argumento del modernismo a las raíces del tiempo es similar al de García Márquez.

A.G.