Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
.

domingo, 9 de marzo de 2014

Mis novelas favoritas: Rebeca


Rebeca (1938)
Daphne du Maurier

De pequeña, Daphne du Maurier pasó un tiempo en una casa llamada Milton Hall, cerca de Peterborough, al norte de Cambridge. Era una casa enorme y muy grande con una vasta entrada, muchas habitaciones y una gobernanta al mando de un numeroso personal, en la que incluso a los niños se les servía el desayuno. A Daphne le gustó la casa y ésta siempre permaneció en su memoria. Siendo adulta, Daphne descubrió Menability, la casa de la familia Rashleigh, situada a las afueras de Fowey, en Cornwall. Era una casa enorme, escondida al final de un largo camino con enormes tierras rodeadas de bosques y un paseo que llevaba a la casa, ubicada junto al mar con dos playas al abrigo de una pequeña cueva. La combinación de estas dos casas acabaría convirtiéndose en Manderley, la mansión en que transcurre la acción de Rebeca. En Milton Hall concibió también el personaje de la siniestra sra. Danvers, inspirada en la alta y oscura ama de llaves de la casa.

Daphne du Maurier bosquejó una idea de lo que sería la novela a finales del verano de 1937, cuando marchó a Alejandría (Egipto) en compañía de su marido, el oficial de granaderos Tommy Browning, dejando a sus dos hijas en Cornwall. De regreso en su casa de Ferryside (Cornwall), finalizó la novela, que fue publicada en abril de 1938.

Rebeca recibió excelentes críticas en Inglaterra y, en contra de las primeras opiniones de la crítica norteamericana, acabó convirtiéndose en una de las mejores novelas inglesas del siglo XX. Ha sido tal su éxito desde entonces que la editorial Virago reconoce que vende 4.000 ejemplares de la novela al mes y que nunca ha dejado de editarse. Daphne de Maurier no dejó nunca de mostrar su sorpresa al respecto de la popularidad de Rebecca, pues ella no la concibió más que como un estudio sobre los celos.

Rebeca ha sido interpretada de diferentes formas. En primer lugar, se la consideró una historia de la Cenicienta, cuyo papel central es ayudado por el hombre con el que se casa, más que por más tradicional de un hada madrina. Más tarde, fue descrita como el primer gran romance gótico del siglo XX. En efecto, contiene elementos de la novela gótica y ha sido comparada a menudo con Jane Eyre, de Charlotte Brontë, con una casa influida tan poderosamente por sus antiguos habitantes, el héroe taciturno (Maxim), la mujer loca (la sra. Danvers), la tensión creciente, y finalmente la casa destruida por el fuego.

Existe otra corriente de pensamiento que considera que el triángulo narrativo de Rebecca es una reproducción de la relación entre Daphne du Maurier y su padre y su madre; o quizá Daphne, su marido Tommy y su anterior novio, Jan Ricardo, quien firmaba su cartas con una maravillosa R, una portentosa floritura que es emulada en la novela. En todo caso, parece indudable que la anónima segunda señora de Winter no es sino la mismísima Daphne du Maurier. Mucha gente se ha preguntado por qué la segunda esposa de Maxim de Winter no tiene nombre. La respuesta de la autora era que no consiguió pensar en ninguno, de tal modo que se convirtió en un desafío desde el punto de vista de la técnica narrativa escribir toda la historia sin mencionar su nombre. (Curiosamente, en el guión de la película de Hitchcock, es referida como “I” (yo), pero todos la llamaban Daphne en el rodaje.) Esto resultó ser un modo muy efectivo de hacer que su personaje pareciera una persona menor que Rebeca, de modo que le resulte a Maxim menos capaz y atractiva y tan poco relevante para el personal de Manderley.

En 1939 Daphne du Maurier adaptó la novela para el teatro. La historia deja al lector inquieto con muchas cuestiones sin respuesta, de modo que es lógico que haya habido varios intentos de escribir secuelas de la misma: La sra. de Winter (1993), de Susan Hill, y El cuento de Rebeca (2001), de Sally Beauman, ambas al parecer con un notable éxito.

Para aquel que desconozca la historia de Rebecca, no bastarán más de un par de frases para resumir un simple argumento detrás del que se esconde mucho más de lo que pueda parecer. Una mujer joven conoce a un apuesto caballero y se enamora de él. Se casan y se van a vivir a la mansión familiar del marido. La joven no tarta en descubrir la presencia de Rebeca, la difunta esposa de su marido, en cada rincón de la casa. La sombra de Rebeca es alargada y casi logra, aun muerta desde hace un año, acabar con el nuevo matrimonio.

En efecto, Maxim y su futura segunda esposa se conocen en Montecarlo. Pronto nos enteramos de que la esposa de Maxim, Rebeca, murió ahogada en el mar, y él no parece haberse recuperado de su pérdida. La narradora, una muchacha joven que trabaja de dama de compañía para la excéntrica sra. van Hopper. Al llegar a Manderley, tras la luna de miel, la narradora emprende una dolorosa lucha contra la “otra mujer”, Rebeca, cuya presencia como hemos visto no deja de torturarla. La nueva sra. de Winter es comparada constantemente con Rebeca, que era querida y admirada por todos, y la crueldad de la malvada sra. Danvers, quien idolatraba a su señora. La narradora trata de encontrar su propia identidad en contra del legado de Rebeca. Sin embargo, a medida que avanza la historia descubrimos que Rebeca no era tan angelical como la creían todos y que su muerte no fue en realidad un trágico accidente mientras navegaba sola en su balandro. Maxim odiaba a Rebeca, que hacía lo que quería y lo engañaba con otros hombres. Se citaba con ellos en Londres, donde pasaba largas temporadas, o en la cabaña que se hizo construir junto a la playa y en la que Maxim, harto de su mujer y consciente de su poder de destrucción, la mata de un tiro. Maxim se ve obligado a confesarle a su esposa el crimen, una vez que un buzo, mientras realizaba labores de salvamento en un barco encallado en la costa, descubre un cadáver en un balandro hundido en el fondo del mar. Maxim le cuenta a su esposa cómo llevó el cuerpo de Rebeca al barco y lo hizo hundirse. Las primeras pesquisas llevan a pensar que Rebeca se suicidó, pero Jack Favell, que afirma ser primo de Rebeca, si bien era en realidad uno de sus amantes, acusa a Maxim de haberla asesinado. El magistrado local, el coronel Julyan, investiga el asunto y descubre que el día de su muerte Rebeca estuvo en la consulta de un tal doctor Baker, en Londres. Favel y el matrimonio de Winter acompañan al coronel a Londres. La narradora está segura de que el doctor desvelará que Rebeca estaba embarazada, revelando así el motivo de la venganza de Maxim. Sin embargo, la verdad es bien diferente. Rebeca estaba gravemente enferma de cáncer, y además era estéril, debido a una malformación en el útero. Había mentido a Maxim, a quien había dicho que estaba esperando un niño de otro padre. Su enfermedad terminal proporciona un motivo más que plausible para su suicidio, y Maxim se salva. Pero no ocurre lo mismo con Manderley. La sra. Danvers ha desaparecido y la mansión arde en llamas en medio de la noche.

Ambas señoras de Winter fueron trazadas a partir de la propia Daphne du Maurier. Su hijo reconoce en una entrevista reciente que siempre identificó a su madre con la segunda, si bien era tan fuerte y tan buena navegando como Rebeca.

Laurence Olivier inmortalizó al taciturno Maxim en la extraordinaria versión cinematográfica de Alfred Hitchhock (1940). Daphne lo adoraba, pensaba que era extraordinario. Olivier quiso que el papel de su segunda esposa lo hubiera hecho Vivien Leigh, pero a nadie se le escapa que habría sido ridículo, pues la Leigh habría echado a la sra. Danver nada más llegar a Manderley. En su lugar, fue elegida para el papel la encantadora Joan Fontaine, que borda el papel de joven inocente acorralada por la difunta Rebeca y la malvada sra. Danvers. Es difícil no quedar prendado de la belleza de Joan Fontaine y de su interpretación sublime; de verse involucrado en su angustia, sus temores y su amor sin medida por Maxim. Joan Fontaine, recientemente fallecida a la edad de 96 años, fue nominada al Óscar a la Mejor Actriz en 1940, si bien habría de esperar hasta el año siguiente para recibir la estatuilla por su no menos magistral interpretación en Sospecha, también de Alfred Hitchcock, junto a Cary Grant.

Rebeca es una lectura lenta, aunque en absoluto tediosa. La autora crea gradualmente una atmósfera insoportablemente tensa. Se percibe la atmósfera cuando la sra. Danvers entra en la habitación y la sra. de Winter está sola; el suspense y el misterio que se encierra en la yuxtaposición entre el presente y el pasado; en la paulatina revelación descarnada de la dura realidad. Rebeca es una novela fascinante y poderosa, escrita de un modo exquisito, un clásico ameno y rico en matices, inolvidable. Una obra maestra. Una de las novelas que más he disfrutado en mi vida y que, a buen seguro, más hondo recuerdo dejarán en mí. “Un libro que”, en palabras de Stephen King, “todo aspirante a escritor de éxito debería leer”.

A.G.