Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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sábado, 23 de julio de 2011

Sorpresas gratas: Sin novedad en el frente



Sin novedad en el frente (1928)

Erich Maria Remarque

Seis jóvenes alemanes compañeros de instituto se alistan en el ejército para combatir en la Primera Guerra Mundial, ajenos por completo al destino que les aguarda y con la falsa idea de que la guerra es gloriosa y será una gran aventura para ellos. Pero a medida que la guerra avanza el grupo descubre que ésta no es lo que parece ser, y todos desean regresar a casa y volver a disfrutar de la vida. Sin novedad en el frente es la crónica de su fracaso intelectual, espiritual y físico; el relato de unos soldados imberbes que representan una generación destruida por la deshumanización de la guerra de trincheras.

La novela está contada desde la perspectiva de Paul Bäumer, un adolescente sensible y observador, el prototipo de joven soldado de infantería cuya juventud es destrozada y robada por la brutalidad dela guerra (en este sentido la novela me recuerda en muchos aspectos La roja insignia del valor, de Stephen Crane). Paul Bäumer expone con crudeza y realismo su vida en el frente occidental: ataques de gas, enfermedades fatales o plagas de ratas.

Corre el año 1916 y detrás de la línea fronteriza alemana, entre Langemark y Bixchoote, sólo ochenta de los originales ciento cincuenta soldados de la Segunda Compañía permanecen disponibles en el frente. Paul Bäumer y sus camaradas han adquirido algo de experiencia en el campo de batalla, incluyendo la pérdida de Joseph Behm, el primero de su grupo en morir. Franz Kemmerich, con su pierna amputada, encara su muerte inminente. Los soldados abandonan su idealismo como resultado de la tutela sádica de su superior Himmelstoss. En su lugar, desarrollan una fuerte camaradería que los protege mucho mejor que la información, ahora inútil, que adquirieron en el instituto. Tras la muerte de Franz Kemmerich, Müller hereda sus botas. Éstas simbolizan lo inane de la vida humana, cuan barata es en la guerra. El hecho de que, a partir de este momento, el par de botas pase de un soldado a otro con mucha frecuencia nos recuerda, no sólo que la muerte es algo muy habitual durante la guerra sino que los soldados querían utilizar todo lo que encontraban que hiciera aumentar sus posibilidades de sobrevivir.

La unidad de Paul, que incluye a algunos reclutas inexpertos, es destinada a la colocación de alambradas en el frente. Mientras esperan el transporte que los lleve de regreso, un bombardeo y una descarga de gas venenoso los inmoviliza en un cementerio, revolviendo los cadáveres de sus tumbas. Tras su llegada al frente Himmelstoss trata de congraciarse con sus ex alumnos, pero éstos lo ignoran. Himmelstoss consigue que castiguen a Tjaden y Kropp por insubordinación. Kat y Paul roban un ganso que asan y comparten con los otros.

La Segunda Compañía pasa el verano cerca de la frontera, luchando salvajemente con granadas, bayonetas y palas afiladas. Luego ésta se repliega más allá de lo habitual. Allí comen, duermen y pasan el tiempo con complacientes chicas francesas a las que colman con comida.

Más tarde Paul regresa a casa con un permiso de diecisiete días. Alienado por el trauma de la batalla, carece de ambición y es incapaz de disfrutar de los placeres de su juventud. Le desespera la debilidad de su madre, pero disfruta el humor de Kantorek. Paul recibe adiestramiento adicional en un campamento, donde observa los sufrimientos de los prisioneros rusos de guerra que tienen que rebuscar en la basura para no morir de hambre. Paul piensa en ellos como seres humanos patéticos más que como adversarios, y desea haber podido conocerlos mejor. De vuelta a su unidad, Paul se siente de nuevo a gusto con sus camaradas, más que con su familia.

Después de ser inspeccionada por el Kaiser, la Segunda Compañía regresa al frente. Mientras está de patrulla, Paul se separa de los otros e hiere fatalmente a Gérard Duval, un soldado francés, en defensa propia. Cara a cara con su enemigo agonizante, Paul siente remordimiento e intenta aliviar el sufrimiento del hombre. Cuando vuelve a reunirse con sus compañeros confiesa lo que ha hecho, pero logra calmarse al concluir que la “la guerra es la guerra”. La muerte de Gérard Duval supone el clímax de la novela, pues se trata del primer encuentro de Paul con el combate mano a mano y, en un cierto sentido, con la realidad de la guerra.

La suerte de Paul cambia cuando se le asigna al almacén de suministros y disfruta de la comida y una cama cómoda. Mientras evacuan una aldea, Paul y Kropp son alcanzados por el fuego enemigo y enviados en tren al Hospital de Saint Vincenz. A Kropp le amputan la pierna. Paul se recupera y, lamentando dejar a su amigo, regresa a las tareas de las trincheras.

En el verano de 1918 la guerra se complica para Alemania. Disminuyen la calidad y cantidad de los suministros. Las tropas sufren disentería. Los soldados están exhaustos, hastiados de los ataques aparentemente interminables de los Aliados. Paul es el último miembro que queda de sus compañeros del instituto. Lleva a Kat a un punto de ayuda para que lo traten de una herida en la espinilla, pero durante el trayecto, su camarada recibe en la cabeza el impacto de una pequeña esquirla de metralla y muere. Paul se derrumba. En octubre de 1918, Paul, que acaba de regresar de un permiso de dos semanas para recuperarse del gas venenoso, encuentra la muerte en un día tranquilo, poco tiempo antes de la firma del armisticio que ponga fin a la guerra.

Paul Bäumer narra en primera persona (aunque a veces lo hace en plural, cuando describe una experiencia colectiva de los soldados a su alrededor) cuando rumia sus propios pensamientos y sentimientos sobre la guerra. La novela cambia a la tercera persona y a un narrador anónimo en los dos párrafos que siguen a la muerte de Paul.

Sin novedad en el frente explora la necesidad y propósito de la guerra. El propio Erich Maria Remarque luchó en el frente occidental a la edad de dieciocho años y sufrió varias heridas. Los horrores de lo que presenció como soldado le impactaron sobre manera. Algunas de sus emociones apasionadas aparecieron a finales de 1928, cuando Remarque publicó la primera entrega de la novela en un periódico alemán. Se vendieron más de un millón de copias de la novela en Alemania cuando se publicó íntegra en 1929. Muchos lectores percibieron de inmediato que la novela apelaba al asunto de los valores propugnados por la propaganda de la patria de la Alemania Nazi. Sin novedad en el frente fue prohibida y quemada en Alemania junto con otros cientos de libros de temas similares. Hordas de Nazis descendieron sobre el teatro berlinés donde se proyectaba la premier de la versión cinematográfica de 1930. En 1938 Remarque fue desposeído de la nacionalidad alemana. Se trasladó a Suiza y más a tarde a los Estados Unidos.

Sin novedad en el frente refleja el coste humano de la guerra, nos revela una cara oculta de la misma que la mayor parte de la gente no ve hasta que ya es demasiado tarde. Por ello, el lector no puede evitar compadecerse de Paul, quien nos lleva a preguntarnos por qué los países van a la guerra. La guerra ha de ser evitada a toda costa, como desea transmitirnos Remarque, a causa de las graves consecuencias que comporta. La guerra hace que la gente pierda sus amigos y alimenta el odio entre los pueblos, como bien transmite Sin novedad en el frente, una novela extraordinaria cuya lectura recomiendo encarecidamente.

A.G.