Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
.

martes, 25 de diciembre de 2012

Segundas lecturas: Canción de Navidad


Canción de Navidad (1843)
Charles Dickens

Inmortal cuento de esperanza y redención, este delicioso relato sitúa en el centro de la acción a Ebenezer Scrooge, un hombre avaro y miserable que emplea en su negocio a Bob Cratchit, a quien casi mata de frío por su negativa a gastar un chelín en carbón para el fuego. La noche en que comienza la historia le rinden visita su sobrino, Fred, que lo invita a su fiesta anual de Navidad, y, más tarde, dos gruesos caballeros que le piden a Scrooge una contribución para la caridad. Scrooge reacciona antes estas tres situaciones –el penoso estado de Cratchit, la invitación de su sobrino y la petición de los dos caballeros– de un modo malhumorado, renegando de la Navidad y de sus conciudadanos.

Esa misma noche, al regresar a su casa, Scrooge recibe la visita del fantasma de su colega muerto, Jack Marley, quien relata su desafortunada historia y su deseo de salvar a Scrooge del mismo destino que ha tenido él. Marley también informa a Scrooge de que tres espíritus le visitarán durante cada una de las tres próximas noches… En fin, lo que ocurre a continuación es de sobra conocido por todos.

Canción de Navidad es una alegoría construida sobre una estructura narrativa en la que cada uno de los pasajes principales tiene un obvio significado simbólico: Scrooge es el hombre ambicioso y sin corazón que ignora a los demás; Bob Cratchit es el empleado amable y paupérrimo maltratado por su jefe que ha de alimentar a los numerosos miembros de su familia; el pequeño Tim, hijo de Bob, tullido de nacimiento, es un personaje con un elevado tono sentimental que Dickens utiliza para resaltar las tribulaciones de los pobres ingleses y obtener la comprensión de sus lectores de la clase media y alta; Jacob Marley, un personaje muy parecido a Scrooge, es un fantasma condenado a vagar por el mundo arrastrando sus cadenas, que trata de redimirse y de salvar a su colega; Fred, el sobrino de Scrroge, es un hombre genial que ama la Navidad; Fezziwig, el jovial mercader; Belle, una hermosa mujer a la que Scrooge amó de joven y que rompió su compromiso al ver que a su prometido lo habían consumido la avaricia y el deseo desmedido de riqueza; Peter y Martha Cratchit … y, por supuesto, los tres fantasmas.

El libro se divide en cinco secciones (Dickens las denomina “staves” (estancias) en referencia a la homónima notación musical; al fin y al cabo una canción de navidad, o villancico, no es sino una canción). Cada una de las tres secciones centrales tratan de la visita de uno de los famosos espíritus: el fantasma de las Navidades Pasadas representa la memoria; el Fantasma de las Navidades Presentes representan la cariad, la empatía, y el espíritu de Navidad, y el Fantasma de las Navidades que han de llegar, con forma de segador, representa el miedo a la muerte. Scrooge, por su parte, personifica todo lo que merma el espíritu de la Navidad: la ambición, el egoísmo, la indiferencia y la falta de consideración por los demás.

Mediante esta obra, Dickens espera ilustrar cómo la gente interesada e insensible puede llegar a convertirse en miembros caritativos y preocupados por los demás gracias a la intercesión de lecciones moralizadoras casi religiosas. El afecto, la generosidad y la benevolencia superan la amarga apatía de Scrooge tras sus encuentros con los espíritus y su aprendizaje por medio de la memoria, de la habilidad de empatizar y su miedo a la muerte. La memoria sirve para que Scrooge recuerde un tiempo en el que él aún se sentía conectado emocionalmente con los demás, antes de que se encerrara en un estado austero de alienación. La empatía le permite simpatizar y comprender a los menos afortunados que él, a gente como el pequeño Tim y su padre, Bob Cratchit. El miedo a la muerte alude al inminente juicio moral, la promesa de castigo y recompensa.

Cada uno de las historias de cada espíritu funciona como una parábola, de modo que la obra expone ideales morales cristianos asociados con la Navidad (la generosidad, la amabilidad, el amor universal por la comunidad), y con la Inglaterra Victoriana en general.

La obra presenta también una visión moderna de la Navidad, menos preocupada por la solemne ceremonia religiosa y definida por tradiciones más alegres: el intercambio de regalos, las celebraciones festivas, etc. El libro también contiene una vertiente política, evidente en el desarrollo que hace Dickens de la familia Cratchit, luchadora y bulliciosa, que no es sino una representación de la apurada situación de los pobres.

Una obra que muchos han considerado dirigida a un público infantil o juvenil, pero que transciende este espacio, pues concierne profundamente al lector de cualquier edad y condición. Una obra deliciosa, como he señalado al comienzo de mi exposición, de uno de los más grandes escritores en lengua inglesa de todos los tiempos, Charles Dickens, de quien espero volver a comentar muy pronto alguna de sus obras maestras.

A.G.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Lecturas recientes: La oscuridad visible

 
La oscuridad visible (1979)
William Golding

Un niño aparece de repente en medio de un incendio provocado por uno de los bombardeos sufridos por Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Su nombre es Matty y sufre unas graves quemaduras que le darán un aspecto repulsivo el resto de su vida.

Después de un largo tiempo hospitalizado, es llevado a un orfanato donde conocerá al extravagante señor Pedigree, quien influirá de un modo decisivo en su vida. Más tarde, comienza a trabajar como aprendiz de mensajero en una pequeña empresa, donde conoce la belleza de las mujeres. Consciente de que su físico repulsivo le impedirá tener acceso a ellas, decide emigrar a Australia, donde permanece algunos años, en busca de las respuestas a las preguntas existenciales que lo atormentan. Como consecuencia de un lamentable incidente con un aborigen, Matty pierde sus dos motores viriles, operación que inconfesablemente había pensado en practicarse él mismo con tal de no tener dificultades para entregarse a su vida espiritual.

Más tarde regresa a Inglaterra, donde prosigue con su búsqueda con la ayuda de su recién adquirida afición de leer textos bíblicos, que acabará convirtiéndolo en un hombre extraño y silencioso. De pronto se encontrará con la constante visita de seres espirituales que le mostrarán un camino en el que todas sus preguntas finalmente encontrarán respuesta. Si bien habrá de trabajar, a fin de lograr su objetivo, en una escuela para hijos de hombres poderosos.

A continuación hacen acto de presencia las mellizas Sophy y Toni, quienes ya desde pequeñas hacen gala de una prodigiosa inteligencia, en especial Toni, de quien auguran el más prometedor de los escenarios. Sin embargo, un día Toni decide ir a Londres, desde donde viaja a Afganistán, sin que nadie tenga la más mínima sospecha de qué hace en semejante lugar. Entonces su hermana Sophy, un tanto celosa de la audacia de su hermana, decide perder su virginidad con un camionero con la única finalidad de conocer la “gran experiencia del sexo”, y más tarde abandona la casa paterna para vivir su propia vida. Comienza a trabajar en una agencia de viajes, a la vez que mantiene una relación con Roland Garret, un niñato mimado por su madre. Esto es así hasta que en una discoteca conoce a Gerry, en quien cree haber encontrado a su alma gemela. Cuando se da cuenta de que Gerry no es más que un ladronzuelo que da golpes de poca monta con su amigo Bill, decide convencerlos de que olviden la mediocridad de sus vidas y secuestren al hijo de algún personaje, de modo que no necesiten cometer fechorías nunca más. Es así como enfocan sus miradas en la escuela en la que trabaja Matty.

A continuación se nos presentan al librero Sim Goodchild, quien había conocido a las mellizas en su niñez, y al ambiguo profesor Bell, quien convence a Sim para que conozca a una especie de místico que podría cambiar su concepción de la vida. Acuden al parque en el que el viejo Pedigree consigue escapar de Matty, quien no ceja en “salvarlo" de sus inclinaciones perversas por los niños. Los tres van a un sitio en el que juntan sus manos en la oscuridad para emitir una especie de plegaria y Sim experimenta una sensación desconocida, sobrecogedora. Unos días después planean otra sesión, en la que Matty espera que sí acuda Pedigree para salvarlo, pero entonces ocurre un atentado con bomba en la escuela en la que Matty trabaja y se provoca un aterrador incendio. Matty muere envuelto por las llamas, no sin antes salvar a un niño que iba a ser secuestrado, cumpliendo con ello la primera parte de su objetivo, según el dictado de los espíritus. La segunda parte del mismo, salvar a Pedigree, la cumple ya muerto, cuando lo encuentra en el parque en el que da rienda suelta a sus inclinaciones. Pedigree es llevado a un lugar acogedor y desconocido, lleno de un fulgor radiante, en el que a pesar de la liberación y felicidad, grita aterradoramente. El cuerpo sin vida del viejo Pedigree, queda tirado en el parque, para rabia del vigilante que desde lejos comienza a fustigarlo con insultos.

Ambientada entre la Segunda Guerra Mundial y el final de la década de los 70, la novela retrata una Inglaterra decadente en la que reina una oscuridad visible, diabólica, propia de la alusión del título a El Paraíso Perdido de Miltón.

Matty es un intruso, una figura ajena que mira con ojos nuevos la vida inglesa, su depravación, permisividad y descenso al caos. Su supervivencia durante el blitz de Londres es más que improbable y sus orígenes inciertos. Su lenguaje y sus visiones o alucinaciones dificultan el realismo de la propia novela e intensifican la solapa entre arte y vida, fantasía y realidad. El lector nunca está seguro de si Matty está loco, si es un cierto tipo de profeta o una creación sobrenatural, o incluso una invención de Pedigree. Su condición de huérfano está íntimamente relacionada, por supuesto, con la figura del doble en la literatura que se utiliza ampliamente en la novela y que sugiere el propio ser dividido, y por extensión la cualidad dividida, incierta y esquizoide hacia la sociedad que parece ser parte de la vida posmoderna de un capitalismo tardío y caduco. La Oscuridad visible se convierte en una señal visible de la lucha de Golding por escribir ficción en una época en que tanto se cuestiona el significado de la ficción y su poder o capacidad de contar historias reales.

William Golding es conocido principalmente gracias a su extraordinario El señor de las moscas, si bien La oscuridad visible es una obra, no sólo mucho más siniestra, sino quizá más relevante a juicio de la crítica, pues aborda temas de una transcendencia tal como la moralidad, la espiritualidad, el amor, la pasión, los celos o la perversión.

A.G.

martes, 30 de octubre de 2012

Lecturas recientes: La canción de Salomón


La canción de Salomón (1977)
Toni Morrison

En el seno de uno de los barrios negros de Michigan, donde subyace un odio latente entre blancos y negros, se desarrolla la vida de la familia de Macon Muerto, un hombre hecho a sí mismo, el patriarca de toda una estirpe cuyos miembros, divididos por posturas divergentes ante los problemas del racismo y la opresión, lo detestan tanto como los que no son de los suyos, y la de su hermana Pilatos. El hijo de Macon, Lechero, quien debe su apodo al hecho de que su madre seguía amamantándolo a los doce años, proporciona la perspectiva a través de la cual el lector conoce los acontecimientos que transforman la historia misma de la familia a lo largo de tres generaciones.

Lechero emprende un viaje que le lleva a desvelar sus orígenes, a conocer a las personas y los lugares que ya habían frecuentado los otros miembros de su familia. Evoluciona desde ser un niño solitario hasta un cierto estado de madurez: conoce a su fiel amigo Guitarra, se enamora de su mujer, su prima Agar, se aproxima a la prohibida Pilatos, una mujer enigmática, y acaba hastiado y desengañado de la injusticia que supone matar a los blancos con el único motivo de compensar las muertes de los de su raza. Así pues, dos temas se entretejen a lo largo de la novela: el descubrimiento de los orígenes de una estirpe y la guerra racial, el tema subyacente que impregna toda la historia de principio a fin y posibilita que la trama principal se vea envuelta en una tensión latente.

Otro elemento de vital importancia en la novela es el llamado “realismo mágico”, suministrado principalmente por creencias populares o familiares que el narrador toma como propias, tales como la presencia de espíritus: las apariciones de Macon Muerto I o la visión que tuvo la madre de Freddie, mientras estaba embarazada, de una mujer que se convirtió de repente en un toro blanco.

Directamente relacionado con el asunto de los espíritus se encuentra el de ciertos misterios cuya ausencia de explicación lógica infunde miedo y respeto a los demás. Sirva de ejemplo la carencia de ombligo de la que se jacta Pilatos, circunstancia que la lleva a ser expulsada de todos los grupos a los que ha pertenecido en su vida, a pesar de tratarse de una mujer hermosa, inteligente y trabajadora. Otros ejemplos son las ansias de volar del señor Smith, quien decide llevar a cabo su sueño fabricándose unas alas, o la leyenda de los sollozos de Ryna, la bisabuela de Lechero, quien se vuelve loca de amor.

Es también de vital relevancia en la novela la sensualidad, un elemento ligado con cierta frecuencia al familiar. Encontramos, en este sentido, la relación entre Macon Muerto II y su esposa Ruth, una relación paterno-filial que se aproxima a una auténtica relación hombre-mujer, o la que une a Lechero y Agar, que son primos, a pesar de lo cual mantienen durante años una relación amorosa y sexual.

También tiene un peso importante en la obra la onomástica. En primer lugar está Salomón o Shalimar, de quien todos dicen ser descendientes en el pueblo que lleva su nombre; Macon Muerto, que en realidad se llamaba Jake; Pilatos, cuyo padre analfabeto buscó al azar un nombre en la Biblia; Corintios y Magdalena, hijas de Macon Muerto II, cuyos nombres fueron también elegidos al azar.

La canción del Salomón destaca, a mi juicio, por la magistral configuración psicológica de los personajes, seres complejos y contradictorios, aunque entrañables, cuyo halo de misterio y propia complejidad, unido a la prosa alegórica de Morrison, requiere en ocasiones un esfuerzo por parte del lector que desee comprender, si no en su casi inaprehensible totalidad, sí en una proporción sustancial, la vida de estos personajes tan propios del universo creado por su autora.

A.G.

martes, 25 de septiembre de 2012

Lecturas recientes: Llamadme Stalin


Llamadme Stalin (2007)
Simon Sebag Montefiore

Interesantísimo estudio de la vida de Iosiv Stalin desde su nacimiento en 1878 en Gori, Georgia, hasta la Revolución de 1917; un asunto que fue siempre un enigma durante la vida del dictador, pues él mismo se preocupó de ocultar aquellos años con silencios y falsedades.

La obra de Montefiore nos permite descubrir a un ser megalómano ad nauseam, temerario y férreo, un matón despiadado al que ya se le advierten maneras, atisbos reveladores de quien habría de ser el responsable de la muerte de millones de personas durante los años de su despiadado Terror.

Montefiore nos presenta a su familia, a su madre Keke y su padre Beso, un zapatero borracho que abandonó pronto a su familia y murió a una edad temprana. Seguimos sus pasos desde su humilde origen y sus años de infancia en Gori, una ciudad sin ley, hasta el seminario y descubrimos su afición por la poesía, que escribía bajo el seudónimo de Soselo y el propio Ilia Chavchavadze, unos de los más prestigiosos poetas georgianos de su época, no dudo en elogiar y publicar. Conocemos a quienes lo acompañaron los primeros años de su actividad política y revolucionaria en Georgia, incluida la rocambolesca historia del atraco al Banco Central de Tiflis que reportó a Stalin y sus secuaces 341.000 rublos en billetes marcados que acabarían desperdigados por Europa… sus sabotajes a fábricas, chantajes a los Rothschild en Bakú, arengas a mineros, abordajes a barcos, huelgas salvajes, espionaje, etc. A la vez, descubrimos a un Stalin galante con las mujeres, a las que seduce con excesiva y más que sorprendente facilidad; al amante de los cantos y los bailes populares y, sobre todo, a una persona entregada a la revolución. Stalin se casó con Ekaterina Svanidze, cuya muerte temprana dejó a Iosiv desolado. Con ella tuvo un hijo, Yakov, quien moriría años más tarde en el campo de concentración de Sachsenhausen.

La persona que sin duda cambió la vida de Stalin fue Lenin, aunque suele afirmarse que Iosiv estuvo a su sombra durante la Revolución. Montefiore sugiere que durante los primeros años de la Revolución Stalin fue bastante cauto, si bien después de haberse pasado unos años en Siberia, precisamente por todo lo contrario, durante aquellos días decisivos llevó a cabo una actividad frenética en las imprentas de Pravda y escribiendo discursos casi a diario. Jamás congenió, sin embargo, con Trotski, hasta el punto de convertirlo en su principal enemigo y disponer su asesinato en el exilio.

Llamadme Stalin es el resultado de casi una década de investigación en infinidad de archivos zaristas y soviéticos recientemente descalificados, textos y memorias inéditos e innumerables entrevistas con personas que conocieron a Stalin durante sus primeros treinta años de vida. Montefiore aporta nuevos datos documentales gracias a un excelente trabajo de campo, y lo hace mediante una escritura sencilla, pero consistente que permite una lectura fácil del mismo. Un gran libro.

A.G.

lunes, 20 de agosto de 2012

Lecturas recientes: El hombre delgado


El hombre delgado (1934)
Dashiell Hammet

Nick Charles, el clásico detective cínico, duro y violento que encontramos en otros relatos de Dashiell Hammett y Raymond Chandler, emprende la investigación de un crimen misterioso que lo conduce por complicados vericuetos repletos de indicios contradictorios y pistas falsas hacia un final sorprendente.

La acción transcurre en Nueva York durante las navidades de 1932 y en ella se entremezcla un enjambre variopinto de personajes más que curiosos. Entre todos ellos destaca Nora, la esposa del protagonista. Juntos forman una pareja poco habitual que se pasa el día bebiendo y zahiriéndose con frases indistintamente ofensivas o amorosas en un corto espacio de tiempo. El resto de personajes (Dorothy, Clyde Wynant, Mimi Wynant, Herbert Macaulay...) que pululan a lo largo de la historia son una panda de seres extraños e estrafalarios que mienten sin el menor recato; unos egoístas, otros drogadictos, los de más allá simples imbéciles que no se enteran de la misa la mitad.

Admirador de Scott Fitzgerald, Hammet elabora una novela sorprendente, aunque con una complicada trama a veces intangible, que se basa casi exclusivamente, como algunas de sus otras grandes novelas (estoy pensando en Cosecha roja) en un diálogo ágil, directo y cuidadosamente trabajado que no sólo desarrolla por sí mismo la trama, sino perfila con precisión la personalidad de los personajes, sus glorias y miserias, sus mentiras y anhelos.

El hombre delgado es uno de los relatos de Dashiell Hammett que mejor se ajusta a los patrones clásicos del género policíaco; uno de sus relatos mejor elaborados, aunque a mi parecer se encuentra un peldaño por debajo de El halcón maltés, conocido para muchos tan sólo, por desgracia, gracias a su inolvidable versión cinematográfica.

A.G.

viernes, 27 de julio de 2012

Sorpresas gratas: La corte del zar rojo


La corte del zar rojo (2004)
Simon Sebag Montefiore

Stalin, cuyo nombre real era Iosiv Visariónovic Djugashvili, ha pasado a la historia como un hombre brillante y ambicioso que desde un origen humilde llegó a convertirse en uno de los personajes más importantes del siglo XX. Su padre, Visarion, era un borracho que abandonó a su familia, mientras su madre, Keke, tenía la mano demasiado suelta y posiblemente ejerciera de concubina en la casa donde servía. Stalin estudió en un seminario, fue agente doble, pues estaba afiliado al partido bolchevique y era informador de la Ojrana, la policía política zarista. Un hombre de acero (stal) hecho a sí mismo, que escribía tiernas cartas a su mujer Nadia. Un hombre al que le gustaba comer, beber y cantar tonadas georgianas hasta el paroxismo con su camarilla de canallas y aduladores, entre los que se encontraban personajes como Kaganovich, Mikoyan, Molotov, Beria, Yezhov, Voroschilov, Jruschov o Malenkov... una panda siniestra de fanáticos, borrachos, sádicos y asesinos en masa.

Y es que Stalin fue, ante todo, un criminal despiadado, como expone con brillantez Montefiore en su ensayo de más de ochocientas páginas. Se supo rodear de los instrumentos necesarios para construir una sociedad nueva mediante la tortura y el asesinato que ejecutaba de un modo despiadado su cohorte de sanguinarios sin escrúpulos –Yagoda, Yezhov y Beria–, que acabaron, como ellos mismo bien sabían, igual que los centenares de miles de hombres que por cualquier motivo pasaron por sus manos asesinas.

La corte del zar rojo se inicia con el suicidio de Nadia, a comienzos de los años treinta, y termina con la muerte de Stalin, en marzo de 1953. Son dos décadas fascinantes y aterradoras: el Gran Terror, las hambrunas, las purgas, el pacto con Hitler, la Segunda Guerra Mundial tras la derrota nazi y los consiguientes “tiras y aflojas” con las potencias aliadas –EEUU y Gran Bretaña–, hasta el posterior distanciamiento y el “alzamiento” del Telón de Acero. Sirviéndose de archivos recientemente descalificados, entrevistas y libros de memorias, Montefiore ha elaborado una obra colosal que resalta los horrores de la “corte bolchevique”.

El libro describe la vida privada de Stalin y su entorno. Cuenta sus relaciones con las mujeres, siembre conflictivas, y cómo tras el suicidio de su segunda mujer Stalin convivió el resto de su vida con Valechka, su ama de llaves, tal como hicieron otros jerarcas bolcheviques, quienes no dudaron en abandonar la austeridad bolchevique propia de los años de lucha clandestina para acumular riquezas, dachas, coches y amantes.

La corte de Stalin se fue pareciendo poco a poco a la de los zares. Aunque enviara a miles de hombres a la guerra, a la vez Stalin se consideraba un protector del pueblo. De hecho, le gustaba que sus súbditos lo llamaran el “Vozhd”, el amo.

Sebag Montefiore es licenciado en Historia en el Gonville and Caius College de la Universidad de Cambridge. Ha recibido numerosos premios, y es miembro de la Royal Society of Literature. Es también autor de Llamadme Stalin, un libro escrito años más tarde que recoge los años anteriores a los de la llegada al poder de Stalin, los referidos en La corte del zar rojo, un libro que recomiendo encarecidamente a los amantes de la historia.

A.G.

jueves, 19 de julio de 2012

Lecturas recientes: Diez negritos


Diez negritos (1939)
Agatha Christie

Un grupo de personas desconocidas entre sí reciben sendos mensajes en los que se los invita a pasar unos días en una isla misteriosa al sur de Inglaterra.

El planteamiento inicial es sugerente, no cabe duda. La incertidumbre de los invitados comienza cuando descubren que la isla está deshabitada salvo por el matrimonio que sirve en la casa de su misterioso anfitrión, del que nadie sabe nada. Pero aún hay más. Al poco de su llegada, una voz grabada en un disco acusa a cada uno de los invitados de haber cometido una serie de crímenes por los que ninguno de ellos ha respondido ante la justica. La tensión aumenta al máximo cuando éstos descubren en una mesa unas figuras de diez negritos de porcelana y una canción infantil que, según va avanzando la acción, explica las muertes sucesivas de todos los personajes. Con los asesinatos de cada uno de los personajes, de acuerdo con lo aseverado en la canción, resulta inevitable que todos sospechen de todos.

Las personas que llegan a la isla y descubren los cadáveres no son capaces de discernir qué ha podido ocurrir, quién es el asesino de las diez víctimas ni el cómo ni el porqué.

Pero no todos han muerto, pues en el último capítulo, en lo que constituye uno de los finales más originales y brillante de la novela de este género, del que Agatha Christie es su maestra indiscutible, el asesino resulta ser uno de los diez habitantes efímeros de isla.

En el capítulo final el asesino envía un mensaje en una botella en el que explica lo ocurrido y los motivos que le llevaron a asesinar a los demás. El final es redondo, sin cabos sueltos como por desgracia estamos acostumbrándonos a encontrar en novelas actuales aplaudidas por la crítica y/o promocionadas ad nauseam en virtud de sus más que cuestionables méritos.

Una novela magnífica, en definitiva, inteligente e ingeniosa, a la que han intentado imitar sin demasiado éxito escritores (de alguno prefiero no acordarme) y cineastas. Como suelo decir cuando la ocasión lo merece, una novela muy recomendable.

A.G.

lunes, 18 de junio de 2012

Lecturas recientes: Fortunata y Jacinta


Fortunata y Jacinta (1887)
Benito Pérez Galdós

Ambientada en el Madrid de finales del siglo XIX –un momento en que la burguesía incrementa su poder político después de sucesivas revoluciones-, la que pasa por ser la obra maestra de Galdós cuenta a lo largo de más de mil páginas las vicisitudes de dos mujeres de distintas clases sociales: Jacinta, la esposa de Juanito Santa Cruz, y Fortunata, la amante de este último. Durante el viaje de novios Jacinta se entera de que su marido tuvo una aventura con Fortunata, fruto de la cual nació un hijo. Jacinta desea adoptar como suyo al hijo de su marido, pero descubre que éste ha muerto. Con el tiempo, Jacinta se dará cuenta de que no puede tener hijos, imposibilidad que no dejará de atormentarla en su vida futura.

Fortunata, por su parte, obligada a elegir entre ser una señora decente u ofrecerse a los designios del amor, acaba casándose con Maxi Rubín, un muchacho ingenuo al que no quiere y a quien engañará con Juanito el día siguiente de su boda. Su tormentosa relación adúltera fracasa ante la imposibilidad que demuestran ambos de superar las dificultades que les impone su diferencia de estatus social.

Fortunata y Jacinta se revelan como máximos exponentes de las mujeres de su época; de su papel en una sociedad burguesa en la que reinan la hipocresía y la religiosidad asfixiante.

La primera parte de la novela se centra en el personaje de Jacinta, mientras el argumento de la segunda se focaliza en Fortunata, un personaje mucho más interesante que Jacinta, la rica niña burguesa obsesionada con la maternidad. Al comienzo de la novela, Fortunata es retratada como una mujer ingenua, romántica y apasionada, a la que varios personajes, entre los que se encuentra su marido, van puliendo y “culturizando”. También es, no obstante, un personaje contradictorio que en ocasiones se declara a sí misma como la esposa “legítima” de Santa Cruz. El final de Fortunata, típico de las “mujeres trasgresoras” de la novela del siglo XIX es el “castigo”.

El personaje de Juanito Santa Cruz –un joven gallardo, bien plantado y rico- se encuentra en el centro de la trama; en medio de dos mujeres. Sin embargo, es un personaje secundario en comparación con los de Fortunata y Jacinta. De él sabemos poco más que es un mujeriego que engaña a todas las amantes que va encadenando.

Galdós retrata también una pléyade de personajes secundarios que revelan formas de pensar propias de su tiempo. Encontramos matronas capitalistas, clérigos reaccionarios, filósofos de café, señoritos burgueses o jóvenes casquivanos. La mayor de ellos pertenecen a una burguesía que ejerce el protagonismo social desde 1868. Esta “clase media”, tal como la llama Galdós, abarca una informe aglomeración de individuos procedentes de las categorías superior e inferior: Juanito Santacruz, hijo de próspero comerciante; Don Baldomero, que progresa a la vez que lo hace la burguesía con el desarrollo industrial y el crecimiento de población; doña Lupe, quien se abre paso hasta conquistar una buena posición económica gracias al ejercicio de la usura; Maxi Rubín, su sobrino, un hombre de desórdenes mentales obsesionado con lograr el amor de Fortunata; Juan Pablo, a quien también presta dinero doña Lupe, que ambiciona un puesto público y cambia de ideas políticas según las circunstancias.

Fortunata y Jacinta es, sin duda, una de las novelas más importantes de la literatura española; sus méritos la sitúan en un plano similar al de El Quijote o La Regenta y la vinculan directamente con las grandes novelas realistas de su tiempo: Los hermanos Karamazov, Madame Bovary y la mencionada obra de Leopoldo Alas “Clarín”.

A.G.

viernes, 25 de mayo de 2012

Lecturas recientes: Una bendición


Una bendición (2008)
Toni Morrison

Una historia de madres e hijas, Una bendición aborda el arduo asunto de la esclavitud en los años de la América colonial del siglo XVII, a la vez que examina las diversas prácticas religiosas de la época y la relación entre hombres y mujeres, que con demasiada frecuencia terminaba en la victimización femenina.

Florens, una esclava nacida en América de madre africana, vive y trabaja en la granja de Jacob Vaark, mientras Lina, una Americana nativa compañera de trabajo, se sirve de una narración paralela para relatar cómo ella fue una de los pocos supervivientes de la plaga de viruela que destruyó su tribu. La esposa de Vaark, Rebekkah, cuenta su viaje de Inglaterra al Nuevo Mundo para casarse con un hombre al que jamás ha visto. La muerte de los hijos que nacen de su matrimonio la hunden en una profunda triste. Vaark decide entonces aceptar a la joven Florens de un deudor, el propietario de una brutal colonia esclavista portuguesa en Angola, con la esperanza de que su llegada ala granja ayude a aliviar la soledad de su mujer. Gracias a aun acto de bendición, Florens pasa a formar parte del hogar de los Vaark, que incluye diversos personajes, cada uno de los cuales goza también de una voz narrativa en la historia. Las voces se combinan hasta formar una narración que permite al lector ver la historia de estos personajes, al mismo tiempo que sus circunstancias presentes.

Cuando la amenaza de la viruela amenaza a la propia Rebekkah, Florens, que ya tiene dieciséis años, es enviada a buscar a un negro liberado que posee un cierto conocimiento del uso de hierbas medicinales. Su peligroso viaje, que resulta ser tanto literal como figurado, se convierte en el punto de ser el punto de inflexión de su vida.

En Una bendición vemos la vida a través de los ojos de gente física y emocionalmente abandonada, de huérfanos que habitan un mundo donde no hay libertad ni tolerancia religiosa. Las leyes no están aún definidas y, por tanto, cualquier cosa o cualquier persona están en venta. En este mundo indeciso, en medio de las tierras tórridas de Maryland y Virginia (colonias que, irónicamente, reciben su nombre de mujeres, pero que son inclementes y crueles con las mujeres que llegan a sus costas) se mueven tanto europeos que buscan la tierra prometida, una riqueza sin límites o simplemente escapar, y nativos que viven un auténtico apocalipsis… sirvientes y esclavos de Europa y África atados a instituciones bárbaras.

Además de la libertad y la esclavitud, Toni Morrison presenta temas bíblicos, tales como la encarnación de América en el del Jardín del Edén y la Tierra Prometida, en tanto precursores del concepto posterior del “Sueño Americano”. También aborda la proyección en el Nuevo Mundo de la intolerancia religiosa del Viejo Mundo, lo cual le permite explorar el mito de América como la tierra de la libertad religiosa. El amor también está presente, por supuesto, en las diversas relaciones que se establecen a lo largo de la novela: entre madre e hijo, entre marido y mujer, entre dos hombres, y entre amantes.

A.G.

viernes, 4 de mayo de 2012

Lecturas recientes: Miguel Strogoff


Miguel Strogoff (1876)
Jules Verne

Una novela de aventuras, y de algo más: de exaltación de valores, y entre ellos uno de los que debería ser más apreciado en nuestro mundo moderno, dominado por el egoísmo: la fidelidad. La fidelidad a los ideales, a la Patria, al señor, a la familia, a los amigos.

Miguel Strogoff es una obra sublime a la que uno se acerca en la adolescencia, o incluso anes gracias a aquellas deliciosas ediciones en cómic de Joyas Literarias Juveniles, publicadas por la Editorial Bruguera (Miguel Strogoff apareció en 1971 y fue la primera novela de las 269 que compusieron dicha serie), y a la que vuelve, irremediablemente, tiempo después apra descubrir que no ha pasado el tiempo por ella; para encontrar nuevos matices y maravillarse de la hermosa carga sentimental que contiene.

Historia de buenos, muy buenos, y malos, pero que muy malos, la obra de Julio Verne (utilizaré la versión castellana del nombre, que es como lo hemos conocido siempre) nos traslada a la Rusia de los zares, amenazada por los tártaros que lideran Feofar Khan, emir de Bujara, y el traidor Ivan Ogareff. El Zar es informado de que los rebeldes han cortado la línea telegráfica y decide enviarle un mensaje a su hermano, el Gran Duque, avisándole de la amenaza tártara. El hombre al que se encomienda dicha misión suicida no es otro sino Miguel Strogoff, el capitán del grupo de correos del Zar. Él será quien deba recorrer los más de 5500 kilómetros que lo separan de Irkutsk, a través del territorio dominado por el enemigo, que destruye todo signo de civilización que encuentra a su paso. En su recorrido conoce a Nadia, una bella joven que también viaja a Irkutsk con el fin de reunirse con su padre. Miguel la ayuda, haciéndose pasar por su hermano, y juntos viven mil y una peripecias, incluida su captura por los tártaros, que ciegan a Miguel Strogoff, o el encuentro con el ruso Nicolás, que los lleva en su carreta, hasta llegar a Irkutsk, donde se les ha adelantado Ogareff, haciéndose pasar por el correo del Zar. El traidor, valiéndose de su fingida condición, se gana la confianza del Gran Duque, pero cuando está a punto de abrirles las puertas a los tártaros que asedian la ciudad, Miguel Strogoff, con la ayuda de Nadia, entra en la ciudad y lo mata. Justo a tiempo llegan a Irkutsk las tropas zaristas y liberan la ciudad del asedio.

Las últimas páginas de la novela son bellísimas: el reencuentro de Nadia con su padre, la revelación de Miguel Strogoff de que en realidad no estaba ciego, el reencuentro con su madre, Marfia, y el regreso a la corte, después de rendir merecido homenaje a Nicolás, que fue capturado y asesinado por los tártaros, y, como momento culminante de la historia, su mutua declaración de amor.

Con Miguel Strogoff, Julio Verne se aleja de su género favorito, la ciencia-ficción, y podemos afirmar, no sólo que se maneja a la perfección con esta nueva temática, sino que la eleva a una categoría sublime. No se puede tratar un asunto como el que aborda Verne con más acierto. Por ello, me ha parecido imprescindible incluir esta joya en la serie que he bautizado Novelas de aventuras imprescindibles. Sé que el joven de hoy, seducido por la tecnología en sus diferentes (y, a veces perversas formas) y acostumbrado a las actividades de ocio pasivas, no suele mostrarse demasiado inclinado a la lectura voluntaria de una novela de varios cientos de páginas. Craso error. La tarea de todos nosotros (padres, educadores… y lectores) es animarles a introducirse en el maravilloso mundo de la literatura, y nada mejor, aunque en principio el tema no pueda resultarle a un joven muy seductor, que la lectura de esta joya de la literatura universal.

A.G.

domingo, 29 de abril de 2012

Lecturas recientes: El mundo es un pañuelo


El mundo es un pañuelo (1984)
David Lodge

Secuela de Intercambios (1975), del que toma los personajes principales (los profesores Philip Swallow y Morris Zapp, y sus esposas). Lodge añade en El mundo es un pañuelo muchos otros personajes (pintorescos, excéntricos eruditos universitarios), a los que sigue a lo largo de un interminable circuito internacional de conferencias literarias. En el centro de las diversas tramas que se entretejen (literalmente) a lo largo de la novela se encuentra la singular historia de Persse McGarrigle, un joven profesor universitario que erra de conferencia en conferencia, de país en país, incluso de continente en continente, a lo largo del ancho mundo desde su original punto de partida en el ficticio University College de Limerick, Irlanda. Ha conocido a Angelica Pabst, una joven seductora de la que se ha enamorado perdidamente en el transcurso de la primera conferencia a la que asiste en su corta vida en la también ficticia Universidad de Rummidge, que ya conocemos de la lectura previa de Intercambios. Persse no para hasta dar con ella.

Mientras tanto, Morris Zapp y Philip Swallow viven su propia epopeya, cada uno a su manera. Swallow, convertido en el jefe del departamento de Inglés de su universidad, le cuenta a su colega americano su romance de una noche en Génova con Joy, la esposa del representante del British Council en la ciudad italiana, y cómo más tarde supo por la prensa que ésta había fallecido, tiempo después, en un accidente de tráfico junto a su marido y su hijo. La vida de Zapp no es tan emocionante, aunque no tardará en serlo.

El resto de profesores, mientras tanto, pululan de una punta a otra del globo, embarcados en la búsqueda de su particular y metafórico Santo Grial: Désirée, la ex mujer de Zapp, Rodney Wainright, Howard Ringbaum, Siegfried von Turpitz, Arthur Kingfisher, Rudyard Parkinson, Akbil Borak, Akira Sakazaki, Ronald Frobisher, Fulvia Morgana… (Nótese los singulares nombres que Lodge atribuye a sus personajes. Nos llevaría demasiado tiempo detenernos para comentar las resonancias literarias de cada uno de ellos, pero el lector versado en la historia de la literatura encontrará entretenido jugar por sí mismo el divertido juego de bucear detrás de cada nombre en busca de su origen y significado, sobre todo si ha leído la novela.)

El último personaje importante que nos queda por mencionar es Cheryl Summerbee, una empleada de facturación de la British Airways en el aeropuerto de Heathrow, lectora de novelas de amor, que desempeña un papel pequeño pero importante, pues ayuda al resto de personajes en sus viajes por el mundo.

Durante su estancia en Amsterdam, Persee ve a alguien que se parece a Angelica y averigua que la chica ha trabajado en películas pornográficas y como stripper. En Turquía, Philip Swallow se encuentra con Joy, que le explica que en realidad el único que viajaba en el avión accidentado era su marido. Comienzan, entonces, una relación más que intensa y Swallow planea dejar a su mujer. Zapp, por su parte, es secuestrado en Italia por una banda de extrema izquierda que pide un rescate millonario a su mujer, que ha recibido una fortuna en concepto de derechos de autor por su novela recién publicada. Ésta se niega, pero Zapp es finalmente liberado gracias a las presiones de Morgana. Persee, mientras tanto, continúa la búsqueda de Angelica de una punta a otra del globo, sin conseguir dar con ella en cada uno de los sitios a los que viaja por muy poco. Finalmente averigua que Angelica tiene una hermana gemela, Lily, la actriz porno. En la conferencia de Jerusalén, Swallow se encuentra accidentalmente con su hijo y enferma psicológicamente del mal del legionario. Su esposa viaja hasta allí para cuidar a su marido y esto pone final al romance entre éste y Joy.

La última parte de la historia transcurre en Nueva York, durante una conferencia de la Modern Language Association (MLA), a la que asisten todos los personajes de la novela. Los diferentes nudos que entrelazan las diferentes historias acaban desanudándose: Persse cree encontrar a Angelica al fin y se va a la cama con ella, después de declararle su amor, para descubrir que se trata en realidad de su hermana, Lily, la actriz porno, que le hace pasar un momento estupendo en la habitación del hotel.

Kingfisher anuncia su deseo de ofrecerse como candidato a la cátedra de la UNESCO, para gran disgusto de gran parte de los protagonistas de la novela que la desean con vehemencia. Sybil Maiden anuncia, a continuación, que ella es la madre de las gemelas Angelica y Lily, producto de una relación breve pero intensa con Kingfisher, y que ella misma abandonó en un avión de la KLM hace mucho tiempo. El encuentro entre todos es lacrimógeno e hilarante, sin embargo.

Angelica le presenta a Persse a su prometido, Peter McGarrigle, a quien la Universidad de Limirick pensaba contratar, pero desechó finalmente en beneficio de Persse por la coincidencia de los apellidos. Peter no está enfadado en absoluto, pues tras ser rechazado viajó a América, donde conoció a Angelica. Persse se da cuenta de que no es a Angelica a quien realmente ama, sino a Cheryl Summerbee, y vuela a Heathrow para verla, pero allí le informan de que la chica ha sido despedida y nadie sabe dónde está. Persse reflexiona al respecto, sabedor de que el mundo es un pañuelo en el que debería ponerse de inmediato a buscarla

Un libro muy entretenido, en definitiva, como puede deducirse de su ingeniosa y enrevesada trama, muy en la línea de David Lodge, uno de los maestro de la literatura inglesa de humor, junto a Tom Sharpe, quien a mi gusto es notablemente inferior al autor de El mundo es un pañuelo, una comedia académica posestructuralista en clave de parodia que, además, nos ilustra sobre las tendencias de la crítica literaria moderna y el canon de la literatura inglesa.

Tengo noticias de que la novela inspiró una mini serie televisiva de seis horas de duración producida por la BBC en 1988 que debe de ser muy entretenida pero, por desgracia, no he tenido la suerte de ver.

A.G.

miércoles, 4 de abril de 2012

Lecturas recientes: El señor de Ballantrae



El señor de Ballantrae (1888)
Robert Louis Stevenson


Espléndida novela que relata el conflicto entre los hermanos Ballantrae, dos nobles escoceses pertenecientes a una familia enfrentada por la rebelión jacobita de 1745. Contagiada por la vida viajera del autor, que comenzó la novela en una aldea situada en la frontera entre Estados Unidos y Canadá, y la terminó, después de escribir su mayor parte en el mar, en la isla de Waikiki, El señor de Ballantrae abarca diversos años y escenarios. Se trata, en toda la amplitud del término, de una novela de aventuras en la que Stevenson conjuga sus propias experiencias y viajes por Norteamérica con la nostalgia por la lejana Escocia, a la que ya no regresaría jamás.

La novela plantea también un asunto que el propio Stenvenson había tratado en El Dr. Jekyll y Mr. Hyde: el bien y el mal, las dos caras enfrentadas de la existencia humana. El señor de Ballantrae cuenta la historia de los dos hijos de Lord Durrisdeer, a los que el destino enfrentó desde la infancia a la muerte. Haciendo uso de unas supuestas memorias de Efraim Mackellar, el mayordomo de la casa, Stevenson cuenta el comportamiento de la familia Durrisdeer ante la sublevación jacobita; para no perder su patrimonio familiar, cada uno de los dos hijos del patriarca –James y Henry- se ponen del lado de uno de los bandos en conflicto. De este modo, fuera cual fuera el desenlace de éste, la familia ganaría siempre y sus posesiones quedarían a salvo. Sin embargo, esta toma de posición enfrentará a los dos hermanos de por vida con la presencia inevitable de la joven Allison Graeme, cuyo amor anhelarán los dos con diferente grado de éxito.

El señor de Ballantrae es, a mi juicio, una de las novelas más brillantes de R.L. Stenvenson, junto con el mencionado Dr. Jekyll y Mr. Hyde y La isla del tesoro, libro imprescindible para todos los que nos iniciamos, en nuestra lejana adolescencia, con las novelas de aventuras que tanto inflamaron nuestra imaginación y nos encadenaron de por vida al fascinante mundo de la lectura.

En esta extraordinaria novela, Stevenson exhibe su mejor prosa y un diestro manejo de la intriga que se conjugan a la perfección hasta construir una historia de una extraordinaria fluidez. No en vano, Stevenson integra de forma armónica la tradición narrativa anterior, de la que toma sus modelos, y las corrientes estéticas de su época. La combinación de ambas crea un estilo literario personal que lo ha convertido en uno de los grandes escritores de la literatura europea.

A.G.

lunes, 12 de marzo de 2012

Lecturas recientes: Winesburg, Ohio


Winesburg, Ohio (1919)
Sherwood Anderson


Lo que inicialmente no parecía ser más que una colección de veintiún breves relatos (muchos de los cuales fueron publicados en diversas revistas de 1916 a 1918) adquiere un significado mucho más amplio al verse reunidos en una sola obra. Los distintos relatos, que pueden leerse independientemente, tocan episodios de las vidas de numerosos personajes y tienen en común la presencia observadora del joven George Willard, reportero del Winesburg Eagle. George Willard ocupa el punto central que unifica todos los relatos y guía al lector de un lugar a otro,. Parece haberse tomado al pie de la letra su labor de reportero, pues actúa como un profesional más que como un joven aprendiz de escritor.

Otro personaje que lleva el arte en sus venas es Enoch Robinson. Existe una gran similitud entre la vida de este personaje y la del propio Sherwood Anderson. Enoch era pintor, y al igual que el anciano escritor, las conversaciones con vecinos y amigos le servían de modelo.

El propio Sherwood Anderson definió el propósito de la novela en una carta escrita a su amigo Waldo Frank el 14 de noviembre de 1916: «Mi idea es que estos estudios, cuando se publiquen recogidos en un libro, sugieran el ambiente real del que procede el joven americano de nuestro tiempo». Del mismo modo que Stephen Daedalus, George Willard es el joven artista que aprende de la vida y avanza hacia una madurez que culmina cuando decide abandonar Winesburg.

Una de las historias más interesantes de la novela es la de los Bentley, la más elaborada y singular de todas por dos razones: por un lado, es la única que no tiene lugar en Winesburg, sino en una granja cercana, y por otro, está repleta de significados alegóricos y bíblicos. La historia consta de cuatro partes que la encauzan en una alegoría del paso desde el Antiguo Testamento hasta el individualismo secularizado de la sociedad moderna.

El tema amoroso ocupa a un gran número de parejas en la novela. El fracaso del amor sume a los personajes en la alineación, como consecuencia de la falta de afecto y la pérdida de la identidad personal. Se ha acusado a Sherwood Anderson de exagerar el tema sexual. Sin embargo, parece que lo que el autor pretendía era, más bien, desarrollar una teoría de las fórmulas que emplea el instinto humano para comunicarse cuando le son coartadas la espontaneidad y la libertad. El instinto sexual tiene importancia porque significa un indicio de ausencia de otras comunicaciones más intensas.

En Winesburg, Ohio Sherwood trata de aprehender la realidad mediante súbitos zarpazos que atrapan una escena y la convierten en una intensa percepción. Su estilo es simple, sin el refinamiento sofisticado que encontramos en Henry James, de tal forma que su obra se encuentra más próxima a la de Walt Whitman que a la del autor de Retrato de una dama.

Su narrativa escarba en lo poético, la sensibilidad oculta y la religión. Su forma especial de expresar este universo se fundamenta en la ingenuidad, lo entrañable rústico y una cierta sensiblería que con frecuencia le ha sido censurada.

De entre toda la producción de Sherwood Anderson, Winesburgo, Ohio destaca por alcanzar un nivel de calidad muy superior a todas las demás. De hecho, la celebridad que su autor disfruta en la actualidad se debe casi exclusivamente a ella. Hay que recordar, no obstante, que las novelas de Sherwood Anderson recibieron la admiración de todos los narradores americanos de la generación perdida, quienes siempre le consideraron un maestro. Escritores como William Faulkner, Thomas Wolfe, Ernest Hemingway o Gerturde Stein respetaron profundamente a Anderson, en tanto innovador del relato y del estilo literario. Sherwood Anderson abrió la posibilidad al modernismo en América y sirvió de nexo entre dos mundos culturales e históricos, el final recalcitrante del siglo XIX y el heterogéneo inicio del siglo XX.

A.G.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Lecturas recientes: El prisionero del cielo


El prisionero del cielo (2011)
Carlos Ruiz Zafón


Nueva decepción protagonizada por el autor de La sombra del viento. Si su novela posterior al best-seller que lo lanzó a la fama, El juego del ángel, me pareció un absoluto fiasco (me remito a la reseña que escribí en este blog), no puedo decir menos de El prisionero del cielo, una obra fallida, a mi juicio.

En primer lugar, y aunque a alguien pueda resultarle anecdótico, no me parece en absoluto acertado que las primeras dos o tres páginas de la novela estén dedicadas a glosar las alabanzas que recibió La sombra del viento de medios escritos de todo el orbe. Estoy de acuerdo con ellos en que se trata de una magnífica novela, y si no escribí en su momento una reseña loando sus virtudes fue simplemente porque aún no había iniciado este blog.

Asumiendo, en efecto, el valor de La sombra del viento, considero desacertado, innecesario y presuntuoso añadir estas páginas al inicio de El prisionero del cielo. Y más aún cuando, después de leer la novela, no pude sino lamentarme de que ésta no le llegue a la otra a la suela de los zapatos. Y es que, eso lo sabemos todos, no se puede vivir de las rentas; ni en la literatura ni en cualquier otra disciplina artística o profesional. Los lectores entusiasmados con el primer éxito literario de Zafón se lanzaron, nos lanzamos entusiasmados a la lectura de El juego del ángel, pero yo mismo, por qué pluralizar, recibí ésta casi como una bofetada, más dolorosa aun por su final tan disparatado como fallido. Con todo, muchos lectores, entre los que me cuento, deben haber tratado de olvidar la decepción y no habrán dudado en embarcarse en la lectura de El prisionero del cielo.

Y, a decir verdad, no se puede negar que la lectura de esta novela sea amena. Lo es, de hecho, aunque uno tiene a pensar que quizá se deba a que Carlos Ruiz Zafón no parece haberse esforzado demasiado en su escritura. Sí, tal como lo digo. Supongo que el autor pensaría que si se le había criticado el barroquismo o goticismo (voy a inventarme una palabra, por qué no) de El juego del ángel, qué mejor que escribir su siguiente novela del modo más sencillo posible; al alcance de todos los públicos. Ya se sabe, más lectores, más… Por eso, precisamente, nos encontramos con una obra de lectura sencilla; una obra simple… simplona. Un error, pienso yo. Carlos Ruiz Zafón ha pretendido escribir un best-seller, algo muy loable por cierto, y ha acabado escribiendo algo insustancial, con un estilo plano, al que se le pueden poner muchos, muchísimos peros… Así que vayamos con algunos.

La historia es bastante insustancial, no está bien contada, quizá porque no parece haber en ella más que un sólo personaje de cierta enjundia; un personaje de nombre grotesco que tampoco está bien perfilado. Totalmente fallida es también, a mi juicio, esa insistencia casi (y sin casi) molesta de dotarle de un lenguaje rimbombante y supuestamente gracioso.

Además de este personaje rocambolesco, con el que jamás llegas a identificarte, no hay nada más. El resto de personajes están desdibujados, hasta el punto de no parecer más que sombras de sí mismos… los Sempere, Isabella, los presos de la cárcel de Montjuic, el personaje que da título a la novela, y hasta Vidal, el supuesto malo malísimo, que tampoco están bien caracterizado.

La historia es floja. El argumento está repleto de cabos sueltos; no parece más que una acumulación anárquica de anécdotas. Y por si fuera poco, por si nos quedara aún un atisbo de esperanza, llega el final… incalificable, absurdo… No soluciona nada, te deja igual, como si las ciento de páginas que has leído no hubieran servido para nada. La sensación que produce el final es difícil de expresar. Pero lo más duro de todo es llegar a convicción de que la única intención del autor con este final que no es final es que compremos el siguiente capítulo de la serie. Nada queda claro en El prisionero del cielo. Zafón no ha hecho más que esbozar. Por eso, no sería de extrañar que los lectores le dieran la espalda a la secuela o secuelas de esta serie que amenaza con hacerse eterna. Y no hay que buscar muy lejos para encontrar a estos lectores decepcionados; yo conozco a varios.

En fin, como ya he dicho, no se puede vivir de las rentas. Es estupendo dar un “pelotazo”, pero la virtud no está en eso, en ganar un año la Liga (utilicemos un símil futbolístico), sino en mantenerse en la cúspide año tras año, novela tras novela.

En muchas ocasiones recomiendo la lectura de la novela que comento, pero en esta ocasión no puedo decir lo mismo. Carlos Ruiz Zafón está perdiendo a pasos agigantados el crédito que le concedí después de su archifamosa La sombra del viento, y no sé si me quedará crédito, paciencia y valor para leer su más que probable secuela o precuela, porque cualquier cosa se puede esperar.

A.G.

sábado, 28 de enero de 2012

Lecturas recientes: El corazón helado


El corazón helado (2007)
Almudena Grandes

He de reconocer que me cuesta empezar a escribir una crítica, una reseña, o cómo se le quiera llamar, de esta novela. Quizá el motivo principal sea que su lectura, su larga lectura de casi mil páginas y no menos de un mes, me ha dejado un sabor agridulce, y no estoy utilizando por casualidad una expresión tan manida.

Jamás habría comenzado esta novela de no haber sido por la recomendación de una amiga, filóloga y cultivada lectora, que, en un animada conversación acompañada de ricos licores y no menos suculentas tapas, no escatimó parabienes y elogios al comentar El corazón helado. Persuadido por sus dotes oratorias, me dirigí a la Biblioteca Municipal, donde me hice con un grueso ejemplar de la misma.

No voy a detenerme en el proceso lector, siempre tan personal como enriquecedor, pero sí diré que a medida que leía página tras página, iba experimentando sensaciones contrapuestas que no pueden resumirse en unas cuantas líneas y en las que por razones de espacio, y siempre con el ánimo de no aburrir al incauto internauta que se detiene unos minutos en este blog, no me extenderé demasiado.

En un primer momento, me sorprendió el torbellino de frases, sensaciones, experiencias, sentimientos que se agolpan a lo largo de las páginas de la novela, y es algo que aprecié en un primer momento. Sin embargo, con las horas de lectura, llegué a acabar francamente aburrido, hasta el punto de dudar si seguir o no, por varios motivos: en primer lugar, Almudena Grandes explota, a mi gusto excesivamente, un estilo de escritura tan propio como exagerado; al comienzo resulta atractivo, pero acaba siendo un plomo; siempre los mismos recursos literarios, las largas aposiciones, los innumerables adjetivos concatenados, etc. Por otro lado, y quizá en relación con esto mismo, lo novela me ha resultado demasiado presuntuosa; ese estilo grandilocuente y recargado, demasiado artificial a veces, no es sino el resultado, y también la causa, de las exageradas pretensiones de la novela. Su autora trata un tema serio, de eso no hay duda, pero se excede en la expresión de sentimientos, se deleita, se gusta en demasía, y uno se encuentra con largos párrafos pedantes, presuntuosos... y agotadores. Todo es excesivo, y reitero un término que soy consciente de haber utilizado ya, pero, a mi juicio, es el que mejor define esta novela.

Las historia en sí, como he dicho, tiene su interés, eso es indudable. Pero he ahí otro problema o inconveniente, a mi parecer. Yo soy el primero que está interesado en la Guerra Civil, qué os voy a contar, pero si hay algo que no soporto es el sectarismo y el maniqueísmo a la hora de tratar este asunto. Al terminar la novela, estuve charlando al respecto de ella con un compañero de trabajo que también la había leído. Ambos coincidimos en que El corazón helado podría pasar por no ser más que una de tantas novelas de temática similar surgidas durante los (omitamos el adjetivos calificativo) años del Zapaterismo. Una de esas novelas que, al igual que infames películas y series de televisión, surgieron como setas en esos (omitamos de nuevo el adjetivo) años. Yo creo que El corazón helado es bastante mejor que algunas de estas novelas, de las que incluso se han hecho versiones cinematográficas, que además de ser tan sectarias como el original, eran de baja por no decir nula calidad literaria. No voy a citar a ninguna, pero ahora mismo me vienen dos a la cabeza, de cuyo nombre no quiero acordarme.

La novela de Almudena Grandes puede exhibir, al menos, una historia coherente en la que interactúan personajes de carne y hueso, y no meros clichés, con sentimientos creíbles, pero si la analizamos en su conjunto (e incluso por partes), nos encontramos con la desagradable (no por inesperada) sorpresa de que de nuevo los malos son los de siempre y los buenos, naturalmente, también. Eso ya cansa, para qué voy a negarlo. Yo no soy historiador, ni pretendo serlo, pero creo que ya está bien de falsear la historia; ya basta de sectarismo y maniqueísmo, como mencioné más arriba. En cierto lugar leí que la novela trataba el “conflicto de las nuevas generaciones con la memoria”. ¿Perdón? ¿cómo de nuevas? Porque Almudena Grandes no vivió la guerra... qué poca gente queda en nuestro país que realmente viviera aquellos años y la primera mitad de los 40, los más duros. Es cierto que la novela podría emocionar especialmente a españoles que tuvieron que emigrar durante aquellos años, pero ¿también a sus hijos? ¿a sus hijos franceses? Yo he conocido a hijos franceses de exiliados y a la mayoría no les suena ni el Jarama, ni Brunete... ni Paracuellos. ¿Hay hoy todavía algún conflicto con la memoria, sobre todo en las nuevas generaciones?

Por lo demás, resultan muy atractivos algunos personajes de la novela: Álvaro (el marido adúltero, científico y enamoradizo), Raquel (la vengativa y fría, aunque al final no tanto, femme fatale), Julio Carrión (el padrino, con sus matices, su pragmatismo y su mala leche)... y toda la pléyade de personajes mayores y menores que merodean por la historia.

En definitiva, no desanimaría a nadie que tuviera la intención de leer esta novela: tiene sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas. Como literatura es aceptable, a mi juicio, aunque cojea por varias de sus patas; vamos, que se le ve el plumero; considero muy desacertadas algunas de las dedicatorias a personajes (sin adjetivo) históricos, añadidas al final. Creo que sobran.

Con todo, yo le daría un aprobado a la novela, por supuesto; resultan incuestionables la intensa labor de investigación y el trabajo duro de su autora. Y sólo por eso se merece que no la arrojemos a la hoguera como se habría hecho en la Alemania Nazi.

A.G.

domingo, 8 de enero de 2012

¡Feliz 2012!




Os deseo un NUEVO AÑO

repleto de lecturas apasionantes




A.G.