Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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lunes, 25 de mayo de 2009

Lecturas recientes: Middlesex

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Middlesex (2003)
Jeffrey Eugenides

Jeffrey Eugenides asombró a muchos lectores con su primera novela, Las vírgenes suicidas. Por eso era muy esperada su siguiente novela, Middlesex (publicada nueve años después que ésta), con la que, desde luego, no se queda a la zaga. La novela cuenta la, como poco, rocambolesca historia de Calíope Stephanides, de origen griego, pero nacido en Detroit (Estados Unidos). Su comienzo es memorable: “Nací dos veces: fui niña primero, en un increíble día sin niebla tóxica de Detroit, en enero de 1960; y chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974”.

La historia, en efecto, está contada por el propio Cal, la heroína/héroe de la novela, cuyo único y verdadero anhelo es estar a gusto dentro de su propia piel y explicarse a sí misma cómo los caprichos de la genética han llegado a fabricar un espécimen humano como él/ella, un ser entre medias de dos sexos, como el juego de palabras del título hace entrever.

Para ello, remonta la historia de sus antepasados: la de sus abuelos (Desdémona y Lefty), que tuvieron que salir de Esmirna, en la actual Turquía, huyendo de las tropas de Kemal Ataturk, borrando un pasado, inventando e intentando tener una nueva vida en Norteamérica; y, con posterioridad, la de sus padres (Milton y Tessie), tíos y primos.

En este sentido, Middlesex no es sólo la historia de su singular protagonista y narrador, sino, lo que no es menos importante, las historias singulares de sus ancestros; una historia de historias a través de la Historia. Por otro lado, merece la pena señalar que lo verdaderamente peculiar del tratamiento de esta saga familiar es el tono tragicómico que emplea Eugenides. De este modo, el humor suaviza los pasajes más duros y la crudeza vuelve más creíble los pasajes más inverosímiles.

La primera parte de la novela está especialmente llena de humor, sensibilidad, inteligencia y habilidad. En ellas Eugenides muestra un gusto por lo extraño y, por ello, no vacila en dar un giro a todas las situaciones en cuanto éstas se acercan a terrenos más familiares. En este sentido, las primeras páginas de Middlesex nos recuerdan a un clásico de la literatura inglesa, Tristam Shandy de Laurence Sterne: no parece haber ningún reloj, si bien hay una notable preocupación por el tiempo, pues los padres del/la protagonista están intentando tener una hija en lugar de un hijo a cuenta de las diferencias de velocidad entre unos espermatozoides y otros.

Tal como hemos esbozado, el libro está poblado de personajes e historias interesantes: dos hermanos que se enamoran entre sí, el ataque de los turcos (no hemos de olvidar que la novela posee un importante componente histórico; de hecho percibimos, en particular, el trasfondo de la guerra entre Turquía y Grecia), la huida a América en barco, el modo de prosperar en Detroit, los disturbios raciales, el primer amor, el doble problema de ser una adolescente que se está convirtiendo en un chico sin que nadie lo sepa, una peculiar abuela que predice el sexo del no nato colocando una cuchara sobre el vientre, etc.

Middlesesx es una novela sobresaliente y poderosa. Una obra deslumbrante en virtud de su singular intimidad con el alma humana. Pero, para ser justos, deberíamos añadir que si hubiera que poner alguna pega a esta magnífica novela, ésta sería que, como consecuencia del anhelo de Eugenides de escribir la Gran Novela Americana, resulta algo confusa la pertinencia de tanto detallismo familiar y tanto laberinto intrahistórico, de igual forma que puede resultar inverosímil tanta omnisciencia en el narrador.

Sin embargo, la narración es ágil y juguetona, circunstancia que contribuye a que sea lea con placer y agrado, a pesar de su extensión (más de seiscientas páginas). En definitiva, es una muy buena novela, que se disfruta desde la primera hasta la última de sus más de seiscientas página, y que recomiendo encarecidamente.

Middlesex fue galardonada con el Premio Pulitzer en 2003.
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A.G.

viernes, 15 de mayo de 2009

Sorpresas gratas: Intérprete de emociones


Intérprete de emociones (2000)
Jhumpa Lahiri

Colección de historias cortas que tratan la vida de indios –en la India o en Estados Unidos– y proporcionan, desde diferentes puntos de vista, un estudio de la vida de la clase media y educada de la India actual. Aunque Jhumpa Lahiri era muy joven cuando escribió estas historias, hay que reconocer que se trata de relatos maduros, tanto en la forma como en el contenido. Cada historia es única y fascinante: la barrendera que ha perdido todo y acaba por perder aún más; la joven que jamás olvidará un visitante especial que recibía su familia cuando ella era pequeña; la niña abandonada que no tiene nada y sin embargo sobrevive; el guía turístico con su fantasía irrealizable; la joven pareja que se separa lentamente el uno del otro (‘Una medida temporal’: el primero de los relatos y probablemente mi favorito). Las historias son sesudas, aunque simples, contadas en un lenguaje directo que, sin embargo, no adolece de detalles y sentimiento. En efecto, la mayoría de las historias enganchan y conmueven, aunque todas ellas estén escritas en tercera persona y con afecto bastante, llamémoslo, distanciador. Aunque la colección pueda tratar de una situación a la que el lector es totalmente ajeno, despierta sin duda la emoción y el interés en la condición más universal y humana.

Quizá esto se deba al hecho de que los personajes de Jhumpa Lahiri no son simples caricaturas producto de la imaginación occidental, sino gente cotidiana que carece de implicaciones políticas; gente normal, en definitiva, cuyas historias despiertan nuestra sincera emoción, pues son en efecto conmovedoras y elegantes. Cada una hace reflexionar acerca de la condición humana. Muchas de ellas se centran en los aspectos interculturales y de nuevos inmigrantes de nuestra sociedad crecientemente global. Transmiten el mensaje de que todos nosotros tenemos los mismos anhelos, esperanzas y sueños independientemente de cuál sea nuestra cultura de origen.

Este extraordinario libro nos hacen cómplices de los viajes emocionales de los personajes, que buscan el amor traspasando las fronteras de las naciones y de las generaciones. Enriquecidas con detalles sensuales de la cultura india, estas historias abarcan el sentimiento universal de sentirse extranjero en alguna parte. Con una mirada irónica y penetrante, Jhumpa Lahiri concilia las tradiciones más relevantes de sus ancestros y el desconcierto del nuevo mundo.

Jhumpa Lahiri está dotada de un talento natural para tomar palabras mínimas y transmitir emociones máximas, de un modo modesto, pero directo. La autora se muestra amablemente comprensiva con sus personajes, que incluyen indias expatriados que se establecen en Estados Unidos, indios americanos de primera generación, y en dos historias indios en la India.

Jhumpa Lahiri nació en Londres en 1967 y actualmente vive en Nueva York.

La obra fue merecedora del prestigioso Premio Pulitzer en 2000 (ha sido hasta la fecha el primer libro de relatos que lo consigue) y de otros galardones como el O’Henry, The New Yorker Book, el Pen/Hemingway o el Addison M. Metcalf, otorgado por la Academia de las Artes y las Letras.

A.G.

martes, 5 de mayo de 2009

Lecturas recientes: El factor humano

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El factor humano (1978)
Graham Greene
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Magnífica novela de espionaje cuya trama se construye sobre una red de informadores que combaten entre sí, con lealtades firmes, dobles, o inexistentes. Graham Greene aborda el peso del silencio y de lo que supone esta obligación estricta de sigilo, esta neurosis inducida, para las vidas de las personas que han tenido la desgracia de trabajar en este gremio.

Su trama es sencilla, aunque perfectamente elaborada, sin fisuras: los jefes del servicio secreto británico descubren una filtración en su sección africana. Los sospechosos son dos: Castle, un hombre casado con una africana, Sara, a la que conoció durante su turbia estancia en Sudáfrica, y otro, Y, soltero, alcohólico y desordenado. Después de una rápida investigación, concluyen que el agente doble es David y deciden eliminarlo. Sin embargo, surgen una serie de dudas acerca de la culpabilidad de Y que llevan a los jefes seguir investigando. No tardan en descubrir que se han equivocado de hombre. Castle, sabedor de que ha sido descubierto, manda a su mujer y al hijo de ésta a casa de su madre, como única forma de protegerlos y simular que han discutido y que ella es totalmente ajena a su trabajo como espía doble. Después de tratar de ponerse en contacto con ellos en varias ocasiones, los amigos comunistas para los que trabaja Castle logran enviarlo a Moscú a él sólo. El único interés de Castle es lograr que su mujer y el hijo de ésa se reúnan con él en Moscú. Después de varios intentos, consigue ponerse en contacto telefónico con ella, pero tras una breve conversación, la llamada se corta.

El factor humano es una novela magnífica que nos sorprende por la precisión infinita de la trama, los personajes: perfectos, el estilo (claro, limpio, pausado y seguro de sí mismo); y, sobre todo, el poso moral. En efecto, la traición, la soledad, el fracaso, la culpa... rodean el bien. Castle hace lo que cree necesario, tal como haría cualquiera en su lugar, aunque con ello haga daño a mucha gente. Pero no le mueve ningún otro interés más que el amor a su mujer.


Nos encontramos en definitiva, ante una de las más perfectas tramas de espionaje jamás escritas; una hermosa e inquietante novela llena de ternura, emoción y duda, en la que Graham Greene muestra una maestría que está más allá de la madurez.

Personalmente, he de admitir que no es ésta mi novela favorita de Graham Greene, pues prefiero sin duda El tercer hombre (extraordinaria novela y extraordinaria película de Orson Welles), pero he de reconocer que es una novela deliciosa, aunque triste, y muy, muy recomendable, fácil de leer y amena. Fue llevada al cine por Otto Preminger, pero no puedo hablar de ella, pues no he tenido la ocasión de verla.
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A.G.