Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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martes, 29 de marzo de 2011

Lecturas recientes: Lolita


Lolita (1955)


Vladimir Nabokov


¿Quién no conoce la historia de Lolita, aunque sólo sea a través de las adaptaciones cinematográficas de la novela (Stanley Kubrik y Adrian Lyne en 1962 y 1997, respectivamente)? Todo el relato de Nabokov no parece ser sino una confesión en forma de libro de su protagonista y narrador, Humbert Humbert; una excusa, si se quiere, para que el autor teja una historia tan conmovedora por su crueldad como por el particular enfoque de la misma y la perfección con que se narra. Como algunos críticos han señalado, quizá el mayor acierto de Nabokov fuera crear un personaje de ficción (culpable de pederastia, de eso no hay duda), dominado por un amor enfermizo y una pasión desenfrenada que, a pesar de despertar la repugnancia del lector, suscita cierta simpatía a medida que avanzamos en la narración de su historia.


Humbert escribe en la cárcel un diario en el que vierte su pasión eterna por las nymphetes (término traducido en español como “nínfulas”) pubescentes. Al comienzo de la historia, Humbert es un hombre de mediana edad, profesor de literatura francesa e inglesa, obsesionado con las nínfulas. La primera de ellas es Annabel Leigh, que muere de tifus. Entonces encuentra en un pueblo de Nueva Inglaterra a Dolores Haze (Lolita), una nínfula que le recuerda a la niña que amó cuando no era más que un niño. Humbert cuenta con artística sutileza su pasión por la joven, las excursiones que hace con ella, los primeros roces… Construye una elaborada trama para seducirla, lo cual le lleva a casarse con su madre, Charlotte (la dueña de la casa donde ha alquilado una habitación), una vez ha comprendido que se le ha presentado la primera ocasión de entrar en contacto con una de sus amadas nínfulas. Más tarde, una vez casados, Charlotte descubre los diarios de su marido, sale corriendo de casa y es atropellada. Humbert decide ir a buscar a Lolita al campamento donde está, sin decirle que su madre ha muerto. De esta forma, se convierte en el guardián de su amada.


A partir de ahí, Humbert y Lolita inician un largo periplo por la América profunda, de hotel en hotel, sufriendo las sospechas por parte de los recepcionistas, los extraños clientes de estos establecimientos, etc. En uno de esos hoteles, Humbert consuma, por fin, sus deseos. En un principio había pensado drogar a Lolita para preservar su pureza, pero es la propia chica quien le incita, pues para sorpresa de Humbert, su nínfula se revela como una persona depravada que juega el papel de seductora. Lolita guarda en su interior una mezcla entre ingenuidad y provocación; juega con su padrastro y obtiene de él lo que desea.


Después de muchas peripecias y algunas escenas de celos, Humbert se ve separado de Lolita, pues un hombre que les ha seguido de un sitio a otro se la lleva con él. Humbert desespera, cree haberla perdido para siempre. Pero entonces recibe una carta de Lolita donde le cuenta que se ha casado con un joven, está embarazada y necesita dinero. Humbert va a darle el dinero, y conoce al hombre que se la llevó, Clare Quilty (un dentista aficionado a dar orgías y grabar películas pornográficas en su casa), a quien no duda en asesinar, como modo de vengarse de su rival.


A simple vista, Lolita presenta un gran desafío, pues trata de la pederastia, el más tremendo pecado imaginable; absolutamente deplorable y rechazado en la sociedad puritana de los Estados Unidos. Humbert es un obseso pederasta al que le es imposible reprimir un impulso absolutamente inapropiado, por decirlo de un modo suave. Sucumbe a su lado más salvaje en detrimento del amor que afirma sentir por la niña. Sólo al final, cuando ya ha perdido a Lolita, Humbert se plantea que su pasión bien podría ser una mera distorsión de la realidad. Se comporta de un modo infantil, con la única finalidad de lograr su deseo largamente anhelado. Cuando pierde a su amada, trata sin embargo de recuperarla de un modo distinto, más maduro si se quiere.


No obstante, y en un sentido amplio, Humbert es más que eso; es una metáfora del escritor y su arte, del Viejo Mundo. Es un expatriado de la vieja Europa, formal y educada, que descubre América, el Nuevo Mundo, representado precisamente por una adolescente americana y toda la vulgaridad de este mundo que tan bien vemos reflejado en los incontables lugares que visitan padre e hijastra. Nabokov disfruta explorando la interacción entre estas culturas. El propio autor vivió dos etapas muy diferentes en su vida. Nació en Rusia, vivió en Europa y escribió en su lengua materna. Más tarde emigró a Estados Unidos y escribió en inglés; y de qué manera, pues es difícil encontrar una obra que utilice el idioma inglés con mayor magia y acierto que Lolita.


La novela, de hecho, está escrita en un estilo que roza la parodia. Presenta una hábil combinación de pastiches de estilos conocidos, pedantería, análisis de la pasión a la francesa, juegos de palabras al más puro estilo de James Joyce, etc. Es salvaje, fantástica y maravillosamente imaginativa. Parodia todo lo que toca, lo cual justifica seguramente las críticas de quienes han visto en Lolita una sátira de la novela romántica, del Viejo Mundo en contacto con la Joven América. En efecto, a pesar del potencial escabroso que plantea el tema en cuestión, Nabokov elabora un relato divertido que nunca llega a ser pornográfico (si acaso sugerente, pero nada más).


Lolita fue publicada por primera vez por Olympia Editions, una editorial nada ortodoxa de París, después de haber sido rechazada por un buen puñado de editores americanos.


A.G.


miércoles, 23 de marzo de 2011

Lecturas recientes: Por qué se pelearon...


Por qué se pelearon los dos ivanes (1835)

Nikolai Gogol


Una pequeña novela, una nouvelle en sentido estricto, que representa quizá en su expresión más perfecta y condensada el genio de Nikolai Gogol; una deliciosa conjugación de sentido del humor y cinismo que lanzan sus dardos despiadados sobre la inextricable condición humana.


La historia es bien sencilla: dos amigos de toda la vida (Ivan Ivanovich e Ivan Nikiforovich, terratenientes ambos) se pelean cuando uno de ellos llama “ganso” al otro. Su enfrentamiento y animadversión va in crescendo a medida que pasa el tiempo, hasta el punto de tornarse absurdo e irracional. La acción transcurre en el pueblo de Mirgorod (Ucrania). Todos los habitantes del mismo (el juez, el comisario y el resto de ciudadanos) se ven involucrados en la disputa de los dos Ivanes.


Una hermosa reflexión sobre la amistad y la vida (contadas en un estilo grotesco y sirviéndose de retratos realistas de los personajes) a la que el lector no puede ser del todo ajeno, pues ¿quién no se ha peleado con su mejor amigo por un asunto sin importancia y, cuando se ha resuelto el problema, no ha pensado qué estúpido ha sido al haber concedido tanta importancia a un asunto nimio…?


A.G.


martes, 15 de marzo de 2011

Lecturas recientes: Pulp


Pulp (1994)

Charles Bukowski

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La última novela de Bukowski es quizá la menos autobiográfica de sus obras. A Charles Bukowki, uno de los chicos malos de la literatura norteamericana, no había nada que le gustara tanto –a un nivel parecido que el alcohol y las mujeres- que contar su propia vida, o recrearla mediante su alter ego, Henry Chinaski. Chinaski aparece, no obstante, en Pulp, pero no pasa de ser un cameo. El verdadero protagonista de la novela es Nick Belane, un estrafalario detective privado, incompetente hasta la extenuación, que sobrevive gracias a (o a pesar de) su extensa red de trampas. A todos les debe dinero, con todos se pelea. A diferencia de las “novelas de Chinaski”, en Pulp Bukowski introduce elementos sobrenaturales y de ciencia ficción. En este sentido, evoca las historias de Raymond Chandler, que también transcurren en Los Ángeles, y presenta ciertas similitudes con algunas obras de Dashiell Hammet... salvando las distancias, claro.

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El día en que sus caseros están decididos por fin a echarlo de su piso por impago, Belane recibe diversos encargos. En primer lugar, La Muerte le encomienda la búsqueda de uno de sus clientes, un tal John Barton, que por alguna extraña razón parece habérsele escapado de las manos. A la vez, un marido cornudo recurre a sus servicios con el objetivo de obtener pruebas concluyentes de la infidelidad de su esposa. Un viejo conocido le pide que busque al Gorrión Rojo (un guiño grotesco a El halcón maltés), y un extraño cliente solicita sus servicios para eliminar a una exuberante extraterrestre que lo trae por la calle de la amargura. A todo esto hay que unir el propio interés de Nick Belane por ir tras la pista de Ferdinand Céline (el celebérrimo escritor francés autor de Viaje al final de la noche, otro enfent terrible, como Bukowski), a quien, al parecer, se ha visto merodeando por algunas librerías de la ciudad. A partir de aquí, se desarrolla una complicada trama que enreda en un lío rocambolesco a Cindy Bass (la adúltera), el cliente de La Muerte, el extraterrestre y la propia Muerte. El Gorrión Rojo, por su parte, no aparece por ningún lugar, mientras la vida de Nick Belane se complica cada vez más.

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Pulp no es, en definitiva, más que una parodia de los pulp que proliferaron en Estados Unidos. Hay quien, sin embargo, ha querido ver un paralelismo evidente entre la novela y Pulp Fiction, la película de Tarantino. Ambas, es cierto, tienen episodios casi surrealistas y están repletas de personajes absurdos y de baja estofa. También son tristes, en un cierto sentido. En fin, un paralelismo sorprendente y no sé si algo traído por los pelos, pues de hecho este poso de decepción y melancolía que encontramos en Pulp es, sin duda, una de las marcas propias de la prosa de Charles Bukowski.

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A pesar de tener la apariencia de ser un relato divertido y fantástico, Pulp no está exenta de la habitual crítica social que Bukowski suele verter en cada uno de sus novelas. De nuevo se burla de los convencionalismos imperantes y de las normas establecidas. Bukowski critica la corrupción policial, la violencia cotidiana, la incomunicación como forma de vida, la absurda guerra de sexos, el consumismo, los abogados y los psiquiatras. También se burla de la muerte, lo grotesco de nuestra existencia y la futilidad de los absurdos objetivos que nos marcamos en la vida.

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A.G.

domingo, 13 de marzo de 2011

Lecturas recientes: Azul casi transparente



Azul casi transparente (1976)
Ryu Murakami

La historia que nos cuenta esta exitosa novela es bien sencilla. No podemos decir que tenga un argumento claro, si bien a lo largo de sus páginas transcurren varias tramas en las que se ven involucrados sus personajes y que no son fáciles de resumir. El narrador, Ryu, es un drogadicto bisexual de diecinueve años que vive en Tokio y mantiene una relación imprecisa con Lilly, una prostituta que fue modelo de modas. La mayor parte de las escenas del libro presentan a los dos, o a Ryu con sus amigos, tomando drogas o hablando de ellas. A través de sus ojos descubrimos a sus amigos Ikonawa y Yoshima, ambos yonkis, o a sus novias Kei y Reiko.

Se trata en realidad de una sucesión de capítulos cortos en los que se describe unos pocos días en la vida de una panda de adolescentes. Podemos decir, por tanto, que Azul casi transparente es un viaje, un cuento de la vida cotidiana donde cada día se llena de sexo en grupo, alucinaciones, prostitución, violencia y suicidio. Mediante una narrativa rica en imágenes, Murakami retrata a un grupo de amigos encerrados en un ciclo destructivo de sexo y drogas en el Japón de los años 70.

Una de las escenas del libro nos muestra a Ryu y Lilly tomando mescalina y conduciendo sin rumbo en medio de una tormenta. Otra escena, quizá donde se mejor se aprecia el “antisentimentalismo” y la frialdad del tratamiento del autor, la violencia y el erotismo más crudo, es una orgía en la que toman parte, junto a Ryu y sus amigos, soldados norteamericanos de una base próxima. El libro concluye con una breve carta de Ryu a Lilly, en la que le pregunta dónde está ahora y le pide que se ponga en contacto con él.

En un primer momento, el lector se ve sorprendido por el escaso sentido del tiempo a lo largo de toda la novela, debido a la ausencia de conectores. Vagamente se intuye que los acontecimientos que se narran ocurren durante varias semanas o meses y que quizá no estén contados en orden cronológico. Sin embargo, apreciamos poco a poco que algunas escenas contienen detalles que hacen referencia a otras escenas, de tal forma que no tardamos en comprender que el libro está en realidad cuidadosamente estructurado; lo cual no es fácil de discernir, debido quizá a la gran cantidad de personajes que ululan por sus páginas.

Una lectura más cuidadosa nos permite deducir que la narración se inicia a comienzos del verano y dura siete días. El narrador (Ryu recordando los acontecimientos del libro), al contrario de lo que ocurre con el personaje (Ryu viviendo los acontecimientos del libro) parece interesado de verdad en las relaciones y estados emocionales de otros personajes del libro. El narrador se centra en la descripción de cosas externas, mientras presenta diálogos entre los personajes. Demuestra su habilidad y motivación para describir cosas que parecen irrelevantes a sus pensamientos y los de la gente que le rodea, con interés y distanciamiento. Uno comienza a sentir que el libro no es ya tan divertido como había pensado al comienzo, y sí más emotivo.

De hecho, Ryu parece gustar a sus amigos, que lo consideran el más observador y socialmente consciente de todos. El narrador, que describe cosas con calma, parece una versión incluso más observadora de Ryu, lo cual relaja la lectura.

Tal como está escrito Azul casi transparente, todo parece ser simple, no hay tabúes ni nada que esconder, sin bien percibimos con claridad el asunto principal, que no es precisamente baladí, de que trata la novela: la caída en decadencia de la sociedad en las drogas, el sexo y la violencia. Al mismo tiempo, percibimos la inocencia y pureza de los personajes, unos seres que se encuentran absolutamente perdidos en un mundo terriblemente insensible, un Tokio sin alma. Uno, de hecho, no puede evitar entristecerse por ellos, los protagonistas de una triste historia de juventud perdida.

Ryu Murakami escribe de un modo instintivo, sin artificio, lo cual hace que la novela sea muy fácil de leer. Las cosas que se describen pueden a veces parecer terribles, pero nada es peor que lo que no se dice, las consecuencias de cada acto.

Azul casi transparente fue la primera novela publicada por el entonces estudiante Ryu Murakami, quien hoy en día es un escritor y director de cine prestigioso en Japón. (No debemos confundirlo con el otro Murakai, Haruki, autor entre otras novelas de la fascinante y conmovedora Tokyo Blues, que ya comentamos en este blog). La novela que nos ocupa recibió el Premio Akitagawa, uno de los más prestigiosos de las letras japonesas. Fue tal su éxito inmediato que vendió más de un millón de ejemplares en seis meses. En definitiva, una novela que no deja indiferente, eso os lo puedo asegurar. Una novela de contrastes, violenta y cruda, que mueve a la reflexión. ¿No es eso acaso uno de los principales valores de la buena literatura?

A.G.

jueves, 10 de marzo de 2011

Lecturas recientes: Invisible


Invisible (2009)

Paul Auster

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No me habría gustado comenzar mi reseña afirmando que cuando terminé el libro tuve la impresión de que no había entendido gran parte de lo acaba de leer, pues sería una exageración; digamos que es sólo una manera de decir las cosas. Es bien cierto, no obstante, que Invisible es una novela compleja con historias dentro de cada historia (a fiction within the fiction, un esquema con el que estamos familiarizados los lectores de Auster), escrita desde diferentes puntos de vista narrativos por diversos narradores, con continuos flashbacks e historias de amor interrelacionadas (apasionadas, complejas y hasta incestuosas) con un hombre joven, Adam Walker, en el centro de todas ellas.

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Corre el año 1967 y Adam Walker es un estudiante de segundo curso en la Universidad de Columbia; un judío americano notablemente guapo y dotado intelectualmente que nace el mismo año que Paul Auster, quien también estudió en Columbia.n muchacho de veinte años que se describe a sí mismo como alguien que no sabe nada. Sin embargo, siente un apetito irresistible por los libros y el deseo de convertirse en poeta. En este sentido, Invisible es un “bildungsroman”. Seguimos, en efecto, la vida de Adam a través de los ojos de varios narradores, desde su juventud hasta los recuerdos que algunos personajes tienen de él años más tarde, una vez que ha muerto.

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Adam conoce en una fiesta a Rudolf Born, un profesor franco-suizo visitante de su universidad, y a su novia Margot Jouffroy, una guapa francesa, sensual y seductora, por quien Adam se siente atraído sexualmente. Born es un hombre de opiniones políticas contradictorias, y con frecuencia explosivas, del que sospechamos contactos con la inteligencia militar francesa y americana, el espionaje y el “trabajo sucio”; el villano clásico. Born le propone a Adam Walker financiar una revista literaria que editará el propio Adam.

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Durante una cena organizada por Born para celebrar el futuro nacimiento de la revista literaria, éste le pregunta a Adam, delante de Margot, si le gustaría abrazar el cuerpo desnudo de su novia entre sus brazos. Adam se siente presionado. Por temor a ofender a Born, admite que sí le gustaría. Es una trampa, pues Born se marcha de viaje a Francia y Adam y Margot viven cinco intensos días de pasión en el propio apartamento de Born. Margot se convierte en la “instructora amorosa” del joven Adam. A su regreso de París, Born no tarda en averiguar que ha sido traicionado y anuncia su compromiso con otra mujer, Hélène, cuyo marido lleva una larga temporada en coma debido a un accidente de tráfico. Margot se marcha a París.

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Pero algo ocurre que frustra los planes de Adam. Mientras Born y él pasean por la calle, los asalta un atracador, Cédric Williams, que los amenaza con una pistola que, más tarde sabemos, no estaba cargada. Born apuñala al muchacho. Un asesinato brutal del que al final de la novela no tenemos certeza si ha ocurrido en realidad o es sólo un producto de la imaginación de Adam. El propio Adam nos cuenta que dejó a Born en el lugar del crimen y fue a informar a la policía. Cuando regresa, ni Born ni Cedric están allí. Más tarde el cuerpo del muchacho asesinado es sacado de las aguas del río. Born huye a París, donde Adam no tardará en encontrarse con él cuando viaje allí para continuar sus estudios.

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En París, Adam también conoce a Cécile Juin, una chica inocente, la hija de Hélène. Cécile se enamora de Adam, pero el sentimiento no es recíproco. Adam trata de utilizar a Cécile y a su madre para vengarse de Born, cuyo crimen no ha conseguido olvidar, se siente aún culpable por no haber conseguido que detuvieran a Born en Nueva York.

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Sin embargo, no son ni Margot ni Cécile quienes realmente despiertan la pasión del joven Adam. Es su hermana, Gwyn, con quien asegura haber mantenido durante un mes en París una relación sexual incestuosa cuya existencia niega su propia hermana, una vez muerto Adam.

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La historia es retomada en 2007 por Jim Freeman (un conocido de Adam en Columbia), que ahora es una famoso novelista. Un día recibe un paquete que contiene el texto que conforma la primera parte de la novela (la fiesta donde Adam Walker conoce a Born y Margot, sus cinco días de pasión, el asesinato de Cédric y la huida de Born) y una carta de Walker en la que explica que va a morir de leucemia y le gustaría que Jim le aconsejara acerca de sus memorias. De este modo nos enteramos de que Adam, que estuvo casado felizmente con una mujer de color, no logró jamás el éxito literario que perseguía. Murió mientras escribía sus memorias, que dejó finalmente inconclusas. En los capítulos y anotaciones que envía a Jim, Adam escribe sobre la muerte de su hermano a los siete años y su relación sexual con su hermana, quien como hemos visto la niega absolutamente.

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Al comienzo de esta reseña afirmé que al terminar de leer el libro me quedé con la sensación de no haber captado gran parte del mensaje, de la historia misma que Auster cuenta. Quizá sea porque la novela no parece tener un final sensu stricto. La narración queda violentamente interrumpida con la última anotación que hace Cécile en su diario, donde relata su reencuentro con Born, tantos años después, en una remota isla del Caribe. Cécile Juin, ahora una erudita de mediana edad (con quien Adam compartía el gusto por la literatura griega) le envía a Jim una fotocopia de su diario. En él cuenta su inquietante visita a Born, quien le propone que edite sus memorias e incluso que se case con él. Cuando ella rechaza su propuesta, él le hace una última y fea revelación (hay que leer el libro para saber de qué se trata) y se marcha de allí. Precisamente la grotesca imagen final (¿cómo interpretarla?), junto con el gusto de Auster por la coincidencia y los propios personajes, casi prototípicos (un personaje central demoníaco, un héroe torturado y unos personajes femeninos extrañamente pasivos), proporcionan a la novela el carácter de una historia oscura, casi gótica.

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Como en gran parte de sus otras novelas, la verdad reside en algún lugar entre las palabras. Otra cosa es saber cuál es esa verdad. No hay que olvidar que los personajes de la narración de Adam Walker cuentan su propia versión de la historia. Creo que cada lector puede hacer una interpretación personal del relato (he ahí precisamente gran parte del encanto de esta novela). Habrá probablemente quien piense que la relación incestuosa entre Adam y su hermana (narrada de forma espléndida; sin escatimar en detalles, pero con una delicadeza y una contención en el lenguaje a la altura de muy pocos) no es más que una invención suya, aunque uno puede también inclinarse a pensar que los hechos sucedieron en realidad y que si Gwyn se lo desmiente a Jim Freeman es por un motivo fácil de imaginar.

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Tal como ocurre en los escritos de Auster, la narrativa está fascinada por el acto de su propia creación. Walker es un escritor que apenas escribe (esboza poemas que corrige sin mucho éxito aparente, y su único libro, una colección de poemas, apenas si se vendió). Al final, con sus diferentes capas de acrecimiento editorial, sus memorias resultan ser algo que no es suyo en absoluto. Adam Walker ha cobrado vida en realidad gracias a otras manos.

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En definitiva, Invisible es una novela fascinante, simple en apariencia pero tremendamente compleja, intrigante y cautivadora, cuya narración se mueve rápida y fácilmente, de un modo un tanto sinuoso. La prosa de Auster se ajusta a lo que podríamos llamar el canon de la literatura contemporánea norteamericana: su escritura es fresca, directa y enérgica.

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A.G.