Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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domingo, 25 de octubre de 2015

Lecturas recientes: El halcón maltés


El halcón maltés (1930)
Dashiel Hammet

Ambientada en San Francisco en diciembre de 1928, esta obra maestra de la literatura del siglo XX presenta a Sam Spade, el detective privado que sedujo a toda una generación de lectores y sirvió como modela del gran Philip Marlowe, el protagonista de las novelas de Raymond Chandler.

La novela comienza cuando Brigid O’Shaughnessy contrata a Spade y a su compañero Miles Archer para protegerse de Thursby, su ex pareja, con la excusa de que busca a su hermana perdida. Pero Archer y Thursby son asesinados y Spade se ve obligado a intervenir para que no se airee su relación con Iva, la mujer de Archer. Sin embargo, todas las personas implicadas parecen más interesados en encontrar una misteriosa escultura. En efecto, Spade recibe ofertas de dos hombres, Cairo y Gutman, para encontrar el Halcón Maltés, una pieza incrustada de joyas valiosísimas que perteneció a los legendarios Caballeros de Rodas. Brigid, que no tiene tanto dinero como los otros, intenta seducir a Spade y consigue convencerlo para que colabore en su plan de vender la estatua a sus anteriores compañeros: Cairo, Wilder y Gutman. Los primeros dos personajes son retratados como homosexuales, mientras en el tercero es un sádico que abusa de su hija. Todos ellos amenazan la vida de Spade de diferentes maneras, pues tratan de descubrir lo que él y Brigid saben del halcón. Contra ellos Spade emplea su fuerza física y mental, a su fiel secretaria Effie Perrine y su buen entendimiento con los policías de San Francisco Dundy y Polhaus. Dundy, sin embargo, acaba volviéndose en su contra. Spade no encuentra más que hostilidad en todas partes. Pasa la noche con Brigid y registra su apartamento antes de que ella se levante.

El estilo objetivo de la narrativa de Hammett le impide al lector saber que Spade sabe que Brigid mató a Archer. También se entera de la historia de la escultura de boca de Gutman, quien lo droga. Golpeado por Wilmer, Spade se despierta a tiempo de recibir el halcón de Jocaby, el moribundo capitán del barco La Paloma, al que ha disparado Wilmer. Brigid y sus compinches le tienden una trampa a Spade, pero cuando les muestra el halcón, descubren que éste es una falsificación de plomo.

Finalmente, todos huyen excepto Brigid, que le sugiere a Spade que se escape con ella. Pero éste le enumera los motivos por los que no puede. Entre ellos se cuenta su conocimiento acerca de la identidad del asesino de Archer.

Al final Spade entrega a todos a la policía. Una vez cumplidas sus obligaciones legales y habiendo preservado su integridad profesional y personal, Spade ha de hacer frente el día siguiente a Effie, que está enfadada por su traición al amor de Brigid. Effie siempre ha creído en la inocencia de Brigid. Spade ha de enfrentarse también a Iva Archer, que le está esperando en su despacho.

La tercera novela de Dashiell Hammett, El halcón maltés establece el patrón por el que todas las novelas de detectives siguientes habrían de ser juzgadas. La novela negra se había convertido en un género estereotipado, flácido e insignificante, pero la prosa limpia, la facilidad para el diálogo de Hammett y unos personajes dotados de un lenguaje peculiar y motivaciones convincentes dieron como resultado una obra maestra.

El detective duro no es en realidad una invención de Hammett. Sin embargo él lo convirtió en un personaje que los lectores podían identificar fácilmente: un ser solitario de ojos pequeños y brillantes, dotado de una determinación tal que lo lleva a deshacer entuertos y lograr justicia. Su implicación en el mundo no es cínica, sino apasionada. Con todo, sus éxitos están siempre ensombrecidos por unos toques de pérdida y fracaso. Este concepto se ha filtrado a lo largo de los años en las obras de numerosos escritores del género; desde Raymond Chandler a John Le Carré.

Sam Spade no confía en la policía ni en ninguna otra autoridad. Trata a las mujeres de un modo que a veces parece desconsiderado, si no abiertamente irrespetuoso. Tal es el caso cuando seduce a Iva, la mujer de su compañero, o cuando amenaza a Brigid con registrarla delante de otros hombres. Su sentido de la lealtad no está muy claro, pues acepta dinero y consiente en ayudar a gente con deseos contrarios a los suyos.

Los tres personajes femeninos principales, sobre todo Brigid O’Shaughnessy, responden al magnetismo sexual de Spade. Él, sin embargo, subordina al final sus deseos a un bien superior, hasta el punto de entregar a Brigid a la policía.

Brigid O’Shaughnessy es un buen ejemplo del arquetipo de femme fatale: la mujer hermosa y manipuladora que se sirve tanto de la mentira como de su sexualidad, en combinación con una apariencia de mujer desamparada, para conseguir que los hombres hagan lo que quiere, aunque en realidad sea bastante autosuficiente y peligrosa.

El halcón maltés fue publicado por primera vez por entregas en la revista Black Mark, a partir de septiembre de 1929. Fue publicada en forma de libro el año siguiente. El editor, Blanche Knopf, trató de rebajar la abierta sexualidad de la versión de Black Mask, pues temía que las referencias a la homosexualidad de Joel Cairo espantaran a los lectores. Sin embargo prevaleció el criterio de Hammett, que opinaba lo contrario.

Probablemente la mejor novela norteamericana de detectives, El halcón maltés fue reconocida como tal tras su publicación. Incluso hoy en día pocos son los críticos que discrepan acerca su relevancia. Raymond Chandler, que tanto le debía al padre de Sam Spade, jamás dejó de elogiar la obra maestra de Hammett.

La novela ha sido adaptada numerosas veces a la pequeña pantalla. La versión de 1941, interpretada por Humphrey Bogart, Mary Astor, Peter Lorre y Sydney Greenstreet, está considerada un clásico inmortal del cine negro.

A.G.

sábado, 17 de octubre de 2015

Sorpresas gratas: Presunto inocente


Presunto inocente (1987)
Scott Turow

Basada en la propia experiencia del autor como fiscal de Chicago, esta brillante novela presenta un retrato detallado y realista del mundo judicial de una ciudad imaginaria del Medio Oeste. Pero eso no es todo...

Rozat Rusty Sabich es ayudante jefe del fiscal del condado de Kindle y está ayudando en la reelección de su amigo Raymond Horgan. Las elecciones determinarán si Rusty tiene o no trabajo. Si las gana Horgan, se quedará. Pero si las pierde, está acabado.

Rusty es un hombre apasionado y taciturno. Un hombre solitario que tiene la impresión de que a sus casi cuarenta años, tanto su matrimonio como su carrera se han estancado. Sus sentimientos se centran en el amor a su hijo, Nat, y sus perdurables y desesperadas fantasías con su colega Carolyn Polhemus, la amante que no hace mucho tiempo puso fin de manera abrupta a su relación de seis meses.

A unas semanas de las elecciones, Carolyn aparece asesinada en su apartamento. Carolyn es madre divorciada y tiene una vida muy promiscua. Es una mujer sin escrúpulos y amante del peligro. Los indicios apuntan a que fue brutalmente violada por alguien que la conocía bien y en quien ella confiaba. La pérdida es particularmente impactante para Rusty, que aún está enamorado de ella. Horgan asigna a Rusty la investigación del crimen, desconociendo la breve pero apasionada relación de éste con la víctima.

Rusty ha de manejar la investigación del asesinato a pesar del conflicto de intereses que nadie más conoce, para lo cual cuenta con la ayuda de Dan Lip Lipranzer. Al principio se sospecha de delincuentes sexuales que Carolyn ayudó a condenar. Rusty se entera de que Horgan tuvo una breve relación con Carolyn. Mientras tanto, el matrimonio de Rusty hace aguas desde que su mujer, Bárbara, supo de la relación de la aventura de su marido. Aunque siguen viviendo juntos, Bárbara no ha perdonado a su marido y jamás podrá hacerlo.

Rusty no tarde en darse cuenta de que el caso no parece ir a ninguna parte debido a la falta de evidencia y pistas. Su fracaso en la investigación conduce a la derrota de Horgan en la elección. Enfadado y frustrado, Horgan decide conspirar, utilizando todas las poderosas armas que tiene en su mano, para incriminar a su subordinado.

En efecto, una serie de pistas circunstanciales conducen a la fiscalía a acusar a Rusty del asesinato y violación de Carolyn: llamadas desde su casa a Carolyn la noche del asesinato, un vaso de cristal con sus huellas, fibras de la alfombra de la casa de Rusty encontradas en la de Carolyn. El recién elegido fiscal general del condado Nico Della Delay Guardia trata de aportar, con la ayuda de su ayudante Tommy Molto, toda la evidencia posible contra Rusty, quien se ve obligado a contratar para su defensa a Alejandro Stern. Sandy es un abogado argentino que ha sido contrincante de Rusty durante los últimos años. Rusty sólo puede confiar en él y un misterioso expediente B.

Comienza entonces el juicio. Acusación y defensa interrogan a los testigos. La suerte de Rusty da un giro de ciento ochenta grados con la declaración del experto forense, cuyo testimonio no se sostiene en pie. Rusty se entera, además, de que el juez también tuvo una relación con Carolyn y de que el propio juez, Carolyn y Horgan aceptaron sobornos de sospechosos. Y por si fuera poco, la defensa no es capaz de encontrar el vaso con la huella de Rusty.

El juez resuelve que la falta de evidencia hace inviable la continuación del juicio y la propia defensa retira los cargos contra el acusado. El caso queda desestimado antes siquiera de ser enviado al jurado para su deliberación.

Rusty regresa a casa, a salvo de la cárcel, pero su vida no volverá a ser jamás la que fue. Su mujer no está dispuesta a perdonarle y no tarda en aceptar un trabajo en Detroit, lejos de él. Aliviado de las tensiones del juicio, Rusty consigue por fin juntar todas piezas, aparentemente inconexas, del caso y averiguar la identidad del asesino y los motivos que lo llevaron a cometer el crimen.

Presunto inocente, la primera novela de Scott Turow, se convirtió en un éxito inmediato. No en vano, permaneció cuarenta y cinco semanas en las lista de los libros más vendidos del New York Times. Es, sin duda, una de las más brillantes novelas de intriga judicial. Una obra fascinante y profundamente reflexiva.

Turow engancha al lector gracias no sólo a las poderosas tensiones y reverberaciones de la historia, sino a la realidad del mundo que ha creado. Presunto inocente recrea como pocas novelas, con verosimilitud e inteligencia, los mecanismos de la justicia, su psicología, su drama y su lógica. Además, da vida a unos personajes memorables, dotándolos de una riqueza y complejidad extraordinarias. Unos personajes que habitan un mundo violento en el que imperan la doble moral y los conflictos de lealtades. Un mundo donde la verdad nunca está clara y donde la culpa es una pesada carga. Un mundo que nos recuerda al nuestro propio, hasta el punto de cautivar al lector incluso después de la resolución del misterio.

Tal como indica el título de la novela, ésta nos demuestra que no existe la auténtica inocencia. Tan sólo la presunción de inocencia, un término legal y un reconocimiento de la inefabilidad del motivo humano y la imposibilidad de establecer juicios concluyentes de culpabilidad. En gran parte, la verdad que encierra la novela emerge no tanto del juicio de Rusty Sabich como de sus meditaciones. Éstas revelan un temperamento melancólico y filosófico. En efecto, la inquietante ambigüedad moral parece revelarse como una experta interpretación de verosimilitud por parte de Turow.

A.G.