Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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sábado, 14 de abril de 2018

Lecturas recientes: Kokoro


Kokoro (1914)
Natsume Soseki

Ésta es la historia de la amistad entre un joven narrador y un hombre sabio mayor (Sensei), un hombre lleno de belleza, amor y memorias cautivadoras. Ambos personajes, uno al comienzo y otro al final de su vida, luchan por comprender sus destinos, con la pesada carga de la cultura y la memoria. Nadan, pasean y discuten, mientras ven el cambio que experimenta Japón.

La novela está dispuesta en tres partes, las dos primeras narradas por el joven anónimo, y la última, en forma de carta, que le escribe el hombre mayor al que admira, y al que llama Sensei.

El narrador recuerda el día en que conoció a Sensei en Kamakura, durante unas vacaciones de verano. Su compañero de viaje, estudiante universitario como él, había regresado a casa para cuidar de su madre enferma, y después de dar un baño en el mar, el narrador se da cuenta de la presencia de un hombre que despierta su interés. El narrador explica cómo se sintió atraído por Sensei. Sin embargo, la razón de esta atracción no queda clara, y el lector está tentado de considerar la posibilidad de la existencia de un elemento sexual. El narrador, por su parte, parece satisfecho con presentar esta relación como la propia entre un mentor y estudiante.

Mediante la sucesión de capítulos muy cortos, que trocean la narración de un modo un tanto artificial en pedacitos de dos páginas, el narrador relata la creciente amistad entre los dos. El narrador busca la amistad de Sensei, yi éste está dispuesto a tolerarla. Obviamente, Sensei comprende que el narrador está buscando compañía y guía que no puede encontrar entre los de su propia edad.

El narrador visita a menudo a Sensei, y cuenta algo de lo que hablan, pero habitualmente se trata tan sólo de generalidades. Hay ciertas pistas de la existencia de algo más en la historia de Sensei, que incluye frecuentes peregrinajes a un cementerio, pero el narrador no entra de lleno en ello. Sin embargo, menciona indicios de un oscuro secreto, y la insistencia de Sensei en que no hay nadie en que se pueda confiar del todo. Ambas cosas son dosificadas a lo largo de la historia, con el fin de mantener el interés del lector.

El padre del narrador enferma gravemente, mientras el narrador completa sus estudios en Tokio y, aún inseguro acerca de qué hacer consigo mismo, también pasa tiempo con su familia. Ellos, por su parte, albergan la esperanza de que Sensei sea capaz de encontrarle una posición decente, aunque de hecho Sensei no es de ninguna utilidad a este respecto, pues de hecho vive apartado del mundo y carece de cualquier influencia para lograr tal fin.

La salud del padre del narrador empeora, hasta encontrarse cerca de la muerte. Por si una crisis relacionada con la figura paterna no fuera suficiente, el narrador recibe una larga carta de Sensei y se marcha precipitadamente de Tokio para intentar salvarle. En realidad, jamás llegamos a saber si consigue hacerlo, pero puesto que no leyó la carta inmediatamente, parece bastante improbable.

La tercera sección del libro, llamada “El testamento de Sensei”, consiste enteramente en la lectura de la citada carta, una nota de suicidio que abarca aproximadamente la mitad de la novela, y cuenta una historia totalmente diferente, pues Sensei revisita la época en que tenía la edad del narrador. Privado de la gran parte de su herencia mientras se encontraba en la universidad, Sensei se convirtió en un hombre desconfiado. Y lo que es incluso peor, no obstante, se vio envuelto en una especie de triángulo amoroso que terminó muy mal. Uno de los motivos por lo que le fue mal en su juventud fue que Sensei no solía hablar ni actuar, acorralado por las expectativas y normas de la sociedad japonesa, y por su propia debilidad. Por todo ello, es fácil entender por qué Sensei se convirtiera en el hombre que llegó a conocer el narrador; jamás consiguió abrirse a su mujer, quedando destrozado por ello hasta el final. Incluso en el momento de su muerte es incapaz de revelar la pesada carga que lleva sobre sus hombros, con el deseo de que ella nunca sepa la verdad.

Sensei parece tener la intención de enseñar una lección al narrador, pero también expresa su deseo de haberle contado su historia en persona (lo cual no pudo hacer debido a las obligaciones de narrador con su padre), sugiriendo que buscaba la absolución y un salvador, alguien que pudiera hablarle con condescendencia. La novela concluye con el final del testamento de Sensei. Por tanto, no hay confirmación de su muerte o descripción de lo que encontró el narrador cuando llegó a Tokio.

Una sucesión de capítulos muy cortos trocean la narración artificialmente en pedacitos de dos páginas, lo cual evita el desarrollo de una cierta intimidad. Muchos detalles (desde los nombres a lo que estudian los personajes en la universidad, y hasta el contenido de sus conversaciones) son vagos y poco o nada específicos. Con todo, el motivo por el que funciona la narración es que Sensei revela algo al final, explicando lo que ocurrió en el pasado que marcó tanto su vida; la explicación se presenta de tal manera, es construida tan cuidadosamente, que el lector siente que se la permitido conocer un gran secreto.

Kokoro, que significa corazón en japonés, y como tal es un estudio psicológico del corazón de las cosas que desafía la categorización fácil: no es una novela de amor, aunque cuenta una historia de amor; no es una historia sobre la transición a la vida adulta, aunque un hombre joven busca consejo de un hombre mayor; no es simplemente una meditación psicológica sobre las obligaciones familiares durante el periodo de modernización de Japón. Es más bien le mezcla de las tres lo que ofrece Soseki: una mirada al complejo funcionamiento del corazón humano.

En cuestión de estilo, tampoco es fácil ubicar a Kokoro. La primeras dos secciones son narradas por un joven estudiante universitario que traba amistad con un hombre mayor al que espía en una playa, mientras habla con un extranjero. La última sección de la novela, por su parte, es una carta de este hombre mayor que explica un acontecimiento que ocurrió cuando era joven. No hay respuesta del narrador original ni resolución del asunto, de tal manera que el lector se queda, como el mismo narrador, sin más explicación que la epístola de Sensei.

Kokoro es una novela elegante escrita durante el llamado Período Meiji (1868-1912), durante el cual Japón se occidentalizó de un modo un tanto dramático. Una novela engañosa, cuyas capas entrelazadas acaban desplegándose no sin una ardua reflexión. El idealismo de la juventud aparece yuxtapuesto a la tristeza cínica del existencialismo moderno. En definitiva, una reseña del Japón de la épico, un bildungsroman y una trágica historia de amor. Una novela muy japonesa que difícilmente se adaptaría a los esquemas de la novela europea de la época. Una novela extraña y difícil, pero que merece la pena leer, pues atrapa al lector, crea y desarrolla complejidades de una escena a otra hasta que éste acaba absolutamente involucrado, y luego recompensa sus expectativas con respuestas y más preguntas. Soseki logra esto gracias a un diseño de ecos y repeticiones que le muestran al lector la inherente fragilidad moral de la humanidad y cómo ésta conforma la existencia humana.

A.G.