Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
.

miércoles, 28 de enero de 2015

Lecturas recientes: Pasaje a la India


Pasaje a la India (1924)
E.M. Forster

Passage O soul to India!
Eclaircise the myths Asiatic, the primitive fables
(Walt Whitman, Leaves of Grass.
Book XXVI ‘Passage to India’)

En un intento de alejarse de la tendencia general de las novelas sobre la India, E.M. Forster no trata de presentar en esta novela ni el punto de vista británico ni el nativo, sino una simple y llana impresión personal del asunto, no exenta, como el propio autor reconoce, de ciertos prejuicios y limitaciones. La novela fue escrita en una época en que el final de la presencia colonial británica en la India se veía cada vez más próximo.

Mediante el uso de dos poderosas armas que sabe utilizar con destreza (la imaginación y el humor), el autor elabora una historia sencilla, mas tremendamente profunda y conmovedora, del contacto entre el Este y el Oeste, personificado en las figuras del doctor Aziz y Cyril Fielding. La novela no sólo discute la presencia colonial en la India (sus aciertos y errores, y el modo en que la población india nativa es oprimida por la administración británica), sino que expone cómo la amistad intenta, no siempre con éxito, superar la brecha entre el colonizador británico y la India colonizada. En el resto de personajes, el contacto está presidido por las convenciones, pero en este caso es distinto, puesto que ambos hombres son amigos, pues sienten el uno por el otro un afecto sincero.

La trama principal de la historia comienza a desarrollarse con la llegada a la India de dos viajeras inglesas, Adela Quested y su madre, quienes no tardan en demostrar una cierta simpatía, cada una a su manera, por el país y sus gentes. Como invitadas del doctor Aziz, un miembro respetado de la comunidad musulmana, hacen una excursión a las cuevas de Barabar, donde Miss Quested pierde la cabeza y acusa a Aziz de haber tratado de abusar de ella. Aziz es arrestado; el Este y el Oeste confrontan sus prejuicios y convenciones. Fielding cree que Aziz es inocente y rompe con su propio orden para apoyarle. Ninguno otro inglés cree en la inocencia de Aziz. El jefe de policía piensa incluso que el carácter indio alberga en su interior una enraizada criminalidad. Pocos dudan que Aziz no vaya a ser declarado culpable, puesto que la palabra de una mujer inglesa tiene infinitamente más peso que la de un indio. A pesar de su ayuda, Aziz sospecha que ha de llegar el día en que Fielding le traicione.

En el juicio, delante de magistrado nativo, Miss Quested retira sus acusaciones y Aziz es absuelto. Sin embargo, en la confusión resultante, Fielding, en contra de su voluntad, es fiel a su sangre y protege a Miss Quested, de modo que Aziz y él acaban distanciándose. Como mucha gente de su clase social, la relación de Aziz con la administración británica es en cierto modo ambivalente. Ve a la mayoría de los británicos tremendamente groseros, pero está encantado de que una inglesa, Mrs. Moore, intente ser su amiga. Fielding quiere ser amigo de Aziz, y Aziz quiere ser su amigo, pero la India se niega. Forster sugiere que los dos hombres nunca podrán ser amigos hasta que los ingleses se marchen de la India.

La lectura de esta novela nos deja la impresión de que la mezcla de razas es un problema realmente complejo. Forster parece inclinarse hacia su propia raza; pero más que el peso de su sangre, resulta decisivo su acertado juicio de las dificultades que el propio problema suscita.

Haciendo uso de una mezcla acertada de ambientación realista y reconocible y un tono místico igualmente creíble, Un pasaje a la India muestra a su autor como un estilista excelente y un juez perspicaz y agudo del carácter humano.

Pasaje a la India, cuyo título tomó Forster del poema de Walt Whitman, obtuvo el premio James Tait Black Memorial de ficción en 1994 y está reconocida como una de las mejores novelas de la literatura inglesa de todos los tiempos.

A.G.

sábado, 24 de enero de 2015

Efémerides: 50 aniversario de la muerte de Winstonn Churchill


50 Aniversario de la muerte de Winston Churchill


Continuous effort - not strength or intelligence -
is the key to unlocking our potential.


El 24 de enero de 1965, hace hoy cincuenta años, moría en Londres a los 90 años de edad Winston Churchill, premio Nobel de Literatura en 1953 por “su dominio de la descripción histórica y biográfica, así como su brillante oratoria en defensa de los valores humanos”.

Después de una breve carrera en el ejército,  Churchill se convirtió en miembro electo del Paramento Británico por el Partido Conservador en 1900. Más tarde desempeñó varios cargos de responsabilidad en gobiernos liberales y conservadores durante las primeras tres décadas del siglo. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Churchill adquirió un papel relevante en la política británica, que alcanzaría el zénit con su nombramiento como Primer Ministro y Ministro de Defensa en mayo de 1940. Ocupó este puesto hasta 1945.

Durante estos años le plantó cara al Nazismo con energía, sin rendirse a las adversidades. Abanderado de la libertad y la obstinada oposición a la tiranía nazi, no contemporizó jamás con Hitler y sus aliados, no se rindió nunca y alejó al pueblo británico del oprobio de la rendición, conduciéndolo la victoria final. No prometió nada a sus compatriotas, tan sólo “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”, pues el precio merecía la pena: la libertad. Y lo consiguió. Convenció a Roosevelt para que Estados Unidos entrara en el conflicto y condujera a las aguerridas tropas aliadas a la aniquilación del terror nazi.

Gracias a la victoria de Partido Conservador en 1951, Churchill volvió a convertirse en Primer Ministro, hasta su dimisión en 1955. La Reina de Inglaterra le concedió el Título de Caballero y le invistió con la insignia de la Orden de Jarretera. Recibió también una mención especial como ciudadano de honor de Estados Unidos de manos del presidente Kennedy.

En el día de hoy, es mi deseo recordar a uno de los hombres más importantes de nuestro siglo. Un hombre valiente, un amante de la libertad al que tanto le deben sus compatriotas y todos los hombres que como él están dispuestos al sacrificio máximo, a entregar su propia vida, por la libertad, el don más grande del que puede disfrutar el ser humano, por mucho que iluminados dementes pretendan hacernos creer lo contrario. RIP.

A.G.

miércoles, 21 de enero de 2015

Lecturas recientes: El tercer hombre


El tercer hombre (1947)
Graham Greene

Antes de entrar en detalle, creo que es importante conocer la génesis de esta breve novela, una obra maestra de la narrativa del siglo XX. El propio Greene la explica en una detallada introducción a la misma. La novela fue concebida en realidad como preparación para la escritura del guión de una película, para la que el autor contó con la colaboración del productor Alexander Korda y el director Carol Reed. Greene viajó a Viena en febrero de 1948 para documentarse, y fue en su segundo viaje a la ciudad cuando escribió la novela. A partir de ella confeccionó el guión de la inmortal película, protagonizada por Orson Welles y Joseph Cotten. El gran éxito de la película hizo que la novela fuera publicada más tarde. Sin embargo, el guión de la película difiere en algunos aspectos de la novela, tal como explica el propio Greene en la introducción.

El escritor americano Rollo Martins llega a la Viena ocupada por las cuatro potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial en busca de su amigo de la infancia, Harry Lime. Lime tiene un trabajo para él, pero cuando Martins llega a la ciudad descubre que su amigo acaba de morir después de ser atropellado por un coche y que su funeral va a tener lugar inmediatamente. A los pies de la tumba, Martins se encuentra con el mayor Calloway y la actriz Anna Schmidt, que llora desconsolada Convencido, tras unas primeras entrevistas, de que la muerte de Lime no fue accidente, Martins comienza a investigar por su cuenta. Sus pesquisas le llevan a buscar al otro testigo del accidente, “el tercer hombre”. La historia es contada por el mayor Calloway, testigo de primera mano tanto de la investigación, como del desenlace de la historia.

Martins descubre que la policía acusó a Lime de tráfico ilegal de penicilina y que su amigo es realmente culpable del delito que se le imputa. La evidencia de la implicación de Lime en la estafa golpea a Martín y le hace sentirse profundamente desilusionado. Hasta el punto de decirle a Calloway que se vuelve a Inglaterra. Sin embargo, descubre, para su sorpresa, que Lime sigue vivo.

En su reencuentro, Martins muestra su necesidad de saber si la acusación es verdadera o no; necesita saberlo de labios de su amigo, en quien aún confía, a pesar de las evidencias en su contra. Después de oír la propia confesión de Lime, la confianza de Lime en él desaparece totalmente, y más aún cuando Lime le pide a Martins que se una a él en su negocio. Martins se niega, a pesar de recibir la promesa de una gran fortuna a cambio. La carencia de humanidad de Lime irrita a Martin sobre manera. Martins piensa que debe hacer algo para evitar que Lime siga cometiendo la estafa y decide ayudar a la policía a arrestarle. Por muy fuerte que pueda ser una amistad, no significa nada en comparación con el valor de la humanidad.

Una verdadera amistad, tal como la muestra Greene, necesita amor, confianza y lealtad. Martins cree que la amistad significa amor. Cuando llega al cementerio para el “primer entierro” de Lime, Martins siente una lástima enorme por la muerte de su amigo de la infancia. El afecto que Martins siente por Lime es tan grande que llega a considerarle un héroe.

El segundo aspecto necesario de la amistad es la confianza. Martins confía en su amigo. Por eso no puede creer a Calloway cuando acusa a Lime de estar implicado en un asunto de contrabando. Para demostrar que la acusación es falsa, se compromete a hacer lo que esté en sus manos para probar su inocencia.

El tercer aspecto importante de la amistad que es presentado en la novela es la lealtad. La lealtad de Martins hacia Lime le lleva a defenderle y rechazar la acusación contra su amigo. Aunque empieza a darse cuenta de que Harry estaba haciendo algo ilegal después de oír la confesión de Kurtz, uno de los “conocidos” de Lime, la lealtad de Martins aún le lleva a defender a su amigo diciéndole a Calloway que ser un estafador es habitual en Viena. Lime y sus amigos han robado penicilina, la han diluido con polvo y agua coloreada y la han vendido en el mercado negro. Al descubrir la verdad, Martín siente una profunda desilusión. Sin embargo, una vez más, su lealtad hacia el amigo le lleva a defenderle. Le pide al coronel Calloway que le muestre la evidencia de la implicación de Harry, mas una vez mostrada ésta, la desilusión de Martins alcanza su clímax. Su deseo de defender a Lime se desvanece.

La necesidad de la lealtad en el amor o la amistad también se muestra a través de la caracterización de Anna, la novia de Lime, que nada sabe de la dura realidad que se esconde detrás de él. Cuando Martins le insta a que se olvide de Lime porque es un hombre inmoral y ha cometido un gran crimen, Anna responde que seguirá enamorada de él y será leal a Lime aunque la acusación sea cierta.

El tercer hombre puede ser visto también, y ésta es una interpretación muy interesante, como una parodia de la Guerra Fría. Rollo Martins convierte a la vieja Viena en el Viejo Oeste Americano, en su búsqueda de los asesinos de su héroe, Harry Lime. Los héroes y la alabanza del héroe son parodiados en la novela. Lo más cerca que está Greene del retrato de un héroe es, sin embargo, con el personaje de Anna. Mientras tanto, Rollo es retratado como un escritor de “westerns” que parece percibir a los otros, y a sí mismo, en función de los valores propios de las novelas del oeste que escribe. Este énfasis en los “westerns” proporciona una referencia oblicua a la Guerra Fría. Uno de los temas dominantes en los “westerns” es el conflicto entre el Este y el Oeste, o más exactamente entre los valores simbolizados por ambos. Esta confrontación este el Este y el Oeste, o entre la civilización y lo primitivo, sugiere una parodia del conflicto de la Guerra Fría entre la ideología occidental y la ideología comunista.

La propia percepción que tiene Rollo Martin de su amigo Harry Lime y de sí mismo como héroes parodia al héroe que no dudaría en dirigir las fuerzas del bien a una batalla contras las del mal. Al descubrir la verdad de Harry Lime, Rollo Martins se ve obligado a examinar su conciencia y decidir entre la lealtad a su amigo, que ahora representa la injusticia y la inmoralidad, y su concepto de lo que está bien o mal.

En definitiva, una deliciosa novela, bien contada, con personajes de carne y hueso, con pasiones, traiciones, reencuentros y desencuentros, escrita por uno de los mejores escritores que nos ha dado el siglo XX.

Una cosa más: aunque esté fuera de lugar en este blog literario, no puedo evitar mencionar siquiera la extraordinaria película de Carol Reed, una obra maestra del cine, que mejora con el tiempo, visionado tras visionado, como un buen vino. Orson Welles está inconmensurable (si es que era un genio); y qué decir de Joseph Cotten, un actor muy versátil, que no en vano nos regaló con su talento en películas como Ciudadano Kane, Duelo al sol o Sed de Mal. Un actorazo de los que ya no quedan, me temo.

A.G.

sábado, 10 de enero de 2015

Lecturas recientes: Acaso no matan a los caballos


Acaso no matan a los caballos (1935)
Horace McCoy

La historia se inicia con la confesión de un asesinato. El narrador confiesa que “la mató”, y compara su muerte con la del caballo favorito de la familia, al que hubieron de sacrificar después de haberse roto una pata. Por tanto, nada más comenzar la novela, averiguamos quién ha cometido el crimen y el porqué del título de la novela.

Robert Syverten soñaba con convertirse en un gran director cuando llegó a Hollywood, mientras Gloria Beatty, que había huido a Dallas desde una granja de Texas, decidió ir a Hollywood, tras un intento fallido de suicidio, con el propósito de convertirse en actriz. Robert y Gloria se encuentran en los estudios de la Paramount la mañana en que a ambos les han negado un pequeño papel.

Gloria convence a Robert para participar en un maratón de baile que tiene lugar en una sala del Muelle de Santa Mónica, cerca de Los Ángeles. Piensa que puede ser una buena manera de captar la atención de los productores cinematográficos y las estrellas del celuloide. No hay que olvidar que la novela fue escrita en 1935, un tiempo en que los maratones de baile estaban en su máximo apogeo. Los concursos de baile atraían a cientos de personas ávidas por conseguir una fama efímera o, simplemente, algo de dinero. El propio McCoy, cuya vida se asemeja a la de Robert, había trabajado de portero en un concurso similar en California. El baile es una metáfora de la Gran Depresión: algunos pueden sobrevivir el extenuante sufrimiento, otros no.

El libro está contado en un estilo no-lineal, y en ello se diferencia de la mayoría de las novelas negras. Este constante ir y venir, en el que abundan los flashbacks, muestra a Robert asistiendo al sacrifico del caballo de la familia y cómo esto le afectó profundamente. Leemos también acerca de su sueño de convertirse en director de cine, y la desilusión que experimentó cuando fue rechazado y se vio obligado a aceptar papeles insignificantes. También sabemos de la vida anterior de Gloria, de la relación con su lascivo tío, su intento desesperado de convertirse en una chica independiente, su depresión y por qué trato de suicidarse en Dallas. Los antecedentes de Gloria no hacen sino revelar su visión pesimista y fatal del futuro. Hasta tal punto que le repite constantemente a Robert su deseo de estar muerta.

Un total de ciento cuarenta parejas toma parte en la competición, seducidos por el premio de $1,000. A medida que avanza el baile, la multitud aumenta y los medios de comunicación llegan para cubrir el concurso. Mientras algunas parejas se vienen abajo y se retiran, otras conspiran desesperadamente para coger ventaja. Entonces comienza a extenderse el rumor de que el concurso está apañado y a duras penas logran los concursantes capear el intento de la Sociedad Local para la Defensa de la Moral de dar el concurso por terminado. Gloria está enfadada y desesperada.

Lo que hace de la novela un clásico es no sólo su retrato de la vida en la Gran Depresión, sino su retrato más amplio de la vida en cada generación. Revela qué fácil es que los sueños se desmoronen y cómo nuestros egos pueden volverse contra nosotros al proponernos objetivos que están más allá de nuestras posibilidades. Gloria sueña y busca la redención convirtiéndose en una artista de Hollywood, cuando en realidad no es lo suficientemente atractiva para ello. Es precisamente este tema universal lo que convierte la novela en un clásico.

Acaso no matan a los caballos ha sido considerado, junto con Las uvas de la ira, que ya hemos comentado en este blog, como uno de los retratos de ficción más convincentes y conmovedores de la literatura norteamericana de la Gran Depresión. Es un retrato asombroso de la pobreza y el desamparo de su época. Una historia cruda cuya brutalidad se ve compensada, no obstante, por la precisión y belleza poética de la narrativa de McCoy, quien pone el foco de atención en los pensamientos y aspiraciones de sus personajes.

Horace McCoy, junto con James M. Cain y algunos otros autores de la primera mitad del siglo XX, fue muy pronto etiquetado como un autor descarnado y duro, en la línea de Raymond Chandler o Dashiell Hammet. Sin embargo, la mayor parte de sus novelas (y sirva como ejemplo de ella Acaso no matan a los caballos) no son historias de detectives, ni sus protagonistas principales han de resolver un misterio. La novela que nos ocupa es algo más, pues tienen ese algo de humano y trágico que la hace imperecedera.

A.G.