Un puñado de polvo (1934)
Evelyn Waugh
La comedia negra se mezcla con lo ridículamente
absurdo, la farsa con la tragedia, para producir una novela deslumbrante.
Waugh logra demostrar con éxito cómo una
sociedad compleja que ha evolucionado hasta convertirse en una cultura
altamente sofisticada es inevitablemente un fértil campo de cultivo para el
desarrollo de la sátira social. Un puñado de polvo es un ejemplo sublime de la
maestría de su autor en retratar este fenómeno.
El título de la novela procede de un verso de The Waste Land, de T.S. Eliot:
I will show you something different
from either
Your shadow at morning striding behind you
Or your shadow at evening rising to meet you;
I will show you fear in a handful of dust.
Your shadow at morning striding behind you
Or your shadow at evening rising to meet you;
I will show you fear in a handful of dust.
El poema de Eliot se centra en una civilización
decadente o, más bien, muerta ya, representada por sus personajes aislados. Un
título muy acertado, como veremos a continuación.
La historia se centra principalmente en el
personaje de Tony Last, un caballero que vive en la casa de sus ancestros,
Hetton Abbey (a una cómoda distancia de Londres), junto con su aristocrática y
bella esposa Brenda y su hijo pequeño John Andrew. Tony y Brenda, que llevan
casados siete años, son una pareja tan espléndida que resultan redundantes. Tony,
que ha heredado una gran hacienda, es un tradicionalista, un hombre que cree
que con el cuidado adecuado se puede preservar la personalidad de la gente y
sus casas. Tony dedica su vida a su hacienda y al pueblo vecino, donde hace las
funciones de terrateniente, involucrándose en los asuntos locales y prestando
servicio como miembro de la junta parroquial en la iglesia anglicana. Tony ha
desarrollado un sentido del pasado nostálgico y sentimental. De hecho, y de un
modo ciertamente inocente y carente de gusto, ha dado a las habitaciones de su
casa los nombres de personajes de la leyenda artúrica.
Sin embargo, la vida en Hetton Abbey no tarda en
aburrir a Brenda. Es tan inteligente y tan bien educada que ansía la
mediocridad, a la que confunde con la libertad. Ésta la encuentra en la persona
de John Beaver, un joven inútil y carente de atractivo que pasa los días
sentado en casa junto al teléfono a la espera de que alguien le invite a
acompañarle a una fiesta. Brenda no se siente exactamente atraída por Beaver.
Él simplemente despierta su curiosidad. Una mujer alegre, Brenda disfruta con
el juego de intentar descubrir si él tiene realmente personalidad. Beaver, por
su parte, también alberga dudas sobre Brenda. ¿Qué puede esperar ella de él? Él
no se puede permitir a alguien como Brenda, ni financiera, ni emocional ni
socialmente. Beaver se da cuenta de su incongruencia es su único atractivo, que
es una flor de plástico que ha iluminado una hermosa mariposa.
Mientras tanto, Tony parece ajeno al asunto. Su
buena educación le impide oponerse a los cada vez más frecuentes viajes de su
mujer a Londres, donde se encuentra con su amante. Brenda, por su parte, hace
todo lo que una esposa atenta puede hacer para consolar a Tony. Le lleva el fin
de semana a Jenny Abdul Akbar con la esperanza de que pueda distraer a su
marido. Jenny sufre las dificultades de vivir como esposa de un muladí
marroquí.
Más tarde, el hijo de Tony y Brenda muere en un
accidente de caballo. Cuando Brenda recibe la noticia, expresa su alivio por
que la víctima sea su hijo, en lugar de su amante. Brenda se distancia de Tony
y le pide el divorcio para poder casarse con John Beaver. Para proteger el buen
nombre de Brenda, su abogado convence a Tony de que tome parte en una charada
en un hotel de Brighton con una supuesta amante. Pero el plan se frustra de la
manera más inverosímil y surrealista. Más tarde, cuando el hermano de Brenda
solicita un acuerdo de divorcio que requeriría la venta de Hetton para que Tony
pudiera satisfacer las 2.000 libras anuales de manutención, Tony hace un
educado mutis por el foro y se une al doctor Messinger (un hombre que conoció
en su club) en su expedición arqueológica a Brasil. Durante el viaje Tony hace
amistad con una encantadora chica criolla que regresa su escuela de París a
Trinidad para contraer adecuado matrimonio.
Tony y el doctor Messinger desembarcan en
Georgetown, en la Guayana británica, y se dirigen al interior, donde son
abandonados por sus guías nativos y continúan su viaje solos a lo largo del
afluente del Amazonas. Tony sufre una fiebre tropical. En su delirio se imagina
a Brenda en la barca con ellos. Gracias a los flashbacks intercalados a lo
largo de la narración, nos enteramos de que Brenda y John Beaver se han cansado
el uno del otro y Brenda ha visitado al abogado de Tony para preguntarle si se
encuentra su nombre entre los beneficiarios del testamento de Tony. El doctor
Messinger deja a Tony tumbado en su hamaca para buscar ayuda río abajo y acaba
ahogado en una cascada. Tony, víctima aún del delirio y la fiebre, es
descubierto y rescatado por el excéntrico Mr. Todd, que lo cuida hasta que
recupera la salud. Mr Todd es un adicto a Dickens. Incapaz de leer, retiene a
Tony en la selva con este propósito. Juntos, recorren la obra completa de
Dickens con la excepción de dos volúmenes de los que se han adueñado las
hormigas. Una vez terminado, vuelven al principio. A pesar de la insistencia de
Tony en que su captor le indique cómo salir de la selva, uno se pregunta si
Tony no será al final más feliz con Mr. Todd y Dickens que de vuelta en
Inglaterra. Mr. Todd ha urdido un plan que no le deja al bueno de Tony la más
mínima posibilidad de elegir su propio destino. Con el paso de los años, se da
por hecho en Inglaterra que Tony ha muerto. Sus primos heredan Abbey Hetton,
mientras Brenda resuelve su situación casándose con Jock Grant-Menzies, un
amigo de Tony.
La novela aborda, en definitiva, cómo los ricos
pueden llegar a perder el sentido de las cosas que realmente importan en la
vida, tales como sus familias, y cómo esto puede llevarles al final a arruinar
sus vidas. El autor explora también el egoísmo del ser humano, tal como vemos
perfectamente en el personaje de Brenda, alguien empecinado en lograr sus
propias ambiciones de riqueza y felicidad a pesar de la muerte de su hijo y el
sufrimiento de su marido.
Waugh también logra demostrar la vulnerabilidad
de la civilización ante el resurgimiento de la barbarie que fue superando
lentamente, con el paso de los años. gracias a un trabajo inconmensurable. La
lucha entre barbarie y civilización no era para Waugh una cuestión racial, sino
de fe, voluntad y fortaleza. La crítica social se revela de una agudeza
especial en su retrato de una sociedad en la que mantener las apariencias es
todo; si bien las apariencias no cuentan nada, pues todos perciben la realidad
moral del adulterio, el divorcio y el hurto de un modo muy simple, la aceptan
sin cuestionársela, hasta el punto de que se espera de Tony que venda Hetton
para permitir que Beaver se case con Breda y mantenga el lujo al que ella está
acostumbrada. La tremenda fuerza de este capítulo se debe muy probablemente al
trauma que el propio autor experimentó en su primer matrimonio, que acabó en
divorcio después de que su mujer le fuera infiel con un amigo común.
Con todo, no existe una catarsis cómoda en la
obra. Waugh nos hace sentir que la alternativa a la arcaica estructura social
de la época no es un nuevo orden, sino un caos tan viejo como la propia
humanidad.
A pesar de ser un autor satírico, Waugh es capaz
de escribir escenas trágicas como nadie. Cuando el hijo de Tony muere en un
accidente de caballo, Brenda está en Londres y Tony no tiene nadie con quien
hablar más que con la Mrs. Rattery, que acaba de llegar en avión. La amante de
uno de los amigos de Tony se ofrece a quedarse con él mientras los amigos le
hacen llegar la trágica noticia a Brenda. Mrs. Rattery es jugadora de cartas e
intenta ayudar a Tony a sobrellevar el dolor jugando al piquet. Tony le dice
que no conoce más juego que uno de hacer parejas, que solía jugar con su hijo.
Resuelta a consolar a Tony, Mrs. Rattery insiste en que jueguen y poco tiempo
después los sirvientes quedan sorprendidos por los ruidos onomatopéyicos
procedentes de la biblioteca.
Desde un punto de vista artístico, Evelyn Waugh
se encuentra muy próximo a los pesimistas literarios reaccionarios de su tiempo,
como Eliot y Pound, y escritores de la llamada Generación Perdida (en especial,
Hemingway y Fitzgerald), con la edad suficiente para haber experimentado los horrores
de la Primera Guerra Mundial y sus efectos devastadores sobre la civilización
occidental.
A.G.