La fórmula preferida del profe (2003)
Yoko Ogawa
La narradora de esta conmovedora novela es una madre soltera a la que su agencia de empleo le asigna un nuevo cliente que vive en un piso destartalado de dos habitaciones en una pequeña ciudad japonesa. Se trata de un profesor, un brillante matemático que sufrió un daño cerebral en un accidente de coche en 1975, cuando aún era un destacado profesor de matemáticas y su amado Yutake Enatsu, el pitcher de los Hanshin Tigers, acribillaba a los bateadores rivales. Desde entonces, el profesor no puede recordar nada que haya ocurrido más de una hora y veinte minutos antes. Lo único que puede recordar es las matemáticas, que brotan en su cerebro en cada actividad de su vida. En un vano intento de llevar una vida normal, el profesor cubre la chaqueta de su traje de notas con recordatorios que él mismo garabatea
Un día la criada le dice al profesor que tiene un hijo de diez años. El profesor abandona su aire taciturno y le pide a la mujer que lo traiga a casa para que el niño no esté solo después del colegio. El profesor y el niño no tardan en congeniar. El profesor decide llamarle Raíz porque su cabeza es plana y le recuerda al símbolo matemático de la raíz cuadrada. Su madre jamás se refiere a él por cualquier otro nombre. Nadie excepto Raíz tiene un nombre en realidad.
Todas las mañanas la criada tiene que presentar a su hijo y a sí misma al profesor. El profesor, por su parte, les pregunta todos los días sus números de zapato y de teléfono. Siempre tiene algo sorprendente que decir acerca de cualquier número que surja. Por ejemplo, el número de la camiseta de su adorado Enatsu, el 28, el segundo número perfecto más pequeño (la suma de todos los divisores excluyéndose a sí mismo). O el cumpleaños de la criada, el 20 de febrero (220), que resulta ser amigo del número 284, que está grabado en el interior del reloj que le dieron al profesor en la universidad como premio a su tesis. Por lo demás, el profesor pasa el día resolviendo problemas matemáticos de revistas y dando paseos con sus recordatorios adheridos al traje. Es su pasión por los números y por compartir su belleza y poesía con otros lo que ayuda al profesor a construir una amistad sorprendente pero duradera con la criada y su hijo.
A parte de la relación entre los miembros de este extraño triángulo, encontramos en la novela una subtrama a propósito del béisbol. Además de Enatsu y sus logros deportivos, el profesor se siente atraído por el sinfín de estadísticas del deporte; el profesor, sin embargo, jamás ha asistido a un partido de béisbol. Otros elementos significativos recorren la novela: la presencia difusa y sobreprotectora de la cuñada del profesor, el premio que logró el profesor en una revista de matemáticas y la fórmula de Euler.
Desde luego, las matemáticas son el motor que mueve la novela. Gracias a las explicaciones del profesor, el lector se instruye acerca de los números primos o la invención del cero. Quizá las palabras más espléndidas del profesor son cuando dramatiza la caza de números primos como una búsqueda en una tierra inhóspita. Al comienzo, los números primos son frecuentes, pero cuando se alcanzan números más altos uno se aventura en una tierra baldía en la que los números primos se encuentran muy apartados unos de otros.
En la escena más conmovedora del libro, encontramos al profesor escribiendo una de las ecuaciones más hermosas de las matemáticas en un trozo de papel, poniéndolo en la mesa y marchándose de la habitación. La criada se queda sola para investigar en el significado de eπi+1=0 en la sección de matemáticas de la biblioteca municipal. Puede que no haya un argumento sólido que te impela a leer página tras página sin interrupción, pero la revelación que hace la novela de la verdadera naturaleza y atractivo del funcionamiento de los números es cautivadora. Todo esto opera, por supuesto, como una enorme metáfora de la realidad de las relaciones humanas en la práctica. Y el único predicamento del profesor ciertamente sugiere preguntas acerca de cómo establecemos relaciones en el aquí y ahora. La mente del profesor sigue estado viva y llena de elegantes ecuaciones del pasado. Los números, en todo su orden articulado, revelan un mundo poético tanto a la criada como a su hijo. El profesor es capaz de descubrir conexiones entre las cantidades más simples y el universo en su totalidad, acercando sus vidas aún más y de un modo más profundo, incluso cuando su memoria de desvanece.
Un día la criada descubre la tesis del profesor, enterrada entre sus cartas de cuando tenía veintinueve años. En la tesis hay una vieja foto del profesor de joven con su cuñada. Aunque jamás queda claro en la novela, se deduce que el profesor y su cuñada estuvieron enamorados, pero no está claro si este amor comenzó como una aventura o después de la muerte del hermano del profesor.
El profesor celebra el undécimo cumpleaños de Raíz. Dos días después, la cuñada da la orden de trasladarlo a una residencia alegando el empeoramiento de su memoria y que lo había previsto hace tiempo. Durante los siguientes once años, hasta que muere el profesor, la criada y Raíz no dejan de visitarlo. El propio Raíz acaba convirtiéndose en profesor de matemáticas, algo que emociona al profesor el día en que se entera de la noticia.
Una historia muy original y cautivadora, salpicada con el suficiente ingenio y misterio para tenernos enganchados de comienzo a fin, sobre lo que significa vivir en el presente y sobre las curiosas ecuaciones que pueden crear una familia.
Una novela amable y elegante, escrita en un lenguaje tan lúcido como poco pretencioso por una de las voces más originales del panorama japonés actual. Fue un bestseller y tuvo una película en Japón.
A.G.
La narradora de esta conmovedora novela es una madre soltera a la que su agencia de empleo le asigna un nuevo cliente que vive en un piso destartalado de dos habitaciones en una pequeña ciudad japonesa. Se trata de un profesor, un brillante matemático que sufrió un daño cerebral en un accidente de coche en 1975, cuando aún era un destacado profesor de matemáticas y su amado Yutake Enatsu, el pitcher de los Hanshin Tigers, acribillaba a los bateadores rivales. Desde entonces, el profesor no puede recordar nada que haya ocurrido más de una hora y veinte minutos antes. Lo único que puede recordar es las matemáticas, que brotan en su cerebro en cada actividad de su vida. En un vano intento de llevar una vida normal, el profesor cubre la chaqueta de su traje de notas con recordatorios que él mismo garabatea
Un día la criada le dice al profesor que tiene un hijo de diez años. El profesor abandona su aire taciturno y le pide a la mujer que lo traiga a casa para que el niño no esté solo después del colegio. El profesor y el niño no tardan en congeniar. El profesor decide llamarle Raíz porque su cabeza es plana y le recuerda al símbolo matemático de la raíz cuadrada. Su madre jamás se refiere a él por cualquier otro nombre. Nadie excepto Raíz tiene un nombre en realidad.
Todas las mañanas la criada tiene que presentar a su hijo y a sí misma al profesor. El profesor, por su parte, les pregunta todos los días sus números de zapato y de teléfono. Siempre tiene algo sorprendente que decir acerca de cualquier número que surja. Por ejemplo, el número de la camiseta de su adorado Enatsu, el 28, el segundo número perfecto más pequeño (la suma de todos los divisores excluyéndose a sí mismo). O el cumpleaños de la criada, el 20 de febrero (220), que resulta ser amigo del número 284, que está grabado en el interior del reloj que le dieron al profesor en la universidad como premio a su tesis. Por lo demás, el profesor pasa el día resolviendo problemas matemáticos de revistas y dando paseos con sus recordatorios adheridos al traje. Es su pasión por los números y por compartir su belleza y poesía con otros lo que ayuda al profesor a construir una amistad sorprendente pero duradera con la criada y su hijo.
A parte de la relación entre los miembros de este extraño triángulo, encontramos en la novela una subtrama a propósito del béisbol. Además de Enatsu y sus logros deportivos, el profesor se siente atraído por el sinfín de estadísticas del deporte; el profesor, sin embargo, jamás ha asistido a un partido de béisbol. Otros elementos significativos recorren la novela: la presencia difusa y sobreprotectora de la cuñada del profesor, el premio que logró el profesor en una revista de matemáticas y la fórmula de Euler.
Desde luego, las matemáticas son el motor que mueve la novela. Gracias a las explicaciones del profesor, el lector se instruye acerca de los números primos o la invención del cero. Quizá las palabras más espléndidas del profesor son cuando dramatiza la caza de números primos como una búsqueda en una tierra inhóspita. Al comienzo, los números primos son frecuentes, pero cuando se alcanzan números más altos uno se aventura en una tierra baldía en la que los números primos se encuentran muy apartados unos de otros.
En la escena más conmovedora del libro, encontramos al profesor escribiendo una de las ecuaciones más hermosas de las matemáticas en un trozo de papel, poniéndolo en la mesa y marchándose de la habitación. La criada se queda sola para investigar en el significado de eπi+1=0 en la sección de matemáticas de la biblioteca municipal. Puede que no haya un argumento sólido que te impela a leer página tras página sin interrupción, pero la revelación que hace la novela de la verdadera naturaleza y atractivo del funcionamiento de los números es cautivadora. Todo esto opera, por supuesto, como una enorme metáfora de la realidad de las relaciones humanas en la práctica. Y el único predicamento del profesor ciertamente sugiere preguntas acerca de cómo establecemos relaciones en el aquí y ahora. La mente del profesor sigue estado viva y llena de elegantes ecuaciones del pasado. Los números, en todo su orden articulado, revelan un mundo poético tanto a la criada como a su hijo. El profesor es capaz de descubrir conexiones entre las cantidades más simples y el universo en su totalidad, acercando sus vidas aún más y de un modo más profundo, incluso cuando su memoria de desvanece.
Un día la criada descubre la tesis del profesor, enterrada entre sus cartas de cuando tenía veintinueve años. En la tesis hay una vieja foto del profesor de joven con su cuñada. Aunque jamás queda claro en la novela, se deduce que el profesor y su cuñada estuvieron enamorados, pero no está claro si este amor comenzó como una aventura o después de la muerte del hermano del profesor.
El profesor celebra el undécimo cumpleaños de Raíz. Dos días después, la cuñada da la orden de trasladarlo a una residencia alegando el empeoramiento de su memoria y que lo había previsto hace tiempo. Durante los siguientes once años, hasta que muere el profesor, la criada y Raíz no dejan de visitarlo. El propio Raíz acaba convirtiéndose en profesor de matemáticas, algo que emociona al profesor el día en que se entera de la noticia.
Una historia muy original y cautivadora, salpicada con el suficiente ingenio y misterio para tenernos enganchados de comienzo a fin, sobre lo que significa vivir en el presente y sobre las curiosas ecuaciones que pueden crear una familia.
Una novela amable y elegante, escrita en un lenguaje tan lúcido como poco pretencioso por una de las voces más originales del panorama japonés actual. Fue un bestseller y tuvo una película en Japón.
A.G.