Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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lunes, 4 de marzo de 2019

Lecturas recientes: Tallo de hierro

 
Tallo de hierro (1983)
William Kennedy

Francis Phelan, un talentoso ex jugador de beisbol, vio arruinada su carrera profesional al perder parte de un dedo en una pelea. Francis abandonó a su mujer, Annie, y a su familia en 1916, después de la muerte accidental de su hijo Gerald, nacido trece días antes. Francis cogió a su hijo del pañal, pero éste se le escapó de las manos, se le cayó al suelo y murió. Durante los siguientes veintidós años de su vida, Francis ha vivido en la calle, como un vagabundo.

Nueve de esos años los ha pasado en la carretera con otra vagabunda, Helen Archer. Al igual que Francis, Helen intentó sin éxito encontrar solaz en la botella. Más tarde, víctima de un tumor y los efectos del alcoholismo, intentó hacer las paces con su vida y consigo misma. Tanto Francis como Helen entienten que ellos han elegido sus vidas, y no culpan de ellas ni al destino ni a los demás. Sus muchos conocidos comparten historias similares, y puesto que estas historias se entretejen y superponen, Kennedy dota a todas ellas de una ternura de sentimiento y, a veces, de una violencia abrumadoras.

La novela no comienza con la caída en desgracia de Francis, sino con el día en que se inicia su viaje hacia la redención, en 1938, cuando Francis empieza a pensar en todo lo que ha dejado atrás. Decide entonces regresar a Albany, Nueva York, el pueblo que lo vio nacer, perseguido por crímenes pasados, un pasado alcohólico y alucinaciones presentes. Francis está abandonado ahora a la desolación alcohólica y se gana la vida como sepulturero. En el cementerio pasa algún tiempo frente a la tumba de su hijo pequeño Gerald. También yace allí el cuerpo de Rowdy Dick, empotrado contra una pared cuando intentó cortarle los pies a Francis, y el maquinista Harold Allen, al que Francis asesinó en una huelga de una pedrada certera.

Su nueva vida supone un cambio radical para Francis, que ha perfeccionado el arte del olvido. Su vida se ha convertido en algo tan desolado que ni siquiera desea recordar lo que ocurrió el día anterior, cuanto menos explorar los recuerdos dolorosos de los acontecimientos que le llevaron a huir de su hogar. En el proceso de recuperación de estos recuerdos le ayuda la aparición de fantasmas de su pasado. Ve y conversa con los hombres que ha matado, con los hombres con los que ha trabado amistad o ha ayudado de alguna manera. Los fantasmas actúan como la consciencia de Francis, una conciencia que él ha ignorado durante tanto tiemo que debe manifestarse mediante estas apariciones.

Francis conversa también con su familia perdida y establece así los contrastes con su vida presente. Escenas en las que Francis lucha hasta literalmente evitar la muerte se alternan con escenas que rememoran a Annie y a sus hijos. Escenas de su infancia y adolescencia se alternan con las tristes escenas de las muertes de sus amigos sintecho. Los fantasmas de estás y otras figuras de su pasado regresan y Francis debe intentar reconciliarse con sus espíritus y los miembros aún vivos de su familia.

La vida interior de Francis toma forma a medida que éste revive los acontecimientos de su vida pasada. La escena inicial, un viaje al cementerio, donde Francis visita las tumbas de sus padres y la del bebé Gerald por primera vez, es una escena tremendamente dramática. Francis descubre, gracias a su hijo Billy, que Annie jamás ha revelado a nadie cómo murió Gerald, una prueba de perdón que a Francis le parece asombrosa.

Los acontecimientos narrados en la novela transcurren a lo largo de un periodo de tiempo de sólo tres días, en los que Francis pasea por las calles de su juventud y gradualmente se reconcilia con el pasado del que huyó tanto tiempo atrás. En este breve período de tiempo, Francis no ha cambiado del todo. La historia termina, no obstante, con un hálito de esperanza, pues Francis, ante la posibilidad de huir y quedarse, opta por la segunda opción por primera vez en su vida adulta.

Con Tallo de hierro, William Kennedy complete su trilogía de la Albany de la era de la Depresión; un estudio de la época, el lugar y la gente que se centra en aquellos a quienes él llama los vagabundos, todos los cuales viven apartados de la sociedad porque sus sueños han muerto. Francis Phelan es el padre largo tiempo ausente del fallecido Billy Phelan, el personaje principal de la novela anterior. En la novela precedente, que concluye una semana antes del comienzo de Tallo de hierro, Francis vuelve a ponerse en contacto con su hijo Billy, quien soprendido por la aparición de su padre, lo saca de la cárcel, le da dinero y le ruega que visite a su madre y a la familia.

Kennedy nos lleva al interior de la mente y el corazón de un vagabundo sin hogar y explora las situaciones que han llevado a Francis a este desgarrador estado de su vida. La denigración de sí mismo y su esposa de hecho, Helen, conforman una lectura perturbadora.

Las novelas de Kennedy han llamado una atención inusitada hacia Albany, pues inmortalizan la vida de la ciudad en los años Treinta. Pero Tallo de hierro no es una novela sobre Albany, sino sobre la supervivencia. Sobre un hombre ordinario, un vagabundo, tal como él mismo admite, cuya extraordinariamente mala suerte le ha llevado a tocar fondo, si bien le ha permitido también descubrir, dentro de sí mismo, una fuerza interior que no puede comprender.

Tallo de hierro raja el corazón sin mostrar un ápice de sentimentalismo, mostrando las vidas duras vividas por vagabundos, la mayor parte de los cuales aún poseen las virtudes de quienes viven vidas “normales”. Dura y a veces violenta e incluso cruel, la novela también revela la amabilidad, la dulzura y el amor humanos. El estilo naturalista de Kennedy y su habilidad para crear diálogos realistas dan vida a las historias de estos personajes y dejan al lector con una nueva perspectiva de la naturaleza de los vínculos familiares, de las elecciones que hacemos, del perdón ofrecido a veces por los demás, y de la naturaleza de la redención si elegimos aceptarla.

Al igual que otras novelas posteriores, La elección de Sofía o Beloved (que comentamos en este blog), Tallo de hierro trata de la culpa del padre por la muerte de su hijo. A diferencia de estas dos obras, la novela de Kennedy no parece ser tan desesperada, pues ofrece una esperanza de redención y el lector inevitablemente termina poniéndose del lado de Francis Phelan y esperando poder exorcizar los demonios que lo dominan.

Tallo de hierro es una novela nada al uso que William Kennedy tuvo dificultades en publicar. Después de ser rechazada por once editoriales, The Viking Press accedió finalmente a publicarla en 1983, junto con las dos novelas anteriores del autor, que como Tallo de hierro, están ambientadas en Albany. La novela no sólo obtuvo críticas entusiastas, sino que recibió el Premio Pulitzer y, más tarde, el Premio del Círculo de Críticios Nacional del Libro en 1984.

La novela fue llevada a la gran pantalla en 1987. La cinta fue protagonizada por Meryl Streep y Jack Nicholson.

A.G.