Tallo de hierro
(1983)
William Kennedy
Francis
Phelan, un talentoso ex jugador de beisbol, vio arruinada su carrera profesional
al perder parte de un dedo en una pelea. Francis abandonó a su mujer, Annie, y
a su familia en 1916, después de la muerte accidental de su hijo Gerald, nacido
trece días antes. Francis cogió a su hijo del pañal, pero éste se le escapó de
las manos, se le cayó al suelo y murió. Durante los siguientes veintidós años
de su vida, Francis ha vivido en la calle, como un vagabundo.
Nueve
de esos años los ha pasado en la carretera con otra vagabunda, Helen Archer. Al
igual que Francis, Helen intentó sin éxito encontrar solaz en la botella. Más
tarde, víctima de un tumor y los efectos del alcoholismo, intentó hacer las
paces con su vida y consigo misma. Tanto Francis como Helen entienten que ellos
han elegido sus vidas, y no culpan de ellas ni al destino ni a los demás. Sus
muchos conocidos comparten historias similares, y puesto que estas historias se
entretejen y superponen, Kennedy dota a todas ellas de una ternura de
sentimiento y, a veces, de una violencia abrumadoras.
La
novela no comienza con la caída en desgracia de Francis, sino con el día en que
se inicia su viaje hacia la redención, en 1938, cuando Francis empieza a pensar
en todo lo que ha dejado atrás. Decide entonces regresar a Albany, Nueva York,
el pueblo que lo vio nacer, perseguido por crímenes pasados, un pasado
alcohólico y alucinaciones presentes. Francis está abandonado ahora a la
desolación alcohólica y se gana la vida como sepulturero. En el cementerio pasa
algún tiempo frente a la tumba de su hijo pequeño Gerald. También yace allí el
cuerpo de Rowdy Dick, empotrado contra una pared cuando intentó cortarle los
pies a Francis, y el maquinista Harold Allen, al que Francis asesinó en una
huelga de una pedrada certera.
Su
nueva vida supone un cambio radical para Francis, que ha perfeccionado el arte
del olvido. Su vida se ha convertido en algo tan desolado que ni siquiera desea
recordar lo que ocurrió el día anterior, cuanto menos explorar los recuerdos
dolorosos de los acontecimientos que le llevaron a huir de su hogar. En el
proceso de recuperación de estos recuerdos le ayuda la aparición de fantasmas
de su pasado. Ve y conversa con los hombres que ha matado, con los hombres con
los que ha trabado amistad o ha ayudado de alguna manera. Los fantasmas actúan
como la consciencia de Francis, una conciencia que él ha ignorado durante tanto
tiemo que debe manifestarse mediante estas apariciones.
Francis
conversa también con su familia perdida y establece así los contrastes con su
vida presente. Escenas en las que Francis lucha hasta literalmente evitar la
muerte se alternan con escenas que rememoran a Annie y a sus hijos. Escenas de
su infancia y adolescencia se alternan con las tristes escenas de las muertes
de sus amigos sintecho. Los fantasmas de estás y otras figuras de su pasado
regresan y Francis debe intentar reconciliarse con sus espíritus y los miembros
aún vivos de su familia.
La
vida interior de Francis toma forma a medida que éste revive los
acontecimientos de su vida pasada. La escena inicial, un viaje al cementerio,
donde Francis visita las tumbas de sus padres y la del bebé Gerald por primera
vez, es una escena tremendamente dramática. Francis descubre, gracias a su hijo
Billy, que Annie jamás ha revelado a nadie cómo murió Gerald, una prueba de
perdón que a Francis le parece asombrosa.
Los
acontecimientos narrados en la novela transcurren a lo largo de un periodo de
tiempo de sólo tres días, en los que Francis pasea por las calles de su
juventud y gradualmente se reconcilia con el pasado del que huyó tanto tiempo atrás.
En este breve período de tiempo, Francis no ha cambiado del todo. La historia
termina, no obstante, con un hálito de esperanza, pues Francis, ante la
posibilidad de huir y quedarse, opta por la segunda opción por primera vez en
su vida adulta.
Con
Tallo de hierro, William Kennedy
complete su trilogía de la Albany de la era de la Depresión; un estudio de la
época, el lugar y la gente que se centra en aquellos a quienes él llama los
vagabundos, todos los cuales viven apartados de la sociedad porque sus sueños
han muerto. Francis Phelan es el padre largo tiempo ausente del fallecido Billy
Phelan, el personaje principal de la novela anterior. En la novela precedente,
que concluye una semana antes del comienzo de Tallo de hierro, Francis vuelve a ponerse en contacto con su hijo
Billy, quien soprendido por la aparición de su padre, lo saca de la cárcel, le
da dinero y le ruega que visite a su madre y a la familia.
Kennedy
nos lleva al interior de la mente y el corazón de un vagabundo sin hogar y
explora las situaciones que han llevado a Francis a este desgarrador estado de
su vida. La denigración de sí mismo y su esposa de hecho, Helen, conforman una
lectura perturbadora.
Las
novelas de Kennedy han llamado una atención inusitada hacia Albany, pues
inmortalizan la vida de la ciudad en los años Treinta. Pero Tallo de hierro no es una novela sobre
Albany, sino sobre la supervivencia. Sobre un hombre ordinario, un vagabundo,
tal como él mismo admite, cuya extraordinariamente mala suerte le ha llevado a
tocar fondo, si bien le ha permitido también descubrir, dentro de sí mismo, una
fuerza interior que no puede comprender.
Tallo de hierro raja el corazón sin mostrar un ápice de
sentimentalismo, mostrando las vidas duras vividas por vagabundos, la mayor
parte de los cuales aún poseen las virtudes de quienes viven vidas “normales”.
Dura y a veces violenta e incluso cruel, la novela también revela la
amabilidad, la dulzura y el amor humanos. El estilo naturalista de Kennedy y su habilidad para crear diálogos realistas dan vida a las historias de estos
personajes y dejan al lector con una nueva perspectiva de la naturaleza de los
vínculos familiares, de las elecciones que hacemos, del perdón ofrecido a veces
por los demás, y de la naturaleza de la redención si elegimos aceptarla.
Al
igual que otras novelas posteriores, La
elección de Sofía o Beloved (que
comentamos en este blog), Tallo de hierro
trata de la culpa del padre por la muerte de su hijo. A diferencia de estas
dos obras, la novela de Kennedy no parece ser tan desesperada, pues ofrece una
esperanza de redención y el lector inevitablemente termina poniéndose del lado
de Francis Phelan y esperando poder exorcizar los demonios que lo dominan.
Tallo de hierro es una novela nada al uso que William
Kennedy tuvo dificultades en publicar. Después de ser rechazada por once
editoriales, The Viking Press accedió finalmente a publicarla en 1983, junto
con las dos novelas anteriores del autor, que como Tallo de hierro, están ambientadas en Albany. La novela no sólo
obtuvo críticas entusiastas, sino que recibió el Premio Pulitzer y, más tarde,
el Premio del Círculo de Críticios Nacional del Libro en 1984.
La
novela fue llevada a la gran pantalla en 1987. La cinta fue protagonizada por
Meryl Streep y Jack Nicholson.
A.G.