En el camino (1957)
Jack Kerouac
La novela narra cuatro viajes que el propio Kerouac (Sal Paradise) realizó en compañía de su amigo Neal Cassady (Dean Moriarty) entre 1947 y 1949 en un mundo anquilosado de estructuras sociales y morales, y refleja su amor por viajar; amor que compartía con gran parte de sus contemporáneos. Precisamente por esto, resulta de todo punto lógico que en En el camino no se preste una especial atención al camino mismo seguido en los viajes, pues de hecho lo que realmente importa es la forma en que éstos suceden y las experiencias impagables que aportan al viajero. La vida rápida del asfalto contagia su aceleración en los sitios donde paran. El jazz, el ritmo del jazz, del bop, marca su tono; diapasón vital. El sexo, el amor, el alcohol, las drogas son gasolina directamente surtida al cerebro; pero, en realidad, es la amistad el motor de todas sus acciones.
El viaje supuso para Jack Kerouac un aprendizaje continuo. Desde el inicio, el autor-protagonista toma conciencia de la misión de su obra, que no es otra sino descubrir su propia identidad y la del país que recorre de una costa a otra… de Nueva York a San Francisco. Esto es, busca desentrañar el auténtico significado de las cosas y personas; de la vida americana y los cambios de su continente; las diferencias y similitudes que unen a sus habitantes… Así pues, Kerouac y sus compañeros de batallas viajan en sus coches, en autobús a lo largo de la Ruta 66 o en autostop. Conocen a mujeres de las que se enamora, pasan interminables días de fiesta con sus amigos, escuchan jazz, visitan locales de mala reputación, o trabajan para ganarse la vida y poder continuar su viaje, etc.
Se trata, sin duda, de una novela trepidante, narrada en primera persona a modo de monólogo interior, y construida con frases cortas, diálogos breves, sensaciones instantáneas… a ritmo de bop, en un estilo de escritura que se ha llamado prosa espontánea (“kickwriting”).
En el camino es, a mi juicio, una novela imprescindible, relativamente fácil de leer y, sin lugar a dudas, el más importante exponente de la nueva novela estadounidense de los cincuenta del siglo XX, cuyo éxito indudable entre los desarropados miembros de su generación contribuyó enormemente a popularizar la Ruta 66 (a pesar de no tratarla sino de pasada), que se llenaría de “hipsters", como eran conocidos los jóvenes de la época, haciendo autostop o conduciendo enloquecidamente en coches destartalados. En efecto, toda una generación, la llamada “Beat Generation”, tuvo en el libro su Biblia y en el viaje su camino.
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A.G.
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