Las palmeras salvajes (1939)
William Faulkner
Las palmeras salvajes, a la que originalmente su autor dio el título de Si yo de ti me olvidara, Jerusalén, una expresión tomada del Libro de los Salmos, se trata en realidad de dos historias, dos novelas breves, que van alternándose, Palmeras salvajes y El Viejo, hasta conformar una intensa novela en la que William Faulkner narra de forma magistral los sentimientos de los seres humanos y su enfrentamiento con las fuerzas de la naturaleza y, sobre todo, con sus propias pasiones y ambiciones: el amor, el abandono, la pérdida, la injusticia existencial, la imposibilidad de ser feliz.
El particular modo en que las dos historias van alternándose, en un alarde de imaginación y talento narrativo, dotan a la novela de una fuerza irresistible y van trazando la trayectoria de unos personajes a merced de terribles acontecimientos. Por un lado está la desgraciada historia de amor entre Harry Wilbourne y Carlota Rittenmeyer, en la que su protagonista sacrifica todo por amor; y por otro, el relato del presidiario sin nombre que asiste al desbordamiento del río Misisipí en 1927 y su lucha contra las devastadoras fuerzas de la naturaleza para salvar la vida de una mujer que no conoce.
En efecto, la historia que da el título al libro es la de los amores de Harry, un médico sin trabajo de Nueva Orleáns, y Carlota, una mujer casada insatisfecha que abandona a su rico marido para vivir con él una odisea de subempleos y subviviendas que concluye con la petición de ella de que le practique la interrupción del indeseado embarazo con que se ha encontrado, tal como acaba de hacer con la esposa del encargado de una mina en la que ha intentado trabajar como sanitario. A pesar de su rechazo inicial, Harry realiza el aborto con tan mala fortuna que la mujer entra en una lenta agonía que la llevará a la muerte. En sus últimos momentos de conciencia, cuando se dispone a transportarla al hospital la ambulancia a la que Harry ha tenido que recurrir, Carlota sólo piensa en decirle a Harry que huya e intente hacer creer a los médicos que no ha sido él quien le ha practicado la ilícita operación. No sirve de nada porque Harry se entrega mansamente y se declara culpable en el juicio que tiene lugar a continuación, con ella ya muerta. Tras ser condenado a cincuenta años de trabajos forzados, el marido de Carlota (que juega un ambiguo papel de figura amenazante y a la vez cómplice de la pareja en el triángulo que dibuja la novela) entrega subrepticiamente a Harry una pastilla de cianuro para que se suicide. En un final de novela estremecedor, Faulkner describe cómo Harry aplasta con el pie la pastilla de cianuro contra el suelo de su celda y decide vivir, no porque tenga interés en la vida sino porque dice que, entre el vacío y la pena, decide elegir la pena.
La otra historia, El Viejo (en referencia al apelativo Old Man que se da en el Sur al río Misisipí), narra la peripecia de un joven preso en un campo de trabajos forzados cuando intenta ser evacuado por los guardas de la prisión, junto a sus compañeros, por sobrevenir una grandiosa inundación en la región. Al intentar salvar a una mujer embarazada del árbol en que se ha refugiado, el preso protagonista se pierde de sus guardianes e inicia una odisea en la que tiene que asistir al parto a la mujer, y buscar con qué alimentarla a ella y al bebé, además de intentar preservar el pequeño bote en que viajan, y todo ello para que, al regresar mansamente a prisión, le condenen a diez años más por intento de fuga, simplemente para arreglar el problema burocrático en que se han metido las autoridades del lugar al darle precipitadamente de baja, como presunto fallecido en la inundación.
En un principio, según afirmó el propio Faulkner, había un solo tema, la historia de Charlotte Rittenmeyer y Harry Wilbourne. Solamente después de haber comenzado el libro comprendió su autor que debía dividirse en dos relatos. Cuando terminó la primera parte de Las palmeras salvajes, afirmaba Faulkner, advirtió que le faltaba algo, porque la narración necesitaba énfasis, algo que le diera relieve, como el contrapunto en música. Entonces se puso a escribir El viejo, con el que siguió hasta que se elevó el tono de nuevo. Faulkner concluye que si finalmente hay dos historias diferentes, sólo es por azar, tal vez por necesidad. Pero en realidad la historia es la de Charlotte y Wilbourne".
Como cada obra de Faulkner, Las palmeras salvajes es un audaz experimento técnico y un documento de casi intolerable verdad. Su estilo es apasionado, minucioso y alucinatorio. La admirable traducción de Jorge Luis Borges lo transmite en toda su intensidad.
En Las palmeras salvajes, William Faulkner vuelve (tal como le gustaba hacer) a desembarcar en un punto cualquiera de su narración, sin haber dado apenas noticia de los antecedentes que han desencadenado aquella situación que va contando con minuciosidad, a la que aporta múltiples digresiones, que va cercando desde múltiples puntos de vista, usando una microscópica visión para diseccionar un nimio detalle o, por el contrario, distanciándose hasta alturas que dan vértigo para ofrecer la panorámica completa de un acontecimiento, no siempre central. A la misma vez, el autor explota su afición por perderse por paisajes y tramas secundarias, todo ello movido por la autoridad de un estilo prístino. Esta querencia por los saltos temporales y espaciales obligan al lector a prestar una especial atención si se quiere comprender y reconstruir mentalmente la linealidad de la narración.
Las palmeras salvajes no es sino un ejemplo más de la complicada narrativa faulkneriana. Como el mismo define, esta novela, es una especie de “contrapunto estético”. Este contrapunto le da un ritmo narrativo que de otra manera la estructura no sería digna del tema que se esta tratando Pues la compleja estructura, las diferentes voces narrativas, las digresiones, los saltos temporales y las dos historias funcionando paralelamente, arman el imbricado mapa de múltiples caracteres que definen a los hombres y mujeres, el cual esta limitado y determinado por dos acontecimientos irreversibles de la existencia humana: el nacimiento y la muerte. Y si hay un tema el cual ponga en relación ambas historias y, a esto dos acontecimiento irremediables, ese tema es la perdida y el encuentro del amor. De esta manera, forma y contenido marchan juntos en esta novela para tratar de ilustrar la complicada realidad del hombre. Dos historias, dos hombres, dos mujeres y dos acontecimientos paralelos siempre marcados por pares de opuestos.
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Personalmente no considero Las palmeras salvajes una de las mejores novelas de Faulkner, sin por ello negar sus méritos indudables. A mi juicio dista notablemente del excelso nivel y perfección técnica que logró su autor con obras sublimes -con las que he sufrido y me he deleitado sobre manera- tales como El ruido y la furia, Luz de agosto, Mientras agonizo o la trilogía de los Snopes (El villorrio, La ciudad y La Mansión).
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A.G.
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A.G.