Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
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sábado, 17 de octubre de 2015

Sorpresas gratas: Presunto inocente


Presunto inocente (1987)
Scott Turow

Basada en la propia experiencia del autor como fiscal de Chicago, esta brillante novela presenta un retrato detallado y realista del mundo judicial de una ciudad imaginaria del Medio Oeste. Pero eso no es todo...

Rozat Rusty Sabich es ayudante jefe del fiscal del condado de Kindle y está ayudando en la reelección de su amigo Raymond Horgan. Las elecciones determinarán si Rusty tiene o no trabajo. Si las gana Horgan, se quedará. Pero si las pierde, está acabado.

Rusty es un hombre apasionado y taciturno. Un hombre solitario que tiene la impresión de que a sus casi cuarenta años, tanto su matrimonio como su carrera se han estancado. Sus sentimientos se centran en el amor a su hijo, Nat, y sus perdurables y desesperadas fantasías con su colega Carolyn Polhemus, la amante que no hace mucho tiempo puso fin de manera abrupta a su relación de seis meses.

A unas semanas de las elecciones, Carolyn aparece asesinada en su apartamento. Carolyn es madre divorciada y tiene una vida muy promiscua. Es una mujer sin escrúpulos y amante del peligro. Los indicios apuntan a que fue brutalmente violada por alguien que la conocía bien y en quien ella confiaba. La pérdida es particularmente impactante para Rusty, que aún está enamorado de ella. Horgan asigna a Rusty la investigación del crimen, desconociendo la breve pero apasionada relación de éste con la víctima.

Rusty ha de manejar la investigación del asesinato a pesar del conflicto de intereses que nadie más conoce, para lo cual cuenta con la ayuda de Dan Lip Lipranzer. Al principio se sospecha de delincuentes sexuales que Carolyn ayudó a condenar. Rusty se entera de que Horgan tuvo una breve relación con Carolyn. Mientras tanto, el matrimonio de Rusty hace aguas desde que su mujer, Bárbara, supo de la relación de la aventura de su marido. Aunque siguen viviendo juntos, Bárbara no ha perdonado a su marido y jamás podrá hacerlo.

Rusty no tarde en darse cuenta de que el caso no parece ir a ninguna parte debido a la falta de evidencia y pistas. Su fracaso en la investigación conduce a la derrota de Horgan en la elección. Enfadado y frustrado, Horgan decide conspirar, utilizando todas las poderosas armas que tiene en su mano, para incriminar a su subordinado.

En efecto, una serie de pistas circunstanciales conducen a la fiscalía a acusar a Rusty del asesinato y violación de Carolyn: llamadas desde su casa a Carolyn la noche del asesinato, un vaso de cristal con sus huellas, fibras de la alfombra de la casa de Rusty encontradas en la de Carolyn. El recién elegido fiscal general del condado Nico Della Delay Guardia trata de aportar, con la ayuda de su ayudante Tommy Molto, toda la evidencia posible contra Rusty, quien se ve obligado a contratar para su defensa a Alejandro Stern. Sandy es un abogado argentino que ha sido contrincante de Rusty durante los últimos años. Rusty sólo puede confiar en él y un misterioso expediente B.

Comienza entonces el juicio. Acusación y defensa interrogan a los testigos. La suerte de Rusty da un giro de ciento ochenta grados con la declaración del experto forense, cuyo testimonio no se sostiene en pie. Rusty se entera, además, de que el juez también tuvo una relación con Carolyn y de que el propio juez, Carolyn y Horgan aceptaron sobornos de sospechosos. Y por si fuera poco, la defensa no es capaz de encontrar el vaso con la huella de Rusty.

El juez resuelve que la falta de evidencia hace inviable la continuación del juicio y la propia defensa retira los cargos contra el acusado. El caso queda desestimado antes siquiera de ser enviado al jurado para su deliberación.

Rusty regresa a casa, a salvo de la cárcel, pero su vida no volverá a ser jamás la que fue. Su mujer no está dispuesta a perdonarle y no tarda en aceptar un trabajo en Detroit, lejos de él. Aliviado de las tensiones del juicio, Rusty consigue por fin juntar todas piezas, aparentemente inconexas, del caso y averiguar la identidad del asesino y los motivos que lo llevaron a cometer el crimen.

Presunto inocente, la primera novela de Scott Turow, se convirtió en un éxito inmediato. No en vano, permaneció cuarenta y cinco semanas en las lista de los libros más vendidos del New York Times. Es, sin duda, una de las más brillantes novelas de intriga judicial. Una obra fascinante y profundamente reflexiva.

Turow engancha al lector gracias no sólo a las poderosas tensiones y reverberaciones de la historia, sino a la realidad del mundo que ha creado. Presunto inocente recrea como pocas novelas, con verosimilitud e inteligencia, los mecanismos de la justicia, su psicología, su drama y su lógica. Además, da vida a unos personajes memorables, dotándolos de una riqueza y complejidad extraordinarias. Unos personajes que habitan un mundo violento en el que imperan la doble moral y los conflictos de lealtades. Un mundo donde la verdad nunca está clara y donde la culpa es una pesada carga. Un mundo que nos recuerda al nuestro propio, hasta el punto de cautivar al lector incluso después de la resolución del misterio.

Tal como indica el título de la novela, ésta nos demuestra que no existe la auténtica inocencia. Tan sólo la presunción de inocencia, un término legal y un reconocimiento de la inefabilidad del motivo humano y la imposibilidad de establecer juicios concluyentes de culpabilidad. En gran parte, la verdad que encierra la novela emerge no tanto del juicio de Rusty Sabich como de sus meditaciones. Éstas revelan un temperamento melancólico y filosófico. En efecto, la inquietante ambigüedad moral parece revelarse como una experta interpretación de verosimilitud por parte de Turow.

A.G.

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