Expiación
(2001)
Ian McEwan
Nos
encontramos ante una historia de amor, un drama de guerra pero, sobre todo, una
historia sobre los poderes destructivos de la imaginación. Sobre cómo una
monstruosa mentira contada por una niña de trece años es capaz de mandar a la
cárcel al amante de su hermana mayor y destruir la existencia de una familia de
clase media-alta.
El comienzo de
la novela no es en modo alguno apasionante. Por el contrario, las primeras
setenta páginas aproximadamente son un extenso resumen de impresiones diversas.
Un aire de quietud flota en el ambiente.Vemos a varios personajes ir y vienen
pero la novela, en este punto, parece poblada principalmente por sus influencias
literarias. Entre éstas la más notable es la de Virginia Woolf. La técnica no
es exactamente un flujo de conciencia (stream of consciousness), tanto como una
lenta deriva de asociaciones.
La
novela, en efecto, comienza de un modo engañoso. Gosford Park, en Surrey, se
revela como una especie de escenario idílico en la campiña inglesa. Amanece un día
caluroso y bochornoso del verano de 1935. Se oyen rumores de guerra, mientras
la familia Tallis se ha reunido en la mansión familiar con ocasión de una
comida especial: el hijo mayor, Leon, vuelve a casa de visita. Sin embargo, la
familia no parece tan sólida como la espléndida mansión, rodeada de vastos
terrenos. El padre, una presencia distante, se encuentra como
siempre en Londres, ocupado en unos misteriosos planes de defensa y envuelto
desde hace tiempo en una relación. La madre, Emily se pasa gran parte del
tiempo tumbada en su habitación a consecuencia de severas migrañas. El hijo,
Leon, es un afable bromista que llega a la mansión en compañía de un joven rico
y estúpido hombre de negocios. La hija mayor, Cecilia, acaba de de llegar de
Girton College, Cambridge, y se encuentra perdida. La hermana pequeña, Briony,
es una niña ferozmente disciplinada que desea expresar en el papel su deseo de
que el mundo sea tan disciplinado como ella. Además, nos encontramos al guapo
Robbie Tuner, el protegido de la familia, que también acaba de llegar de
Cambridge. Su madre es la criada de los Tallis y vive con ella en una casita
próxima. Los Tallis pagan sus estudios. Robbie quiere ser médico. Cecilia y
Robbie crecieron juntos y ella está enamorada de él.
También han
llegado a la mansión los hijos de Hermione, la hermana de Emily, de los que su
madre se ha despreocupado. La sexy y manipuladora adolescente Lola y los dos patéticos
gemelos, Jackson y Pierrot, a los que Briony convence para que tomen parte en
la obra de teatro que ha escrito, un fárrago absurdo llamado Los juicios de Arabella. La obra tiene
la intención de ser una bienvenida a casa a su hermano Leon. Se trata de la fantasía de una escritora muy joven
entusiasmada por la posibilidad de crear en muy pocas páginas un mundo
completo. Expiación es en realidad una
versión adulta de este logro, un conflicto entre verdad y fantasía, el modo en
que un novelista falsea la realidad.
Al final del
día Robbie y Cecilia han descubierto que están apasionadamente enamorados, los
gemelos se han escapado, Lola ha sido ultrajada y Briony ha sido acusado de
violación a Robbie, que ha sido arrestado, y, lo que es menos importante, Los juicios de Arabella jamás han sido
representados.
Percibimos
desde el comienzo que entre Cecilia y Robbie sucede un cierto tipo de animosidad
o atracción irreconciliable. Briony presencia desde una ventana de la mansión una
pelea entre ambos. Cecilia y Robbie se encuentran junto a una fuente. Se les ha
caído al agua un valioso jarrón que le dieron a un tío de ella en la Primera
Guerra Mundial los aldeanos franceses a los que había salvado. Una de los sirvientes había roto el
jarrón durante la guerra. Aunque se arregló, es endeble y no sobrevive mucho
tiempo. Cuando Robbie se dispone a saltar al agua a recuperar las piezas,
Cecilia se quita la ropa, quedándose tan sólo con la ropa interior, y salta a la
fuente.
Más tarde, Robbie
intenta articular sus sentimientos por Cecilia en una carta al final de la cual
desliza con toda crudeza la verdad desnuda, esto es, su deseo de tener
relaciones íntimas con Cecilia. Sin embargo, descarta por razones obvias ese
borrador y elabora otro, más suave, que tiene la intención de enviar. Pero por
accidente envía la carta incorrecta a Cecilia por mediación de Briony, que la
abre y la lee.
Las
consecuencias son devastadoras. Por si fuera poco, Briony descubre a Robbie y Cecilia
haciendo el amor con violencia en la biblioteca. Briony va componiéndose su
propia idea de la situación.
La revelación
de las palabras finales de la carta de Robbie pervierten el mundo de los
Tallis. Casi de inmediato ocurre otro acontecimiento que nos recuerda al
acaecido en Pasaje a la India, de
E.M. Forster, que ya comentamos en este blog. El primo gemelo de nueves años se escapa de la casa. Durante
la búsqueda, Lola es asaltada sexualmente en una zona arbolada, pero no sabe
por quién. A pesar de la oscuridad, Briony, que hemos visto aspira a
ser escritora, piensa que
puede identificar al agresor como el lascivo Robbie y agrava
su transgresión con la carta dirigida a Cecilia al convencer a Lola y a todos
los demás (excepto a Cecilia), de que nadie sino Robbie es el culpable. A
diferencia del incidente acaecido en las cuevas de Marabar, la mujer ultrajada
no se retracta y Robbie acaba con sus huesos en la cárcel. Aprendemos que por desgracia Briony también está
enamorada de él. Será la forma de vengarse por su desdén. La venganza de la
niña que se siente tentada, si bien aún exiliada, de la edad adulta.
Las
dos partes siguientes de la novela tratan de las consecuencias de las mentiras
de Briony en la familia Tallis. En la segunda parte se cuenta cómo, después de
salir de la cárcel, antes de tiempo por unirse a la infantería, Robbie forma
parte del ejército aliado que es evacuado a Dunkerque. Cecilia espera su
regreso. Tanto ella como Briony trabajan de enfermeras. En estas páginas McEwan
capta magistralmente la banalidad y el horror de la guerra. En contraposición,
el crimen aparentemente inmotivado de Briony parece casi insignificante. No
obstante, Briony, que ha madurado gracias a su experiencia en el hospital, le
pide perdón a su hermana.
La
tercera se sitúa en Londres, donde Briony lucha por superar el dolor de las
muertes en Dunkerque. El estilo elíptico de las primeras páginas de novela no
tiene cabida aquí, puesto que la descripción del horror de las heridas, la
mutilación y la muerte se amontonan delante de los ojos de Briony. ¿Puede está
dedicación a las víctimas aliviar a Briony de su culpa? Podemos preguntarnos si
su expiación depende de que Robbie sobreviva o si se puede lograr mediante la
consumación de sus ambiciones literarias, gracias a una novela como la que está
escribiendo. Pero es difícil decidir quién puede garantizarle la expiación al
novelista, cuya capacidad de crear y relaborar el mundo significa que no hay
ninguna autoridad por encima a la que apelar.
La
última parte de la novela es un epílogo fechado en 1999. Averiguamos que Briony
es una famosa novelista de 77 años que sufre episodios de demencia. Que fue
ella quien escribió las tres secciones de la novela que acabamos de leer. Expiación se revela como la novela que
Briony Tallis ha estado escribiendo entre 1940 y 1999. Cuando Briony comienza a
escribir la obra como una novela corta en 1949, piensa que debería ser moderna
e impresionista, como Virginia Woolf. Peor recibe una carta de rechazo de Cyril
Connoly, de Horizon, en la que le dice que su ficción debería tener más
argumento.
Así
pues, Robbie y Cecilia nunca estuvieron juntos, tal como sugiere la tercera
parte. Robbie murió en Francia, en 1940, y Cecilia murió ese mismo año en
Londres, durante los bombardeos alemanes. El texto que acabamos de leer no es
sino la expiación de Briony por lo que hizo. No pudo resistir la oportunidad de
salvar a los jóvenes amantes, de continuar sus vidas en la ficción, de dar a la
historia un final feliz. Esta revelación enfatiza aún más la ambivalencia ya
explícita de la novela acerca del hecho de ser una novela, y convierte al libro
en un artefacto propiamente posmoderno. Otra cuestión es que este epílogo sea
necesario en realidad. Su novela cuenta en apariencia la misma historia que Ian
McEwan. A Briony, sin embargo, no le preocupan tanto los hechos. De lo
contrario, escribe, debería haber escrito un libro diferente. Piensa que ojalá pudiera
escribir un final feliz, todo bien y los amantes vivos y reunidos. No es
imposible, dice. De hecho ya lo ha escrito y ya lo hemos leído y probablemente
creído.
Expiación es un drama privado de pérdida de la
inocencia y traición, que se desarrolla sobre el trasfondo de una historia
mayor de mala fe. La historia personal es dolorosamente fuerte. Hay todo tipo de
detalles humanos tiernos y exactos como la determinación de los amantes a
sobrevivir, la fe de la madre de clase trabajadora en su hijo, la dedicación de
Emily a sus migrañas. El título parece sugerir que Briony hará algo por medio
de la expiación, pero nada bastante adecuado parece ocurrir. El problema,
aprendemos al final, era que cómo puede un novelista lograr expiación cuando,
con su poder absoluto de decisión, es también una especie de Dios. Concluimos,
pues, que hay expiación ni para Dios ni para los novelistas.
La
novela se revela también como una lamentación sofisticada de los peligros de la
fantasía y la brecha entre realidad y arte. Sus múltiples alusiones literarias
sitúan la historia dentro de un rico contexto literario a la vez que resalta el
artificio implicado en la creación de
una obra literaria.
Al
final de la novela descubrimos cómo el daño premonitorio del jarrón recuerda a
lo que le sucede a otros objetos frágiles de gran valor pero fácilmente
arruinados, tales como la virginidad de Cecilia y su propia vida. Al igual que el
jarrón que trata de rescatar Cecilia, al final no parece sobrevivir mucho: la
familia, los hijos, la memoria, la escritura, quizá incluso el amor y el
perdón. O quizá no.
Expiación es sin duda una de las mejores novelas
de este siglo.
A.G.
No hay comentarios:
Publicar un comentario