Canadá
(2006)
Richard
Ford
Dell Parsons, un profesor de inglés
jubilado, recuerda con una distancia temporal suficiente los acontecimientos
que marcaron su vida y le proyectaron hacia un futuro incierto. Sus recuerdos
se remontan medio siglo, al año en que él y su hermana cumplieron quince años;
una época en la que tuvieron lugar unos acontecimientos claves y traumáticos
que situaron a Dell en un camino que jamás sería capaz de desandar hasta su
origen. El libro sigue la trayectoria y consecuencias de estos acontecimientos
y detalla los duros escenarios en que éstos tuvieron lugar. La novela
trata esencialmente de las consecuencias de una
repentina ruptura trágica en la vida ordinaria de una familia.
Más que en los crímenes en sí, Ford está interesado en cómo estos moldean la
vida de Dell y su modo de vivir en el mundo y de relacionarse con él.
Al comienzo del libro, Dell
anuncia sus intenciones para las siguientes páginas del libro: “En primer lugar
hablaré del robo que cometieron nuestros padres. Luego de los asesinatos, que
ocurrieron más tarde”. Desde el primer momento el lector sabe lo que va a
ocurrir y, por tanto, es consciente del tipo de "inevitabilidad" que
está ligada a las circunstancias. De cómo el narrador vio su vida
descarrilar, como consecuencia de un único acto, espectacularmente singular,
cometido por su madre y su padre: el mal planeado y peor ejecutado robo a un
banco. Su padre pensaba que pasando a Dakota del Norte, un estado
escasamente poblado, para robar un banco, él y su mujer pasarían desapercibidos
y tendrían éxito en su estúpida empresa. Así pues, convence a su mujer,
escéptica mas inteligente, y a partir de ese momento la vida de todos los
miembros de la familia cambia por completo y para siempre.
No tardamos en percibir que
el narrador es alguien que intenta encontrar un sentido a su pasado.
No en vano, el modo en que la historia se despliega refleja la necesidad que
siente Dell de unir todas las piezas del rompecabezas de su pasado. Una de las
consecuencias de esto es que el lector se encuentra con una narrativa meticulosa
en la recreación de ciertos detalles: las marcas de coches, el corte de las
ropas, los ritmos lentos y repetitivos de la vida en una ciudad pequeña.
Incluso el robo del banco, cuando es finalmente descrito, es reconstruido de un
modo bastante neutro y simple. Lo importante aquí no es tanto el acontecimiento
en sí como sus consecuencias a largo plazo.
La novela se divide en tres
partes. La primera, que trata del crimen y sus efectos inmediatos, transcurre
en la segunda mitad de la década de 1950 en Great Falls, la ciudad
de Montana que Ford utilizó como telón de fondo en algunas de sus novelas
anteriores. A mí es la que más me gusta de las tres. De una hermosura
arrebatadora son las descripciones de los paisajes de Montana que Dell recrea
con tanta precisión (y poesía), medio siglo después.
La novela se inicia con el
establecimiento de la familia Parson en Great Falls en 1956. Bev
(Beverly) Parsons, el padre, es el personaje más conmovedor de la novela.
Es piloto de la fuerza aérea, amante de las bromas, trucos y actuaciones con
que entretiene a unos hijos que adora; un hombre cuya inocencia es adorable, a
la vez que letal. Está casado con la mujer equivocada, pero es capaz de
sobrevivir a la claustrofobia de una familia demasiado codependiente trasladándose
continuamente de una base militar a otra. A pesar de verse implicado en delitos
menores, está preocupado hasta la obsesión por el bien estar de su mujer y
su familia.
Uno de estos delitos menores,
el comercio con carne robada, acaba con la expulsión de Bev de la Fuerza Aérea
a la edad de 37 años. Bev llega a Great Falls con la ilusión del que llega a un
lugar nuevo donde pueda salir adelante. Comienza a trabajar en la ciudad como
vendedor de coches nuevos, luego de coches usados, y más tarde agente
inmobiliario que vende tierras y granjas, algo de lo que admite no saber nada.
Es en esta misma época cuando Bev se ve involucrado en el comercio ilegal de
carne robada. Las cosas salen mal –Bev se encuentra debiendo 2.000$ a unos
indios que roban ganado– y convence a su mujer para llevar a cabo el patético
robo a un banco del que se nos habla al comienzo de la novela; un
acontecimiento calamitoso que nos permite conocer con más profundidad la vida
de los Parsons: Bev y Neeva Kampler, los padres forman una pareja
mal emparejada; él es un ex soldado débil y criminal y ella una frustrada
intelectual judía. Dell se siente más próximo a su hermana gemela, Berner.
Los gemelos, que tampoco se llevan muy bien, son ignorados observadores de la
tragedia que se cierne sobre su familia. Bell es un muchacho interesado en el
ajedrez y en la apicultura que ansía comenzar la escuela secundaria en otoño;
su hermana y su madre sienten que no pertenecen a Great Falls. Dell y Berner sí
son capaces de ver fácilmente los motivos por los que su madre se sintió
atraída por Bev Parsons (un hombre grande, fuerte, hablador, divertido,
complaciente). Pero no entienden qué pudo haberle interesado a él de su madre:
una mujer pequeña, encerrada en sí misma, tímida, alienada; hermosa tan sólo
cuando sonríe e ingeniosa sólo cuando se siente totalmente a gusto). En este
punto de la narración, la voz de Dell (introspectiva, lacónica y ligeramente
melancólica, pero a gusto con el lenguaje que utiliza para recuperar su
memoria) es la fuerza central de este admirable novela. Sus frases
cuidadosa y artísticamente construidas merecen por sí mismas el
reconocimiento del lector, si bien son también un servicio constante a la
historia de la familia Parsons.
Con los padres encarcelados y
su hermana gemela dejándolo en la estacada, Dell, que recordemos tiene quince
años, se ve obligado a cruzar clandestinamente la frontera de Canadá,
donde es acogido por un amigo de la familia. En esta segunda parte de la
novela, el robo en el banco no tiene consecuencia ninguna. Dell no vuelve a ver
a sus padres y apenas se reencuentra con su hermana. El momento en que todo
se derrumba y Dell se queda solo, cruzando la frontera hacia una vida
nueva y desconocida, es impresionante y conmovedor. Vemos cómo una vida puede
tender su propio puente hacia un futuro en blanco. Dell afirma que Canadá no
era mejor que América, y todo el mundo lo sabía, excepto los americanas; Canadá
tenía todo lo que América llegó a tener, pero nadie se volvió loco por ello. En
este sentido, la grandiosa y extraordinaria secuencia de la segunda parte de la
novela es un examen de lo que América podría significar y lo que significa en
realidad, desde la óptica de los fugitivos, esto es, gente que jamás volverá a
América y que no dudaría en matar a cualquiera que viniera de América en su
busca.
Dell se establece en Saskatchewan.
Comienza a trabajar en un sórdido hotel al servicio de un misterioso exiliado
norteamericano llamado Arthur Premlinger. Allí no sabe a quién
temer más: si a su jefe, un misterioso graduado en Harvard huido en Canadá para
evitar pagar por sus fechorías pasadas, o al huraño Charley, un
chiflado fanático de Hitler que usa pintalabios y con un trabajo turbio. Es
entonces cuando Dell se ve involucrado en un crimen aún más grave que el que
cometieron sus padres. El propio pasado oscuro de Premlinger atrapa a Dell y
éste se convierte involuntariamente en cómplice de un asesinato ejecutado
despiadadamente. Dell se ve obligado a marcharse de la ciudad para acabar
viviendo bajo el cuidado de otro extraño en Winnipeg, a 500 millas
de allí.
Al describir todo esto desde
el privilegiado punto de vista del presente, Dell disfruta recordando
hasta el hecho más insignificante, como por ejemplo el día en que su
madre se echó una siesta a las cuatro en punto. Con todo, cuando recurre al
diálogo, Dell recuerda no tanto lo que oyó como lo que no oyó; tumbado
despierto en la cama, dice, mientras sus padres conspiran en medio de un
estrépito de platos. Y cuando explica cómo se desintegró su familia,
uno nunca tiene la impresión de que Dell esté manipulando los acontecimientos.
El efecto es más bien el de un testimonio ofrecido escrupulosamente. Si bien,
resulta plausible que algún lector llegue a pensar que el tiempo de Dell en
Saskatchewan “no parece haber ocurrido”.
La tercera parte es una breve
postdata que transcurre en un pasado reciente y trata principalmente de la
visita de Dell a su hermana, que vive en Minneapolis y muere
de una enfermedad terminal.
A diferencia del estilo denso
y plagado de frases discursivas utilizado en la trilogía de Frank
Bascombe, en Canadá encontramos un estilo más austero y
preocupado con el significado interno de las cosas cotidianas. La escritura de
Ford es aquí más directamente descriptiva de lo que había sido en sus novelas
anteriores. Canadá supone el retorno de su autor al llamado
“realismo sucio” de sus primeras novelas, aunque esta novela revela como una épica
en su concepto y es más confiadamente lenta y deliberada en su
narración.
Canadá es la historia de lo que
ocurre cuando cruzamos ciertas líneas y no podemos volver atrás. Es
un examen del poder redentor de la memoria articulada.
A.G.
A.G.