Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
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martes, 26 de diciembre de 2017

Lecturas recientes: El Círculo


El círculo (2013)
Dave Eggers

Mae Holland, una entusiasta veintañera y licenciada universitaria, comienza a trabajar en el Círculo, la empresa más influyente del mundo, gracias a su ex compañera de habitación y amiga, Annie, una circulista de cierta relevancia. La primera impresión encandila a Mae; se maravilla del hermoso campus, la fuente, las pistas de tenis y voleibol y piensa que aquello es el Cielo, sin saber que será el Infierno.

El Círculo es una empresa enorme de tecnología de la información que ha amalgamado diferentes funciones desempeñadas por empresas del ramo que todos conocemos (y de las que no deseo hacer publicidad, que de bastante disfrutan ya) para crear una corporación unificada con ideas aparentemente hermosas. Los clientes entran en el Círculo con una identidad sencilla, su TruYou, que les permite acceder a todas a las operaciones y conexiones sociales imaginables en el universo digital.

En el interior de la organización un círculo de jefes fusiona idealismo tecnológico y derechos humanos hasta presentar una visión de democracia, transparencia y conocimiento perfectos. El Círculo está dirigido por Tres Hombres Sabios, cada uno de los cuales juega un papel diferente, pero en cuya combinación se encuentra el éxito de la compañía. Nos hallamos, obviamente, antes unas claras referencias orwellianas que no han de pasarle desapercibidas al lector. No obstante, el eslogan central del Círculo (“Todo lo que ocurre debe ser conocido”), deriva no tanto de una imberbe ideología política como del tipo de llamémoslo “infoutopía” expuesta por Julian Asange o los sueños de conectividad social de Steve Jobs.

Mae comienza a trabajar en el modesto departamento de Atención al Cliente, proporcionando respuestas modelo a las preguntas y quejas de los clientes. El primer día su trabajo recibe una puntuación de 97 sobre 100, un récord para un novato. Puesto que las puntuaciones de todos los trabajadores son accesibles a todos y cada uno de ellos, Mae se siente impelida a logra la mayor calificación posible y no tarda en revelarse como una competidora entusiasta. Sus altas calificaciones le permiten acercarse a los anillos interiores de la empresa. Se inicia, así, el descenso de Mae al universo del Círculo. A medida que nos adentramos en el libro, aprendemos que la transparencia que define el trabajo diario de Mae se extiende por toda la compañía. Se espera que los circulistas suban “zings” a la plataforma constantemente, compartan fotos y videos e interactúen con sus seguidores. Pero la presión a hacer todo esto, en lugar de elevar, elimina su escepticismo acerca de sus jefes. De tal forma que Mae se imbuye cada vez más de éste y pasa de ser un simple empleado del Círculo a una ávida usuaria.

A medida que Mae avanza en su involucración (o descenso al Infierno, según como queramos verlo), nuestra heroína se convierte en una especie de cachorro feliz que agita su cola con la esperanza de recibir una recompensa, es decir, una puntuación más alta que le permita subir en la clasificación. Lejos de resistirse, Mae encuentra “delicioso” y “estimulante” cada nueva demanda electrónica. Nada parece evitar, pues, que Mae caiga en las profundidades del Círculo. Sin embargo, un personaje emerge de las sombras, Kalden, quien a diferencia de los demás no da la impresión de vivir en ese mundo de transparencia. Su nombre no aparece en ningún sitio y Mae experimenta su invisibilidad como agresiva. Todos los miembros del Círculo son jóvenes y saludables. Kalden, por su parte, tiene el pelo gris aunque parezca joven.

En su segundo encuentro Mae sigue a Kalden a las profundidades, por largos pasillos y a través de túneles subterráneos, hasta llegar a una sala donde Kalden le muestra una caja roja metálica del tamaño de un autobús, envuelta en brillantes tubos plateados. Kalden le dice que allí se almacenan las experiencias del Hombre Transparente, quien lleva cinco años grabando todo lo que ve y oye. Más tarde, Kalden le desvela a Mae que, en realidad, El Círculo es una “pesadilla totalitaria”, como si el lector no lo supiera ya desde el comienzo.

Al final, Mae llega a hacerse tan transparente como puede llegar a ser una persona en el reino del Círculo. Una cámara vigila todos sus actos a lo largo del día. En el baño, por ejemplo, puede apagar el audio, pero la cámara continúa mostrando imágenes de la puerta. Si permanece en silencio demasiado tiempo, sus seguidores le envían mensajes urgentes preguntándole si se encuentra bien.

Pero, ¿qué ocurre con la vida de Mae fuera del Círculo? Juzgad vosotros mismos: se ha peleado con su novio, Mercer, que ha tratado de abrirle los ojos sin éxito alguno; su padre sufre esclerosis múltiple, pero a cambio de la ayuda del Círculo se ve obligado a llevar una cámara, como ella, a todas partes, hasta que por supuesto se cansa. Y respecto a su amiga Annie, Mae sólo piensa en superarla y quitársela de en medio. Es entonces cuando llegamos al final del libro, a una escena escalofriante que no os desvelaré, por supuesto.

La acción transcurre en un futuro no demasiado distante; los tres sabios que poseen y dirigen el Círculo son reconocibles como individuos de hoy. La empresa demanda transparencia en todo; dos de sus principales eslóganes son: “Los secretos son mentiras” y “La privacidad es un robo”. Se prohíbe el anonimato, se revela el pasado de todos, el presente de todos puede ser transmitido en directo con imagen y sonido, nada grabado se borrará jamás. El objetivo del Círculo es que todos los aspectos de la existencia humana (desde el voto a los asuntos de amor) fluyan en su portal, el único portal de ese tipo en el mundo.

Esta potencial distopía debería resultar familiar. Los asuntos que plantea Eggers ya se debaten en libros y tweets. Es la llamada tiranía de la transparencia, la perpetua presencia de la persona en las redes sociales; nuestra extraña querencia a mostrarnos, el voraz apetito informativo de los buscadores y redes sociales, nuestras vidas bajo la constante supervisión de nuestro propio gobierno. Esta obsesión por compartir opiniones y momentos privados están enriqueciendo a empresas que, a causa de su especial naturaleza, pisotean lo único que nos permite ser a cada uno de nosotros mismos: nuestra privacidad; la libertad de ser buenos o malos sin tener en cuenta si alguien nos está viendo o no, y a vivir nuestra vida para nosotros mismos. Nuestra incapacidad para darnos cuenta de esto parece ser el mayor temor de Eggers, quien conforma la discusión como si fuera una fábula o un cuento que pretende ser instructivo.

Es por ello que bien podríamos pensar que Mae no es una víctima, sino una villana de segunda. Sus motivaciones son menudencias relacionadas con Internet: conseguir las puntuaciones más altas, adentrarse en el interior del Círculo, ser popular. En este sentido, Mae es una mera escolar más que una malvada. Quizá sea esto lo que Eggers quiere decir: que el mal en el futuro se parecerá más a la trivial Mae que al ojo inquisitorio del Gran Hermano. En este caso, creo que Eggers debería haberse esforzado más en expresar este sentimiento tan profundo. Los personajes necesitan sustancia y Mae debería parecer algo más que un simple personaje de cómic.

Por todo lo expuesto, uno no sabe si debería entender El Círculo como una sátira del presente o como una visión distópica de un futuro cercano. Creo que quizá debiéramos concebirla como una visión caricaturesca de la tecnología, del totalitarismo de baja intensidad, un experimento narrativo en el que es el idealismo ideal, más que el fascismo o el comunismo, lo que alcanza una solución final.

El Círculo es el mejor, si no el primer y quizá único intento hasta la fecha en la literatura contemporánea de presentar las consecuencias de vivir en un mundo que rehúye el ideal de privacidad. A diferencia de su predecesor, 1984, de George Orwell, El Círculo explora el camino a la tiranía más que un mundo consumido por ella, más allá de un punto en el que no hay retorno. Se trata, por tanto, de una novela de ideas; de ideas sobre la construcción y deconstrucción de la privacidad, sobre el creciente poder corporativo de la privacidad y los efectos que tal posesión puede tener en la naturaleza de la democracia occidental.

Dave Eggers representa la última generación de grandes escritores norteamericanos que han emergido (y superado) los viejos valores de la literatura. En este sentido, El Círculo puede representar la visión de los idealistas de las redes sociales, vistos a través de la forma de una tradicional novela escéptica.

Llegados al punto donde nos han llevado la sociedad hipertecnificada de la que somos parte y la voracidad informativa de las redes sociales, creo que sería pertinente preguntarnos si acaso no se ha cerrado ya el círculo al que alude el autor en esta reveladora novela.

A.G.

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