Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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domingo, 18 de marzo de 2018

Lecturas recientes: La luz que no puedes ver


La luz que no puedes ver (2014)
Anthony Doerr

Marie-Laure es una niña que perdió la visión a la edad de seis años y pasa el resto de su infancia estudiando moluscos y leyendo novelas de Julio Verne y Charles Darwin en braille. Vive en París con su querido padre, un cerrajero encargado de las llaves del Museo Nacional de Historia Natural. En el museo, escondida desde hace más de doscientos años, se encuentra una joya maldita de 133 quilates, un diamante de color azul grisáceo con una incrustación roja en el centro, conocido como el Mar de Llamas.

El padre de Marie-Laure crea rompecabezas ingeniosos y deliciosas miniaturas, entre las que se encuentra un fiel modelo de madera de las calles de París. Gracias a las miniaturas, que Marie-Laure ha conseguido memorizar, puede moverse la ciudad. Marie-Laure es una chica tímida pero valiente y llena de recursos.

En 1940, cuando Maire-Laure tiene doce años, los alemanes ocupan Paris. Ella y su padre escapan de la ciudad y se refugian en la casa de seis plantas que posee Etienne, el tío-abuelo de la niña, en la ciudad amurallada de Saint-Malô, en la costa de Bretaña. La chica desconoce que a su padre se le ha confiado el Mar de Llamas o una de las tres copias exactas del mismo, que han de esconderse para mantenerlas lejos de los alemanes. El padre oculta la piedra preciosa en la maqueta de la casa de Etienne. Pero poco tiempo después es arrestado por los Nazis y desaparece, dejando a Marie-Laure sola con Etienne y su criada. Enterados de que la joya ha desparecido de París, los Nazis emprenden una trepidante búsqueda del tesoro.

La piedra atrae la atención del principal antagonista de la novela, el mayor nazi van Rumpel, un coleccionista de tesoros para el Tercer Reich. Van Rumpel, que se está muriendo de cáncer, se obsesiona con el Mar de Llamas, que se cree protege a su propietario de la muerte mientras lleva al desastre a sus seres queridos.

El otro protagonista de la novela es Werner Pfenning, un chico huérfano que vive con su hermana Jutta en la ciudad minera de Zollverein, cerca de Essen, Alemania. Werner tiene un don para la ciencia y, en especial, para el intricado funcionamiento de las radios; puede arreglar cualquier cosa. El talento de Werner y su pasión por la ciencia llaman la atención de los Nazis, que lo envían a una escuela nacional en la que se entrena un cuerpo de élite militar para el Tercer Reich. El único amigo de Werner en esta institución es un tal Frederick, un chico soñador aficionado a la ornitología.

Werner obedece a sus superiores, y cuando se gradúa su disciplina y aptitud científica lo llevan a la Wehrmacht. Su genio es puesto a trabajar para seguir el rastro de las transmisiones de radio a través de Rusia y Europa Central, hasta que es enviado a Saint-Malô, donde el tío-abuelo de Marie-Laure utiliza su transmisor de radio al servicio de la Resistencia. La persecución del Mar de Llamas continúa mientras las fuerzas aéreas norteamericanas bombardean la ciudad amurallada dos meses después del desembarco del Día D.

Considerando las diferentes ideologías y contextos en que se han movido los dos personajes principales, la mera idea de un encuentro entre Marie-Laure y Werner resulta tremendamente poderosa y atractiva. Y Doerr no desilusiona al lector, pues ha desarrollado la situación de tal modo que ésta se convierte en una poderosa parábola: la ciega transmisora, la heroína que infringe la ley y mártir potencial se encuentra con el receptor que está siempre a la escucha y que ha perdido la perspectiva de sus propios principios.

En efecto, los caminos de Marie-Laure y Werner convergen en 1944, cuando las fuerzas aliadas desembarcan en las playas de Normandía y la unidad de Werner es enviada a Saint-Malô para seguir la pista de la persona que está enviando misteriosas transmisiones de inteligencia. Doerr logra esta convergencia y todas las otras maravillas de esta novela al crear una estructura tan intricada como cualquiera de las maquetas que hace el padre de Marie-Laure: cortando hacía delante y detrás en el tiempo, crea un suspense casi insoportable. Cada pieza de la historia del pasado revela información que carga la narrativa de significado, hasta que la última pieza del rompecabezas del argumento se abre para revelar el tesoro escondido en su interior.

La novela explora la tragedia de la Guerra; presenta personajes llenos de promesas que son transformados en modos descorazonadores por la violencia que los rodea. Werner y Marie-Laure  son dos chicos ordinarios, engullidos por un conflicto con el que no tienen nada que ver, devorados por el horror de la guerra. Ellos son los puntos focales no sólo de la guerra, sino de toda la existencia humana. Werner, brillante e inquisitivo, sueña con convertirse en científico. Sin embargo, se le ofrece la oportunidad de trabajar en una mina de carbón o dedicar su vida a la cause nazi. Marie-Laure, Etienne y Jutta pierden a alguien cercano a causa de la guerra y, por tanto, están para siembre marcados.

La novela también ofrece una mirada a los horrores en mayor escala de la Segunda Guerra Mundial. Los civiles son asesinados indiscriminadamente, las mujeres violadas, y los prisioneros maltratados y asesinados. A pesar de ambientar su novela en el periodo comprendido entre 1934 y 1945, y especialmente en el asedio de Saint-Malô, en agosto de 1944, Doerr evita el tema del Holocausto, centrándose más en cuestiones bélicas que en el genocidio. No obstante, se alude al Holocausto ocasionalmente, creando así un telón ineludible a la historia.

En íntima relación con este aspecto, la novela cuestiona el poder de los seres humanos para elegir entre su destino, y hasta qué medida están nuestras vidas predeterminadas por el mundo en que vivimos. Por un lado, la guerra hace que ciertas elecciones sean imposibles. Por otro, la novela pone el énfasis en el poder de los individuos para elegir su propio camino a pesar del mundo que los rodea.

Finalmente, la novela llama la atención sobre la humanidad compartida que tiene puentes entre nuestras diferencias y la artificialidad de las líneas divisorias entre los buenos y los malos. El vínculo entre Marie-Laure y Werner es quizá el mejor ejemplo de la humanidad común. Aunque son extraños situados en lados opuestos de la guerra, son espíritus gemelos en un cierto sentido.

Los personajes se encuentran inmersos en una constante búsqueda (de transmisiones de radio prohibidas, del Mar de Llamas…), localizando puntos diminutos en el caos del universo. Buscan un significado a la vez que afronta la inmensidad del mundo. Sus destinos giran en torno a su habilidad de actuar cuando todo parece estar determinado en unas escalas que nadie puede imaginar.

Marie-Laure es un personaje muy logrado y hermosamente construido. Su ceguera resulta muy convincente, y su amor sincero por su padre hace que la historia sea aún más hermosa y creíble. Quizá Werner no esté tan logrado. Como contrapunto del padre sabio y constante de Marie-Laure, Doerr dota a Werner de una hermana pequeña llamada Jutta, cuya integridad antifascista nos lleva a creer que acabará por corregir la propia moral imperfecta de su hermano.

Doerr construye una estructura poco común, a base de fábula e invenciones prodigiosas del mundo mecánico, técnico y natural: criaturas de la tierra y el cielo, las propiedad de las piedras preciosas y el carbón, todas las maravillas tecnológicas abrazadas por los Nazis son convertidas en fuentes de maravilla, mientras la complejidad de las ondas de radio y los datos que arrojan ofrecen un modo alternativo de emplear tanto la ciencia como la bondad de la naturaleza humana.

Doerr utiliza una prosa que a veces desmerece la calidad de un argumento magníficamente elaborado. Sus frases cortas y bruscas recuerdan la estática de la radio y hacen que las primeras cien páginas resulten algo aburridas. La adjetivación también resulta, a veces, excesiva. Sin embargo, según avanza la novela, Doerr abandona esta estilo demasiado insistido, de tal modo que, gracias a su magnífica atención al detalle, el lector desea saber qué es lo siguiente que va a ocurrirles a Marie-Laure, a su padre o a Etienne; a Werner, a Jutta, etc.

La mayor parte de la narración se cuenta en tiempo presente, en capítulos breves. La historia se mueve rápida y eficientemente hacia su clímax durante el bombardeo aliado de Saint-Malô. Aunque la narración consiste principalmente de flashbacks, es fácil de seguir, pues se centra principalmente en sus dos personajes principales.

En definitiva, una lectura absorbente. Uno de aquellos libros en los que el talento del escritor supera una cierta insuficiencia estilística. La novela está contada de un modo fascinante y, en ocasiones, con una hermosura deslumbrante, especialmente en aquellos pasajes especialmente tristes. Además de ser entretenida, la novela nos sorprende con suficientes destellos de talento, de tal modo que es más que un simple thriller y, sin llegar a ser gran literatura, se nos revela como una buena lectura.

El título hace referencia al fluir interminable del espectro electromagnético, una escala tan grande que, matemáticamente, toda la luz es invisible. Este motivo recorre toda la novela, proporcionando textura y ritmo, a la vez que tensión temática, entre las naturalezas insignificantes y milagrosas de la humanidad y todos los componentes inmensurables que conforman nuestras vidas.

A.G.