La luz que no puedes ver (2014)
Anthony Doerr
Marie-Laure es
una niña que perdió la visión a la edad de seis años y pasa el resto
de su infancia estudiando moluscos y leyendo novelas de Julio Verne y Charles
Darwin en braille. Vive en París con
su querido padre, un cerrajero encargado de las llaves del Museo Nacional de
Historia Natural. En el museo,
escondida desde hace más de doscientos años, se encuentra una joya maldita de
133 quilates, un diamante de color azul grisáceo con una incrustación roja en
el centro, conocido como el Mar de Llamas.
El
padre de Marie-Laure crea rompecabezas ingeniosos y deliciosas miniaturas,
entre las que se encuentra un fiel modelo de madera de las calles de París.
Gracias a las miniaturas, que Marie-Laure ha conseguido memorizar, puede
moverse la ciudad. Marie-Laure es una chica tímida pero valiente y llena de
recursos.
En
1940, cuando Maire-Laure tiene doce años, los alemanes ocupan Paris. Ella y su
padre escapan de la ciudad y se refugian en la casa de seis plantas que posee
Etienne, el tío-abuelo de la niña, en la ciudad amurallada de Saint-Malô, en la
costa de Bretaña. La chica desconoce que a su padre se le ha confiado el Mar de
Llamas o una de las tres copias exactas del mismo, que han de esconderse para
mantenerlas lejos de los alemanes. El padre oculta la piedra preciosa en la
maqueta de la casa de Etienne. Pero poco tiempo después es arrestado por los
Nazis y desaparece, dejando a Marie-Laure sola con Etienne y su criada. Enterados
de que la joya ha desparecido de París, los Nazis emprenden una trepidante
búsqueda del tesoro.
La
piedra atrae la atención del principal antagonista de la novela, el mayor nazi
van Rumpel, un coleccionista de tesoros para el Tercer Reich. Van Rumpel, que
se está muriendo de cáncer, se obsesiona con el Mar de Llamas, que se cree
protege a su propietario de la muerte mientras lleva al desastre a sus seres
queridos.
El
otro protagonista de la novela es Werner Pfenning, un chico huérfano
que vive con su hermana Jutta en la ciudad minera de Zollverein, cerca de Essen,
Alemania. Werner tiene un don para la ciencia y, en especial, para el intricado
funcionamiento de las radios; puede arreglar cualquier cosa. El talento de Werner y su pasión por la ciencia
llaman la atención de los Nazis, que lo envían a una escuela nacional en la que
se entrena un cuerpo de élite militar para el Tercer Reich. El único amigo de
Werner en esta institución es un tal Frederick, un chico soñador aficionado a
la ornitología.
Werner
obedece a sus superiores, y cuando se gradúa su disciplina y aptitud científica
lo llevan a la Wehrmacht. Su genio es puesto a trabajar para seguir el rastro
de las transmisiones de radio a través de Rusia y Europa Central, hasta que es
enviado a Saint-Malô, donde el tío-abuelo de Marie-Laure utiliza su transmisor
de radio al servicio de la Resistencia. La persecución del Mar de Llamas
continúa mientras las fuerzas aéreas norteamericanas bombardean la ciudad amurallada
dos meses después del desembarco del Día D.
Considerando
las diferentes ideologías y contextos en que se han movido los dos personajes
principales, la mera idea de un encuentro entre Marie-Laure y Werner resulta
tremendamente poderosa y atractiva. Y Doerr no desilusiona al lector, pues ha
desarrollado la situación de tal modo que ésta se convierte en una poderosa
parábola: la ciega transmisora, la heroína que infringe la ley y mártir
potencial se encuentra con el receptor que está siempre a la escucha y que ha
perdido la perspectiva de sus propios principios.
En
efecto, los caminos de Marie-Laure y Werner convergen en 1944, cuando las
fuerzas aliadas desembarcan en las playas de Normandía y la unidad de Werner es
enviada a Saint-Malô para seguir la pista de la persona que está enviando
misteriosas transmisiones de inteligencia. Doerr logra esta convergencia y
todas las otras maravillas de esta novela al crear una estructura tan intricada
como cualquiera de las maquetas que hace el padre de Marie-Laure: cortando
hacía delante y detrás en el tiempo, crea un suspense casi insoportable. Cada
pieza de la historia del pasado revela información que carga la narrativa de
significado, hasta que la última pieza del rompecabezas del argumento se abre
para revelar el tesoro escondido en su interior.
La
novela explora la tragedia de la Guerra; presenta personajes llenos de promesas
que son transformados en modos descorazonadores por la violencia que los rodea.
Werner y Marie-Laure son dos chicos ordinarios,
engullidos por un conflicto con el que no tienen nada que ver, devorados por el
horror de la guerra. Ellos son los puntos focales no sólo de la guerra, sino de
toda la existencia humana. Werner, brillante e inquisitivo, sueña con convertirse
en científico. Sin embargo, se le ofrece la oportunidad de trabajar en una mina
de carbón o dedicar su vida a la cause nazi. Marie-Laure, Etienne y Jutta
pierden a alguien cercano a causa de la guerra y, por tanto, están para siembre
marcados.
La
novela también ofrece una mirada a los horrores en mayor escala de la Segunda
Guerra Mundial. Los civiles son asesinados indiscriminadamente, las mujeres
violadas, y los prisioneros maltratados y asesinados. A pesar de ambientar su
novela en el periodo comprendido entre 1934 y 1945, y especialmente en el
asedio de Saint-Malô, en agosto de 1944, Doerr evita el tema del Holocausto,
centrándose más en cuestiones bélicas que en el genocidio. No obstante, se
alude al Holocausto ocasionalmente, creando así un telón ineludible a la
historia.
En
íntima relación con este aspecto, la novela cuestiona el poder de los seres
humanos para elegir entre su destino, y hasta qué medida están nuestras vidas
predeterminadas por el mundo en que vivimos. Por un lado, la guerra hace que
ciertas elecciones sean imposibles. Por otro, la novela pone el énfasis en el
poder de los individuos para elegir su propio camino a pesar del mundo que los
rodea.
Finalmente,
la novela llama la atención sobre la humanidad compartida que tiene puentes
entre nuestras diferencias y la artificialidad de las líneas divisorias entre
los buenos y los malos. El vínculo entre Marie-Laure y Werner es quizá el mejor
ejemplo de la humanidad común. Aunque son extraños situados en lados opuestos
de la guerra, son espíritus gemelos en un cierto sentido.
Los
personajes se encuentran inmersos en una constante búsqueda (de transmisiones
de radio prohibidas, del Mar de Llamas…), localizando puntos diminutos en el
caos del universo. Buscan un significado a la vez que afronta la inmensidad del
mundo. Sus destinos giran en torno a su habilidad de actuar cuando todo parece
estar determinado en unas escalas que nadie puede imaginar.
Marie-Laure
es un personaje muy logrado y hermosamente construido. Su ceguera resulta muy
convincente, y su amor sincero por su padre hace que la historia sea aún más
hermosa y creíble. Quizá Werner no esté tan logrado. Como contrapunto del padre
sabio y constante de Marie-Laure, Doerr dota a Werner de una hermana pequeña
llamada Jutta, cuya integridad antifascista nos lleva a creer que acabará por
corregir la propia moral imperfecta de su hermano.
Doerr
construye una estructura poco común, a base de fábula e invenciones prodigiosas
del mundo mecánico, técnico y natural: criaturas de la tierra y el cielo, las
propiedad de las piedras preciosas y el carbón, todas las maravillas
tecnológicas abrazadas por los Nazis son convertidas en fuentes de maravilla,
mientras la complejidad de las ondas de radio y los datos que arrojan ofrecen
un modo alternativo de emplear tanto la ciencia como la bondad de la naturaleza
humana.
Doerr
utiliza una prosa que a veces desmerece la calidad de un argumento
magníficamente elaborado. Sus frases cortas y bruscas recuerdan la estática de
la radio y hacen que las primeras cien páginas resulten algo aburridas. La
adjetivación también resulta, a veces, excesiva. Sin embargo, según avanza la
novela, Doerr abandona esta estilo demasiado insistido, de tal modo que,
gracias a su magnífica atención al detalle, el lector desea saber qué es lo
siguiente que va a ocurrirles a Marie-Laure, a su padre o a Etienne; a Werner, a
Jutta, etc.
La
mayor parte de la narración se cuenta en tiempo presente, en capítulos breves.
La historia se mueve rápida y eficientemente hacia su clímax durante el
bombardeo aliado de Saint-Malô. Aunque la narración consiste principalmente de
flashbacks, es fácil de seguir, pues se centra principalmente en sus dos personajes
principales.
En definitiva,
una lectura absorbente. Uno de aquellos libros en los que el talento del
escritor supera una cierta insuficiencia estilística. La novela está contada de un modo fascinante y, en ocasiones,
con una hermosura deslumbrante, especialmente en aquellos pasajes especialmente
tristes. Además de ser entretenida, la novela nos sorprende con suficientes
destellos de talento, de tal modo que es más que un simple thriller y, sin
llegar a ser gran literatura, se nos revela como una buena lectura.
El
título hace referencia al fluir interminable del espectro electromagnético, una
escala tan grande que, matemáticamente, toda la luz es invisible. Este motivo
recorre toda la novela, proporcionando textura y ritmo, a la vez que tensión
temática, entre las naturalezas insignificantes y milagrosas de la humanidad y
todos los componentes inmensurables que conforman nuestras vidas.
A.G.
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