El simpatizante (2015)
Viet Thanh Nguyen
El protagonista sin nombre de esta ambiciosa
novela (un personaje memorable a pesar de su anonimato) es un vietnamita
americanizado, un intelectual cohibido al que definen las divisiones que le
vienen dada por su nacimiento: hijo ilegítimo de un cura católico francés (al
que odia) y una joven aldeana vietnamita, crece en total desacuerdo con el
mundo que le rodea. La dualidad se encuentra, por tanto, se encuentra
literalmente en la sangre del protagonista, que emerge con una conciencia de
esta doble identidad como fuente tanto de dolor como poder, se marcha a Estados
Unidos en la década de los 60 en busca de una adecuada educación universitaria
y el conocimiento de todo aquello que tiene de bárbaro y brillante la vida en
América. Pasados unos años, regresa a Vietnam para ayudar a mantener a raya la
situación. Con el tiempo, se encuentra perfectamente dispuesto para el espionaje, que
él mismo persigue mientras trabaja en el ejército de Vietnam del sur y
sirviendo como de ayuda de confianza de un general con una fuerte conexión con
la CIA.
El simpatizane comienza con un guiño a El hombre
invisible, de Ralph Ellison, que ya comentamos en este blog. La mencionada
novela ofrece una especie de patrón a Nguyen, cuyo narrador-protagonista (sin
nombre, como en la novela de Ellison) trata en su relato de darle sentido a su
doble vida desde una posición de conciliación; en este caso, como prisionero
obligado a hacer una confesión política. En este sentido, El Simpatizante puede
ser leído desde diferentes ópticas: como una novela de espías, una novela
bélica, una novela de inmigrantes, una novela de ideas, una novela política,
una novela universitaria, una novela sobre el cine, y una novela acerca de
otras novelas.
El narrador es la figura protagonista de una
historia marcada por la efervescencia del napalm y un complejo entramado de
ideales que hicieron sufrir a un país en el que muchas manos quisieron tomar
parte. La primera singularidad que aporta el personaje de esta novela queda
retratada en las primeras líneas: “Soy un espía, un agente infiltrado, un topo,
un hombre con dos caras. Previsiblemente, quizá, también tengo dos mentes […]
Simplemente soy capaz de ver cualquier cuestión desde ambos lados”. Esta
característica no solo estimulará el desarrollo de un relato extraordinario, sino
que funcionará también como metáfora de la dualidad existente en un contexto
tan delicado como éste.
Valiéndose de una confesión escrita, el
protagonista compone una radiografía exhaustiva del Vietnam de aquel entonces,
pero también de ese otro país que hasta el momento se había otorgado a sí mismo
la posesión en exclusividad de la voz didáctica y analista: Estados Unidos.
Este espía, o topo, o capitán del ejército de Vietnam del Sur que funciona a su
vez como infiltrado de las filas comunistas, es también un ser humano que no
puede evitar retratar ambas posturas de una misma guerra. A pesar de aferrarse
a un tono aséptico, camuflado de una objetividad ficticia, llena de reflexión
todo su relato. Pero lo hace de una manera lúcida y valiosa, forzando al lector
a encajar las piezas como si de un puzle introspectivo se tratase.
La caída de Saigón en 1975 en manos de las
fuerzas comunistas y la desesperada huida de los ciudadanos de Vietnam del Sur
(un pasaje de la novela, a mi juicio, de una espléndida construcción narrativa,
trepidante y emotiva) es uno de los momentos álgidos de la novela. El narrador,
al que se le refiere simplemente como el Capitán, describe con una brillantez
conmovedora la llamada de los cohetes Katiusha que sisean en la distancia como
bibliotecarios que piden silencio. No muy lejos de los cohetes, entre cuerpos
carbonizados y C-130s alcanzados por el fuego enemigo, el Capitán y el General,
junto con la familia de éste y su buen amigo Bon (un asesino profesional cuya
familia son abatidos en la huida), consiguen a duras penas abandonar el país.
A partir de este momento, Nguyen sosiega el paso
una vez que los refugiados se han instalado en California. Comienza entonces el
relato de la vida de los inmigrantes vietnamientas durante las décadas de los
70 y los 80, y su alienación, nostalgia y conflictos generacionales, entre
tiendas de licor y el ambiente de restaurante étnicos. El Capitán encuentra
trabajo en una Universidad, bajo la supervisión de un académico orientalista,
mientras permanece en contacto con el General y sus planes para organizar una
contrarrevolución. Los esfuerzos del general se ven alimentados por su
razonable paranoia acerca de la existencia de espías e informadores en las
filas de la comunidad de exiliados de Vietnam del Sur. Mientras tanto, el Capitán,
trabajando en colaboración con Bon, debe ejecutar órdenes letales contra
hombres inocentes para apaciguar al General y proteger su propia vida. El General,
por su parte, se ve mezclado con políticos americanos anticomunistas con ideas
megalómanas, que llevan a la filmación de una película bélica (que en cierto
sentido no es sin una crítica ácida de Apocalypse Now).
A medida que la acción avanza, con saltos
temporales bien engarzados, aumenta la sensación de dualidad que propone Nguyen:
el narrador es un ser capaz de ver las cosas desde ambos márgenes, sí, pero
también de sufrirlas, por mucho que le cueste aceptarlo. Y en ese sufrimiento
se despliegan y recogen las acciones más reveladoras, las decisiones más
representativas, las consecuencias que todo el mundo conoce pero que hasta
entonces solo habían gozado de un único punto de vista explicativo.
La novela debut de Nguyen, nacido en Vietnam
pero criado en Estados Unidos, nos trae una perspectiva diferente de la guerra
y sus consecuencias a lo existente tanto en el cine como en la literatura. Su opera
prima llena un vacío en la literatura, dando voz a quienes antes no la tenían,
mientras nos lleva a los demás a mirar con una nueva luz unos acontecimientos
que ocurrieron hace cuarenta años. Pero la novela va más allá de su contexto
histórico para presentar temas más universales: los conceptos eternos erróneos
y los malentendidos entre el Este y el Oeste, y el dilema moral afrontado por
la gente forzada a elegir no entre el bien y el mal, sino entre el bien y el
bien.
Viet Thanh Nguyen ha sabido interpretar con una
astucia y una clarividencia excepcionales esa máxima de erigir el punto de
vista en herramienta fundamental de la narración. Lo ha hecho, además, con un
propósito tan sugerente como necesario: abordar la guerra de Vietnam, tratada y
retratada hasta la extenuación, mediante la construcción de una voz propia y
representativa de quienes más la sufrieron y menos margen tuvieron para exponer
sus propias valoraciones y consideraciones.
Gracias a la minuciosidad de este escritor
nacido en Vietnam pero evacuado de niño a EE.UU. (hecho que ayuda a entender el
sacrificio realizado para poner en pie un relato tan exigente), conceptos como
el comunismo o el nacionalismo se despojan de esa capa de futilidad que el paso
de los años y una machaconería desmedida les habían echado encima. Por detrás
de estas concepciones o líneas de pensamiento asoma la vida de distintas
personas que sufrieron en sus propias carnes las causas y consecuencias de un
conflicto atroz, un conflicto armado de otros muchos pequeños conflictos.
El simpatizante fue galardonado con el premio
Pulitzer en 2016, gracia a su novedosa y estimulante visión de la guera de
Vietnam; a su perfecta captura del horror y lo absurdo de la guerra y sus
consecuencias.
A.G.
No hay comentarios:
Publicar un comentario