Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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lunes, 31 de agosto de 2009

Novelas favoritas: Matar un ruiseñor


Matar un ruiseñor (1960)
Harper Lee


Matar a un ruiseñor recrea con brillantez la vida en un pueblecito del sur de Estados Unidos, durante los años treinta. Este pequeño mundo, con sus alegrías y tristezas, va siendo poco a poco descubierto por los ojos infantiles de la protagonista, Jean Louis Finch (llamada por todos Scout). Con ella viven en Maycombe, un pequeño pueblo de Alabama durante la Gran Depresión los otros dos componentes de la familia Finch: Atticus, el padre, un riguroso abogado; y Jem, el hijo varón. Todos ellos cuidados por una criada de color, Calpurnia, una mujer sabia y prudente. A pesar de que sus hijos le roban gran parte de su tiempo, Atticus Finch acepta uno de los casos más difíciles que se le pueden presentar: defender al negro Tom Robinson, acusado de haber violado a Mallella, una chica blanca de diecinueve años. El caso es bien difícil, a pesar de que apenas existen pruebas ni indicios de culpabilidad en el acusado. El juicio parece imposible de ganar. Atticus demuestra cumplidamente la inocencia del acusado, dejando en evidencia a los Ewell, que son quienes lo culpan para ocultar la lujuria de su hija, verdadera incitadora del delito

A la misma vez, contemplamos las travesuras de los hermanos en compañía de su amigo ‘Dill’, un niño que regresa al pueblo todos los veranos y está obsesionado por ver a Boo Radley, un hombre que –según parece- lleva años sin salir de su casa. Boo Radley es un enfermo mental, un pobre desgraciado a quien las circunstancias de la vida le han hecho vivir recluido en una casa cercana a la de los niños y que despierta la curiosidad de éstos por saber de su historia, dedicándose a hacer todo tipo de travesuras para descubrir los secretos de su peculiar vecino. Pequeños objetos depositados por Boo Radley en el hueco de un árbol cercano será la forma en que este misterioso personaje se comunicará con los niños. De este modo, se entabla entre ellos una complicidad de la que nadie más sabrá en el pueblo. Pequeños objetos que serán custodiados por Jem y Scout como auténticos “tesoros” de un ser “invisible” que, como un ángel guardián, vigila a los pequeños sin que ellos lo sepan. De hecho, será el propio Boo Radley quien salve a Jem de la ira del señor Ewell, el padre de Mallella.

Matar a un ruiseñor es una obra que nos habla de la dignidad de la persona. El racismo, la educación de los niños, son temas maravillosamente tratados a lo largo de la historia. Por si fuera poco, la presión social que deberá soportar Atticus por haber aceptado la defensa de Tom será enorme. Deberá cargar sobre sus espaldas la incomprensión de mucha gente de la ciudad e incluso la duda inicial de sus hijos. Durante el juicio saldrán a la luz pública las penas y miserias de algunos de los habitantes de la pequeña ciudad del sur de Estados Unidos.

El argumento es, como vemos, un fuerte alegato antirracista. Pero la obra es mucho más que eso. Pero esta narración tiene algo diferente. Es hermosísima en su sencillez de argumento, la reconstrucción que Lee hace de su infancia y asombrosa la capacidad que tiene para reproducir los pensamientos de una niña de pocos años. Parece, cuando narra la historia (con una sorprendente agilidad), que estamos realmente oyendo a una niña de esa edad. Harper Lee supo construir un libro cautivador y muy ameno, en el que se mezclan armónicamente costumbrismo, intriga policial, historia, sicología infantil, aventuras e incluso misterio.

Matar a un ruiseñor es una fábula sobre el bien y el mal, que existen en el mismo pueblo y en la misma persona. Un canto al coraje de ser fiel a uno mismo; a la bondad y la justicia que, al igual que los ruiseñores que no deben ser abatidos porque no arruinan las cosechas y lo único que hacen es deleitarnos con su canto. Esta novela es un homenaje a los “ruiseñores”, a los seres puros e inocentes, que, a pesar de su aparente fragilidad, albergan dentro de sí una fortaleza capaz de hacer frente al peor de los instintos; “ruiseñores” sin los cuales el mundo perdería todo su encanto y belleza.

Matar a un ruiseñor es el única obra publicada por Harper Lee. Fue galardonada con el Premio Pulitzer en 1961.

La extraordinaria novela de Harper Lee fue llevada al cine por el director Robert Mulligan en 1962. El film fue merecedor de tres Oscars: mejor actor a Gregory Peck, mejor guión adaptado y mejor decoración de un total de siete nominaciones. Si se me permitiera discrepar con la decisión de la Academia, diría que el guión cinematográfico adolece, no sólo de un buen número de escenas importantes del libro, sino de la fuerza de la palabra, de la inocente expresión de su voz narrativa, que es precisamente uno de los elementos que más mueve a la intensa emoción del relato. Sin embargo, no podemos obviar las aportaciones que hace la película con respecto a la novela: la extraordinaria interpretación que hace Gregory Peck de Atticus Finch, serena a pesar dela gravedad del asunto; la no menos sobria y emotiva de Mary Badham en el papel de Scout; y la magnífica banda sonora de Elmer Bernstein.
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A.G.

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