El palacio de la luna (1990)
Paul Auster
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Marc Stanley Fogg, hijo de padre desconocido, quedó huérfano a los doce años y fue educado por su excéntrico tío Victor, que tocaba el clarinete en orquestas de poca monta. Muerto éste, Marco no puede evitar caer en la indigencia y la soledad, hasta que la hermosa Kitty Wu lo rescata de esta vida sin esperanza. Marco empieza entonces a trabajar para un viejo pintor, Thomas Effing. Tras un largo periplo que lo lleva hasta el Oeste y bajo el influjo de la omnipresente luna, Marc logra por fin descubrir su misterioso origen y la identidad de su progenitor.
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Paul Auster construye de nuevo una historia que contiene a su vez otras historias y presenta personas cuya vida cambia constantemente de rumbo hasta el punto de descender a los infiernos para resurgir más tarde y dar, así, un rumbo nuevo a sus vidas.
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El asunto básico que trata la historia es, sin duda, la búsqueda constante de la identidad del personaje principal, que queda patente a lo largo de la novela. Analicemos, si no, el propio nombre del protagonista. Su nombre es Marc, en clara referencia a Marco Polo, el explorador veneciano, y su apellido es Fogg, como Phileas Fogg, el personaje de Julio Verne que dio la vuelta al mundo en ochenta días. Marco Fogg busca a su padre, y es éste un tema, el de la inexistencia de la figura paterna, una constante en las novelas de Paul Auster. El resto de personajes parecen también inmersos en una constante búsqueda. De hecho, se encuentran perdidos y desorientados. Son incapaces de fijar unos objetivos en su vida, de definir un plan de acción. Por el contrario, se ven sujetos al capricho del destino.
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El palacio de la luna aborda otros temas, como el del dinero, al que se considera algo imprescindible para poder sobrevivir y la mayor fuerza que puede condicionar la vida del ser humano. También está presente el tema de la amistad, considerada como algo superficial y casi inaprensible para el protagonista. Auster también aborda el asunto del fracaso sentimental, una constante en todas sus novelas, pues no en vano el propio autor norteamericano vivió el fracaso del divorcio en su vida.
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A lo largo de la novela, aparece como telón de fondo algunos acontecimientos históricos: la llegada del hombre a la luna y la guerra de Vietnam, aunque estos asuntos no son tratados con demasiada profundidad.
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Aunque resulta innegable que El palacio de la luna tiene momentos de gran calidad, no se pueden obviar los altibajos constantes que hacen que la novela se haga muy pesada, hasta el punto de que el lector pueda pensar que ésta no lleva a nada. He de confesar que, a pesar de virtudes que los críticos ven en ella, la novela no me agradó en absoluto. Me costó mucho terminarla, y eso no es una buena señal.
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A.G.
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