Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
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domingo, 17 de marzo de 2013

Lecturas recientes: Yo, mí, me... contigo



Yo, mí, me... contigo (2010)
David Safier

Divertida, sin duda, la última entrega de la “factoría Safier”; una nueva vuelta de tuerca al mismo asunto que viene desarrollando desde la publicación de Maldito karma. Precisamente por eso, y a pesar del denodado esfuerzo de su autor, esta última novela carece de la originalidad de sus predecesoras y sorprende mucho menos que ellas. Con todo, son encomiables tanto el esfuerzo de Safier como el resultado final. El argumento está cuidadosamente elaborado y, a pesar de tratarse de una obra de ficción (de mucha ficción), resultan admirables la coherencia y coordinación entre los acontecimientos acaecidos en el siglo XVI (reales y ficticios) y los de la actualidad.

El asunto que plantea la novela (en el original Plötzlich Shakespeare, es decir, De repente, Shakespeare) es difícil de abordar con rigor. Si ya les resulta difícil a un hombre y una mujer compartir sus vidas, cuánto más complicado será compartir un mismo cuerpo.

En efecto, Rosa, en el papel de heroína prototípica safieriana que trata de recuperar al que considera hombre de su vida (quien por su parte está a punto de casarse con otra mujer), es hipnotizada por un mago de circo y transportada a una vida anterior; la vida de un hombre que ha sido desafiado en un duelo. Transcurre el año 1594 y el hombre en cuestión es nada más y nada menos que el celebérrimo William Shakespeare.

Rosa se encuentra atrapada en un mundo que le cuesta comprender, mas sólo podrá regresar al tiempo presente después de haber descubierto el significado del verdadero amor, una tarea no menuda en absoluto. Para ello ha de contender no sólo con las hordas de admiradoras femeninas de El Bardo, sino con el propio poeta, que se manifiesta a disgusto con la circunstancia inverosímil de tener a una mujer controlando su cuerpo. A pesar de ser el autor de Romeo y Julieta, nuestro hombre no parece saber tanto acerca de las mujeres como la propia Rosa.

Para saber cómo termina la historia, no hay nada mejor que leer la novela. Se trata de una lectura amena y sencilla que no dudo en recomendar, en especial a aquellos que no conozcan la obra de David Safier. El autor de Maldito karma y Jesús me quiere no deja de sorprender por su gran talento contando historias de un modo divertido, lo cual, ya os digo yo, no es nada fácil.

A.G.

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