Ciudadano del Imperio (2003)
Gillian Bradshaw
Roma, año 16
antes de Cristo. Hermógenes, un
joven comerciante griego, llega a la Capital del Imperio desde Alejandría, donde ha dejado a su
querida hija, con el objetivo de cobrar
una deuda. Uno de los negocios de la familia acabó con la muerte de su padre en
el mar y Hermógenes ha tenido que encargarse de reclamar el dinero que
diferentes acreedores le adeudan a la familia. Entre las deudas se encuentra
una cantidad nada desdeñable, heredada de su tío muerto, de un cónsul romano, Tario Rufo, que se ha negado a pagar
lo que debe e incluso a negociar con la “basura griega”.
Nada más llegar a
Roma, Hermógenes comprende que, a pesar de ser un hombre rico y ciudadano
romano, no será tarea fácil cobrar la deuda. En su largo periplo en busca del
ansiado dinero, chocará con intereses, luchas de poder y conspiraciones que lo
entorpecerán sobre manera. En su ardua tarea recibe la ayuda del mercader Tito Crispo, antiguo amigo de su
padre, que lo aloja en su casa. Es allí precisamente donde Hermógenes descubre
a un muchacho que “odia la cama de su señor”. Hermógenes se pregunta, por primera
vez en su vida, acerca de la ética
de la esclavitud.
Después de
encontrarse con diversos personajes implicados, de una u otra manera, en el
asunto que se trae entre manos, Hermógenes comprende que, sin él quererlo, se
ha visto involucrado en un enorme entramado político cuyas últimas
consecuencias se le escapan de las manos. Con todo, cree que nadie debería estar por
encima de la justicia, especialmente un cónsul que se supone debe mantenerla.
Cuando su
guardaespaldas es asesinado, Hermógenes se ve obligado a contratar a una mujer, Cántabra, una orgullosa ex gladiadora
de origen hispano que aporta la siempre bienvenida fuerza de sus músculos y
acabará salvándole la vida.
Gracias a su
especial habilidad, y con la ayuda de los escasos recursos personales de que
dispone, Hermógenes consigue hacer frente al trío de ricos y poderosos amigos
del emperador Augusto y hace picar en el anzuelo a dos ellos, para conseguir,
al fin, recuperar su dinero.
Ciudadano del
Imperio es una interesante
historia de acción, matizada con una historia de amor que se desarrolla en un
breve lapso de tiempo. La trama pivota entorno a la cuestión de si las
autoridades de Roma respetarán un contrato suscrito por un ciudadano romano
llegado de una provincia distante. La historia plantea otras cuestiones
interesantes: ¿tendrá más valor el orgullo y el prejuicio que el cumplimiento de la ley? ¿Debería un
griego que es tratado como un ser inferior, simplemente porque no es de
nacionalidad romana, seguir presionando en busca de justicia, enfrentándose con
ello a serias amenazas de muerte? ¿Defenderán los subalternos de un emperador
ausente la ley y el orden, o se
verán cegados por la intolerancia hasta el punto de perpetrar a una
conspiración mortal?
La novela
mantiene la tensión y el suspense aunque el lector tenga la certeza de que la
historia terminará con un final feliz. La resolución de la misma incluye una
sorpresa grata que esquiva las expectativas de las historias de amor modernas y
las remplaza con un desenlace que no tergiversa la realidad histórica.
Gillian Bradshaw
es una autora norteamericana que escribe sobre todo novelas históricas
ambientadas en la antigüedad. Conocí su obra gracias a El faro de Alejandría, una estupenda
novela que transcurre principalmente en el Egipto del siglo IV de nuestra era.
Más tarde leí El heredero de
Cleopatra y Teodora, emperatriz de Bizancio, pero
al igual que Ciudadano del
Imperio, me parecen todas ellas de una calidad muy inferior a la El faro de Alejandría.
A.G.
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