Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
.

martes, 2 de julio de 2013

Lecturas recientes: Ciudadano del Imperio


Ciudadano del Imperio (2003)
Gillian Bradshaw

Roma, año 16 antes de Cristo. Hermógenes, un joven comerciante griego, llega a la Capital del Imperio desde Alejandría, donde ha dejado a su querida hija, con el objetivo de cobrar una deuda. Uno de los negocios de la familia acabó con la muerte de su padre en el mar y Hermógenes ha tenido que encargarse de reclamar el dinero que diferentes acreedores le adeudan a la familia. Entre las deudas se encuentra una cantidad nada desdeñable, heredada de su tío muerto, de un cónsul romano, Tario Rufo, que se ha negado a pagar lo que debe e incluso a negociar con la “basura griega”.

Nada más llegar a Roma, Hermógenes comprende que, a pesar de ser un hombre rico y ciudadano romano, no será tarea fácil cobrar la deuda. En su largo periplo en busca del ansiado dinero, chocará con intereses, luchas de poder y conspiraciones que lo entorpecerán sobre manera. En su ardua tarea recibe la ayuda del mercader Tito Crispo, antiguo amigo de su padre, que lo aloja en su casa. Es allí precisamente donde Hermógenes descubre a un muchacho que “odia la cama de su señor”. Hermógenes se pregunta, por primera vez en su vida, acerca de la ética de la esclavitud.

Después de encontrarse con diversos personajes implicados, de una u otra manera, en el asunto que se trae entre manos, Hermógenes comprende que, sin él quererlo, se ha visto involucrado en un enorme entramado político cuyas últimas consecuencias se le escapan de las manos. Con todo, cree que nadie debería estar por encima de la justicia, especialmente un cónsul que se supone debe mantenerla.

Cuando su guardaespaldas es asesinado, Hermógenes se ve obligado a contratar a una mujer, Cántabra, una orgullosa ex gladiadora de origen hispano que aporta la siempre bienvenida fuerza de sus músculos y acabará salvándole la vida.

Gracias a su especial habilidad, y con la ayuda de los escasos recursos personales de que dispone, Hermógenes consigue hacer frente al trío de ricos y poderosos amigos del emperador Augusto y hace picar en el anzuelo a dos ellos, para conseguir, al fin, recuperar su dinero.

Ciudadano del Imperio es una interesante historia de acción, matizada con una historia de amor que se desarrolla en un breve lapso de tiempo. La trama pivota entorno a la cuestión de si las autoridades de Roma respetarán un contrato suscrito por un ciudadano romano llegado de una provincia distante. La historia plantea otras cuestiones interesantes: ¿tendrá más valor el orgullo y el prejuicio que el cumplimiento de la ley? ¿Debería un griego que es tratado como un ser inferior, simplemente porque no es de nacionalidad romana, seguir presionando en busca de justicia, enfrentándose con ello a serias amenazas de muerte? ¿Defenderán los subalternos de un emperador ausente la ley y el orden, o se verán cegados por la intolerancia hasta el punto de perpetrar a una conspiración mortal?

La novela mantiene la tensión y el suspense aunque el lector tenga la certeza de que la historia terminará con un final feliz. La resolución de la misma incluye una sorpresa grata que esquiva las expectativas de las historias de amor modernas y las remplaza con un desenlace que no tergiversa la realidad histórica.

Gillian Bradshaw es una autora norteamericana que escribe sobre todo novelas históricas ambientadas en la antigüedad. Conocí su obra gracias a El faro de Alejandría, una estupenda novela que transcurre principalmente en el Egipto del siglo IV de nuestra era. Más tarde leí El heredero de Cleopatra y Teodora, emperatriz de Bizancio, pero al igual que Ciudadano del Imperio, me parecen todas ellas de una calidad muy inferior a la El faro de Alejandría.

A.G.

No hay comentarios: