El perro de terracotta (1996)
Andrea Camilleri
Segunda novela de la popular serie del inspector Montalbano, en la
que nuestro singular héroe se ve envuelto en la resolución de un crimen
cometido por la mafia, que implica al veterano capo Tano “el griego”, y el
extraño robo de un camión de reparto. Las investigaciones conducen a Montalbano
a una cueva secreta utilizada por traficantes de armas de la mafia. La cueva
contiene también los cuerpos momificados de dos jóvenes amantes, rodeados de
curiosos artefactos (entre los que se halla un enorme perro de terracota), que
llevan durmiendo el sueño de los justos desde los años lejanos de la Segunda
Guerra Mundial. Montalbano entrevista a los habitantes de la zona con el
objetivo de averiguar quiénes eran los dos jóvenes y por qué fueron asesinados
y enterrados de aquella forma ritual que se infiere de la curiosa disposición
de los cuerpos y el resto de objetos simbólicos.
El hábil inspector de Vigàta acaba atando cabos.
Averigua que los amantes se llamaban Lisetta y Mario y elabora una cuidadosa
trampa, sirviéndose de sus contactos en las cadenas de televisión, para hacer
regresar al lugar del crimen, cincuenta años después, al responsable de las
muertes.
Además del cuidadosamente elaborado argumento de
la novela, algo propio de la serie de Montalbano, y de la que, por cierto, ya
he devorado la quinta entrega, me gustaría plantear algunas cuestiones interesantes. La primera tiene que ver con los métodos, más que cuestionables, que utiliza el
inspector para conseguir sus objetivos. En El
perro de terracota, Montalbano se sirve, por ejemplo, de unas fotografías
robadas parea intimidar al suegro de Ingrid. ¿Justifican siempre sus fines los
medios que utiliza? A lo largo de las diferentes novelas que componen la serie
podemos plantearnos esta misma pregunta, cuya respuesta dejo al lector. La segunda cuestión está relacionada con el uso
avieso que hace Montalbano de los medios de comunicación. ¿Hasta qué punto ha
aprendido a manipularlos, como un buen político, y se sirve de ellos para sus
fines?
Surgen también otras cuestiones, pues, como ya
he afirmado, las novelas de Camilleri transcienden lo meramente narrativo para
plantear una serie de asuntos de mayor relevancia. En este sentido, volvemos a
encontrarnos el asunto de la amistad de Montalbano con las mujeres, a las que
respeta intelectualmente, pero de las que siempre pretende obtener la ayuda
necesaria para hacer avanzar sus investigaciones. Montalbano se encuentra muy
cómodo con las mujeres en este plano, si bien se las apaña francamente mal
cuando ha de relacionarse con las que se le aproximan con intenciones “románticas”.
Sirva, si no, el ejemplo de su novia
Livia. Es éste un asunto muy interesante que veremos en las novelas
posteriores.
Gracias a su ingenio y aguda comprensión de la
naturaleza humana, Montalbano vuelve a deleitar al lector con su compasión, inteligencia
y sentido del humor.
A.G.
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