Dientes blancos
Zadie Smith (2000)
Ésta es la crónica de
dos familias que elaboran, mediante diferentes retales culturales, voces, tonos
y texturas, un cuadro vívido del Londres de finales del siglo XX. Zadie Smith
desarrolla en su primera novela una astuta investigación acerca de la raza y la
identidad, y satiriza con ternura los antagonismos religiosos y la confusión
cultural.
La novela se inicia
con la historia del inglés Archie Jones y su amistad accidental con Samad
Iqbal, un musulmán bengalí de Bangladesh. Los dos hombres se conocieron en
1945, cuando ambos pertenecían a la tripulación de un tanque británico que se
movía pesadamente a lo largo de la Europa de los días finales de la Segunda
Guerra Mundial. A partir de este momento, seguimos la vida y milagros de los dos
hombres durante tres décadas. Archie es un tipo gris pero decente condenado al
fracaso, lo cual incluye su propio intento de suicidio. La mañana de Año Nuevo
de 1975, Archie intenta asfixiarse con el humo de su coche, pero un vecino
sospecha de lo que ocurre y lo salva en lo que a todas luces se nos revela como
una escena que tiene más de comedia que de tragedia. Samad, a pesar de
parecerse a Omar Sharif, no es más que un camarero explotado en un restaurante
indio del West End, y obsesionado por la historia de su tatarabuelo, Mangal
Panda, quien presuntamente disparó, y falló, el primer tiro del motín indio de
1857.
A mediados de los
1970, Archie volvió a casarse, esta vez con una gigantona jamaicana a la que
doble en edad, llamada Clara. Tuvieron una hija, Irie, que se convertirá en el
centro de la narración. Samad, por su parte, optó por el matrimonio arreglado
con una bengalí, la fogosa Alsana, y tuvo dos hijos, Magid y Millat.
Ambas familias, los
Jones y los Iqbal, viven en el animado suburbio de Willesden, en el noroeste de
Londres, un “melting pot” de razas y colores. Archie aboga por la convivencia
pacífica entre miembros de diferentes culturas, mientras Samad valora la
diferencia y ansía el debate. Encontramos, así, una abierta yuxtaposición entre
la moralidad bíblica y los detalles mundanos de lo doméstico, que está
relacionada en gran medida con la brecha entre expectación y realidad. Vemos un
claro ejemplo de ello en los hijos de Samad, los primeros descendientes del
gran “experimento trasoceánico”. Samad exige demasiado a sus gemelos, y paga
por ello un precio calamitoso. Envía a Magid a casa para ser educado, pero éste
regresa ocho años después con un acento inglés pukka y un sereno ateísmo.
Millat, por su parte, parece haberse convertido en un integrista.
Por si no tuviéramos
suficiente con estas dos familias, Zadie Smith introduce una tercera, los
Chalfen, orgullosos representantes de la modernidad liberal del norte de
Londres. Marcus Chalfen es un profesor universitario y curioso científico que
anda embarcado un controvertido experimento sobre la genética de los roedores.
Joyce, su mujer, es una esforzada horticultura que no duda en decirles a Irie y
Millat que le resultan muy exóticos, y que a la pregunta de dónde proceden
originalmente, se encuentra inexorablemente con la respuesta “merecida”.
La irrupción de los
Chalfen marca un punto de inflexión en la novela, cuyo desenlace habréis de
descubrir vosotros mismos.
A pesar de sus
tensiones, creo que Dientes blancos
es una novela luminosa. Su mezcla de voces y puntos de vista enfrentados, su
retrato de una sociedad que lucha para conseguir una grado aceptable de
comodidad, tolerancia, e incluso compañerismo la convierten en una novela
admirable y reveladora.
A.G.
1 comentario:
Hola, excelente blog!! me he pasado por varias entradas y me han encantado!!!
Espero que puedas pasarte por el mio:
http://librospuenteaotrosmundos.blogspot.in
Un abrazo!! :)
Publicar un comentario