Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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viernes, 26 de junio de 2015

Lecturas recientes: El olor de la noche

 
El olor de la noche (2005)
Andrea Camilleri

En esta ocasión el comisario Montalbano se ve envuelto involuntariamente en un caso peliagudo del que sus superiores querían alejarle. Se trata de la desaparición de Emanuele Gargano, un anciano asesor financiero, y su ayudante. Ambos son sospechosos de haber cometido una estafa de tipo piramidal. Aunque a Montalbano no le guste mucho tratar con asuntos financieros, no le quedará más remedio que implicarse cuando Mariastella Consentino, la secretaria de Gargano, es asaltada a punta de pistola por Salvatore Garzullo, un respetable ciudadano de Vigàta que quiere que le devuelvan su dinero.

Montalbano averigua que, en efecto, el propietario de la empresa se ha esfumado con los ahorros de toda la vida que un buen número de jubilados del pueblo le habían confiado al “mago de las finanzas” recientemente afincado en Vigàta. Se cree que su ayudante, o bien ha sido asesinado (se supone que la Mafia, como es natural, no anda lejos), o vive a cuerpo de rey en alguna isla tropical.

En esta ocasión Montalbano no puede contar para su investigación con su leal asistente Mimi Augello, quien como es habitual tiene problemas de faldas que requieren toda su atención. Por si fuera poco, el comisario tiene que apañárselas con las habituales disputas telefónicas con Livia, su novia a larga distancia, quien esta vez le acusa de haberle estropeado su jersey favorito. Y para que no digamos que falta otro de los elementos fundamentales de la serie, volvemos a encontrarnos con las detalladas descripciones de platos de comida de los que tanto disfruta nuestro buen comisario y a las que muchos de sus lectores nos gustaría clavarles el diente a medida que nos encontramos con ellas, salpicadas a lo largo de la narración. Si todo esto lo aderezamos con unas pizcas de política y seducción, encarnada por la atractiva Mariastella (una maestra de la comunicación no verbal y el chantaje sexual), y le añadimos las irrisorias escenas del inefable Catarella, voilà… otra pieza deliciosa de nuestro adorable Camilleri.

A.G.

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