Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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domingo, 27 de septiembre de 2015

Sorpresas gratas: Los pájaros amarillos


Los pájaros amarillos (2012)
Kevin Powers

El joven soldado John Bartle, destinado a manejar una ametralladora en la Guerra de Irak, predice que ninguno de sus compañeros está destinado a sobrevivir. La guerra, afirma, es paciente y no le preocupan los objetivos ni las fronteras; si te quiere mucha gente o ninguna en absoluto. El único propósito de la guerra, tal como se le reveló una noche en sueños, es seguir, tan sólo seguir.

Poco tiempo después de su llegada a Irak, Bartle es testigo de un tiroteo extrañamente fortuito, mas horrible, que marcará su futuro inmediato. Involuntariamente se verá implicado en un acto que, a pesar de ser cometido por un motivo loable, casi destruirá tanto su mente como cualquier sentido de moral que pudiera aún quedarle tras dos años de servicio en los campos de batalla de la provincia iraquí de Nínive. Su colaborador indispensable en dicha conspiración es su sargento, un hombre entusiasta y brillante llamado Sterling, sobre cuya persona Bartle siente una perturbadora ambivalencia.

Al igual que Burtle, Kevin Powers fue, en efecto, testigo de excepción de la guerra de Irak, pues sirvió dos años en Mosul y Tal Afar. En un breve prefacio a la novela, Kevin afirma que Los pájaros amarillos comenzó como un intento de responder una pregunta: “¿Cómo eran las cosas allí (en la Guerra de Irak)?”. Sin embargo, Powers no tardó en darse cuenta de que él no era la persona adecuada para tan ardua tarea, pues la guerra no es sino como ella misma; de ninguna otra manera. Los pájaros amarillos aborda el problema sempiterno de intentar describir experiencias que tan sólo unos pocos comparten: la guerra, la locura, la extrema violencia, etc. Son experiencias que difícilmente pueden ser descritas con palabras. No obstante, Powers elabora lo que él mismo llama “la cartografía de la conciencia de un hombre” y logra recordarnos con esta magnífica novela, llena de lirismo y excepcionalmente escrita, a las dos más grandes novelas del género, que ya hemos comentado en este blog: Sin novedad en el frente (a mi juicio, la mejor de todas las jamás escritas sobre esta temática) y La roja insignia del valor.

Powers elabora un retrato juicioso e intuitivo de los hombres que luchan en las guerras. Tres son los protagonistas principales de este drama: el misterioso y vulnerable Murph, el brutal Sterling y el protagonista y narrador de la historia, cuyo nombre nos recuerda a Bartleby, el personaje de Melville; otro hombre paralizado hasta el punto que lo único que puede hacer al final es realizar los pocos actos simples que le ayudarían a mantenerse con vida.

John Bartle prometió a la madre del soldado de dieciocho años Daniel Murphy que cuidaría de su hijo y le traería de vuelta sano y salvo. Una promesa que, como el narrador revela desde el comienzo de la novela, no podrá cumplir. A pesar de poner todo su empeño en sobrevivir, a la vez que se pregunta cómo puede cumplir su promesa, Burtle siente poco a poco como si él mismo se fuera desintegrando.

La novela se mueve intermitentemente de un escenario a otro: Virginia, Irak, Alemania, Nueva Jersey y Kentucky, de 2003 a 2009. Al recordar la guerra, Bartle admite que es como hacer un puzle de atrás adelante. Este peculiar estilo narrativo convierte al lector en un participante activo, convirtiéndolo en una especie de coautor que a medida que junta los recuerdos dispersos se da cuenta del terrible secreto que se esconde debajo: la cruda verdad de la muerte horrenda de Murph.

Cuando Bartle acaba confinado en una prisión militar, no le queda más compañía que sus recuerdos; recuerdos que intenta atrapar aunque su lógica y sus secuencia le sean esquivas. Sus inciertos recuerdos le impiden estar de vuelta en Estados Unidos de forma plena. Durante la guerra, no ha habido nada que quisiera más que regresar a casa, pero una vez de vuelta, todo le recuerda a algo más: su mano se aferra a un rifle que no existe, cree ver a los fantasmas de los hombres muertos en los asientos del aeropuerto, a los niños destruidos por los morteros y los obuses, etc. Cuando su madre lo abraza y le dice que por fin está en casa, él no la cree. Cualquier ruido en la distancia, cualquier objeto insignificante lo transporta a un lugar oscuro en el que los caimanes esperan con las mandíbulas abiertas.

Después de regresar de Irak, Powers obtuvo un máster en poesía por la Universidad de Texas. Esto es evidente en la musicalidad de sus frases o los detalles brillantes, especialmente visibles en las descripciones, que salpican su prosa como diminutas gemas.

Los pájaros amarillos es una novela hermosa, poderosa y equilibrada. Una lectura obligatoria, no sólo porque nos presenta un testimonio de primera mano de la Guerra de Irak, sino porque nos ayuda a comprender que incluso de la más incomprensible y vergonzosa violencia podemos extraer una mínima visión vital del ser humano.

A.G.

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