El juego del ángel (2008)
Carlos Ruiz Zafón
Prescindiendo del argumento, he de afirmar que la obra me ha decepcionado, aunque sólo en parte. Trataré de explicarme. Afirmo que El juego del ángel me ha decepcionado, pues esperaba encontrar en esta novela algo de la misma calidad de la que hace gala La sombra del viento, y para mi disgusto no he encontrado esa calidad por casi ninguna parte; ni siquiera la trama engancha tanto. Por otro lado, puedo afirmar que El juego del ángel no me ha decepcionado, pues en sentido estricto se trata de más de lo mismo, del mismo estilo, pero mucho más exagerado; exagerado ad absurdum. En este sentido podemos afirmar sin temor a equivocarnos que El juego del ángel es una auténtica novela gótica, tanto por las situaciones o escenas planteadas, como por los propios personajes, que parecen salidos de una película de terror o una novela al más puro estilo de E. A. Poe. Y eso no es todo, pues a lo largo de sús más de seiscinetas páginas nos encontramos con mansiones tétricas y en ruinas, cementerios, panteones monumentales, incendios y puertas secretas, brujas y espiritismo, etc.
¿Cuál es el problema de esta acumulación de elementos? Pues, a mi juicio, que todos ellos convierten el relato en una historia absolutamente inverosímil. Incluso la puerta abierta que parece dejar el autor con el epílogo fechado en 1945, y según el cual todo puede haberse tratado de un sueño, suena a farsa. Es una explicación tanto o más inverosímil que la anterior. Todo ello me lleva a considerar que el final no está en absoluto logrado. Carlos R. Zafón deja demasiados cabos sueltos; tantos que este final me ha dejado un sabor amargo, la sensación de que el autor no se ha esmerado o no ha sabido cómo solucionar una trama de por sí complicada. En fin, mucha poesía y metáfora, pero poco realismo y verosimilitud. Lo considero un desacierto por parte del autor.
Por otra parte, la novela se hace muy larga. Hay demasiados diálogos y situaciones que parecen eternizarse como consecuencia del afán descriptivo del autor y su reticencia a hacer uso de la elipsis narrativa.
Entre los elementos positivos que, a mi juicio, tratan de contrarrestar los negativos recién mencionados, destacan sin duda la interesante relación que se establece entre el protagonista (David) y su joven aprendiz de escritora (Isabella), algunas descripciones muy visuales o los magníficos retratos de personajes como Cristina y Pedro Vidal. Además, El juego del ángel tiene una mejor prosa que La sombra del viento y unos diálogos francamente brillantes, llenos de ingenio y humor. Pero poco más.
En definitiva, es una novela cuya lectura no deja indiferente. Uno experimenta la sensación de que con el paso de los días su recuerdo va diluyéndose, hasta hacer sentir que lo que se ha leído no es sino una novela más, un bestseller que bien podría haber escrito cualquier autor del romanticismo; y que no merece tanta publicidad como la que ha recibido. Publicidad que se debe sin duda al éxito de La sombra del viento, que por todo lo expuesto me parece mucho mejor que El juego del ángel.
¿Cuál es el problema de esta acumulación de elementos? Pues, a mi juicio, que todos ellos convierten el relato en una historia absolutamente inverosímil. Incluso la puerta abierta que parece dejar el autor con el epílogo fechado en 1945, y según el cual todo puede haberse tratado de un sueño, suena a farsa. Es una explicación tanto o más inverosímil que la anterior. Todo ello me lleva a considerar que el final no está en absoluto logrado. Carlos R. Zafón deja demasiados cabos sueltos; tantos que este final me ha dejado un sabor amargo, la sensación de que el autor no se ha esmerado o no ha sabido cómo solucionar una trama de por sí complicada. En fin, mucha poesía y metáfora, pero poco realismo y verosimilitud. Lo considero un desacierto por parte del autor.
Por otra parte, la novela se hace muy larga. Hay demasiados diálogos y situaciones que parecen eternizarse como consecuencia del afán descriptivo del autor y su reticencia a hacer uso de la elipsis narrativa.
Entre los elementos positivos que, a mi juicio, tratan de contrarrestar los negativos recién mencionados, destacan sin duda la interesante relación que se establece entre el protagonista (David) y su joven aprendiz de escritora (Isabella), algunas descripciones muy visuales o los magníficos retratos de personajes como Cristina y Pedro Vidal. Además, El juego del ángel tiene una mejor prosa que La sombra del viento y unos diálogos francamente brillantes, llenos de ingenio y humor. Pero poco más.
En definitiva, es una novela cuya lectura no deja indiferente. Uno experimenta la sensación de que con el paso de los días su recuerdo va diluyéndose, hasta hacer sentir que lo que se ha leído no es sino una novela más, un bestseller que bien podría haber escrito cualquier autor del romanticismo; y que no merece tanta publicidad como la que ha recibido. Publicidad que se debe sin duda al éxito de La sombra del viento, que por todo lo expuesto me parece mucho mejor que El juego del ángel.
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A.G.
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