Hollywood (1989)
Charles Bukowski
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Bukowski cuenta los entresijos del rodaje de la película Barfly (El borracho), estrenada en 1987, dirigida por Barbet Schroeder y protagonizado por Mickey Rourke y Faye Dunaway. Como la película, según cuenta Bukowski, no triunfó en Cannes, “Sarah empezó a plantar flores y otras verduras en el jardín. Y nuestro gatos nos observaron con su diez hermosos ojos”. Hollywood retrata el mundo de la industria cinematográfica norteamericana, sus miserias y desmanes.
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La novela nos presenta a Henry Chinaski, el alter ego de Bukowski (protagonista en otras de sus novelas); un anciano que vive plácidamente junto a su mujer, sus gatos, su máquina describir y, lo que no es menos importante, sus botellas de vino. Tras una larga carrera como borracho empedernido, de escándalos y escritura compulsiva, sus obras han empezado a reclutar a un público cada vez más numeroso. Su fama aumenta, del mismo modo que sus ingresos. A pesar de ser un personaje odiado y repudiado, una parte de la crítica lo considera una leyenda, lo respeta y admira. Es por eso que el director de cine John Pinchot le propone que escriba un guión acerca de la vida de un viejo borracho, que es él mismo. Chinaski se mueve a sus anchas en la poesía y el relato, pero no es ningún experto en la escritura de guiones. Sin embargo, Pinchot consigue convencerlo, gracias a su entusiasmo y una buena suma de dinero, y Chinaski se lanza a su escritura. En realidad, no tiene la menor dificultad en contar su vida azarosa.
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Una vez terminado el guión, Pinchot ha de echar el resto para encontrar financiación que lleve a la pantalla las páginas escritas por Chinaski. Descubrimos, entonces, las miserias de la industria cinematográfica. Pinchot abandona y retoma el proyecto varias veces, valiéndose incluso para conseguir dinero de grotescas amenazas de suicidio y amputación. Una vez empezado el rodaje, ha de contender con todo y todos: actores, técnicos y hasta inclemencias climatológicas. A su finalización, quedan aún por delante montaje, edición, etc, que también traen al pobre director por la calle de la amargura.
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Mientras tanto, Chinaski se toma las cosas con bastante tranquilidad. No parece que le importe mucho su primera incursión en el mundo del celuloide. Siente, sin embargo, una extraña fascinación por todo el proceso demente de rodaje y producción, y es por eso que decide escribir un libro al respecto.
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Bukowski emplea una prosa directa, sin artificios, que engancha al lector. Es ágil y parca en economía de medios. A pesar de tratarse de una novela autobiográfica, Bukowski se distancia de la acción, mediante la figura narrativa de Henri Chinaski. Bukowski define a su alterego como un viejo dócil que obedece a su mujer y sigue sus consejos.
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A.G.
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