Ampliación campo de batalla (1994)Michel Houellebecq
Una de las novelas más tristes, pesimistas y deprimentes que he leído; la historia de un hombre solo y melancólico, atrapado en su monótono y tedioso (aunque bien pagado) trabajo.
El protagonista, Rapale Tisserand, tiene treinta años. Es analista-programador en una sociedad informática y su salario es dos veces y media superior al salario mínimo interprofesional (sic). A pesar de esta capacidad adquisitiva, no consigue atraer a las mujeres; está totalmente desprovisto de belleza. Se siente arruinado por las consecuencias de decisiones banales que podrían resultar menores a una persona normal. Como consecuencia de ello, se ha convertido en un ser inquietante y desesperado, abatido por una inmensa soledad sexual, intelectual y moral. Carece de ambiciones. Siente que va a perder su empleo, no es capaz de encontrar una mujer... y se siente invadido por una honda depresión.
Houellebecq ejemplifica en la vida de su héroe la vida de miles y miles de personas; su insignificancia, su contenido vacuo; la impotencia y frustración afectiva, lo absurdo de los objetivos profesionales, la modernidad, la sociedad, la injustita social y física: todo aquello que trepana al ser humano y sus relaciones... la humanidad a la deriva.
En este sentido, Extensión del campo de batalla es un drama sobre la desesperanza y la violencia ordinaria de las oficinas de provincias o de la misma capital (París) y de sus actores, quienes a pesar de su mediocridad o lo absurdo del medio de la empresa desean encontrar su lugar en el mundo que les ha tocado vivir: una sociedad de consumo que perciben cruel y alienante. El hombre lucha, en efecto, por encontrar un lugar en la sociedad; un trabajo y una vida sexual.
Rapale Tisserand es un hombre joven, con estudios, más bien brillante desde el punto de vista intelectual, y disfruta de un buen salario, como ya hemos afirmado. Por tanto, desde un punto de vista socioeconómico, habría de pertenecer al bando de los vencedores. Lleva una vida normal y obedece a sus superiores jerárquicos en el trabajo. Sin embargo, Rapale no está satisfecho. Comienza a ser consciente de que el ambiente frío y tranquilo de la empresa disimula su soledad y las frustraciones personales con las que ha de convivir. Al fin y al cabo, el trabajo no es más que un decorado teatral donde se disimula lo mejor que se puede el entusiasmo o la normalidad. Pero a partir del momento en que los neones y las pantallas de los ordenadores se apagan, reaparecen con más intensidad aún la vacuidad y la inutilidad de su vida personal en la que jamás ocurre nada.
Rapale cae enfermo, se ve atrapado en un callejón sin salida; le asalta la certeza de que es un desastre como hombre y persona, carece de pasado y de libertad (es difícil tener una visión tan pesimista del mundo). Es un ser miserable, lamentable... un paria. Alternando les teorías las descripciones con humor burlón y pasajes de desesperanza desgarradora, Houellebecq consigue la proeza de representar la indiferencia, la nulidad misma.
A.G.
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