Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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viernes, 11 de octubre de 2013

Lecturas recientes: La voz del violín


La voz del violín (1997)
Andrea Camilleri

La cuarta entrega de la serie de Montalbano se inicia con un absurdo accidente en una solitaria carretera de las cercanías de Vigàta. Alguien ha chocado con un coche aparcado a la puerta de un chalet, pero nadie denuncia el suceso. La sospecha lleva a Salvo Montalbano a colarse en la vivienda, que resulta estar en reforma, sin dudar en saltarse de nuevo todas las normas establecidas. En su interior descubre el cadáver desnudo de una hermosa joven siciliana, esposa de un médico de Bolonia. Entre sus escasas pertenencias figura un violín guardado en su estuche. Sus joyas han desaparecido. Acto seguido, Montalbano elimina sus huellas del lugar del crimen y organiza, gracias a su peculiar maestría, el descubrimiento “oficial” del cuerpo.

En un primer momento son varios los sospechosos del asesinato de Michela Licalzi: el marido de la víctima, un reputado médico boloñés mucho mayor que ella, que no parece afectado por su muerte; su amante, un anticuario que vive también en Bolonia; Anna, la mejor amiga de la fallecida, cuyos encantos no pasan desapercibidos para Montalbano; y un pariente de su marido. Las primeras pesquisas policiales apuntan al pariente de la fallecida, un joven desequilibrado admirador suyo, que desapareció la misma noche del crimen. Unos días después de que Montalbano iniciara la investigación, el joven pariente muere a disparos de la policía en una escena que hace sospechar a Salvo de que algo siniestro se oculta tras esta acción aparentemente inopinada. Montalbano se topa de bruces con una jerarquía policial cuyo único interés parece ser cerrar casos y presentar resultados, más que hacer las cosas cómo es debido y cazar a los auténticos culpables de los delitos.

La voz del violín vuelve a exhibir una de las principales virtudes de la saga: una escritura ágil que nos conduce a toda velocidad por los acontecimientos, y tras la cual se oculta una indudable calidad literaria. Encontramos de nuevo sabias pinceladas de humor a lo largo de trama y una cada vez más rica caracterización de los personajes secundarios. En este caso me gustaría destacar al incomparable Catarella, que es enviado a hacer un curso de informática y resulta ser el primero de la case; y por supuesto el personaje de Livia, cuya peculiar relación con Salvo no parece atravesar uno de sus mejores momentos. En este sentido resulta imprescindible la lectura de El ladrón de meriendas, la novela anterior, cuyos acontecimientos van a determinar el desarrollo posterior de la relación entre Livia y Salvo. Y qué decir de Montalbano, el singular inspector vigatés, con su cinismo e irrespetuosidad, su lenguaje directo y natural (y a veces grosero, mas sin excesos), y su fascinación (casi obsesiva) por la gastronomía y las mujeres.

Camilleri vuelve a erigirse en el fustigador impertérrito de todos esos colectivos degenerados que han conducido a Italia al lamentable estado que denuncia el escritor: la burguesía, capaz de todo por dinero, la omnipresente mafia, la injusta justica, la policía corrupta y chapucera, los periodistas parciales… ese microcosmos siciliano que tan bien retrata Camilleri.

A.G.

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