Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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viernes, 6 de diciembre de 2013

Lecturas recientes: El cartero siempre llama dos veces


El cartero siempre llama dos veces (1934)
James M. Cain

“They threw me off the hay truck about noon” (Hacia mediodía me arrojaron del camión de heno). Así empieza esta novela, en lo que a mi juicio es uno de los mejores comienzos jamás escritos. Sencillo, pero cargado de información. El personaje principal, Frank Chambers, cuenta la historia en primera persona, y con esta simple línea revela todo lo que necesitamos saber de él. Es un perdedor, rechazado una vez tras otra por la sociedad.

Frank Chambers llega a Twin Oaks Tavern, un restaurante-gasolinera de carretera, con la idea de sacarle una comida gratis al dueño. Pero allí se topa con Cora, una mujer que no es atractiva en el sentido clásico del término, mas posee una bonita figura y un aire que, en palabras de Frank, hace que un hombre desee besarla de inmediato. Cora es una mujer provocadora y hosca. Está casada con el griego Nick Papanakis, el candoroso dueño del negocio. Un hombre mucho mayor que trata tan sólo de vivir de forma honesta de su negocio, y para el que formar una familia con su joven esposa no parece sino un sueño.

A Nick le cae simpático Frank. Necesita ayuda en el negocio y le ofrece trabajo. Frank no es de esos tipos a los que le guste quedarse en ningún sitio mucho tiempo. Pero le basta conocer a Cora para aceptar el trabajo. Cora había llegado a California como reina de la belleza de una escuela secundaria de Iowa, con la vana esperanza de llegar a ser algo más. Se casó con Nick, un hombre mucho mayor que él, por pura desesperación. Frank no tarda en averiguar que Cora no está enamorada de Frank. Odia a su marido, según ella misma confiesa.

Para Frank, Cora es un sueño, todo lo que él siempre ha querido. Cora, por su parte, ve a Frank como el hombre que ha estado siempre esperando, un tipo guapo y duro en apariencia, mas con la fuerza de voluntad de una marioneta. Lo único que tiene que hacer es ella es tomar la cuerdas y manejarlas. No es de extrañar, pues, que Frank y Cora comiencen a tontear e incluso ideen un plan para librarse de Nick. Su primer intento de matar al griego fracasa. La segunda vez, sin embargo, Frank y Cora son más cuidadosos. Matan al griego, pero son arrestados. El asunto se les pone difícil, pero el astuto abogado Katz, logra que los suelten, gracias a sus ingeniosas manipulaciones. Frank quiere marcharse de allí con Cora, pero ella se niega, pues disfruta del negocio. Ha que ha empezado a hacer dinero y desea solicitar una licencia para vender cerveza y servirla en una terraza, delante del restaurante.

Cora y Frank se ven atrapados en una espiral de deseo y alcohol. Una complicada relación de amor-odio, mutua desconfianza y hasta infidelidad por parte de él, aderezada con astutos hombres de leyes y complicadas pólizas de seguros, que los conduce inexorablemente a un final trágico y demoledor.

El cartero siempre llama dos veces es una novela breve y rápida, mas brutal y sofocante. Su argumento, simple y directo, es precisamente lo que le da el encanto: un hombre se enamora de la mujer de su jefe y, con la ayuda y ánimo de ella, decide matarlo como única manera de estar juntos. Gente mala que toma malas decisiones, permitiendo que la codicia y el egoísmo decidan por ellos, y que debe apañárselas con las consecuencias de sus actos.

Se trata, por otro lado, de un libro con un alto contenido sexual para la época en que fue escrito. Puede parecer soso en comparación con lo que se escribe hoy en día, pero algunos de sus párrafos debieron de resultaron bastante escandalosos en su época. Del mismo modo, el hecho de que aparezcan personajes, sobre todo femeninos, que reaccionan tan apasionadamente y se ven completamente dominados y consumidos por el sexo, era también bastante inaudito. A la vez, encontrarnos en sus páginas una violencia tan cínica y eficiente, sin ninguna ambigüedad moral, que el libro fue prohibido en Boston.

Una de las principales virtudes de esta novela, aparte de la historia que cuenta, es el ritmo de la narración. Cada capítulo es una lectura rápida con un final que te lleva inexorablemente a leer el siguiente. La novela carece de descripciones, todo es acción.

El título de la novela es un misterio. En ningún lugar encontramos una sola línea que siquiera se parezca al título. Pero lo curioso es que el título funciona. Hace pensar en la certeza de la muerte, tanto como la llegada del cartero, quien, si no respondes a su llamada la primera vez, volverá a llamar una segunda. Y eso es exactamente lo que ocurre en la novela. Hay una oportunidad de no responder a la primera llamada, de no tomar una mala decisión (su primer intento de asesinar al griego fracasa, pero Cora y Frank salen indemnes), pero hay una segunda llamada que los dos deciden responder. Sin embargo, lo que se encuentran detrás de la puerta no es un paquete postal, sino el destino grabado a fuego en los mismísimos muros del infierno.

Basado en un asesinato real, la novela se convirtió en un éxito de ventas inmediato. Hoy en día está considerada como una de las novelas negras más importantes del siglo XX. Su autor, James M. Cain, nació en Annapolis (Maryland) en 1892. Se ganó la vida como periodista, guionista y novelista. Sus novelas contribuyeron, junto a las de Dashiel Hammett y Raymond Chandler, a formar la llamada “escuela de novela negra norteamericana”. Cain se resistió, no obstante, a pertenecer a ningún tipo de escuela. A diferencia de ellos, Cain se centra, en lugar de en los detectives, en personas ordinarias que se convierten en criminales; seres solitarios y lascivos, codiciosos y aburridos. Muchas de sus novelas, entre las que destacan Pacto de sangre (que pronto comentaré aquí), Una serenata, Mildred Pierce, La mariposa o Galatea, han sido llevadas a la gran pantalla. El propio Chandler adaptó Pacto de sangre para el cine, con el resultado de una de las mejores películas de cine negro.

El cartero siempre llama dos veces ha tenido seis adaptaciones cinematográficas, si bien las dos más conocidas son la primera de ellas, una cita dirigida por Tay Garnett en 1946, y protagonizada por John Garfield y Lana Turner (¡cómo olvidar sus piernas!); y la de 1981, de Bob Rafelson, protagonizada por Jack Nicholson y Jessica Lange, y de la que jamás olvidaremos aquella tórrida escena de los dos protagonistas sobre la mesa de la cocina.

A.G.







Lana Turner,  en su primera aparición
en la versión cinematográfica de 1946.

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