El cartero siempre llama dos veces
(1934)
James M. Cain
“They threw me off the hay truck about noon” (Hacia mediodía
me arrojaron del camión de heno). Así empieza esta
novela, en lo que a mi juicio es uno de los mejores comienzos jamás escritos.
Sencillo, pero cargado de información. El personaje principal, Frank Chambers,
cuenta la historia en primera persona, y con esta simple línea revela todo lo que
necesitamos saber de él. Es un perdedor, rechazado una vez tras otra por la
sociedad.
Frank Chambers llega a Twin Oaks Tavern,
un restaurante-gasolinera de carretera, con la idea de sacarle una comida gratis al dueño.
Pero allí se topa con
Cora, una mujer que no es atractiva en el sentido clásico del término, mas
posee una bonita figura y un aire que, en palabras de Frank, hace que un hombre
desee besarla de inmediato. Cora es una mujer provocadora y hosca. Está casada
con el griego Nick Papanakis, el candoroso dueño del negocio. Un hombre mucho
mayor que trata tan
sólo de vivir de forma honesta de su negocio, y para el que formar una familia
con su joven esposa no parece sino un sueño.
A Nick le cae simpático Frank. Necesita
ayuda en el negocio y le ofrece trabajo. Frank no es de esos tipos a los que le
guste quedarse en ningún sitio mucho tiempo. Pero le basta conocer a Cora para
aceptar el trabajo. Cora había llegado a California como reina de la belleza de
una escuela secundaria de Iowa, con la vana esperanza de llegar a ser algo más.
Se casó con Nick, un hombre mucho mayor que él, por pura desesperación. Frank
no tarda en averiguar que Cora no está enamorada de Frank. Odia a su marido,
según ella misma confiesa.
Para Frank, Cora es un sueño, todo lo
que él siempre ha querido. Cora, por su parte, ve a Frank como el hombre que ha
estado siempre esperando, un tipo guapo y duro en apariencia, mas con la fuerza
de voluntad de una marioneta. Lo único que tiene que hacer es ella es tomar la
cuerdas y manejarlas. No es de extrañar, pues, que Frank y Cora comiencen a
tontear e incluso ideen un plan para librarse de Nick. Su primer intento de
matar al griego fracasa. La segunda vez, sin embargo, Frank y Cora son más
cuidadosos. Matan al griego, pero son arrestados. El asunto se les pone
difícil, pero el astuto abogado Katz, logra que los suelten, gracias a sus
ingeniosas manipulaciones. Frank quiere marcharse de allí con Cora, pero ella
se niega, pues disfruta del negocio. Ha que ha empezado a hacer dinero y desea
solicitar una licencia para vender cerveza y servirla en una terraza, delante
del restaurante.
Cora y Frank se ven atrapados en una espiral de deseo
y alcohol. Una complicada relación de amor-odio, mutua desconfianza y hasta
infidelidad por parte de él, aderezada con astutos hombres de leyes y
complicadas pólizas de seguros, que los conduce inexorablemente a un final trágico
y demoledor.
El
cartero siempre llama dos veces es una novela breve y rápida, mas brutal y sofocante. Su argumento, simple y directo, es precisamente lo que le da el
encanto: un hombre se enamora de la mujer de su jefe y, con la ayuda y ánimo de
ella, decide matarlo como única manera de estar juntos. Gente mala que toma
malas decisiones, permitiendo que la codicia y el egoísmo decidan por ellos, y
que debe apañárselas con las consecuencias de sus actos.
Se trata, por otro lado, de un libro con
un alto contenido sexual para la época en que fue escrito. Puede parecer soso
en comparación con lo que se escribe hoy en día, pero algunos de sus párrafos
debieron de resultaron bastante escandalosos en su época. Del mismo modo, el
hecho de que aparezcan personajes, sobre todo femeninos, que reaccionan tan
apasionadamente y se ven completamente dominados y consumidos por el sexo, era
también bastante inaudito. A la vez, encontrarnos en sus páginas una violencia
tan cínica y eficiente, sin ninguna ambigüedad moral, que el libro fue
prohibido en Boston.
Una de las principales virtudes de esta
novela, aparte de la historia que cuenta, es el ritmo de la narración. Cada capítulo es una lectura rápida
con un final que te lleva inexorablemente a leer el siguiente. La novela carece
de descripciones, todo es acción.
El título de la novela es un misterio.
En ningún lugar encontramos una sola línea que siquiera se parezca al título.
Pero lo curioso es que el título funciona. Hace pensar en la certeza de la
muerte, tanto como la llegada del cartero, quien, si no respondes a su llamada
la primera vez, volverá a llamar una segunda. Y eso es exactamente lo que
ocurre en la novela. Hay una oportunidad de no responder a la primera llamada,
de no tomar una mala decisión (su primer intento de asesinar al griego fracasa,
pero Cora y Frank salen indemnes), pero hay una segunda llamada que los dos
deciden responder. Sin embargo, lo que se encuentran detrás de la puerta no es
un paquete postal, sino el destino grabado a fuego en los mismísimos muros del
infierno.
Basado en un asesinato real, la novela
se convirtió en un éxito de ventas inmediato. Hoy en día está considerada como
una de las novelas negras más importantes del siglo XX. Su autor, James M. Cain,
nació en Annapolis (Maryland) en 1892. Se ganó la vida como periodista,
guionista y novelista. Sus novelas contribuyeron, junto a las de Dashiel
Hammett y Raymond Chandler, a formar la llamada “escuela de novela negra
norteamericana”. Cain se resistió, no obstante, a pertenecer a ningún tipo de
escuela. A diferencia de ellos, Cain se centra, en lugar de en los detectives,
en personas ordinarias que se convierten en criminales; seres solitarios y
lascivos, codiciosos y aburridos. Muchas de sus novelas, entre las que destacan Pacto de sangre (que pronto comentaré
aquí), Una serenata, Mildred Pierce, La
mariposa o Galatea, han sido
llevadas a la gran pantalla. El propio Chandler adaptó Pacto de sangre para el cine, con el resultado de una de las
mejores películas de cine negro.
El
cartero siempre llama dos veces ha tenido seis adaptaciones cinematográficas,
si bien las dos más conocidas son la primera de ellas, una cita dirigida por
Tay Garnett en 1946, y protagonizada por John Garfield y Lana Turner (¡cómo
olvidar sus piernas!); y la de 1981, de Bob Rafelson, protagonizada por Jack
Nicholson y Jessica Lange, y de la que jamás olvidaremos aquella tórrida escena
de los dos protagonistas sobre la mesa de la cocina.
A.G.
Lana Turner, en su primera aparición
en la versión cinematográfica de 1946.
No hay comentarios:
Publicar un comentario