Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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miércoles, 13 de abril de 2016

Lecturas recientes: Grotesco


Grotesco (2003)
Natsuo Kirino

La hermosa Yuriko Hirata y su impopular hermana existen en diferentes esferas de la vida del prestigioso Instituto Q para chicas de Tokio. Mientras tanto, la extraña Kazue Sato parece flotar entre ambas, tratando de buscar su sitio. Años más tarde Yuriko y Kazue, que se habían convertido en prostitutas, aparecen brutalmente asesinadas. Natsuo Kirino entreteje las historias de estas tres mujeres, su lucha dentro de las convenciones y restricciones de la sociedad japonesa, mediante una amalgama de confesiones en primera persona, documentación de terceras partes, entradas de diarios y cartas.

Yuriko comenzó a vender su cuerpo mientras aún estaba en el instituto, tras haber descubierto que está dotada de un algo que atrae a los hombres mayores. Está convencida de que nació destinada a convertirse en una prostituta, una criatura de carme destinada tan sólo a existir en el contexto de la sexualidad del hombre.

Kazue es lo opuesto a ella: una chica diligente, simple e impopular, que tras graduarse en una universidad de élite, se convierte en la empleada de una prestigiosa compañía de día y prostituta de noche. Esta convencida de que en una cultura como la japonesa, dominada por el hombre, el sexo es el único modo en que una mujer puede llegar a controlar el mundo.

Los destinos de estas dos mujeres aparecen desde el comienzo de la novela conectados con una tercera figura a la que ni siquiera se le da un nombre. Se trata de la hermana mayor de Yuriko, que también conoce a Kazue, pues fueron compañeras de clase.

Es ella a quien encarga Kirino la narración de la historia, si bien ésta lo hace de un modo poco fiable y manipulador. De hecho, sabotea la historia al revelar la identidad del asesino en los primeros capítulos y demuestra poca simpatía por ninguno de los protagonistas, excepto por ella misma. Resulta ser repugnantemente superficial y maliciosa y, por ello, no duda en desacreditar cualquier otro documento que hayan redactado otros personajes. También desestima la declaración del asesino, que califica como un trabajo ridículamente largo y tedioso. La narradora –indignante, anárquica y nada atractiva- es una extraordinaria réplica a la rigidez de su sociedad. Su fuerte postura se opone al rol sumiso que tradicionalmente se espera asuma la mujer japonesa, tanto en la educación o los negocios, como en su papel de esposas e hijas.

La belleza de Yuriko proviene en parte de una compleja ecuación genética. Su padre es suizo con ancestros polacos y su madre japonesa. La hermana mayor tiene una mala relación con sus padres. Con todo, su padre consigue a duras penas que la acepten en el Instituto Q para chicas, un centro educativo de élite, y ella opta por permanecer en Japón con su abuelo cuando el resto de la familia regresa a Suiza después de la bancarrota del negocio familiar de importación de chocolate.

La narradora se queda a vivir con su abuelo en una mísera vivienda subsidiada por el estado. Odia todo, dentro y fuera del colegio, con una intensidad que pasa de la brillantez al hastío. Desprecia a su madre, a su padre, al sexo opuesto y al modo en que los hombres y mujeres interactúan. Pero más que nada en el mundo, odia a su hermana, cuya existencia misma considera una lacra para la suya propia. Siente unos celos terribles por ella y la tacha de ser “diabólicamente hermosa”. Tal es su resentimiento con todos los que la rodean que incluso recibe de buen grado la noticia del suicidio de su madre y la muerte de su hermana. Con todo, la hermana de Yuriko se ve a sí misma como la única cosa decente en un mundo corrupto.

Llega el día en que Yuriko regresa a Tokio y es admitida en el Instituto Q, donde se hace inmensamente popular. Su aceptación en ese espacio tan cerrado hace que se desvanezca de inmediato la identidad de su hermana, cuyo papel queda reducido al de simple hermana de Yuriko, al de una sombra suya.

El hijo del profesor de biología, a pesar de ser homosexual, no es inmune a la belleza de Yuriko y no tarda en encargarse de concertarle citas. Es a partir de aquí donde comienza la carrera como prostituta de Yuriko.

A la muerte de Yuriko, su hermana tiene noticias de que ésta tuvo un hijo, Yurio, con su especie de padre adoptivo. Esta circunstancia le ofrece a la narradora la oportunidad de criar al chico ella misma, de convertirlo en suyo. Esto supondría una victoria sobre la biología y la sociedad, a las que la narradora cree conspirando en su contra.

Kirino descompone el esquema de la novela de detectives tradicional, cercenando el suspense, glamour, misterio y horror para presentarnos una narración desconcertante que no cumple con las expectativas convencionales. La parte criminal está bastante clara. Sin embargo, la familia de una de las víctimas no parece preocuparse mucho al respecto; la figura del detective apenas aparece; uno de los asesinatos se queda sin resolver, y el asesino de la otra mujer confiesa en seguida y abiertamente haber cometido el crimen, ofreciendo, a cambio, un relato conmovedor de su paupérrima infancia en China, que por un momento despierta más simpatías en el lector que las propias víctimas. El asesino de Yuriko, Zhang, es un obrero chino que emerge de una sociedad rural de crueldad indiscriminada y ha visto a su hermana morir en un desesperado intento de llegar a Japón. Sabemos que es culpable del asesinato de Yuriko, pero desconocemos si también mató a Kazue. Él insiste en su inocencia.

Grotesco es una novela ambiciosa, pues Natsuo Kirino mantiene sus ojos abiertos ante todo cuanto llame su atención. Nos encontramos ante una obra rica y compleja que reflexiona sobre la propia ambición, el deseo, la belleza, la crueldad y la identidad. Una lectura conmovedora que parece erigirse, no tanto como una novela criminal como un estudio de personajes brillante y subversivo. Si bien su pulso narrativo no es tan vibrante con el de Out, que ya comentamos en este blog, exhibe un retrato aún más crudo y descarnado de las bajas pasiones humanas. Una lectura muy recomendable.

A.G.

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