Nadie lo ha visto (2003)
Mari Jungstedt
La vida es apacible en la idílica isla de
Gotland, donde los barcos, los ponis y la alfarería son las formas habituales
de entretenimiento. Nos encontramos en plena temporada turística, mientras los
habitantes del lugar se preparan para el momento álgido de las vacaciones
suecos: el 4 de julio. Pero un suceso inesperado vendrá a perturbar la
tranquilidad de este lugar pintoresco.
Una joven pareja, formada por Helena Hillerström
y Per Bergdal, que están pasando sus vacaciones en la isla, celebran una fiesta
en su cabaña. Per discute con Kristian Nordström, ex novio de Helena, porque
piensa que está toqueteándola durante un baile. Ni los anfitriones ni los
huéspedes pueden evitar que el asunto se les vaya un poco de las manos.
La mañana siguiente, Helena sale a dar un paseo
por la playa, pero no regresa. La encuentran más tarde, brutalmente asesinada.
La mujer está desnuda y su cuerpo aparece cubierto de horripilantes heridas
producidas por un hacha. Además, le han metido las bragas en la boca. El perro
ha sido decapitado y le falta una pata.
La consiguiente investigación policial es
dirigida por el inspector Anders Knutas, quien recibe la ayuda del arrogante
detective Martin Kihlgård, de la Policía Criminal Nacional. En la plácida
Gotland es importante que un acontecimiento tan extraordinario como un
asesinato se mantenga oculto para no espantar a los turistas. Las primeras
pesquisas llevan a encontrar el hacha de Per con sus huellas en el mango. El
crimen tiene toda la pinta de haber sido cometido por el marido celoso de la
víctima; en especial después de la agria discusión entre la pareja durante la
fiesta de la noche anterior. Pero los investigadores siguen una pista falsa
detrás de otra. A medida que avanzan las investigaciones nos damos cuenta de
que el asesinato de Helena no es sino el comienzo de una tragedia que
continuará en los días próximos.
Pero no tardan en surgir filtraciones en la
comisaría de la policía de Visby, pues Johan Berg, un reportero de la televisión
nacional, tiene un contacto dentro de la policía local. Berg consigue más de lo
que va a buscar, pues en el transcurso de sus investigaciones se enamora de una
mujer implicada en el misterio –es amiga de la mujer asesinada–, a pesar de que
ella está casada y tiene hijos. A Knutas, un hombre sensato de mediana edad, le
irrita la intrusión en el caso de los medios de comunicación, que han
descubierto y quieren revelar detalles escabrosos del mismo. Knutas y su equipo
siguen concienzudamente todas las pistas posibles, investigan a la familia y
amigos de la mujer asesinada, un proceso durante el cual se revela mucho de la
vida e historia de los habitantes de Gotland.
Diez días después del primer asesinato, aparece
el cuerpo apuñalado de una coqueta peluquera local. Dos investigaciones se
desarrollan en paralelo, mientras Knutas y su equipo reciben una presión cada
vez mayor de los políticos locales. Por otro lado, como hemos visto, el
periodista televisivo Johan Berg trata de satisfacer las demandas de su medio
por llenar horas de programación con chismes relacionados con el caso. En el
proceso, el intrépido Berg averigua tanto, si no más que la propia policía. A
la vez, se desarrolla un juego interesante entre él y Knutas.
Knutas siente la presión de los vecinos y amigos
y desea encontrar enseguida al asesino, con el deseo de que se trate de alguien
de fuera de la isla, preferiblemente de alguna metrópoli “malvada” como
Estocolmo.
Una tercera mujer es asesinada, y Knutas y Berg
consiguen por fin aproximarse al caso, cada uno de su propia manera, hasta
cercar al asesino, que ha sido el único que nadie ha visto desde que se produjo
el primer asesinato.
La novela alterna de un modo muy convincente el
mundo racional de la investigación y destellos de la mente del asesino, cuya
horriblemente lógica explicación hunden sus profundas raíces en el pasado.
La historia está contada muy bien. El relato
aparece salpicado de pinceladas macabras y hace un uso hábil del escenario
tópico de la comunidad cerrada. Jungstedt retrata de forma espléndida las
relaciones familiares y desvela detalles íntimos y significativos de la vida de
las mujeres asesinadas y sus amigas, y de la relación afectuosa entre Knutas y
su mujer.
Mari Jungstedt es otra escritora llegada de la
abarrotada escena de la novela negra escandinava. Tal como ocurre en el caso de
otros escritores nórdicos, la autora de Nadie
lo ha visto construye unos personajes aparentemente juiciosos y saludables
que se portan bien hasta el tedio, ricos y con una apariencia envidiable. Sin
embargo, algunos de ellos acabarán revelándose como furiosos torrentes de
pasión destructora. Además de un más que aceptable nivel literario, la novela
exhibe un argumento manejado con cuidado y destreza, sus personajes y su
atmósfera –la hermosa descripción de los días sin final del junio sueco– son
trazados con sutileza, y el trabajo policial es plausible. Queda al final algún
cabo suelto, pero la primera novela de Mari Jungstedt me ha parecido un soplo
de aire fresco, un alivio necesario después de haber leído versiones
autocomplacientes del género que venían avaladas por una avalancha de buenas
críticas injustificadas; no miraré a ningún sitio.
A.G.
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