La isla del fin de la suerte (2001)
Lorenzo Silva
Tal como relata el propio editor del libro, Lorenzo Silva decidió embarcarse, junto a Círculo de Lectores, en el desafío de construir una novela con la ayuda y participación de los lectores. La fórmula podía parecer sencilla: durante diez semanas y a través de Internet, el público votaría por una serie de alternativas que, paso a paso, irían construyendo la historia. Así fue surgiendo, con el veredicto de la mayoría, La isla del fin de la suerte. Bien, hasta aquí, de acuerdo. Creo se trata de un experimento arriesgado que, como tal, merece mi estima.
A todo esto, la historia transcurre en un desolador e ignoto islote del Báltico, un lugar en el que son convocados un selecto grupo de invitados que se verán sometidos a las veleidades de una mente perversamente traviesa, el millonario Bruno Pezzi, quien está dispuesto a hacerles pasar una extravagante prueba de muertes y asesinatos.
Sin embargo, la historia no engancha en absoluto: a mi juicio, carece tanto de la pretendida profundidad psicológica como de la intensidad que le atribuye su editor. La historia es muy floja, no se sostiene. No interesa. El hecho de que sean los lectores quienes decidan cuál de los tres finales propuestos por el autor ha de poner colofón a cada uno de los capítulos supone una complicación argumental muy difícil de vencer. De tal modo que la historia, tras un renqueante y penoso desarrollo, termina mal, de una forma incoherente, vacía. No te dice nada. El libro es aburrido e insustancial, una verdadera decepción.
Lo único que salvaría de esta novela son las pinceladas de humor que desliza el autor a lo largo de la obra. Pero eso es todo. Éstas no compensan en absoluto el resto de la obra que es, sin duda, una de las peores novelas que he leído en mi vida. Prometo, sin embargo, no rendirme y embarcarme próximamente en la lectura de alguna otra obra de Lorenzo Silva, de quien tenía hasta ahora buenas referencias.
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A.G.
Lorenzo Silva
Tal como relata el propio editor del libro, Lorenzo Silva decidió embarcarse, junto a Círculo de Lectores, en el desafío de construir una novela con la ayuda y participación de los lectores. La fórmula podía parecer sencilla: durante diez semanas y a través de Internet, el público votaría por una serie de alternativas que, paso a paso, irían construyendo la historia. Así fue surgiendo, con el veredicto de la mayoría, La isla del fin de la suerte. Bien, hasta aquí, de acuerdo. Creo se trata de un experimento arriesgado que, como tal, merece mi estima.
A todo esto, la historia transcurre en un desolador e ignoto islote del Báltico, un lugar en el que son convocados un selecto grupo de invitados que se verán sometidos a las veleidades de una mente perversamente traviesa, el millonario Bruno Pezzi, quien está dispuesto a hacerles pasar una extravagante prueba de muertes y asesinatos.
Sin embargo, la historia no engancha en absoluto: a mi juicio, carece tanto de la pretendida profundidad psicológica como de la intensidad que le atribuye su editor. La historia es muy floja, no se sostiene. No interesa. El hecho de que sean los lectores quienes decidan cuál de los tres finales propuestos por el autor ha de poner colofón a cada uno de los capítulos supone una complicación argumental muy difícil de vencer. De tal modo que la historia, tras un renqueante y penoso desarrollo, termina mal, de una forma incoherente, vacía. No te dice nada. El libro es aburrido e insustancial, una verdadera decepción.
Lo único que salvaría de esta novela son las pinceladas de humor que desliza el autor a lo largo de la obra. Pero eso es todo. Éstas no compensan en absoluto el resto de la obra que es, sin duda, una de las peores novelas que he leído en mi vida. Prometo, sin embargo, no rendirme y embarcarme próximamente en la lectura de alguna otra obra de Lorenzo Silva, de quien tenía hasta ahora buenas referencias.
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A.G.
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