Pulp (1994)
Charles Bukowski
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La última novela de Bukowski es quizá la menos autobiográfica de sus obras. A Charles Bukowki, uno de los chicos malos de la literatura norteamericana, no había nada que le gustara tanto –a un nivel parecido que el alcohol y las mujeres- que contar su propia vida, o recrearla mediante su alter ego, Henry Chinaski. Chinaski aparece, no obstante, en Pulp, pero no pasa de ser un cameo. El verdadero protagonista de la novela es Nick Belane, un estrafalario detective privado, incompetente hasta la extenuación, que sobrevive gracias a (o a pesar de) su extensa red de trampas. A todos les debe dinero, con todos se pelea. A diferencia de las “novelas de Chinaski”, en Pulp Bukowski introduce elementos sobrenaturales y de ciencia ficción. En este sentido, evoca las historias de Raymond Chandler, que también transcurren en Los Ángeles, y presenta ciertas similitudes con algunas obras de Dashiell Hammet... salvando las distancias, claro.
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El día en que sus caseros están decididos por fin a echarlo de su piso por impago, Belane recibe diversos encargos. En primer lugar, La Muerte le encomienda la búsqueda de uno de sus clientes, un tal John Barton, que por alguna extraña razón parece habérsele escapado de las manos. A la vez, un marido cornudo recurre a sus servicios con el objetivo de obtener pruebas concluyentes de la infidelidad de su esposa. Un viejo conocido le pide que busque al Gorrión Rojo (un guiño grotesco a El halcón maltés), y un extraño cliente solicita sus servicios para eliminar a una exuberante extraterrestre que lo trae por la calle de la amargura. A todo esto hay que unir el propio interés de Nick Belane por ir tras la pista de Ferdinand Céline (el celebérrimo escritor francés autor de Viaje al final de la noche, otro enfent terrible, como Bukowski), a quien, al parecer, se ha visto merodeando por algunas librerías de la ciudad. A partir de aquí, se desarrolla una complicada trama que enreda en un lío rocambolesco a Cindy Bass (la adúltera), el cliente de La Muerte, el extraterrestre y la propia Muerte. El Gorrión Rojo, por su parte, no aparece por ningún lugar, mientras la vida de Nick Belane se complica cada vez más.
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Pulp no es, en definitiva, más que una parodia de los pulp que proliferaron en Estados Unidos. Hay quien, sin embargo, ha querido ver un paralelismo evidente entre la novela y Pulp Fiction, la película de Tarantino. Ambas, es cierto, tienen episodios casi surrealistas y están repletas de personajes absurdos y de baja estofa. También son tristes, en un cierto sentido. En fin, un paralelismo sorprendente y no sé si algo traído por los pelos, pues de hecho este poso de decepción y melancolía que encontramos en Pulp es, sin duda, una de las marcas propias de la prosa de Charles Bukowski.
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A pesar de tener la apariencia de ser un relato divertido y fantástico, Pulp no está exenta de la habitual crítica social que Bukowski suele verter en cada uno de sus novelas. De nuevo se burla de los convencionalismos imperantes y de las normas establecidas. Bukowski critica la corrupción policial, la violencia cotidiana, la incomunicación como forma de vida, la absurda guerra de sexos, el consumismo, los abogados y los psiquiatras. También se burla de la muerte, lo grotesco de nuestra existencia y la futilidad de los absurdos objetivos que nos marcamos en la vida.
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A.G.
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