Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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jueves, 10 de marzo de 2011

Lecturas recientes: Invisible


Invisible (2009)

Paul Auster

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No me habría gustado comenzar mi reseña afirmando que cuando terminé el libro tuve la impresión de que no había entendido gran parte de lo acaba de leer, pues sería una exageración; digamos que es sólo una manera de decir las cosas. Es bien cierto, no obstante, que Invisible es una novela compleja con historias dentro de cada historia (a fiction within the fiction, un esquema con el que estamos familiarizados los lectores de Auster), escrita desde diferentes puntos de vista narrativos por diversos narradores, con continuos flashbacks e historias de amor interrelacionadas (apasionadas, complejas y hasta incestuosas) con un hombre joven, Adam Walker, en el centro de todas ellas.

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Corre el año 1967 y Adam Walker es un estudiante de segundo curso en la Universidad de Columbia; un judío americano notablemente guapo y dotado intelectualmente que nace el mismo año que Paul Auster, quien también estudió en Columbia.n muchacho de veinte años que se describe a sí mismo como alguien que no sabe nada. Sin embargo, siente un apetito irresistible por los libros y el deseo de convertirse en poeta. En este sentido, Invisible es un “bildungsroman”. Seguimos, en efecto, la vida de Adam a través de los ojos de varios narradores, desde su juventud hasta los recuerdos que algunos personajes tienen de él años más tarde, una vez que ha muerto.

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Adam conoce en una fiesta a Rudolf Born, un profesor franco-suizo visitante de su universidad, y a su novia Margot Jouffroy, una guapa francesa, sensual y seductora, por quien Adam se siente atraído sexualmente. Born es un hombre de opiniones políticas contradictorias, y con frecuencia explosivas, del que sospechamos contactos con la inteligencia militar francesa y americana, el espionaje y el “trabajo sucio”; el villano clásico. Born le propone a Adam Walker financiar una revista literaria que editará el propio Adam.

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Durante una cena organizada por Born para celebrar el futuro nacimiento de la revista literaria, éste le pregunta a Adam, delante de Margot, si le gustaría abrazar el cuerpo desnudo de su novia entre sus brazos. Adam se siente presionado. Por temor a ofender a Born, admite que sí le gustaría. Es una trampa, pues Born se marcha de viaje a Francia y Adam y Margot viven cinco intensos días de pasión en el propio apartamento de Born. Margot se convierte en la “instructora amorosa” del joven Adam. A su regreso de París, Born no tarda en averiguar que ha sido traicionado y anuncia su compromiso con otra mujer, Hélène, cuyo marido lleva una larga temporada en coma debido a un accidente de tráfico. Margot se marcha a París.

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Pero algo ocurre que frustra los planes de Adam. Mientras Born y él pasean por la calle, los asalta un atracador, Cédric Williams, que los amenaza con una pistola que, más tarde sabemos, no estaba cargada. Born apuñala al muchacho. Un asesinato brutal del que al final de la novela no tenemos certeza si ha ocurrido en realidad o es sólo un producto de la imaginación de Adam. El propio Adam nos cuenta que dejó a Born en el lugar del crimen y fue a informar a la policía. Cuando regresa, ni Born ni Cedric están allí. Más tarde el cuerpo del muchacho asesinado es sacado de las aguas del río. Born huye a París, donde Adam no tardará en encontrarse con él cuando viaje allí para continuar sus estudios.

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En París, Adam también conoce a Cécile Juin, una chica inocente, la hija de Hélène. Cécile se enamora de Adam, pero el sentimiento no es recíproco. Adam trata de utilizar a Cécile y a su madre para vengarse de Born, cuyo crimen no ha conseguido olvidar, se siente aún culpable por no haber conseguido que detuvieran a Born en Nueva York.

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Sin embargo, no son ni Margot ni Cécile quienes realmente despiertan la pasión del joven Adam. Es su hermana, Gwyn, con quien asegura haber mantenido durante un mes en París una relación sexual incestuosa cuya existencia niega su propia hermana, una vez muerto Adam.

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La historia es retomada en 2007 por Jim Freeman (un conocido de Adam en Columbia), que ahora es una famoso novelista. Un día recibe un paquete que contiene el texto que conforma la primera parte de la novela (la fiesta donde Adam Walker conoce a Born y Margot, sus cinco días de pasión, el asesinato de Cédric y la huida de Born) y una carta de Walker en la que explica que va a morir de leucemia y le gustaría que Jim le aconsejara acerca de sus memorias. De este modo nos enteramos de que Adam, que estuvo casado felizmente con una mujer de color, no logró jamás el éxito literario que perseguía. Murió mientras escribía sus memorias, que dejó finalmente inconclusas. En los capítulos y anotaciones que envía a Jim, Adam escribe sobre la muerte de su hermano a los siete años y su relación sexual con su hermana, quien como hemos visto la niega absolutamente.

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Al comienzo de esta reseña afirmé que al terminar de leer el libro me quedé con la sensación de no haber captado gran parte del mensaje, de la historia misma que Auster cuenta. Quizá sea porque la novela no parece tener un final sensu stricto. La narración queda violentamente interrumpida con la última anotación que hace Cécile en su diario, donde relata su reencuentro con Born, tantos años después, en una remota isla del Caribe. Cécile Juin, ahora una erudita de mediana edad (con quien Adam compartía el gusto por la literatura griega) le envía a Jim una fotocopia de su diario. En él cuenta su inquietante visita a Born, quien le propone que edite sus memorias e incluso que se case con él. Cuando ella rechaza su propuesta, él le hace una última y fea revelación (hay que leer el libro para saber de qué se trata) y se marcha de allí. Precisamente la grotesca imagen final (¿cómo interpretarla?), junto con el gusto de Auster por la coincidencia y los propios personajes, casi prototípicos (un personaje central demoníaco, un héroe torturado y unos personajes femeninos extrañamente pasivos), proporcionan a la novela el carácter de una historia oscura, casi gótica.

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Como en gran parte de sus otras novelas, la verdad reside en algún lugar entre las palabras. Otra cosa es saber cuál es esa verdad. No hay que olvidar que los personajes de la narración de Adam Walker cuentan su propia versión de la historia. Creo que cada lector puede hacer una interpretación personal del relato (he ahí precisamente gran parte del encanto de esta novela). Habrá probablemente quien piense que la relación incestuosa entre Adam y su hermana (narrada de forma espléndida; sin escatimar en detalles, pero con una delicadeza y una contención en el lenguaje a la altura de muy pocos) no es más que una invención suya, aunque uno puede también inclinarse a pensar que los hechos sucedieron en realidad y que si Gwyn se lo desmiente a Jim Freeman es por un motivo fácil de imaginar.

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Tal como ocurre en los escritos de Auster, la narrativa está fascinada por el acto de su propia creación. Walker es un escritor que apenas escribe (esboza poemas que corrige sin mucho éxito aparente, y su único libro, una colección de poemas, apenas si se vendió). Al final, con sus diferentes capas de acrecimiento editorial, sus memorias resultan ser algo que no es suyo en absoluto. Adam Walker ha cobrado vida en realidad gracias a otras manos.

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En definitiva, Invisible es una novela fascinante, simple en apariencia pero tremendamente compleja, intrigante y cautivadora, cuya narración se mueve rápida y fácilmente, de un modo un tanto sinuoso. La prosa de Auster se ajusta a lo que podríamos llamar el canon de la literatura contemporánea norteamericana: su escritura es fresca, directa y enérgica.

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A.G.

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