Adiós a las armas (1929)
Ernest Hemingway
Crudo relato de la guerra, esta novela dramática retrata el desastre italiano de la batalla de Caporetto, que tuvo lugar a finales de 1917, y en la que las tropas italianas, sorprendidas por el ataque combinado de los ejércitos prusiano y austro-húngaro, sufrieron 50.000 bajas.
Su título está inspirado en un verso del poeta del siglo XVI George Peele (“A Farewell to Arms”) y contiene un juego de palabras intraducible en español, pues el término inglés “arms” puede significar tanto “armas” como “brazos”. De hecho, la novela está plagada de símbolos como éste. Un ejemplo de ello es la lluvia, un elemento fundamental de la novela, pues marca tanto el comienzo como el final, y simboliza lo inevitable de la muerte.
Sirviéndose de sus propias experiencias en la Gran Guerra, Ernest Hemingway (ganador del Premio Nobel en 1954) narra la tierna e intensa historia de amor de Frederick Henry, un oficial norteamericano alistado como voluntario del ejército italiano que es herido mientras desarrolla su labor como conductor de ambulancias, y Catherine Barkley, enfermera inglesa en el hospital de Milán donde él es ingresado. El relato combina con imponente realismo acción, drama, pasión y muerte, con un desenlace inesperado y trágico que está considerado como uno de los mejores que se han escrito en la novela contemporánea. De hecho, la dureza del lenguaje empleado hizo que ésta fuera censurada en 1929. (Hemingway no tenía reparos en admitir que escribió este final casi 40 veces.) Tras desertar de la guerra Frederick y Catherine, que está embarazada, huyen a la neutral Suiza. Cuando Henry comienza a ver despuntar un nuevo comienzo, lejos de las armas, el niño que Catherine da a luz nace muerto y ella muere al poco tiempo a causa de una hemorragia en el parto. El final es demoledor, vibrante y muy emotivo; resulta francamente impactante y he de confesar que toca la fibra sensible.
Considerada por gran parte de la crítica como una de las novelas más emblemáticas del siglo XX, Adiós a las armas es no sólo una gran novela de amor, sino una gran novela de guerra; un testimonio desgarrador del sinsentido de la existencia, de la fragilidad del ser humano y del horror de la guerra, virtudes que nos permiten afirmar que se trata de una de las mejores narraciones bélicas de la literatura. Hemingway describe con la máxima crudeza y realismo la guerra, que aparece como algo triste, duro y cruel, donde la muerte ronda sobre los hombres atemorizados. Ensalza el valor, ese coraje del ser humano para combatir la adversidad, que es precisamente la suprema cualidad humana en la literatura de Hemingway.
Considerada por gran parte de la crítica como una de las novelas más emblemáticas del siglo XX, Adiós a las armas es no sólo una gran novela de amor, sino una gran novela de guerra; un testimonio desgarrador del sinsentido de la existencia, de la fragilidad del ser humano y del horror de la guerra, virtudes que nos permiten afirmar que se trata de una de las mejores narraciones bélicas de la literatura. Hemingway describe con la máxima crudeza y realismo la guerra, que aparece como algo triste, duro y cruel, donde la muerte ronda sobre los hombres atemorizados. Ensalza el valor, ese coraje del ser humano para combatir la adversidad, que es precisamente la suprema cualidad humana en la literatura de Hemingway.
Adiós a las armas forma parte del póker de obras sublimes con que Ernest Hemingway hizo su particular e inestimable contribución a la literatura universal, junto a Por quién doblan las campanas, El viejo y el mar y Fiesta (“The Sun Also Rises”).
La novela fue llevada al cine en 1932, bajo la dirección de Frank Borzage y fue protagonizada por Gary Cooper, que también interpreta el papel protagonista en Por quién doblan las campanas, y Helen Hayes.
A.G.
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