Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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miércoles, 17 de febrero de 2010

Lecturas recientes: Servidumbre humana


Servidumbre humana (1915)

W. Somerset Maugham


La gran novela de Somerset Maugham es una larga historia llena de sinuosidades que narra las dificultades de su protagonista, Philip Carey, para encontrar el amor en un entorno hostil. No se trata sino de la trayectoria de un hombre que desea ser mejor.


Es muy posible que Somerset Maugham empleara elementos autobiográficos para caracterizar no sólo a su protagonista, sino a la chica, Mildred, que parece ser el trasunto de alguien que debió de ejercer un fuerte influjo, un recuerdo imperecedero en la mente del escritor, quien, mediante la escritura de este libro, probablemente trató de exorcizar los “demonios” de su pasado mientras estudiaba medicina en Londres.


Tal como se ha esbozado en estas primeras líneas, Servidumbre humana relata la complicada vida de Philip Carey, un muchacho que no sólo nace con un defecto en un pie, sino que debe sobreponerse a la muerte de sus padres cuando aún es un niño. Philip queda entonces al cuidado de sus tíos (un predicador rural, aburrido y acomodaticio, y su sufrida y gris esposa). Tras una breve estancia en Alemania y unos pasos titubeantes y decepcionantes por el mundillo del arte en París, Philip decide finalmente poner todo su empeño en convertirse en médico. Durante los primeros años su rendimiento es bueno, hasta que conoce a Mildred Rogers, quien trabaja de camarera en una casa de comidas. Impresionado por la pobreza de la joven, y cada vez más enamorado, Philip se esfuerza en ayudarla, pero queda fascinado por ella y, sin darse cuenta, se ve envuelto en una relación tortuosa y autodestructiva. La chica, sin embargo, no siente la menor simpatía por él y no hace sino aprovecharse de su dinero y su bonhomía, e inclusote su deformidad para humillarlo. Mildred es una mujer sin escrúpulos, caprichosa, egoísta, cruel e inmoral. Pero Philip se arruina a causa de una arriesgada inversión en la bolsa, y tiene que abandonar sus estudios. Conoce, así, el lado más duro de la vida: la pobreza y el hambre. Tras dar tumbos durante un tiempo, logra un miserable empleo de dependiente en un almacén de telas, que únicamente le permite sobrevivir. Sin embargo, su tío, con el que jamás ha mantenido una buena relación, muere y le deja en herencia un patrimonio notable que le permite reanudar sus estudios. Por fin, termina la carrera de medicina y comienza a trabajar en un hospital donde conoce a un hombre particular que representa la alegría de vivir y la visión optimista de la vida, a pesar de la estrechez económica. Philip conoce a la familia y acaba casándose con una de las hijas, tras haber sufrido innumerables desplantes de la malvada Mildred, que acaba, al desamparo de Philip, condenada a una vida ruin en las calles de Londres. Ajeno por completo al final irremediable de su protagonista femenina, el lector es conducido a un final feliz que, en su excesivo convencionalismo, desmerece un tanto el resto de la novela, pues no parece adecuado a la trayectoria vital de su protagonista.


Servidumbre humana es una obra magnífica, desoladora y tremenda antes la que lector no puede permanecer ajeno, pues resulta inevitable experimentar un sentimiento de solidaridad con la tragedia del protagonista, limitado físico y perdidamente enamorado sin esperanza. Es una historia cercana a cualquier dependencia afectiva, llena de situaciones frustrantes, descorazonadora y profundamente moralizante. Una obra imprescindible.

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Servidumbre humana fue llevada por primera vez al cine por John Cromwell en 1934, e interpretada por Leslie Howard y Bette Davies. En español se estrenó con el título Cautivo del deseo. La gran obra de Maugham conocería dos versiones posteriores, ambas notablemente inferiores a ésta: la primera de 1946, con Eleanor Parker y Paul Hereid en sus papeles protagonistas; y una tercera protagonizada por Kim Novak y Laurence Harvey, en 1964.


A.G.

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