Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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jueves, 4 de febrero de 2010

Lecturas recientes: El autobús perdido

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El autobús perdido (1947)
John Steinbeck

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El autobús perdido narra el accidentado viaje de un desastrado autobús rural entre las poblaciones de Rebel Corners y San Juan de la Cruz, en California, poco tiempo después del final de la Segunda Guerra Mundial. Los pasajeros que deben hacer escala en Rebel Corners -en aquel lugar en medio de la nada y puerta al “nuevo mundo” encarnado por California, precisamente igual que ocurre en Las uvas de la Ira- quedan atrapados a causa de una avería en el autobús en un lugar que no pasa de ser una simple gasolinera donde tiene su negocio Juan Chicoy, que es el conductor del autobús y que junto a su compañera Alice y una empleada, Norma, dirige un pequeño restaurante.

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Durante el trayecto hacia San Juan de la Cruz, los pasajeros del autobús han de enfrentarse a un problema inesperado, pues un puente que cruza sobre el río amenaza con venirse abajo por la crecida de las aguas. Curiosamente, la novela no llega a desvelarnos si el autobús consigue llegar a su destino. De hecho, finaliza bruscamente una vez que Juan Chicoy ha conseguido sacar el autobús del socavón en que había quedado atascado. Ante las insistencias de los pasajeros, Juan Chicoy se había visto obligado a tomar una carretera que evitaba el paso por el puente, a pesar de haber informado a los demás del mal estado en que probablemente debía encontrarse ésta. En realidad, el asunto de si el autobús lograr o no llegar a San Juan no es relevante en sí, pues la esencia de la novela se encuentra en sus personajes y las diferentes relaciones que se establecen entre ellos.

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Entre líneas, mediante las conversaciones entre los personajes y, sobre todo, a través de las sutiles referencias combinadas con silencios cómplices, subyace en la obra una corriente pasional soterrada que se pone de manifiesto en las tensiones que surgen entre los personajes. En este sentido, la novela carece prácticamente de argumento. De hecho, toda la trama se impulsa en el comportamiento de unos personajes condenados a relacionarse pese a sus diferencias insalvables. Esta red de relaciones que se establecen entre los personajes (conflictos, luchas, acuerdos…) reproducen a pequeña escala la sociedad americana de mediados de los años cuarenta. Una sociedad que lucha por recuperar la cordura tras los duros años de la Segunda Guerra Mundial

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Juan Chicoy es el protagonista indiscutible de la novela. Es un mejicano bastante americanizado que ansía un cambio en su vida y, quizá, un regreso a su tierra natal. El principal obstáculo para conseguirlo es su compañera, Alice, una mujer madura que se debate en las dudas sobre si ella sigue aún resultando atractiva a ojos de Juan y que, ante tal circunstancia, ha caído en una profunda depresión y en el alcohol; una perdedora nata.

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La novela está plagada de personajes curiosos, como “Pimples”, el joven ayudante de mecánica al que martiriza un serio problema de acné hasta el punto de impedir su relación con las mujeres; la mencionada Norma, cuya vida languidece detrás de la barra, sin ser capaz de dar el paso adelante que la libere de esa vida monótona a la que está anclada; Camilla, una atractiva mujer que de inmediato atrae la atención de todos los hombres, cuyo máximo anhelo es empezar una vida nueva lejos del que parece intuirse como un pasado insatisfactorio. Además están Ernest Horton, Pritchard, su esposa Bernice y su hija Mildred, etc. Una amalgama de personajes que ayudan a componer un vívido cuadro de la sociedad del momento, una realidad preñada de hipocresía y desprecio, detrás de lo cuales asoman la cabeza a duras penas la ternura o el cariño. Una realidad opresora que encuentra su máximo exponente en la mismísima imagen del autobús perdido en medio de la nada, cerrado a cal y canto, opresor y alienante.

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El autobús perdido es en un magistral retrato de personajes cuyo valor se halla más que en el desarrollo de una trama emocionante o, tan siquiera, atractiva, en el hecho de que se trata de un acertado y profundo estudio sobre los problemas atemporales de la humanidad: el amor, la familia, el sexo, las ambiciones y las frustraciones. Un viaje metafórico, muy similar al que se ilustra en Las uvas de la ira, hacia la misma esencia de la sociedad estadounidense y de lo que no pasó de ser el fracasado sueño americano para millones de personas.

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A.G.

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