Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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lunes, 28 de junio de 2010

Lecturas recientes: Los restos del día


Los restos del día (1956)

Kazuo Ishiguro


Una novela clásica, en el estricto sentido del término. Bien escrita y fácil de leer. Kazuo Ishiguro utiliza una narración en primera persona para contarnos la vida y experiencia profesional, más que curiosa e interesante, de Mr. Stevens. Nuestro protagonista fue mayordomo de Lord Darlington, un personaje pretendidamente notable en la historia de la primera mitad del siglo XX. Como tal fue testigo de excepción de la seducción que ejerció el fascismo sobre su amo, y cómo éste conspiró de forma activa para lograr una alianza entre Alemania e Inglaterra. Personajes de la talla de Halifax o Ribbentrop visitaron Darlington Hall y pasaron allí largas jornadas de banquetes y arduas negociaciones. Sin embargo, Stevens no pierde jamás la fe en su amo, al que idolatra.


Ahora todo es distinto en la vieja mansión. Lord Darlington murió hace tres años, y la propiedad, junto al mayordomo y sus lacayos, pertenece a un multimillonario norteamericano, Mr. Farraday. Stevens aprovecha la oportunidad que le brinda su nuevo amo, que se va a ausentar varios días de la mansión, para emprender un viaje a Weymouth en el majestuoso Ford de su señor. Allí vive Mrs Kenton, la antigua ama de llaves de Darlington Hall. Es precisamente durante este viaje cuando Stevens, absorto en sus pensamientos y en la soledad del coche, comienza a rememorar sus largos años de servicio a las órdenes de Lord Darlington. Durante los días de travesía, Stevens recorre las verdes praderas inglesas, se deleita con los rojos atardeceres y el azul del mar que encuentra a su llegada.


En Weymouth se reencuentra con Mrs Kenton, ahora Mrs Benn. Stevens recuerda los largos años de convivencia en Darlington Hall, y la relación -llena de claroscuros, excesivo comedimiento y formalidad- que los unió bajo el mismo techo. Intuimos un sentimiento de afectuosidad contenida en Mrs Benn, quien afirma no haber sido tan feliz en su matrimonio, una vez que hubo abandonado Darlington Hall, como ella hubiera deseado. Ha dejado a su marido en tres ocasiones, si bien ha regresado al hogar todas las veces. Mr Stevens no se permite siquiera en este momento una mínima concesión a la galería. Se muestra impertérrito y nos sorprende, aunque ya no tanto como al principio, con su negativa a dar rienda suelta a sus sentimientos, los cual intuimos entre líneas.


En definitiva, Los restos del día es una novela sobre el honor y la lealtad, en la que aparecen temas transcendentales como el nazismo, la cuestión judía o el futuro de la Europa de entreguerras, asuntos respecto sobre los cuales no parece haber lugar para la toma de postura.


Por lo que respecta al final que le depara a Mr Stevens, la novela transmite un cierto optimismo. Hay un lugar para su cambio de discurso, como si algo nuevo hubiera despertado en él. Mr. Stevens parece reconocer a duras penas su propia soledad, lo cual es sin duda el primer paso para combatirla. De hecho, admite que puede y debe cambiar su propio lenguaje y dar rienda suelta a uno en el que tengan lugar las bromas con Mr. Farraday, alguien completamente distinto a su viejo señor inglés. Aquello, en definitiva, puede permitirle romper con el pasado y tratar de disfrutar de lo que le queda de vida, esto es, de los restos del día.


Existe una conocida versión cinematográfica de la novela de la que no puedo dar cuenta, pues no he tenido la oportunidad de verla.


A.G.

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