Presentación

La pintura de la voz (palabras con que el filósofo y escritor francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, calificó el arte de la escritura) nace con la pretensión de ser un lugar de intercambio de opiniones sobre literatura.
Cuando el tiempo me lo permita, iré publicando noticias interesantes del mundo literario, comentarios de libros que he leído recientemente, de mis obras favoritas, etc
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martes, 27 de diciembre de 2011

Lecturas recientes: Sartoris



Sartoris (1929)
William Faulkner

Punto de partida del universo faulkneriano, Sartoris presenta el condado apócrifo de Yoknapatawpha, escenario de muchos de sus relatos y novelas posteriores. Pocos años antes de morir, el propio William Faulkner afirmaba haber concebido la historia entera como un relámpago que iluminase de golpe un paisaje y recomendaba la novela como aquella por la que debía empezar quien se acercara por primera vez a su obra.

La novela constituye, en efecto, el germen de toda una multitud de personajes y esboza temas que el autor desarrollaría casi hasta el final de sus días y a lo largo de toda su producción literaria: la tragedia y la decadencia aristocrática sureña. La obra también demuestra la intensa preocupación de Faulkner por el tiempo, so sólo como tema central de la novela y medio de narración, sino en tanto elemento que influye en los personajes, un asunto que desarrollará con maestría en El ruido y la furia, que ya comentamos en este blog.

La novela presenta la marca del uso característico de Faulkner de diferentes tiempos, tales como el tiempo objetivo, el subjetivo, el cíclico y el tiempo helado. El tiempo objetivo de la novela, que abarca el período entre el verano de 1919 y el verano de 1920, es decir, algo más de un año, aborda la historia del joven Bayard Sartoris, cuyas acciones inconexas se sitúan en un marco histórico y genealógico suministrado por las vidas y tiempos de los ancestros inmediatos.

Faulkner traduce la coexistencia del tiempo pasado y presente mediante el empleo de flashbacks y el denominado stream of consciousness, que ya hemos tenido la oportunidad de tratar en este blog. En Sartoris, no obstante, Faulkner no va tan lejos en la experimentación con la forma de la novela como lo hará un año más tarde en El sonido y la furia, o en Mientras agonizo. El pasado se reconstruye en la novela de dos modos distintos: uno es la reconstrucción gradual del pasado por parte de los narradores que están en el presente y el otro es el revivir del pasado por medio de una memoria involuntaria que opera por asociación. En ninguno de los casos los personajes o el autor ven el presente o el pasado como tiempos separados. El tiempo real para Faulkner es el tiempo de la experiencia, no es una cronología sino un intento continuos para afirmar valores reales.

En muchos aspectos, en Sartoris Faulkner no logra aún deshacerse de la timidez que luce en La paga de los soldados y en Mosquitos. Su prosa gana intensidad, las imágenes se tornan mucho más arriesgadas y precisas y la narración alcanza una plasticidad de la que carecen las predecesoras, pero que aún no consigue la fuerza de sus libros posteriores. Faulkner comienza a demostrar su habilidad en la construcción de los personajes, la ambientación de las escenas y la comprensión de ese entorno social tan necesario para su futuro como novelista.

En Sartoris Faulkner disecciona una clase social en decadencia a partir de cuatro generaciones de los Sartoris, cuyos miembros fueron, desde la Guerra de Secesión americana, héroes de guerra del Ejército Confederado, banqueros o temerarios aviadores de la I Guerra Mundial. Herederos de las tradiciones aristocráticas del Sur, encerrados en el diminuto pero complejo universo de la ciudad de Jefferson, sólo les queda la retórica romántica, el orgullo y la autocompasión para enfrentarse a un mundo en el que ya no encuentran su sitio. Viven el tránsito del Sur heroico y aristocrático al Sur de los financieros y comerciantes.

Sartoris está lleno de poesía y suspense, habla sureña y el fatalismo errante faulkneriano y suficientes personajes para llenarse la cabeza y crear un sentido de maravilla.

Cuando la novela se publicó en 1929, los editores de Houghton Mifflin cortaron el texto en cuarenta mil palabras. También le cambiaron el nombre. Faulkner quería Banderas en el polvo, pero los editores impusieron su deseo de que se llamara Sartoris.

A.G.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Lecturas recientes: La Identidad



La identidad (1998)
Milan Kundera

A pesar de su brevedad y un argumento central muy simple, La identidad aborda un asunto serio: la naturaleza de la identidad humana.

Un día en una playa de Normandía, Jean-Marc busca a su amante, Chantal. Ella es cuatro años mayor que él y acaba de divorciarse de su marido, tras la muerte de su hijo de cinco años. Jean-Marc la ve pasear mientras a su alrededor unos chicos van y vienen con sus veleros de ruedas. Uno de éstos se precipita hacia Chantal. Jean-Marc cree que va a chocar con ella y grita para advertirle, pero ella no le oye; durante unos segundos vive con el horror de la muerte. El coche no golpea a Chantal y Jean-Marc corre hacia ella, moviendo las manos. Pero cuando se aproxima a Chantal, ella no lo reconoce. La mujer que pensaba era Chantal ha envejecido; es ahora más fea, parece otra. Preocupado por el impacto con el velero Jean-Marc había confundido a una extraña carente de atractivo con su amor. Así es como comienza la novela.

Chantal se ha dado cuenta de que ningún hombre, excepto su pareja, se fija en ella. Se lo dice a Jean-Marc, que se toma en serio la queja de Chantal. De vuelta en su apartamento de París, Jean-Marc, malinterpretando la causa del dolor, decide que Chantal no necesita una mirada de amor, sino una inundación de miradas extrañas, crudas y lujuriosas. Así pues, comienza a enviarle cartas anónimas de amor que puedan hacerle reafirmar su belleza. Chantal acaba averiguando quién le escribe. Jean-Marc, por su parte, descubre que Chantal guarda todas las cartas y piensa en infidelidad, en lugar de curiosidad. Aunque la caracterización de Jean-Marc y Chantal son reales, el argumento parece forzado. Al lector jamás le sorprende la identidad de la persona que escribe las cartas y los muchos intentos de Chantal por descubrir su identidad.

Los amantes se separan y la novela se vuelve cada vez más surrealista. Chantal termina en el interior de una casa extraña la noche después de una orgía, la última pérdida de identidad, y Jean-Marc sucumbe a un sueño amnésico en el banco de un parque. El final parece tan extraño y trágico que la voz de Kundera, que ha permanecido en silencio durante toda la novela, debe abrirse paso para confortar al lector, a la vez que plantea varias preguntas: ¿quién estaba soñando?, ¿quién soñó esa historia?, ¿quién la imaginó…? ¿ella, él o ambos?

Este final es susceptible de varias interpretaciones. Puede considerarse, en realidad, como un fallo serio en la narración, si bien también podría sugerir la imposibilidad de los amantes que se separan y se han definido, cada uno, mediante el otro. Puede, incluso, que Kundera se esté cuestionando la identidad misma de la novela, la cual no es, en definitiva, sino el sueño de un autor.

A.G.

martes, 15 de noviembre de 2011

Lecturas recientes: Jesús me quiere

Jesús me quiere (2008)

David Safier

Quienes disfrutaron con la lectura de Maldito Karma pasarán también un buen rato leyendo esta fresca y entretenida novela.

Adoptando un mismo tono de fábula que la obra que lo catapultó a la cima de las listas de libros más vendidas, David Safier cuenta la historia de Marie, una treintañera que vive en un pueblecito alemán y no tiene mejor ocurrencia que decirle que no a su novio Sven en el altar, después de haber suplicado a Gabriel, el párroco, que los casara por la iglesia a pesar de no ser ella muy creyente.

Es entonces cuando en la vida de Marie aparece Joshua, el carpintero, quien desvela a Marie que es el mismísimo Jesucristo. Pero es no es todo, pues el sacerdote de la parroquia es el arcángel San Gabriel, quien a su vez está enamorado de la madre de Marie. El padre, por su parte, se liga a Swetlana, una joven bielorrusa que ha venido con mochila de su lejano país. Ah, se me olvidaba: también aparece el Diablo, no podía faltar.

A pesar de todo, la historia no es tan complicada como pueda parecer. El problema es que Marie se ha enamorado de Joshua y es consciente de que lo suyo no puede ser. Al final, sin embargo, y después de una serie de escenas escatológicas, directamente relacionadas con el Apocalipsis de San Juan (interpretado con bastante libertad por Safier), todo acaba bien; demasiado bien… ¿es así la vida en realidad? No contestéis.

Lo que sí es cierto es que resulta curiosa y llamativa la exégesis bíblica que nos presenta David Safier. Supongo que Safier no tendría, mediante esta novela, la intención de convencernos de la verosimilitud de su interpretación de las Sagradas Escrituras.

A parte de la historia entre Joshua y Marie, la novela presenta otra serie de subtemas bien engarzados entre sí y con la trama principal. Sabemos de la enfermad de Kata, la hermana de Marie; de la mencionada historia entre su padre y Swetlana; de la de su madre y Gabriel; o de la de Michi, el dueño del videoclub, y su amor no correspondido por Marie.

La novela es obviamente una fábula y no está exenta, por tanto, de un cierto tono moralizante. Es irreverente a veces y en otras ocasiones no parece más que una sucesión de gracietas, intercaladas por guiños (y a veces más que eso: no podemos obviar la imagen de Dios adoptando la forma de ¡Emma Thompson!) a personajes contemporáneos. Sin embargo, su trama resulta verosímil (dentro de los parámetros en que se mueve, claro) y está desarrollada de un modo lógico. Todo parece estar atado y bien atado, lo cual debe anotarse en el haber de David Safier. También es muy interesante y acertado el uso de caricaturas.

AG.

viernes, 28 de octubre de 2011

Sorpresas gratas: Me llamo Rojo


Mi nombre es Rojo (1988)

Orhan Pamuk

Un manuscrito iluminado está en el centro del misterioso asesinato de Maese Donoso, uno de los cuatro maestros iluminadores a los que se les ha encargado ilustrar un manuscrito secreto para el Sultán. A diferencia de otras ilustraciones turcas, las suyas incorporan las nuevas técnicas de los “francos”, esto es, la pintura veneciana, pues utilizan la perspectiva, las sombras y, lo más atrevido de todo, retratos reconocibles de personas.

Mi nombre es Rojo es un libro sobre el arte y la realidad, sobre el propósito del arte y sus peligros. Se trata de un thriller filosófico construido en torno a la confrontación entre dos formas distintas de percibir el significado artístico: entre la novedad ofrecida por los pintores francos a través de la brillantez de la pintura veneciana y la tradición; entre lo viejo y lo nuevo; entre la tradición y el cambio y sus representantes: la civilización musulmana y la cristiana… el Este y el Oeste.

El resultado de tal confrontación es el rechazo de la imagen a favor de un mayor realismo. Lo que importa es la perfección del rojo que jamás cambia, compuesto a partir del escarabajo disecado procedente de los territorios áridos del Indostán, y no la delicadez francesa de las veladuras. Los miniaturistas de Pamuk se quedan ciegos en su servicio obsesivo al arte. Pero lo que supondría el final de la carrera artista de un pintor veneciano, no es sino un motivo de distinción en Estambul. La memoria es tan duradera y la técnica tan perfecta que el artista ciego sigue transmitiendo su arte e incluso refinándolo.

La historia transcurre en Estambul en 1591, uno año antes de la celebración de los mil años de la Hégira (el viaje de Mahoma desde la Meca a Medina). El largo declive del Imperio Otomano ha comenzado. Una decadencia tanto económica como política que también se plasma en el arte. Pamuk bosqueja un Estambul alegre en una época de plagas, fuegos y guerra en la que la represión religiosa coexiste con el decadente comportamiento social y sexual.

La novela comienza de un modo dramático: la primera voz corresponde a una persona muerta, Maese Donoso, cuyo asesino es un personaje recurrente que cuenta su historia de forma anónima y como un personaje no identificado por los demás como el asesino hasta el final. Pamuk, en lo que quizá sea su mayor error, no consigue caracterizar adecuadamente a los tres principales sospechosos de asesinato. Son colegas ilustradores de Maese Donoso, y aunque aparecen distinguidos por los nombres coloristas de Cigüeña, Mariposa y Aceituna, resulta difícil distinguirlos hasta los capítulos finales. En su deseo de hacerlos parecer a todos sospechosos factibles, Pamuk emborrona las líneas que separan a unos de otros, de tal forma que el lector pierde implicación en la resolución del caso de asesinato.

La novela está construida desde una perspectiva individualizadora utilizada de un modo inteligente. Pamuk se sirve de más de una docena de voces narrativas que presenten visiones diferentes: cada capítulo ofrece una perspectiva particular, esto es, la verdad tal como la experimenta cada personaje. La mayor parte de ellos son humanos, pero también encontramos un perro, un caballo, un árbol, una moneda e incluso el color rojo. Mediante esta alquimia narrativa, Pamuk logra la comprensión de ambos mundos, el agonizante y el emergente. La Muerte goza incluso de su propio capítulo, como un personaje más. Negro, un ilustrador, está encargado de descubrir al asesino que ha matado a uno de los pérfidos nuevos miniaturistas. Irónicamente, el asesino se traiciona a sí mismo con un estilo artístico peculiar y reconocible que demuestra su implicación. No hay escapatoria de los avances del nuevo mundo para sus enemigos. Pero Mi nombre es Rojo también trata el tema del amor: entre Negro y Shekure (su prima viuda), en cuya relación actúa como intermediaria Esther, una vendedora de tejidos; y el amor de la propia Shekure hacia sus hijos y su tío asesinado. Ahora bien, la mayor parte de las expresiones de sentimiento y las acciones que les suceden son mayoritariamente desilusionantes. Shekure tiene la excusa de que es una mujer (más o menos casada), lo cual la limita a la hora de hacer ciertas cosas; además tiene que pensar en sus hijos. Negro, por su parte, es un amante satisfecho sólo de forma moderadamente satisfactoria.

Mi nombre es Rojo es una obra profunda con profundas raíces. Lejos de ser una simple novela histórica, es una novela ambiciosa e ingente con un hilo narrativo que une pasado y presente, el arte elevado y el popular, que examina las intersecciones entre religión, creatividad y deseo humano. Del mismo modo que El nombre de la rosa de Umberto Eco, la novela de Pamuk combina la intriga mundana con la erudición y una sensibilidad posmoderna. Encantadora, aunque pedante en ocasiones, es una novela de lectura amena e incluso fascinante, si bien puede resultar algo lenta y excesivamente elaborada, circunstancias que exigen al lector un notable esfuerzo.

A.G.

jueves, 6 de octubre de 2011

Lecturas recientes: El rodaballo



El rodaballo (1977)
Günter Grass

Novela difícil, barroca… fabulosa y satírica que conjuga dosis proporcionales de poesía y sensualidad, tan sólo (o nada menos) que para contar la historia del hombre. Eso sí, a través de nueve mujeres protagonistas (Awa -la mítica diosa de tres pechos-, Wigga o Mestwina) y los correspondientes nueve meses de gestación que viven diferentes periodos históricos desde los tiempos remotos de la Edad de Piedra hasta el alzamiento de los obreros de Gdansk. Un mito de creación épica visto a través de un hombre reencarnado una y otra vez y su también reencarnada mujer, Ilsebill que está siempre en la cocina.

La historia, una mezcla de cuento popular e historia contemporánea, transcurre a lo largo de miles de años que presencian la lucha eterna entre sexos y clases sociales; entre progreso y superstición. Compañeros desde tiempos inmemoriales, los dos protagonistas han sido testigos de la lucha de la mujer por superar la dominación masculina y hacerse con el control.

En todas estas etapas están presentes la comida y, por supuesto, el Rodaballo, el pez parlante; un pez mítico cuyos conocimiento y poderes mágicos han sido los responsables de la supremacía masculina. No en vano, en ciertas fases de la lectura de la obra podemos considerar a ésta como algo muy próximo un libro de cocina; un viaje culinario a lo largo de los siglos… una fascinante oda literaria a la comida. Con cada mes hay una nueva cocinera, con un nuevo nombre y la misma lucha. A pesar de las instrucciones pacientes del Rodaballo, el narrador no aprende nada. Nada de mujeres.

Uno de los aspectos censurables de la novela es el caos que reina a lo largo de sus más de seiscientas páginas, que puede llevar a crispar los nervios del lector más voluntarioso empeñado en comprender la obra en toda su magnitud. A mí personalmente no me ha gustado mucho El rodaballo. Es probablemente uno de los libros más difíciles de leer del Nobel alemán. Me quedo, por supuesto, con el Tambor de hojalata, que ya comentamos en este blog.

A.G.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Lecturas recientes: Nuestro hombre en la Habana


Nuestro hombre en la Habana (1958)

Graham Greene


Concebida como uno de sus “entretenimientos”, como una sátira política, la novela cuenta la historia de Jim Wormold, un vendedor de aspiradoras. El negocio flojea, pero desea costearle unos buenos estudios a Milli, su hija adolescente. Así pues, acepta una oferta de £300 al mes y se convierte en el Agente 59200/5, un hombre del MI6 en La Habana.


Aunque Wormold no tiene experiencia alguna como espía y carece de cualquier conocimiento útil para tal trabajo, acaba convencido por la propuesta de Hawthorne. Para tener a éste contento (y seguir recibiendo cheques), Wormold entrega informes sobre la Revolución que copia de documentos públicos. También alquila a otros agentes que no existen y presenta bosquejos de armas secretas que son en realidad esquemas de sus aspiradoras. Para mantener su trabajo, elabora informes falsos basados en los Cuentos de Lamb de Shakesperare. Sin embargo, Hawthorne y su asociado “C” piensan que Jim está haciendo un trabajo estupendo y le animan a continuar. Su pantomima le hace creer incluso al capitán Segura, el elegante y corrupto jefe de policía enamorado de su hija, que es un espía auténtico.


Sin embargo, su historia se convierte en una verdad más que molesta, y Wormold se ve atrapado por su propio engaño y por los tejemanejes de una ciudad y una agitada sociedad irremediablemente corruptas, abocadas a la tragedia; por los tórridos acontecimientos ocurridos en La Habana del año 1957.


A pesar de tratarse de un relato cargado de humor e ironía, Nuestro hombre en La Habana es la metáfora de una civilización en crisis que plantea una reflexión profunda: en tiempos revueltos las personas normales, a veces, deben tomar decisiones extremas que pueden poner en riesgo incluso su vida.


Graham Greene viajó mucho y basó gran parte de sus novelas, incluida Nuestro hombre en La Habana, en sus propias experiencias. Visitó la capital cubana varias veces a lo largo de la décadas de los 50. Allí quedó desagradablemente impresionado por las mutilaciones y la tortura practicada por la policía de Batista y por la discriminación racial.


Fidel Castro condonó Nuestro hombre en La Habana, pero se quejó de que no hiciera justicia a la crudeza del régimen de Batista. Greene se mostró de acuerdo, pero aclaró que no había deseado un trasfondo tan negro para una comedia ligera, pues el tema real de su novela era lo absurdo del agente británico y no la justicia de una revolución. Castro permitió la versión cinematográfica, protagonizada por Alec Guinness y dirigida por Carol Reed, que fue filmada en La Habana en 1959. (Es interesante señalar que Nuestro hombre en La Habana fue escrita inicialmente como guión cinematográfico.)


Greene regresó a Cuba a mediados de los 60. A pesar de mostrarse impresionado por la lucha que Castro había emprendido contra el analfabetismo, más tarde cambió de opinión tras presenciar la persecución de homosexuales, intelectuales y católicos, motivo por el cual Graham Greene no es un autor muy celebrado actualmente en Cuba.


A.G.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Lecturas recientes: El cielo protector



El cielo protector (1949)
Paul Bowles

Más conocido como compositor que escritor, Paul Bowles presenta en su primera novela la crónica de una aventura sorprendente contra el medio adverso, representado por el desierto del Sáhara y las regiones habitadas por árabes del continente africano: una porción del mundo rara vez retratada por escritores de primera fila que en realidad la conozcan. Paul Bowles conocía esta realidad desde los años treinta, cuando comenzaron sus viajes a la región. África le emocionó. Y no permaneció en las ciudades costeras, sino que con cierta frecuencia realizó viajes duros y peligrosos a lugares recónditos del desierto y regiones montañosas del norte del continente. El cielo protector es la crónica de ese viaje. No en vano, de no ser porque el protagonista masculino de la novela (Port Moresby) muere a causa de una fiebre epidémica durante la historia, no habría sido difícil identificarlo con el propio autor.

Port y su mujer, Kit (quien forman un joven y refinado matrimonio de Nueva York), deciden viajar hacia el Sur sin un fin preciso, a raíz de la triste leyenda que les cuenta un árabe acerca de tres hermanas que querían tomar el té en el Sáhara. Viajan por el norte de África sin un fin preciso, en realidad; intentando huir de todo (en especial de los efectos de la Segunda Guerra Mundial), pero sobre todo de sí mismos.

Los acompaña Tunner, un tipo insulso, indeciso y débil. Durante el viaje descubren un universo desconocido en el árido paisaje del Sahara que los hunde paulatinamente en el infierno de sus propias vidas. La historia se centra en el intento de la pareja por superar un ambiente hostil. Son neuróticos y se muestran excesivamente propensos a darles demasiado vueltas a cosas notablemente triviales. Como consecuencia de ello, se distancian; sus caminos se bifurcan. Lo que ha comenzado como una aventura a un país exótico acaba desvelando el interior de los protagonistas. Poco a poco, el vacío y la crueldad del lugar conducen a los tres hasta los límites de la razón.

A partir de la muerte de Port, la historia se centra en las aventuras cada vez más insólitas de Kit, quien vaga de un lugar a otro a la vez que su mecanismo es destruido poco a poco.

Si en su aspecto externo la novela es un relato de aventuras, en su aspecto interior El cielo protector es una alegoría de la aventura espiritual de una persona totalmente consciente en la experiencia moderna; la historia de una huída, una búsqueda y un fracaso.

La novela fue llevada al cine por Bernardo Bertolucci, en un film protagonizado por Debra Winger y John Malkovich. La película ofrece algunas variaciones con respecto a la novela. No obstante, refleja en lo sustancial la trama y, sobre todo, el fondo de la obra de Bowles. Sorprende su fotografía, preciosa y muy realista, y el notable éxito de su ambientación: hermosas e impactantes secuencias, tanto del desierto como del desolado interior de las viviendas en los diferentes lugares donde transcurre la historia.

A.G.

martes, 30 de agosto de 2011

Lecturas recientes: Pastoral americana



Pastoral americana (1997)
Philip Roth

Seymour Levov (alias ‘el Sueco’) es el paradigma del triunfador admirado por toda la comunidad judía de Newark; la personificación del sueño americano; de la idea de que a un chico judío le era posible triunfar en los Estados Unidos a pesar de su origen. El Sueco ya destacaba en la escuela como un excelente atleta, un muchacho siempre alegre y de un físico atractivo. Era honrado, trabajador y juicioso.

Se enroló en los marines y más tarde se casó con la hermosa Dawn, Miss New Jersey 1949, con quien tuvo una hija, Merry. Unos años más tarde se hizo cargo del negocio de su padre y ganó el suficiente dinero como para comprar una gran mansión. Pero en 1968 su hija Merry se unió a un grupo político que se oponía a la intervención de los Estados Unidos en Vietnam. Durante una de las escaramuzas políticas una persona muere al estallar una bomba y Merry tiene que huir. A partir de ese incidente la vida del Sueco se desmorona. En efecto, los cambios sociales y económicos de los años sesenta, sus conflictos y violentas transiciones, suponen un cambio generacional y de valores que dejan atrás el mundo en el que el Sueco cree y al que se aferra. Jamás se recuperará de la desgracia familiar que le obliga a confrontar sus convicciones con las de un mundo delirante que ya no se pliega a los patrones del pasado y que lo dejará aparcado en un infierno confuso de total inacción.

La novela se interroga qué ha podido ocurrir para que la hija de una tradicional familia americana, buena y patriótica, acabe convirtiéndose en una prófuga de la justicia. Philip Roth parece haber tenido la intención, como Scott Fitzgerald en El gran Gatsby, de desenmascarar la falacia del sueño americano. De hecho, la saga de la familia Levov puede ser entendida como una desgarrada metáfora de la sociedad norteamericana enfrentada a sus peores pesadillas. En este sentido, el Sueco representa los ideales tradicionalmente asociados con los Estados Unidos.

Philip Roth regresa a los años sesenta con esta novela sobre el amor y el odio; sobre el deseo de ser americano y, paradójicamente, el rechazo de la idea de América. Plantea el deseo de una idílica América Pastoral: una vida respetable, tranquila, ordenada, optimista, llena de logros, contrapuesta al tremendo desorden norteamericano.

Pastoral americana es la primera entrega de una trilogía escrita por Philip Roth que se completa con las novelas Me casé con un comunista y La mancha humana. En ellas trata muchos de los temas habituales en su obra literaria: la ciudad de Newark como representación de un mundo personal, el judaísmo como gueto, el cambio social y moral, etc. La historia está narrada por Nathan Zuckermann (el mismo que aparece en otras obras anteriores del autor), quien fue compañero de juventud del Sueco.

A.G.

martes, 23 de agosto de 2011

Lecturas recientes: Guía autoestopista galáctico



Guía autoestopista galáctico (1979)
Douglas Adams

Unos contratistas llegan a la casa de Arthur Dent para demolerla con el fin de construir una vía de circunvalación. Su amigo Ford Prefect llega mientras Arthur está tumbado en el suelo delante de las máquinas escavadoras para evitar la demolición. Intenta explicarle a Arthur que en realidad procede de un planeta cercano a Betelgeuse y que la Tierra está a punto de ser demolida por los Vogones, una raza alienígena que tiene la intención de construir una vía de circunvalación espacial. Los dos escapan haciendo autoestop en una de las naves de los Vogones, lo cual está en contra de la legislación vogona, de modo que cuando Arthur y Ford son descubiertos son torturadas con una compilación de poesía vogona, la tercera peor obra del universo conocido, y lanzados al espacio. La odisea de Arthur Dent continúa: conoce a Zaphod Beeblebrox, el presidente de la galaxia, a Trillian y Marvin, su robot clínicamente deprimido, que viajan en busca del legendario planeta Magrathea. Separado del resto del grupo, Arthur es llevado al interior del planeta por Slartibartfast, un nativo del mismo, quien le explica a Arthur que la Tierra es en realidad un superordenador comisionado y pagado por una raza de seres inteligentísimos que habían construido un superordenador llamado Pensamiento Profundo para calcular la Respuesta a la Vida, el Universo, y el Todo. Después de siete millones y medio de años calculando, el ordenador había anunciado que la respuesta es 42. Así las cosas, precisamente cinco minutos antes de completar el programa encaminado a encontrar la respuesta, la Tierra (el ordenador diseñado por Pensamiento Profundo para calcular la Pregunta, es demolida por los Vogones.

Es entonces cuando Frankie y Benjy Mouse, que habían llegado a Magrathea disfrazados de ratones mascotas de Trilliant, se dan cuenta de que Arthur, en tanto subproducto orgánico de última generación de la matriz del ordenador, tiene la Pregunta grabado en su cerebro y se ofrecen a comprarle éste. Arthur rechaza la oferta y pelea con ellos. Los ratones están a punto de abrirle la cabeza a Arthur de un tajo, cuando los cláxones del planeta crean una confusión que aprovecha Arthur para huir. La policía galáctica había llegado al planeta para arrestar a Zaphod. El grupo es atacado por dos policías que acaban muriendo. Marvin había explicado su visión del universo al ordenador de la nave nodriza y cometió suicidio. El grupo decide ir a almorzar en el Restaurante del Fin del Mundo.

A pesar de ser reconocida como una de las mejores novelas de ciencia ficción de todos los tiempos, he de admitir que Guía del autoestopista galáctico no me ha entusiasmado en absoluto. Comprendo, no obstante, que pueda atraer a los amantes de la literatura de ciencia ficción o incluso a aquellos que deseen encontrar las respuestas a las preguntas existenciales planteadas a lo largo del libro. No obstante lo dicho, debo reconocer el mérito indudable de Douglas Adams, quien presenta al lector personajes extraños y construidos con ingenio; desde Zaphod Beetlebox al excéntrico robot Marvin.

Douglas Adams concibió Guía del autoestopista galáctico como una radio-comedia que comenzó a emitir la BBC en 1978. Tuvo un éxito notable y le siguieron una serie de libros, una serie de televisión, un juego de ordenador y una versión cinematográfica en 2005.

A.G.

sábado, 23 de julio de 2011

Sorpresas gratas: Sin novedad en el frente



Sin novedad en el frente (1928)

Erich Maria Remarque

Seis jóvenes alemanes compañeros de instituto se alistan en el ejército para combatir en la Primera Guerra Mundial, ajenos por completo al destino que les aguarda y con la falsa idea de que la guerra es gloriosa y será una gran aventura para ellos. Pero a medida que la guerra avanza el grupo descubre que ésta no es lo que parece ser, y todos desean regresar a casa y volver a disfrutar de la vida. Sin novedad en el frente es la crónica de su fracaso intelectual, espiritual y físico; el relato de unos soldados imberbes que representan una generación destruida por la deshumanización de la guerra de trincheras.

La novela está contada desde la perspectiva de Paul Bäumer, un adolescente sensible y observador, el prototipo de joven soldado de infantería cuya juventud es destrozada y robada por la brutalidad dela guerra (en este sentido la novela me recuerda en muchos aspectos La roja insignia del valor, de Stephen Crane). Paul Bäumer expone con crudeza y realismo su vida en el frente occidental: ataques de gas, enfermedades fatales o plagas de ratas.

Corre el año 1916 y detrás de la línea fronteriza alemana, entre Langemark y Bixchoote, sólo ochenta de los originales ciento cincuenta soldados de la Segunda Compañía permanecen disponibles en el frente. Paul Bäumer y sus camaradas han adquirido algo de experiencia en el campo de batalla, incluyendo la pérdida de Joseph Behm, el primero de su grupo en morir. Franz Kemmerich, con su pierna amputada, encara su muerte inminente. Los soldados abandonan su idealismo como resultado de la tutela sádica de su superior Himmelstoss. En su lugar, desarrollan una fuerte camaradería que los protege mucho mejor que la información, ahora inútil, que adquirieron en el instituto. Tras la muerte de Franz Kemmerich, Müller hereda sus botas. Éstas simbolizan lo inane de la vida humana, cuan barata es en la guerra. El hecho de que, a partir de este momento, el par de botas pase de un soldado a otro con mucha frecuencia nos recuerda, no sólo que la muerte es algo muy habitual durante la guerra sino que los soldados querían utilizar todo lo que encontraban que hiciera aumentar sus posibilidades de sobrevivir.

La unidad de Paul, que incluye a algunos reclutas inexpertos, es destinada a la colocación de alambradas en el frente. Mientras esperan el transporte que los lleve de regreso, un bombardeo y una descarga de gas venenoso los inmoviliza en un cementerio, revolviendo los cadáveres de sus tumbas. Tras su llegada al frente Himmelstoss trata de congraciarse con sus ex alumnos, pero éstos lo ignoran. Himmelstoss consigue que castiguen a Tjaden y Kropp por insubordinación. Kat y Paul roban un ganso que asan y comparten con los otros.

La Segunda Compañía pasa el verano cerca de la frontera, luchando salvajemente con granadas, bayonetas y palas afiladas. Luego ésta se repliega más allá de lo habitual. Allí comen, duermen y pasan el tiempo con complacientes chicas francesas a las que colman con comida.

Más tarde Paul regresa a casa con un permiso de diecisiete días. Alienado por el trauma de la batalla, carece de ambición y es incapaz de disfrutar de los placeres de su juventud. Le desespera la debilidad de su madre, pero disfruta el humor de Kantorek. Paul recibe adiestramiento adicional en un campamento, donde observa los sufrimientos de los prisioneros rusos de guerra que tienen que rebuscar en la basura para no morir de hambre. Paul piensa en ellos como seres humanos patéticos más que como adversarios, y desea haber podido conocerlos mejor. De vuelta a su unidad, Paul se siente de nuevo a gusto con sus camaradas, más que con su familia.

Después de ser inspeccionada por el Kaiser, la Segunda Compañía regresa al frente. Mientras está de patrulla, Paul se separa de los otros e hiere fatalmente a Gérard Duval, un soldado francés, en defensa propia. Cara a cara con su enemigo agonizante, Paul siente remordimiento e intenta aliviar el sufrimiento del hombre. Cuando vuelve a reunirse con sus compañeros confiesa lo que ha hecho, pero logra calmarse al concluir que la “la guerra es la guerra”. La muerte de Gérard Duval supone el clímax de la novela, pues se trata del primer encuentro de Paul con el combate mano a mano y, en un cierto sentido, con la realidad de la guerra.

La suerte de Paul cambia cuando se le asigna al almacén de suministros y disfruta de la comida y una cama cómoda. Mientras evacuan una aldea, Paul y Kropp son alcanzados por el fuego enemigo y enviados en tren al Hospital de Saint Vincenz. A Kropp le amputan la pierna. Paul se recupera y, lamentando dejar a su amigo, regresa a las tareas de las trincheras.

En el verano de 1918 la guerra se complica para Alemania. Disminuyen la calidad y cantidad de los suministros. Las tropas sufren disentería. Los soldados están exhaustos, hastiados de los ataques aparentemente interminables de los Aliados. Paul es el último miembro que queda de sus compañeros del instituto. Lleva a Kat a un punto de ayuda para que lo traten de una herida en la espinilla, pero durante el trayecto, su camarada recibe en la cabeza el impacto de una pequeña esquirla de metralla y muere. Paul se derrumba. En octubre de 1918, Paul, que acaba de regresar de un permiso de dos semanas para recuperarse del gas venenoso, encuentra la muerte en un día tranquilo, poco tiempo antes de la firma del armisticio que ponga fin a la guerra.

Paul Bäumer narra en primera persona (aunque a veces lo hace en plural, cuando describe una experiencia colectiva de los soldados a su alrededor) cuando rumia sus propios pensamientos y sentimientos sobre la guerra. La novela cambia a la tercera persona y a un narrador anónimo en los dos párrafos que siguen a la muerte de Paul.

Sin novedad en el frente explora la necesidad y propósito de la guerra. El propio Erich Maria Remarque luchó en el frente occidental a la edad de dieciocho años y sufrió varias heridas. Los horrores de lo que presenció como soldado le impactaron sobre manera. Algunas de sus emociones apasionadas aparecieron a finales de 1928, cuando Remarque publicó la primera entrega de la novela en un periódico alemán. Se vendieron más de un millón de copias de la novela en Alemania cuando se publicó íntegra en 1929. Muchos lectores percibieron de inmediato que la novela apelaba al asunto de los valores propugnados por la propaganda de la patria de la Alemania Nazi. Sin novedad en el frente fue prohibida y quemada en Alemania junto con otros cientos de libros de temas similares. Hordas de Nazis descendieron sobre el teatro berlinés donde se proyectaba la premier de la versión cinematográfica de 1930. En 1938 Remarque fue desposeído de la nacionalidad alemana. Se trasladó a Suiza y más a tarde a los Estados Unidos.

Sin novedad en el frente refleja el coste humano de la guerra, nos revela una cara oculta de la misma que la mayor parte de la gente no ve hasta que ya es demasiado tarde. Por ello, el lector no puede evitar compadecerse de Paul, quien nos lleva a preguntarnos por qué los países van a la guerra. La guerra ha de ser evitada a toda costa, como desea transmitirnos Remarque, a causa de las graves consecuencias que comporta. La guerra hace que la gente pierda sus amigos y alimenta el odio entre los pueblos, como bien transmite Sin novedad en el frente, una novela extraordinaria cuya lectura recomiendo encarecidamente.

A.G.

domingo, 12 de junio de 2011

Lecturas recientes: El oso

El oso (1942)

William Faulkner


Aclamada como una obra maestra de la literatura americana moderna, El oso apareció por primera vez como un capítulo de Desciende Moisés, una novela que contiene algunos de los mejores escritos de Faulkner y explora la pérdida gradual de lo “salvaje” en las colonias de frontera y la tensión racial que surge de la explotación de los afroamericanos.


La narración de El oso abarca cinco generaciones de descendientes blancos y negros de Lucius Quintos Carothers McCaslin, un emigrante escocés que compró la plantación familiar en el ficticio condado de Yoknapatawpha a un jefe nativo. Cada uno de los capítulos trata de las consecuencias de las acciones de McCaslin, en tanto en cuanto afectan a sus descendientes: su abuso de la tierra, o participación en la esclavitud, etc. Aunque los capítulos no aparecen en orden cronológico, comparten un narrador común, aunque no los mismos protagonistas. Cada historia encuentra su propia coherencia alrededor de los temas centrales de Desciende Moisés. El oso, por su parte, representa el clímax emotivo del libro. En él, el nieto de McCaslin, Isaac (Ike) McCaslin, se enfrenta tanto a su lugar en el mundo natural, como las responsabilidades sociales impuestas por la herencia sureña.


Ambientada en el siglo XIX, después de la Guerra Civil, El oso narra principalmente la aventura de una expedición de caza que ocurre todos los años a finales de otoño en las tierras salvajes de la región del río Tallahatchie, propiedad del mayor De Spain. Contado desde la perspectiva de Ike en un lenguaje simple y directo, la narración está dividida en cinco secciones. Las primeras tres abarcan el relato de la persecución del legendario Old Ben, un enorme oso con una pata mutilada. A medida que avanza la narración, el adolescente Ike aprende a cazar bajo la guía del experto Sam Fathers, que es el hijo de un indio Chickasaw y una esclava africana. En la tercera sección ocurre una lucha a muerte entre el perro de los exploradores, Lion, y el viejo oso. Aunque el lector bien puede dar por sentado que será el niño quien acabe con al oso, es otro miembro de la partida, Boon Hogganbeck, quien mata a Old Ben con su cuchillo. A la vez, Sam recibe una embestida del oso y muere; fatalmente herido, el perro muere también. La cuarta sección es un largo diálogo entre Ike y su primo Carothers Edmonds en el que Ike repudia su herencia de la plantación de los McCaslin al descubrir el incesto en la historia de su familia. La última sección retoma la narración de la caza. Cuando Ike regresa dos años más tarde al lugar donde murieron Lion, Old Ben y Sam, experimenta una especie de ensueño emocional sobre la inmortalidad de la vida. Más tarde, encuentra a Boon, que histéricamente ordena a Ike que lo deje solo en el bosque.


La historia es simple, aunque no esté escrita de un modo sencillo en absoluto, a la vez que compleja, y no revela su auténtico significado a la mente consciente hasta una segunda o tercera lectura. A lo largo de sus páginas, El oso presenta una exploración concentrada de temas recurrentes en la prosa de Faulkner: los derechos de propiedad de la tierra, las implicaciones culturales del mestizaje, el incesto, el maltrato de los afroamericanos, y los problemas morales asociados con el orgullo, la humildad y la culpa.


El oso es, sin duda, una ardua experiencia lectora, como lo es en realidad toda la producción literaria de William Faulkner. Es una historia difícil; un desafío para el lector por diferentes motivos, pero en especial por su intensidad implacable y su estilo extremo, a la altura del mejor Faulkner.


A.G.

viernes, 27 de mayo de 2011

Lecturas recientes: Ampliación campo de batalla



Ampliación campo de batalla (1994)Michel Houellebecq

Una de las novelas más tristes, pesimistas y deprimentes que he leído; la historia de un hombre solo y melancólico, atrapado en su monótono y tedioso (aunque bien pagado) trabajo.

El protagonista, Rapale Tisserand, tiene treinta años. Es analista-programador en una sociedad informática y su salario es dos veces y media superior al salario mínimo interprofesional (sic). A pesar de esta capacidad adquisitiva, no consigue atraer a las mujeres; está totalmente desprovisto de belleza. Se siente arruinado por las consecuencias de decisiones banales que podrían resultar menores a una persona normal. Como consecuencia de ello, se ha convertido en un ser inquietante y desesperado, abatido por una inmensa soledad sexual, intelectual y moral. Carece de ambiciones. Siente que va a perder su empleo, no es capaz de encontrar una mujer... y se siente invadido por una honda depresión.

Houellebecq ejemplifica en la vida de su héroe la vida de miles y miles de personas; su insignificancia, su contenido vacuo; la impotencia y frustración afectiva, lo absurdo de los objetivos profesionales, la modernidad, la sociedad, la injustita social y física: todo aquello que trepana al ser humano y sus relaciones... la humanidad a la deriva.

En este sentido, Extensión del campo de batalla es un drama sobre la desesperanza y la violencia ordinaria de las oficinas de provincias o de la misma capital (París) y de sus actores, quienes a pesar de su mediocridad o lo absurdo del medio de la empresa desean encontrar su lugar en el mundo que les ha tocado vivir: una sociedad de consumo que perciben cruel y alienante. El hombre lucha, en efecto, por encontrar un lugar en la sociedad; un trabajo y una vida sexual.

Rapale Tisserand es un hombre joven, con estudios, más bien brillante desde el punto de vista intelectual, y disfruta de un buen salario, como ya hemos afirmado. Por tanto, desde un punto de vista socioeconómico, habría de pertenecer al bando de los vencedores. Lleva una vida normal y obedece a sus superiores jerárquicos en el trabajo. Sin embargo, Rapale no está satisfecho. Comienza a ser consciente de que el ambiente frío y tranquilo de la empresa disimula su soledad y las frustraciones personales con las que ha de convivir. Al fin y al cabo, el trabajo no es más que un decorado teatral donde se disimula lo mejor que se puede el entusiasmo o la normalidad. Pero a partir del momento en que los neones y las pantallas de los ordenadores se apagan, reaparecen con más intensidad aún la vacuidad y la inutilidad de su vida personal en la que jamás ocurre nada.

Rapale cae enfermo, se ve atrapado en un callejón sin salida; le asalta la certeza de que es un desastre como hombre y persona, carece de pasado y de libertad (es difícil tener una visión tan pesimista del mundo). Es un ser miserable, lamentable... un paria. Alternando les teorías las descripciones con humor burlón y pasajes de desesperanza desgarradora, Houellebecq consigue la proeza de representar la indiferencia, la nulidad misma.

A.G.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Lecturas recientes: El gato y el ratón


El gato y el ratón (1961)

Günter Grass

Los acontecimientos narrados en la novela tienen lugar en Danzig (Alemania), durante la Segunda Guerra Mundial. De la contienda apenas llegan al principio noticias y rumores vagos acerca de acciones heroicas de gentes más o menos conocidas. El narrador, Pilenz, cuenta unos años más tarde (cuando ya es un adulto) sus años de adolescencia en relación con Joachim Mahlke, uno de sus compañeros de instituto. El objetivo de Pilenz al escribir esta historia no parece ser sino una especie de catarsis; su fin es despojarse de los sentimientos de culpa que lo invaden. Estos sentimientos se deben principalmente al hecho de que Mahlke, a quien Pilenz enseñó a nadar, murió ahogado en el mar al final de la Segunda Guerra Mundial.

Desde el día en que Mahlke aprendió nadar, no hay nada que le guste más que nadar junto con sus amigos en dirección al dragaminas medio sumergido que se encuentra a unos cientos de metros de la costa. Mientras sus amigos prefieren disfrutar del sol y discuten sobre asuntos diversos de la vida que los adolescentes consideran importantes, Mahlke se sumerge una y otra vez y entra en el barco a la caza de tesoros: un viejo tocadiscos, una etiqueta en una puerta, o un destornillador que llevará siempre colgado al cuello a partir de su descubrimiento.

Un día llega a su escuela un héroe de guerra que habla a los chicos de la gloria de la guerra. Mahlke roba su Cruz de Hierro sin que nadie, excepto sus mejores amigos, sospeche de él. Mahlke, sin embargo, revela su acto al director y es expulsado de la escuela. El nuevo instituto parece ser para Mahlke un modo de llegar al ejército, donde cree que le ha llegado el turno de convertirse en un héroe. En su primer permiso visita a sus antiguos amigos, pero en cierto modo ya no es la misma persona que solía ser. De hecho, no quiere volver a la guerra.

La novela se inicia con una curiosa anécdota que no deja de evocarse a lo largo de toda la historia. Se trata de un incidente con un gato que identifica con un ratón la enorme nuez de Mahlke. Más tarde, cuando Pilenz comienza a apreciar a Mahlke, lamenta ese incidente, aunque jamás consiga decir mucho más al respecto. Sin embargo, no es tanto este incidente puntual, como el hecho de Mahlke sea diferente y percibido como tal por sus amigos, lo que incomoda a Pilenz.

En efecto, a lo largo de la novela se nombran constantemente las figuras simbólicas del gato y el ratón. El gato representa principalmente al perseguidor, al represor; mientras el ratón representa a la víctima. El gato en la novela representa, por tanto, a los Nazis, y el ratón a la Polonia ocupada y humillada. También Pilenz y Mahlke representan, ambos, a animales: Pilenz representa al gato, en cuanto que contribuye directa o indirectamente a la destrucción de Mahlke; y al ratón que entierra en su conciencia la relación de amor-odio que siente hacia Mahlke, lo cual crea en él una dependencia tal de su compañero que lo convierte en el ratón. Mahlke es el ratón (un animal que también está representado por la nuez de Mahlke), puesto que es el eterno humillado aunque todo el tiempo intente ser aceptado por la sociedad nazi, dando todo tipo de fiestas para llamar la atención de la gente. Mahlke también es el gato a causa de todos los sentimientos de dependencia e inferioridad que despierta en Pilenz.

Pilenz está obsesionado con Mahlke. Critica a Mahlke a la vez que lo adula; le ayuda y lo traiciona, lo admira y se enerva cuando está con él. Estos actos reflejan el sentimiento de amor y odio que Pilenz siente por Mahlke. El motivo por el que Pilenz alberga estos sentimientos negativos de Mahlke es quizá el modo en el que Mahlke quiere ser integrado (en la panda de amigos, en la sociedad nazi...), su intento de ser el centro de atención.

Y es que Mahlke no sólo es diferente por su enorme nuez. Además, es católico y su nombre sugiere un origen polaco; rasgos ambos suficientes para separarlo con claridad de los alemanes. A la vez, sus amigos lo admiran, incluso recibe el apodo de “el gran Mahlke”. Después de todo, los supera en todo: robando la medalla, convirtiéndose en el mejor nadador aún siendo el último en aprender a nadar, graduándose el primero, yendo a la guerra mientras los otros simplemente se preparaban para ir, a pesar de su sueño de convertirse en payaso.

En la guerra, Mahlke hace honor a su apodo destruyendo un gran número de tanques enemigos, lo cual lo hace merecedor de una medalla. Esto enlaza precisamente el final del historia con el mismo comienzo de la misma. La historia comienza con el incidente del gato (donde su nuez era el ratón) y termina con un encuentro decepcionante con el director de su escuela, donde él es el ratón al que se le niega la conversación con el director (el gato); una circunstancia que cambia para siempre la relación entre Mahlke y Pilenz.

Gato y ratón son muchas historias en una: el crecimiento de los adolescentes, el crecimiento del Nacionalsocialismo en el Este de Alemania... Una relación no resuelta entre dos amigos en una atmósfera casi irreal durante la primera parte de la Guerra.

A.G.


sábado, 7 de mayo de 2011

Lecturas recientes: Ancho es el mundo


Ancho es el mundo (1951)
Sinclair Lewis

Hayden Chart, un arquitecto de Newlife (Colorado) que ha perdido a su mujer (por nombre Caprice) en un accidente de tráfico, decide pasar un año sabático en Italia. Se aloja en una pensión incómoda de Florencia, desde donde realiza excursiones con el objetivo de descubrir la cultura de la Italia medieval. Allí se siente atraído por la fría belleza de Olivia Lomond, una estudiosa de la Italia anterior al siglo XVI. También conoce a la americana Roxy y a Lorenzo Lundsgard, cuyo único deseo es empaquetar la cultura florentina para el consumo americano. Y eso es prácticamente todo lo que podemos decir acerca del argumento de la novela, cuyo encanto se halla indudablemente en un lugar al que sólo puede llegarse mediante su lectura.

Sinclair Lewis, cuya obra más importante –Babbit– hemos comentado en este blog, es un extraordinario pintor de personaje que cultiva una voz narrativa elegante, muy similar a la de los guiones cinematográficos de su mis época. En este sentido, la novela que nos ocupa es un magnífico ejemplo de su maestría en el manejo del lenguaje y la construcción de personajes.

Ese ancho mundo es una novelita entretenida, muy bien escrita; sencilla y sin pretensiones que no se encuentra, en absoluto, a la altura de Babbit.

A.G.

martes, 26 de abril de 2011

Lecturas recientes: Maldito karma



Maldito Karma (2007)
David Safier

Novela ligera, simpática y entretenida que, a pesar de un comienzo desconcertante y algunos pasajes algo anodinos, tiene la rara virtud (más que apreciable) de captar la atención del lector e implicarlo en la, no por absurda, conmovedora historia de una vanidosa y ególatra presentadora de televisión alemana. Kim Lange, la protagonista de la novela, vive obsesionada por su carrera, consecuencia de lo cual desatiende su vida personal, a su marido y su hija, y maltrata al personal que trabaja a sus órdenes. Sus denodados esfuerzos por llegar a ser alguien en su mundo profesional parecen dar su fruto cuando recibe el premio más importante de la televisión de su país. Pero, para su desgracia, aquella misma noche, mientras coquetea con un colega de profesión (un madurito rompecorazones que triunfa entre las mujeres) recibe el impacto mortal del lavabo de una estación espacial rusa que, al parecer, volaba a la deriva sobre las vastas tierras alemanas.

La propia Kim es la primera en sorprenderse (no podría ser de otra manera) cuando a las puertas del mismísimo Cielo se le informa de que durante su vida ha acumulada tal cantidad de karma negativo que no se le permite acceder a su interior, por lo que ha de expiar sus culpas de una manera que Kim siquiera sospecha. En efecto, Kim ha de afrontar una larga cadena de reencarnaciones que comienzan para ella tomando el cuerpo de una hormiga. Los laboriosos insectos le enseñan una buena lección de humildad, pero Kim comienza a darse cuenta de muchas cosas... de sus errores pasados y de lo que es en realidad preocuparse por los demás, mirar más allá de su propio ombligo. A medida que muere en la forma que ha adoptado, Kim se reencarna en otros animales (un conejo de indias, un perro o un gusano). Su objetivo es acumular el suficiente buen karma. De hecho, a lo largo de sus diversas reencarnaciones, Kim se descubre a sí misma y logra la redención. Finalmente Kim logra volver a adoptar una forma humana. Se reencarna en una oronda vendedora de patatas fritas, justo a tiempo de sabotear el matrimonio de su marido (por quien no se había preocupado demasiado últimamente) con la mujer que se jactaba de ser su mejor amiga.

David Safier introduce también una figura curiosa con la que se encuentra Kim en su primera reencarnación: el aventurero veneciano Giacomo Casanova, quien le echa una mano a Kim cuando le es posible y curiosamente acaba enamorada de la mujer que está a punto de casarse con el marido de Kim.

Al final, todo acaba bien... demasiado bien, aunque no debemos olvidar que estamos hablando de una novela muy fantasiosa. No en vano, todo el libro destila un humor surrealista, desarrollado a través de una escritura sencilla, totalmente ausente de artificio, y uno diálogos simples y en absoluto enrevesados. Es curioso seguir la trama de una historia narrada desde el curioso punto de vista de los diferentes animales en que se reencarna la protagonista.

Creo, en definitiva, que es un libro divertido que le hace a uno pensar acerca de las cosas realmente importantes en la vida. Una novela original y bastante recomendable.

David Safier es uno de los novelistas alemanes más populares contemporáneos. Ha trabajado como periodista, ha escrito guiones de televisión, incluyendo Berlín, Berlín, que le hizo merecedor en 2003 del Premio Grimme y un Emmy internacional. Es también el autor de otro best-seller, Jesús me quiere, con el que quizá me atreva algún día.

A.G.

jueves, 14 de abril de 2011

Sorpresas gratas: Plataforma


Plataforma (2001) ------------------------------------Michel Houellebecq

A pesar de todo lo que se haya dicho de esta novela, no tengo ninguna duda acerca de lo que ésta es en esencia: una hermosa historia de amor. Se la ha tachado, en efecto, de xenófoba, inmoral, misógina y pornográfica, hasta el punto de aplicar estos mismos calificativos a su autor. No creo que debiéramos entrar al trapo, pues nos veríamos inmersos en una discusión similar a la que plantea la lectura de Lolita, de V. Nabokov, y no es mi deseo ir por ese camino.
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No podemos negar, sin embargo, que Michel Renault, el protagonista y narrador de la novela, es un oscuro funcionario del Ministerio de Cultura francés que reúne todos los requisitos para ser considerado como una persona desagradable y antipática: su vida es aburrida, carece de ambiciones, es un tipo cínico, solitario, misógino, racista y antisocial al que sólo parece interesarle el sexo.

Pero tras el asesinato de su padre, recibe una buena herencia que le permite romper con su vida rutinaria. Se embarca en un viaje organizado a Tailandia con el propósito de hacer turismo sexual. Allí entra en contacto con una fauna variopinta de turistas franceses. No pierde detalle del comportamiento de cada uno de ellos y los critica de forma despiadada, incapaz de mirarse a su propio ombligo. La única persona que parece llamar su atención es Valérie, con quien vuelve a contactar en París poco tiempo después de volver del viaje.

Gracias a Valérie (y también junto a ella), Michel descubre el lado más oscuro (y placentero, a juzgar por la descripción que hace del mismo) del sexo. Conoce de primera mano el sadomasoquismo, el intercambio de parejas, y en especial el juego erótico al que su joven pareja siempre parece estar dispuesta. Michel y Valérie convierten algo tan íntimo como el sexo en el eje central de sus vidas. Y es que a Michel le cuesta hablar del amor. En el fondo de esta novela lo que late precisamente es la desgarradora conciencia de la falta de amor. Michel tiene la convicción de que Valérie fue una excepción; una de aquellas personas capaces de dedicar su vida a la felicidad de otra persona y de convertir esa felicidad en su objetivo… en su propia felicidad. Michel, sin embargo, parece reducir el amor al sexo, al placer.

Plataforma aborda también el arduo tema del turismo sexual. A lo largo de la obra seguimos los viajes de Michel a Sudamérica y Extremo Oriente, y contemplamos (no sé si tan horrorizados como deberíamos) la flagrante decadencia de Occidente, personificada por hombres y mujeres pertenecientes a las clases medias y altas, a quienes no hay nada más que los mueva que el deseo de explotación sexual de menores en Tailandia o la no menos execrable explotación de la pobreza del pueblo cubano. En este sentido, Houellebecq logra transmitir el mensaje bien claro de que con dinero se pueden satisfacer los instintos humanos, por muy sórdidos que éstos sean. Hablamos, eso sí, de un sexo fruto de la insatisfacción; unas relaciones sexuales de las que al final no queda absolutamente nada.

A la vez, Houellebecq desentraña los entresijos de la industria turística (agencias de viajes, complejos hoteleros, etc…). Valérie y su colega Jean-Yves, abandonan Nouvelles Frontieres, la empresa en que trabajan, y organizan, a sugerencia de Michel, un ambicioso programa de “hoteles sexuales”, un controvertido negocio que proporciona un servicio de prostitución en países exóticos subdesarrollados, que, por desgracia, acaba de forma trágica. El final de la novela, la propia peripecia de Michel, es absolutamente desgarradora.

Platafoma aborda una gran cantidad de temas, además de los ya mencionados: el conflicto entre la economía productiva y la economía especulativa, la fracasada Cuba revolucionaria, el desaforado consumismo occidenta, la decadencia de Occidente, la política y las elecciones, o la religión musulmana y el terrorismo islamista con su negativa repercusión en el negocio del turismo.

Plataforma es una obra muy interesante que no deja indiferente; una novela muy bien construida en la que abundan el cinismo más descarnado, el humor negro y la despiadada crítica social. Se trata, sin duda, de un libro provocador cuya lectura recomiendo vivamente.

A.G.

domingo, 3 de abril de 2011

Lecturas recientes: Cartero

C
Cartero (1971)
Charles Bukolwski

Henri Chinaski aparece en la escena literaria. El alter-ego de Charles Bukowski, protagonista de algunas de sus novelas posteriores, se incorpora al Servicio Postal de los Estados Unidos como cartero substituto. De este modo comienza lo que llegaría a convertirse en una carrera de doce años, dividida en varios períodos: desde aproximadamente 1952 a su dimisión del servicio postal tres años más tarde, y su regreso en 1958 y definitiva dimisión en 1969. Durante este tiempo, Chinaski trabaja de cartero, con breves paréntesis en los que subsiste gracias a las ganancias en las apuestas del hipódromo. En su última etapa, Chinaski trabaja de clasificador de correo. Tal como relata Born into This (el documental de la vida del autor), John Martin, fundador y propietario de Black Sparrow Press, le ofreció a Bukowski cien dólares mensuales de por vida, con la condición de que abandonara el servicio postal y se dedicara a escribir. Bukowski aceptó. Escribió Cartero en el breve plazo de un mes.

La novela está dividida en pequeños capítulos que asemejan las entradas de un diario y abarcan esta carrera de doce años, un periodo tormentoso para Chinaski/Bukowski, quien ni siquiera en los primeros días de su nuevo trabajo tiene la impresión de que éste vaya a recompensarle. En un primer momento, se le asigna la ruta 539, la más dura de su oficina. A lo largo de su tedioso recorrido por calles interminables, Chinaski se encuentra con bloques de pisos en cuyos buzones no hay más que nombres borrados - cuando los hay- bajo diminutas bombillas, situados en oscuros vestíbulos en los que esperan ancianas impacientes que le hacen siempre la misma pregunta: “Cartero, ¿tienes alguna carta para mí?” Desesperadas amas de casa, perros fieros, interminables días de lluvia son intercalados con momentos de auténtica frustración en alguien que se encuentra a merced de unas circunstancias en contra de las cuales rara vez tiene recursos con los que combatir.

A primera vista, trabajar para el servicio postal norteamericano no parece ser un mal trabajo del todo. Al menos es seguro. Bukowski, sin embargo, quiere mostrarnos la otra cara de la moneda: todos los sistemas tienen estructura de poder, y cuanto menos poder hay en el sistema, más cruel es el abuso. El demonio particular de Chinaski es Jonstone, su superintendente, conocido por quienes trabajan con él como “The Stone” (la piedra), alguien dispuesto a ejercer su poder de la forma más despiadada posible. Bajo su aire deshonestamente servil y sarcástico, se esconden toda una serie de regulaciones aparentemente innecesarias en la oficina de correos.

A Chinaski, todo el tiempo que está empleado en el servicio postal, nos lo encontramos en una de estas dos situaciones, además de enredado en asuntos sexuales: con cartas en las manos, o con resacas en la cabeza. Con una vida paralela a la de su creador, Chinaski trabaja duro durante años, preguntándose qué puede reconstruir a un hombre roto. Y, lo que es más importante, si cualquier hombre merece dicha reconstrucción. Es un perdedor congénito atrapado en un callejón sin salida; presa de una profesión que no puede proporcionarle satisfacción personal alguna, más aún cuando es plenamente consciente de lo absurdo de la propia situación.

Fuera de sus largas horas de trabajo, Chinaski entabla una serie de relaciones fallidas con mujeres hermosas y rotas. Asiste al funeral de una ex amante y experimenta la vida de casado, con un éxito limitado, y hasta la paternidad. La vida personal de Chinaski es tan rica como escandalosa. Construye su propia imagen principalmente a través de elementos ciertamente jugosos de la propia reputación de Bukowski, su múltiple faceta de bebedor, amante, luchador y jugador.

Bukowski utiliza una prosa sencilla y directa. Esta forma de escribir, accesible y nada ambigua, hace muy fácil la lectura de Cartero. Bukowski no permite que la excesiva elaboración se interponga en su propósito.

A.G.

martes, 29 de marzo de 2011

Lecturas recientes: Lolita


Lolita (1955)


Vladimir Nabokov


¿Quién no conoce la historia de Lolita, aunque sólo sea a través de las adaptaciones cinematográficas de la novela (Stanley Kubrik y Adrian Lyne en 1962 y 1997, respectivamente)? Todo el relato de Nabokov no parece ser sino una confesión en forma de libro de su protagonista y narrador, Humbert Humbert; una excusa, si se quiere, para que el autor teja una historia tan conmovedora por su crueldad como por el particular enfoque de la misma y la perfección con que se narra. Como algunos críticos han señalado, quizá el mayor acierto de Nabokov fuera crear un personaje de ficción (culpable de pederastia, de eso no hay duda), dominado por un amor enfermizo y una pasión desenfrenada que, a pesar de despertar la repugnancia del lector, suscita cierta simpatía a medida que avanzamos en la narración de su historia.


Humbert escribe en la cárcel un diario en el que vierte su pasión eterna por las nymphetes (término traducido en español como “nínfulas”) pubescentes. Al comienzo de la historia, Humbert es un hombre de mediana edad, profesor de literatura francesa e inglesa, obsesionado con las nínfulas. La primera de ellas es Annabel Leigh, que muere de tifus. Entonces encuentra en un pueblo de Nueva Inglaterra a Dolores Haze (Lolita), una nínfula que le recuerda a la niña que amó cuando no era más que un niño. Humbert cuenta con artística sutileza su pasión por la joven, las excursiones que hace con ella, los primeros roces… Construye una elaborada trama para seducirla, lo cual le lleva a casarse con su madre, Charlotte (la dueña de la casa donde ha alquilado una habitación), una vez ha comprendido que se le ha presentado la primera ocasión de entrar en contacto con una de sus amadas nínfulas. Más tarde, una vez casados, Charlotte descubre los diarios de su marido, sale corriendo de casa y es atropellada. Humbert decide ir a buscar a Lolita al campamento donde está, sin decirle que su madre ha muerto. De esta forma, se convierte en el guardián de su amada.


A partir de ahí, Humbert y Lolita inician un largo periplo por la América profunda, de hotel en hotel, sufriendo las sospechas por parte de los recepcionistas, los extraños clientes de estos establecimientos, etc. En uno de esos hoteles, Humbert consuma, por fin, sus deseos. En un principio había pensado drogar a Lolita para preservar su pureza, pero es la propia chica quien le incita, pues para sorpresa de Humbert, su nínfula se revela como una persona depravada que juega el papel de seductora. Lolita guarda en su interior una mezcla entre ingenuidad y provocación; juega con su padrastro y obtiene de él lo que desea.


Después de muchas peripecias y algunas escenas de celos, Humbert se ve separado de Lolita, pues un hombre que les ha seguido de un sitio a otro se la lleva con él. Humbert desespera, cree haberla perdido para siempre. Pero entonces recibe una carta de Lolita donde le cuenta que se ha casado con un joven, está embarazada y necesita dinero. Humbert va a darle el dinero, y conoce al hombre que se la llevó, Clare Quilty (un dentista aficionado a dar orgías y grabar películas pornográficas en su casa), a quien no duda en asesinar, como modo de vengarse de su rival.


A simple vista, Lolita presenta un gran desafío, pues trata de la pederastia, el más tremendo pecado imaginable; absolutamente deplorable y rechazado en la sociedad puritana de los Estados Unidos. Humbert es un obseso pederasta al que le es imposible reprimir un impulso absolutamente inapropiado, por decirlo de un modo suave. Sucumbe a su lado más salvaje en detrimento del amor que afirma sentir por la niña. Sólo al final, cuando ya ha perdido a Lolita, Humbert se plantea que su pasión bien podría ser una mera distorsión de la realidad. Se comporta de un modo infantil, con la única finalidad de lograr su deseo largamente anhelado. Cuando pierde a su amada, trata sin embargo de recuperarla de un modo distinto, más maduro si se quiere.


No obstante, y en un sentido amplio, Humbert es más que eso; es una metáfora del escritor y su arte, del Viejo Mundo. Es un expatriado de la vieja Europa, formal y educada, que descubre América, el Nuevo Mundo, representado precisamente por una adolescente americana y toda la vulgaridad de este mundo que tan bien vemos reflejado en los incontables lugares que visitan padre e hijastra. Nabokov disfruta explorando la interacción entre estas culturas. El propio autor vivió dos etapas muy diferentes en su vida. Nació en Rusia, vivió en Europa y escribió en su lengua materna. Más tarde emigró a Estados Unidos y escribió en inglés; y de qué manera, pues es difícil encontrar una obra que utilice el idioma inglés con mayor magia y acierto que Lolita.


La novela, de hecho, está escrita en un estilo que roza la parodia. Presenta una hábil combinación de pastiches de estilos conocidos, pedantería, análisis de la pasión a la francesa, juegos de palabras al más puro estilo de James Joyce, etc. Es salvaje, fantástica y maravillosamente imaginativa. Parodia todo lo que toca, lo cual justifica seguramente las críticas de quienes han visto en Lolita una sátira de la novela romántica, del Viejo Mundo en contacto con la Joven América. En efecto, a pesar del potencial escabroso que plantea el tema en cuestión, Nabokov elabora un relato divertido que nunca llega a ser pornográfico (si acaso sugerente, pero nada más).


Lolita fue publicada por primera vez por Olympia Editions, una editorial nada ortodoxa de París, después de haber sido rechazada por un buen puñado de editores americanos.


A.G.